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Un Secreto Entre Nosotros

Un Secreto Entre Nosotros

Status: En proceso
Genre:Dominación / Poli amor
Popularitas:1.7k
Nilai: 5
nombre de autor: HRHSol

Amar a uno la sostiene. Amar al otro la consume.
Penélope deberá enfrentar el precio de sus decisiones cuando el amor y el deseo se crucen en un juego donde lo que está en riesgo no es solo su corazón, sino su familia y su futuro.

NovelToon tiene autorización de HRHSol para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 20. La Grieta.

Las noches no eran mejores. Se acostaban juntos, sí, pero separados por un muro invisible. Penélope giraba hacia un costado, fingiendo dormir; Kylian permanecía inmóvil, con la mirada fija en el techo. Ninguno se atrevía a romper el silencio, como si una palabra mal dicha pudiera derrumbar lo poco que quedaba en pie.

En la oficina, el clima no era distinto. Eric se mostraba impecable, seguro de sí mismo, aunque sus ojos buscaban los de Penélope con un cuidado calculado. Ella desviaba la mirada, pero el calor que la recorría cuando lo sentía cerca era imposible de ignorar.

Carolina, por su parte, se había convertido en una aliada silenciosa. No necesitaba palabras para entender que algo crecía bajo la superficie. A veces, bastaba con un gesto: un café dejado en el escritorio de Penélope, un mensaje rápido para preguntarle cómo estaba.

Sophie, en cambio, parecía disfrutar del espectáculo. Sus ojos vigilantes nunca perdían detalle, y su sonrisa, cargada de veneno, aparecía en los momentos menos oportunos. Era como si esperara el instante exacto para clavar la estocada final.

Nada estallaba, pero la grieta se ensanchaba un poco más cada día.

Una semana después, en la sala de juntas, el murmullo de los empleados se apagó cuando el director general tomó la palabra. La pantalla detrás de él mostraba el logo de la empresa, adornado con un número dorado: 25.

—Queremos compartir con todos ustedes una ocasión especial —dijo con voz solemne—. Este sábado celebraremos los veinticinco años de la compañía con una gala en el hotel Imperial. Será una noche de reconocimiento y agradecimiento, y la asistencia es obligatoria para todo el equipo directivo.

Un murmullo recorrió la sala. El director sonrió antes de agregar:

—Por supuesto, pueden traer a sus acompañantes.

Las tarjetas de invitación comenzaron a repartirse entre los presentes.

Penélope la tomó con dedos temblorosos. La cartulina dorada brillaba como una sentencia en sus manos. No necesitaba mirar a nadie para saber que esa noche sería cualquier cosa menos una celebración.

Eric, sentado a unos metros, la dobló con calma y la deslizó en el bolsillo de su saco. Sus ojos, sin embargo, no se apartaron de ella.

Kylian la sostuvo entre los dedos como si no pesara nada. Su rostro permaneció impasible, aunque la tensión en su mandíbula lo traicionaba.

Penélope apretó la tarjeta contra su regazo. El panico le corrió por las venas, pero mantuvo la calma.

Kylian giró lentamente la cabeza hacia ella, apenas un segundo, como quien mide el pulso de un terremoto. Eric se acomodó en la silla, los labios fruncidos, reprimiendo cualquier reacción.

El director retomó la palabra, ajeno a la tensión que podía cortarse con un cuchillo.

—Esperamos verlos a todos allí.

Cuando la reunión terminó, el murmullo volvió a llenar la sala, pero Penélope apenas lo escuchaba. Caminó hacia la salida con paso firme, la tarjeta aún en su mano, doblada hasta casi romperse.

Sabía que esa noche no solo se celebrarían veinticinco años de empresa.

Esa noche, alguien iba a quedar expuesto.

...----------------...

Esa noche, después de los platos vacíos y los niños acostados, la conversación estalló en la habitación.

