Un encuentro con un salvador desconocido provoca que Jaden recuerde su primer vida. Y se da cuenta de que en realidad es un carne de cañón, quien es sacrificado por el villano en la historia original.
No solo eso, sino que su salvador resulta ser su personaje favorito del libro, quien también muere traicionado por sus amigos.
Con esta nueva información Jaden toma una decisión, ¡destrozar la trama del libro!
¿Lo logrará? O, antes de que pueda hacer un movimiento, ¿será arrastrado de nuevo a lado del villano para ser sacrificado?
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Primer encuentro
...
En ese momento, todo paso a segundo plano. Jaden no se preocupó por el dolor de cabeza que arremetía contra él de vez en cuando —tal vez por los golpes de Rainer—, ni la fiebre que parecía estar aumentando con rapidez. Y mucho menos recordó su apariencia desastrosa.
En su lugar, todo cuanto pudo y quiso concentrarse fue en aquel desconocido salido de la nada.
Él llegó desbocado, tal como un incendio; y sin importarle las probabilidades, enfrentó a los cinco chicos que le habían dejado atrás, y los golpeó, vaya que lo hizo. ¡Incluido Rainer!
—¿Cómo…? —inquirió sin poder procesar lo que veía.
Jaden siempre creyó desde el fondo de su corazón que Astor y Rainer eran personas intocables, más aún cuando entre ellos dos no había un claro ganador la mayoría del tiempo. En resumen, el príncipe y su mano derecha eran los mejores de la clase 2A, y nadie era capaz de estar a su nivel. Cualquiera que se enfrentara a alguno de los dos terminaría mordiendo el polvo.
Había visto la escena de aquel par ganando duelos tantas veces, que ya lo consideraba como una verdad irrefutable. Y aún cuando Astor ya había perdido una vez frente a su hermano en el pasado, aquella ocasión fue más bien por movimientos técnicos, que por una muestra de poder puro.
Por eso, él no pensó más en ello. Sin embargo, ahora mismo este desconocido no tardó ni dos movimientos en derribar a Rainer, y en el proceso, también destrozó su concepto de la verdad.
Y se dio cuenta, no es que Rainer fuera intocable, solo no había luchado contra alguien más poderoso. Encontrar a quien pudiera superarle era difícil, pero ya veía que no imposible.
¿Qué clase de dios guerrero era este desconocido? ¿Podría también derrotar con la misma facilidad a Astor?
Perplejo hasta los huesos, Jaden se olvidó incluso de la razón que lo había llevado a terminar en un estado tan lamentable en primer lugar.
El sonido de la lluvia, los gritos y el crujir de la piel al ser golpeada llegaron a sus oídos, y el estrépito le hizo apartar la mirada.
Para cuando se dio cuenta ya no había nadie en pie, más que el nuevo invitado.
Lo que él mismo no consiguió, este desconocido entrometido lo había logrado en menos de dos minutos. Todos, sin excepción, terminaron en el suelo, retorciéndose de un lado a otro, o ya inconscientes.
Era casi incomprensible para Jaden que los chicos que se burlaban de él hace unos momentos, ahora lucieran tan patéticos. Y luego de ver la terrible condición en que habían terminado, incluso consideró que su propia herida no era tan alarmante como la del resto.
“¿Qué está sucediendo?”
Agitó la cabeza de un lado a otro, intentando que su visión se aclarara; aunque solo provocó que el dolor de cabeza aumentara. Claro que lo ignoró, y alzó el rostro para tener un mejor vistazo de su salvador.
Realmente era extraño. Su corazón latía desbocado, pero ya no de forma ansiosa, como cuando enfrentaba a Astor, sino más bien se trataba de una sensación dulce y suave. Antes no tenía forma de saberlo, pero ahora notaba una diferencia en el ritmo de sus latidos.
Ajeno a sus desordenados pensamientos, ese chico se mantuvo en medio de todos, viéndolos como si estuviera en presencia de la inmundicia del mundo.
“Así es como debería lucir un héroe…”, pensó aturdido.
Jaden, sin comprender del todo que había sido ayudado, o mejor dicho, sin descifrar el “por qué”, de pronto se encontró con un par de ojos que le miraban fijamente. Estos eran de un increíble color carmesí.
Al principio se asustó, pensando que el siguiente objetivo sería él. Y su miedo aumentó cuando ese chico dirigió sus pasos en su dirección.
Cada pisada en el suelo le hizo temblar un poco, hasta que al fin quedó a unos escasos treinta centímetros. Lo sorprendente es que nunca llegó ningún golpe. Tan solo vio una mano que se extendía hacia él. Todo lo que tenía que hacer era levantar un poco el brazo y estaría a su alcance.
—¿No quieres golpearme? —preguntó sin poder evitarlo. Demasiado tarde se dio cuenta de lo extraño que sonaba eso.
