Continuación de la novela La esposa del emperador...
Marcos ha conocido a la mujer que va a ser su emperatriz y hará todo para tenerla a su lado.
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Capítulo 2
En el sótano, Ema abrió los ojos, asustada a más no poder, pues, lo último que recordaba era morir de una enfermedad a los veinte años después de haberse vuelto una de las brujas más poderosas que había en el mundo, aunque esa información no muchos la supieran. No entendía como después de eso, es que había abierto los ojos y más en lo que parecía ser un viejo sótano.
No le agradaban nada estos lugares, por lo que su madrastra hacía al encerrarla allí desde que era una niña, por lo que no entendía que es lo que hacía allí precisamente. Mirando a los lados, podía ver que todo era oscuro y horrible, por lo que se preguntaba quien demonios la dejó allí.
-Yo te traje a la vida nuevamente, Ema.
Escuchó una vos, pero por más que mirara a todos lados no encontraba de donde provenía.
-¿Quién eres? ¡Muéstrate!
Dijo sin dejar de observar a todos lados, con su característica vos de mando
-Eso no puedo hacerlo, pero te diré que soy una deidad y te di la oportunidad de volver a la vida en esta realidad o en esta línea de tiempo como quieras verlo. La Ema que vivía aquí, acaba de morir. Los constantes abusos de su madrastra, de Luisa y del idiota del prometido, el conde Víctor, culminaron en esto.
-¿Qué? ¿Por qué solo no los mato y ya?
Preguntó como si solo eso fuera lo importante de las palabras rebeladas por la voz y no que una especie de dios la haya traído a la vida nuevamente.
-Porque ella no pudo despertar sus poderes, jamás se dio cuenta lo que era y lo poderosa que era hasta que yo le dije que si tú tomabas su lugar, harías justicia por ella. Tú viviste algo de lo que ella vivió toda una vida, sabes de lo que ellos son capaces.
-Lo sé, por eso los mate en mi vida pasada, sin un ápice de remordimiento.
-Bueno, espero que en esta vida, te sea igual de fácil. Cuando mueras nos volveremos a ver, espero sea en muchos años, Ema. Te deseo mucha suerte.
Después de despedirse, la deidad parece irse de allí porque no se volvió a escuchar nada más en ese sitio. Ema quiso pararse, pero estaba muy débil como para hacerlo. Por lo que trato de llamar a la oscuridad que habitaba en ella y hacer crecer una llama de fuego negro en su mano como hacía antes, cuando era su otra yo y lo logró, pero era una insignificante llama a comparación con las que sabía que podía llegar a hacer.
Pensó y pensó durante un rato y concluyó que tal vez era la debilidad y la falta de alimentos lo que restringía su poder de esa manera, por lo que tenía que irse de ese lugar de inmediato y recuperar sus fuerzas si quería obtener justicia para la Ema de esta línea. Solo tendría que aguantar un poco más hasta que la sacaran de aquí y buscar la manera de que su padre la sacara de esa casa con urgencia, antes de que Antonia la terminara matando.
Un rato más pasó y escuchó ruidos afuera, luego la voz de Antonia atravesó las paredes.
-Rápido, sáquenla y llévenla a su habitación. Si la maldita esta muerta, hagan como si pareciera un accidente, si no lo esta solo déjenla allí en su habitación y salgan, que su padre ya esta llegando.
Un momento después, la puerta del sótano era abierta desde afuera y unos hombres entraron. Al ver que estaba viva, le dijeron a Antonia:
-Todavía respira.
-Maldita. Bueno, ya saben, llévenla a su habitación, ya morirá en otra oportunidad.
Tomándola de los brazos, Ema era arrastrada por todo el sótano hasta sacarla de allí. Con un poco de dificultad la subieron por las escaleras del lugar hasta que, lograron sacarla y llevarla hasta su habitación. Sin miramientos, ni un poco de cuidado la tiraron en el suelo de su habitación.
Un momento después entró una sirvienta, quien con mucho pesar la ayudó a llegar al baño donde la desvistió y la adentró en la bañera donde la baño, pues ella olía muy mal y su padre no podía verla en ese estado. Cuando salieron, había una bandeja con un plato de sopa y agua que rápidamente le dio a Ema para que se alimentara.
Cuando Ema se acabó todo lo que había en el plato, la mujer tomo la bandeja y salió de allí, solo se detuvo en la puerta para decirle:
-Lo lamentó mucho, pero ya sabes que no te puedo ayudar, si lo hago ella me matará. Si pudiera lo haría, lo juro.
Ema levantó la mirada y le dijo mientras la miraba a la cara:
-Esta bien, sé que esto, no es tu culpa. Gracias por la comida.
En el tiempo que había pasado desde que llegó aquí a este mundo y el momento en que la sacaron de ese sótano, ella pudo acceder a las memorias de la Ema original y ver todo lo que sufrió. Esa mujer que acababa de salir era la única que curaba sus heridas y la alimentaba después de sus torturas, a veces incluso lo hacía mientras lloraba por la impotencia de no poder hacer nada para protegerla.
Un rato después, en medio de la noche, cuando ella ya se estaba durmiendo, logra escuchar, en medio del sueño tan pesado que tenía, la puerta de la habitación abrirse. Cuando ella logra despertarse del todo, alguien estaba sentado a su lado en la cama, por lo que rápidamente se sienta en la cama para ver quien era esa persona.
-Tranquila, Ema. Soy yo, papá.
Dijo la voz del hombre, quien ella reconoció que si era su padre, después de todo, aun a pesar de los años en los que seguramente ella estuvo muerta, la voz de él era la misma, por lo que no le costó ningún trabajo. Como si de una niña se tratara, se tiró a los brazos de su padre para abrazarlo con fuerza, mientras lloraba de la emoción de verlo.
-Papi, no sabes lo mucho que te extrañe.
-Yo también mi niña, pero no llores, solo me fui una semana.