—Pensaba usar el traje azul para la gala —dijo Kylian de pronto, quitándose la corbata con movimientos tensos—. Quiero que combines conmigo. Algo en plata o marfil te quedaría perfecto.

Penélope levantó la vista, incrédula.

—¿Perdón?

—Que elijas un vestido que combine. Sería apropiado —insistió él, como si hablara de un detalle sin importancia.

Ella soltó una risa seca.

—¿Combinar? Yo no voy a esa gala, Kylian. No soy ejecutiva, no tengo por qué pararme en ese circo.

Él se giró hacia ella, con los ojos fijos y la voz firme.

—No es opcional, Pen. La empresa lo exige. Y es acompañado.

Penélope apretó los labios, con un brillo desafiante en la mirada.

—Entonces búscate otro acompañante.

La paciencia de Kylian se quebró.

—Eres mi esposa.

El silencio cayó pesado entre ellos. Penélope respiró hondo antes de clavarle la mirada, helada y certera:

—No estamos casados.

Las palabras lo golpearon con la fuerza de una verdad incómoda, una que prefería ignorar. Él no respondió, y el aire entre ambos quedó suspendido, lleno de reproches que ninguno se atrevía a soltar.

 

Faltaban apenas dos días para la gala de la empresa, y Penélope sentía que cada segundo la acercaba al desastre. La rutina diaria se había convertido en un equilibrio precario entre los niños, la casa y la oficina.

Penélope se encontraba en la sala, con la lista de compras y prendas esparcidas sobre la mesa, mientras Carolina organizaba zapatos y accesorios. La complicidad entre ambas era palpable: risas suaves, consejos sinceros y miradas cómplices que solo fortalecían la confianza de Penélope.

—No te preocupes, Penn —dijo Carolina mientras sostenía un vestido azul marino—. Esto te va a quedar perfecto, y seguro que combina con lo que él se va a poner.

—Lo sé, pero… —Penélope suspiró—. No me siento cómoda con todo esto. Kylian insiste en que vayamos “coordinados”. Yo solo quiero pasar desapercibida.

—Ay, no seas dramática —respondió Carolina—. Es solo una gala, y tú vas a deslumbrar. Además, ¿quién dice que no podemos divertirnos un poco mientras elegimos tu vestido perfecto?

En ese momento, Jack, que observaba curioso desde el sofá, lanzó su pregunta con la naturalidad desarmante de los niños:

—Mamá, ¿vas a ponerte linda para papá?

Penélope sonrió, conteniendo un nudo en la garganta.

—Sí, cariño… pero recuerda, no estamos casados —le recordó suavemente.

—¡Eso no importa! —replicó Jack, como si su lógica tuviera peso en el mundo de los adultos.

Mientras los niños jugaban alrededor, Penélope y Carolina se dedicaron a probar distintos modelos, combinando telas, colores y accesorios. Cada elección era discutida con risas, opiniones firmes y abrazos de aliento. La complicidad de Carolina ayudaba a que Penélope olvidara, aunque fuera por momentos, la tensión que Kylian llevaba consigo.

—Este te hace ver elegante pero relajada —sugirió Carolina, sosteniendo un vestido en tono marfil con detalles plateados—. Mira cómo brilla bajo la luz, justo como tu pelo.

Penélope lo sostuvo frente al espejo, girando lentamente.

—Podría funcionar… aunque Kylian va a insistir en el azul.

—Bueno, ahí es donde entro yo —dijo Carolina, guiñándole un ojo—. Combinamos, sin que él note que fue idea tuya.

Penélope rió, pero la sonrisa se desvaneció un poco cuando pensó en Kylian. Sabía que su insistencia no era solo por estética: había algo en su necesidad de coordinación que la inquietaba, algo que escondía deseos y secretos que ella apenas comenzaba a imaginar.

1
Maria Elena Martinez Lazaro
excelente
Maria Elena Martinez Lazaro
Quien es Sophi ?. Estoy perdida estaban hablando con Carolina y de pronto la mencionan a ella y dos veces
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