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El Director Ejecutivo Y Su Joven Esposa.

El Director Ejecutivo Y Su Joven Esposa.

Status: Terminada
Genre:CEO / Matrimonio contratado / Amor tras matrimonio / Posesivo / Arrogante / Matrimonio arreglado / Completas
Popularitas:3.2M
Nilai: 4.9
nombre de autor: Frida Escobar

Santiago es el director ejecutivo de su propia empresa. Un ceo frío y calculador.

Alva es una joven que siempre ha tenido todo en la vida, el amor de sus padre, estatus y riquezas es a lo que Santiago considera hija de papi.

Que ocurrirá cuando las circunstancias los llevan a casarse por un contrato de dos años,por azares del destino se ven en un enredo de odio, amor, y obsesión. Dos personas totalmente distintas unidos por un mismo fin.

⚠️ esta novela no es para todo publico tiene escenas +18 explícitas, lenguaje inapropiado si no es de tu agrado solo pasa de largo.

NovelToon tiene autorización de Frida Escobar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La esposa de Santiago.

—¿Es tu esposa?

Pregunta la señora, y Jacobo suelta una carcajada.

—Es la esposa de Santiago —responde con tono burlón.

Las miradas se posan en mí con sorpresa, como si no pudieran creerlo. Me siento expuesta, pequeña.

—Buenas noches, un gusto conocerlos —digo con una sonrisa incómoda, retirándome para abordar el carro con el chófer.

La abuela sigue conversando con el juez cuando subo al auto. Miro por la ventana durante todo el trayecto. El silencio se apodera de mí. Cuando llegamos a casa, toco la puerta, y es mi nana quien abre.

—Mi niña… —dice con los ojos húmedos—. Creí que no regresarías. Tus padres ya me pusieron al tanto. ¿Cómo estás?

—Estoy bien, nana. ¿Dónde están?

—En el despacho, mi niña.

—Gracias, nana.

Subo las escaleras con el corazón palpitando. Toco la puerta y mi padre responde desde dentro.

—Pasa.

Al entrar, me encuentro con una escena desoladora. La oficina está hecha trizas: papeles rotos, un jarrón quebrado, una silla volcada. Mi padre, de pie en medio del caos, me ve y se lanza a abrazarme con fuerza.

—Perdóname, hija… —susurra, con la voz rota.

—Papá…

—Trae tus cosas. Nos iremos ahora mismo.

—No puedo.

Él baja la mirada hacia mi mano, donde el anillo brilla como un recordatorio cruel.

—No… Alva… ¿por qué no me esperaste? Yo iba a solucionarlo, mi amor.

—Sabes que no había otra salida. Solo lo alargaríamos, y tú terminarías en la cárcel por incumplimiento.

—¡Ese maldito se salió con la suya! Solo decía que debían casarse, ¡nunca que debían vivir juntos!

Su rabia me arranca una sonrisa, y él también sonríe débilmente.

—Siempre soñé con verte salir vestida de blanco, desde esta casa… como te lo mereces. Y ahora, por mi estupidez, eso ya no pasará.

—No digas eso, papá. ¿Has visto mi cuarto? ¿Las fotos que tenía de Santiago en las paredes?

—Creí que era una tontería… una obsesión pasajera, como cualquier fan de un famoso.

—Siempre lo he querido. Esto no es un sacrificio para mí. Es algo que yo decidí.

—¿Estaba en bancarrota? —pregunto con voz suave.

—No… y ¿sabes qué? Aún no entiendo qué pasó. Solo sé que me ofrecieron una oportunidad para triplicar la fortuna y acepté. Me aseguraron que, si no era necesario, la última cláusula nunca se activaría. Pero parece que esa era la idea desde el principio. Un día simplemente me informaron que debía cumplirse, y desde entonces no he vuelto a ver a mi socia.

—Solo serán dos años, papá. Después, todo volverá a la normalidad.

—No lo creo… —murmura.

—¿Y mamá? ¿Dónde está?

—En nuestra recámara.

Salgo del despacho y camino hacia la habitación de mis padres. Toco con suavidad y escucho sollozos al otro lado. Abro despacio y la veo sentada en el suelo, abrazando sus rodillas. Me acerco en silencio, me arrodillo frente a ella, y en cuanto me ve, abre sus brazos. Me acomodo en su regazo y me cubre con sus brazos como cuando era niña.

—Recuerdo cuando llegaste de la escuela diciéndome que tenías novio —susurra entre risas apagadas por el llanto—. Y me enseñaste una revista donde salía Santiago.

—Papá me regañó tanto ese día… incluso quemó la revista como si eso fuera a borrarlo del planeta.

—Sí… estaba rojo del coraje. Desde ahí te puso a Jorge como niñero.

—Lo sé. Y he respirado tranquila desde que está de vacaciones.

Mi madre suelta una risa suave, y yo la abrazo más fuerte.

—Quiero que sepas que estaré aquí para lo que necesites. Si necesitas un consejo, si necesitas refugiarte… esta siempre será tu casa.

—Gracias, mamá. No quiero que estés peleada con papá. No quiero verlos tristes ni distantes. Solo se tienen el uno al otro. Él nos ama… solo se confió.

—Lo haré sufrir un par de días más, nada más —dice, limpiándose las lágrimas—. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?

—Nerviosa. Soy la esposa de Santiago Rinaldi… y no sé qué ocurrirá.

—No dejes que nada te apague. Esa es tu esencia, hija. Tú ves luz en medio del desastre. Eso contagia a quienes te rodean.

—Tú eres la mujer más fuerte que conozco. La mejor mamá.