—Te ayudo a levantarte —respondió el chico. Y su voz le hizo temblar por alguna razón. No de miedo, sino… ¿emoción?
El pelinegro no se percató de que debido a eso su fiebre aumentó un poco.
—Oh… es así…
—Descuida, no te haré nada —afirmó. —Y ellos ya no pueden lastimarte tampoco.
“¿Acaso no ve el color de mi cabello?”, se tuvo que preguntar al no entender el motivo del trato tan amable que estaba recibiendo. Sin embargo, cuando vio la sinceridad en ese par de ojos carmesí, cualquier duda salió sobrando.
Y por cierto, no pudo resistir el impulso de tomar esa mano que se le ofrecía. Claro que antes se limpió el fango en el costado del pantalón.
Tal vez era su codicia lo que le incitó a moverse, o quizás solo se sintió halagado por el gesto, pues para variar estaba ante alguien que lo trataba como a un ser humano; y luego de Astor, era la primera vez en mucho tiempo que experimentaba un trato similar. Como fuese, tomó su mano.
Esta era más amplia que la suya, así como masculina. Se podía percibir de un vistazo que entrenaba arduamente con la espada.
—¡Estás sangrando! —exclamó su salvador mientras se acercaba a examinar la herida en su frente. Pero Jaden no respondió, era como si hubiese olvidado que su boca podía moverse, todo debido a la cercanía sin previo aviso. En su lugar, solo pudo mirar de cerca a este chico.
Su rostro era atractivo; de piel trigueña; así como el cabello pelirrojo.
“Deslumbrante…”, tan pronto como pensó eso, sus mejillas comenzaron a arder.
No sabía qué sucedía con él. Hace un minuto todavía anhelaba ver a Astor. Y ahora mismo no apartaba la mirada de un desconocido.
“¿Siempre he sido tan… voluble? O, ¿me he vuelto loco?”
La lluvia sin duda ya le estaba afectando seriamente. Eso debía ser.
Sin saber a dónde mirar, y qué hacer para evitar ser tan consiente de la cercanía del otro, Jaden apartó la mirada de su rostro. Y al hacerlo, vio que el borde de la camisa de su salvador tenía bordadas dos diminutas cruces de color rojo, lo que indicaba que pertenecía a la clase 2B. La suya tenía dos cruces de color azul, demostrando que era de la clase 2A.
Se dio cuenta de que, en teoría, su salvador pertenecía a la facción enemiga…
—Disculpa por esto —dijo el pelirrojo, y colocó una mano sobre su frente, con el único propósito de examinar la herida en su frente. Jaden lo sabía, pero no pudo evitar el pequeño grito que escapó de su garganta.
—¡Ah!
Se avergonzó por su sobrerreacción, así que procuró quedarse tan estático cómo le fuese posible. Fue una lástima que su frente comenzara a arder, como si las manos del chico le quemasen.
“Es de la clase B…”, pensó con sentimientos encontrados. Sin embargo, nunca se apartó. ¿Cómo podría hacerlo, si este pelirrojo, a pesar de esa barrera, le había extendido una mano?
Era de conocimiento general que las clases en la Academia servían como un pequeño vistazo a la nobleza del futuro: [quién] seguía a [quién] en clases, se traducía en un indicio de [qué familia] serviría a [quién].
Claro que esto no era una regla escrita en piedra, y más adelante las personas podían cambiar de parecer, siempre en pro del beneficio propio. No obstante, cuando en la clase 2A estaba el primer príncipe del imperio, y en la clase 2B el cuarto príncipe… bueno, debías determinar con anticipación en qué clase querías estar.
Por ello, la enemistad era más intensa que en otros grados. Al punto en que los profesores escasas veces les hacían trabajar juntos.
Y aún así, ahí estaban ellos, como si nada de aquello importara.
—Debemos ir a la enfermería. Esta lluvia solo hará que tu herida empeore —dijo el pelirrojo. —Y pareces tener fiebre… ¿Sabes?
—¿Sí?
—Y este olor dulce… bueno, no importa. No te preocupes, no te atacaré.
Sin esperar una respuesta, este desconocido se quitó el saco del uniforme y lo colocó sobre su cabeza.
—¡No puedo aceptarlo! —Jaden quiso devolverlo de inmediato, pues era vergonzoso reconocerlo, pero estaba cubierto de barro. —Lo ensuciaré.
—Sé que esto es descortés, por lo que te pido que lo dejes pasar hasta que lleguemos a la enfermería, ¿vale?
—Yo… vale…
Su salvador puso una mano en su hombro, y lo condujo entre los chicos que seguían en el suelo. Al parecer, se habían desmayado ya para ese punto.
—Ellos… —musitó.
—Déjalos. Merecen ese trato por intimidarte, eran cinco alfas contra un omega. Realmente cobardes. Había escuchado rumores de que solían atacar a omegas, aunque no lo creí hasta ahora. Es deshonroso que estos chicos pertenezcan a familias nobles tan importantes.
El pelinegro se percató de que su salvador, tal vez, había entendido algo mal, pero no supo cómo aclarar la situación.
—¿No te meterás en problemas si les pasa algo…? —preguntó, intentando desviar la dirección de la conversación. No quería recordar el verdadero origen del problema.
—No importa. Además, con su físico, esta lluvia no les hará nada. Y créeme, no querrán decir una palabra cuando despierten. Pero no importa, los reportaré con el consejo estudiantil en cuanto te deje en la enfermería.
—¡No! —exclamó con pánico, mientras sujetaba su mano. —No los reportes… por favor.
El chico no esperaba su reacción.
—¿Tienes miedo?
—Sí —reconoció, y al percatarse de su posición retrocedió un paso. —Si esta situación es reportada, solo atraerá la atención de As… del príncipe Astor. Yo no quiero…
No sabía cómo terminar su frase. ¿No quería causarle problemas a Astor? O, ¿solo quería alejarse en silencio? Era difícil elegir una opción.
—Comprendo. No los reportaré. —Se comprometió el pelirrojo luego de alejarse de aquel lugar. —Pero si te buscaron una vez, lo pueden hacer de nuevo.
—No lo harán —negó con la cabeza. El mismo Rainer lo había dicho, a menos que intentara acercarse al príncipe, no le volverían a visitar. Era una advertencia y amenaza.
—¿Estás seguro?
—Sí…
Jaden alzó el rostro, y se encontró con los ojos carmesí que le habían estado viendo todo el tiempo. Le sorprendió un poco, y solo atinó a sonreír torpemente.
Y aun con su timidez, tuvo que reconocer que ese par de ojos eran agradables a la vista, tanto que no tardó en catalogarlos como los más lindos que había visto en sus dieciséis años de vida. Y no solo eso, sino que la presencia de su salvador era tan cálida, que él se sintió codicioso. ¿De qué? No lo supo con certeza, pero había una especie desconocida de anticipación que recorría su interior.
“Es justo como lo imaginé…”, pensó mientras su corazón aceleraba el ritmo. Que extraño. ¿Por qué pensaría algo así de un desconocido que veía por primera vez?
—¿Cómo puedes asegurar que no dirán nada? —cuestionó, y aunque sí sentía curiosidad por eso, también quería desviar su atención.
—No querrán decir que fui yo quien los venció —respondió el pelirrojo mientras se encogía de hombros. —Por lo que sé, hay quienes piensan que son invencibles, así que no dirán que un solo chico les venció, su ego no lo permitirá. Harán lo que sea para ocultarlo. Como sea, no pienses más en ello. Vamos, entremos a ese edificio. Ya tuve suficiente de esta lluvia.
Él asintió, sintiéndose conflictuado; pues hasta que vio la facilidad con la que su salvador les derribó, también pensaba que eran un grupo invencible… de cierta manera, era vergonzoso haber presenciado su derrota.
Caminaron un poco, y estaban por entrar en el edificio, cuando Jaden se dio cuenta de que ni siquiera le había agradecido por darle un poco de justicia.
—Por cierto… gracias por eso… por tu ayuda…
Él quería agregar algo más, pero hace tanto que no mantenía una conversación decente con alguien que no fuera el príncipe Astor, que ahora se encontró incapaz de hallar las palabras adecuadas.
—No fue nada —negó con la cabeza el pelirrojo. —A todo esto, ¿cómo te llamas?
—Jaden —respondió. —Y, ¿cuál es tu nombre?
—Es verdad, tampoco me he presentado —dijo, antes de detenerse y hacer una pequeña reverencia. —Un placer, Jaden. Soy Fegan.
—Fegan… —susurró Jaden casi en automático. —Fegan…
Ese nombre lo conocía. ¿De dónde? ¿Era algún noble importante que no debía ofender?
El pelinegro levantó el rostro y buscó la mirada de “Fegan”. Él lo miraba desconcertado, pues había sido llamado varias veces sin motivo alguno.
Fegan…
Fegan…
¡Fegan!
Un mar de recuerdos, violentos y dolorosos, estallaron en la mente de Jaden.
El dolor fue tal que intentó agarrar su cabeza para aliviar el tormento, claro que en vano. El dolor le hizo sentir mareado, y cayó hacia el frente. De no haber sido por el pelirrojo, es probable que hubiese caído al suelo otra vez.
No obstante, ya no pudo reparar en esos detalles, pues perdió el conocimiento ahí mismo.
...
Que emoción gracias autora por el capitulo /Smile//Smile//Smile//Smile//Smile//Smile//Smile//Smile//Smile//Smile/
No pobre Lance, este seguramente sea uno de los peores salidas escolares de su vida