—Y tú, la mejor hija.

Nos quedamos abrazadas un rato más, hasta que ella se levanta. En su mano, trae mi celular.

—Lo mandó Ana.

—Gracias… lo necesitaré ahora que estemos separados.

—Ten esto —dice, entregándome una tarjeta.

—No, no puedo aceptarla.

—Es un ahorro tuyo. Desde que naciste, tus abuelos depositaron ahí una cantidad para cuando formaras tu propia familia.

—Gracias —le digo con la voz entrecortada, limpiando mis lágrimas.

Me dirijo a mi cuarto y empiezo a preparar mis maletas. Estoy por bajarlas cuando una voz familiar me interrumpe.

—Me dijeron que te ibas… pero no lo creía.

Es Jorge, parado al pie de la escalera. Me lanzo a abrazarlo, y él me rodea con fuerza.

—Ya no se requiere niñero —le digo, con una sonrisa nostálgica.

—Mi tortura no termina. Me han asignado cuidar a la señora Alva de Rinaldi.

—¿En serio?

—Así es. Jorge estará para lo que necesites —agrega mi padre desde abajo.

Jorge carga mis maletas mientras mis padres me acompañan hasta la puerta. Me despido con lágrimas, intentando mantenerme firme mientras subo al carro que me lleva a mi nueva casa. Jorge sigue al auto del chofer de Santiago.

Cuando llegamos, me quedo sin aliento. La casa es inmensa, con columnas de mármol, jardines perfectamente podados y una fachada imponente.

—Estaré afuera, para lo que necesites —dice Jorge.

Asiento mientras los empleados llevan mis cosas al interior. Camino entre las enormes pinturas de la sala, sintiéndome diminuta. Las puertas se abren detrás de mí. Me giro… y lo veo.

Santiago.

—La próxima vez no me hagas quedar como un imbécil, mandándote chofer y que tú regreses con quien se te dé la gana.

—Jorge es el chofer de la familia —respondo con calma.

—Sigue obedeciendo a tu papi —murmura con desprecio, caminando hacia otra habitación, diferente a donde llevaron mis cosas.

Suspiro con el alma pesada. Subo las escaleras. Mi celular está muerto. Pido un cargador a una empleada. Al entrar a la habitación, me invade la tristeza: sábanas blancas, muebles fríos, cortinas oscuras… Todo parece prestado. Nada se siente mío. Recorro los muebles con los dedos hasta que alguien toca la puerta.

—Aquí tiene el cargador, señorita.

—Gracias. Te lo devuelvo más tarde.

—¿Desea algo más?

—No, gracias.

Cierro la puerta con seguro, me tumbo en la cama. El reloj de mano marca la madrugada. No he dormido nada. En dos horas tengo que ir a la universidad.

Suena la alarma. Me levanto con los párpados pesados. Me cambio en el baño, disimulo las ojeras con maquillaje, tomo mi bolso y bajo las escaleras.

Al encender mi celular, reviso llamadas y mensajes. Me acerco a una empleada.

—Saldré. ¿Puede decirle al señor Santiago que voy a la universidad? Regreso tarde.

Pero ella solo me sonríe con incomodidad… y entonces lo veo, sentado en el comedor. Estamos solos.

—Puedes hacer lo que quieras. No tienes que decirme a dónde vas… porque yo no lo haré.

Su voz es fría. Ni siquiera levanta la vista.

Aprieto el bolso con fuerza, reprimiendo mis palabras. Salgo de ahí. El celular suena.

—¿Hola, Pato? Sí, ya voy. Se me hizo tarde. ¿Tienes lo que te pedí?

Subo al carro, y Jorge se acomoda en el volante. Me lleva a la universidad… y dejo atrás, por unas horas, la jaula dorada que ahora es mi hogar.

1
Emma Caicedo
genial
Nuris rivas
pero ella no disque tiene la barriga muy grande entonces no entiendo cómo está montada encima de el y el se puede sentar para poder hacerle otras cosas entonces como la barriga lo deja ves pues
Veronica Aguilar
🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣ese Jacob es todo un dilema de risas
Betty Chavez
que tonta es la prota ,siempre corriendo atras de sus padres que madure!
Lennys Matta
en varios países en europa si, ya que contabilidad la dan con otras cosas y para ser contador tienes que hacer un máster... médico general es un progrado
josmary oduble
lo joven no es ya tenía 20 años creo la situación fue no hacer cesaría tal vez allí dirá Sido menos complicada
josmary oduble
ua eres madre agradecida debes de estar
Berena Quero
Excelente historia me encantó gracias por compartirla que tengas muchos éxitos 🌷🌹💐❤️🎁🌻👍👌👏
Frida Escobar: gracias por su apoyo 🥰
total 1 replies
Berena Quero
Excelente historia 🌷🌹💐❤️👍👌👏🎁🌻
alejandra
🤣🤣🤣🤣🤣🤣
alejandra
mira pato mandarina, deja la joda
alejandra
que gente sisañera
alejandra
se triplica 😂😂😂😂😂
alejandra
mucha gente perfecta aquí, juzgando a Santiago 🤦🏽🤦🏽🤦🏽
alejandra
oye pero se te olvidó que fuiste quien rompió esa piñata imbécil
alejandra
totalmente de acuerdo
alejandra
que clase de especialista es esta, que le dieron el título en temu 🤣🤣🤣🤣🤣🤣
alejandra
imagínate si Santiago quisiera hijos. le había puesto 5 🤣🤣🤣🤣
alejandra
el bebé ya sabemos a quien va a salir 🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣
Juana liliana Rosas
excelente
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