EMBARACE A MI ENEMIGO

Yo sé cuándo alguien me mira con ojos de sospecha.

Y Lunarik… la madre de mi esposa, de mi lobo… me estaba mirando exactamente así.

Como quien mira a un dragón que dice estar moribundo… pero que tiene los colmillos bien afilados todavía para dar un buen mordisco.

Y tenía razón.

Porque sí, Unas horas después, mi espalda ya no ardía como antes.

Mis alas estaban guardadas, aunque no tenía energía para guardar mis nuevos cuernos que habían nacido por la desesperación.

Las heridas… cerrándose a un ritmo que solo los de mi linaje podíamos lograr cuando algo —o alguien— importante nos daba razones para aferrarnos a la vida.

¿Y qué mejor razón que este maldito lobo dormido junto a mi… susurrándome mientras creía que yo no escuchaba… que llevaba en su vientre a mi cachorro?

Mi cachorro de dragón.

Mío.

Nuestro.

“¿Cómo voy a criar yo solo a este bebé…”

Esa frase me estaba taladrando la cabeza desde que la dijo cuando pensé que partía de este mundo.

¿Era real?

¿Fue un delirio mío?

¿Un deseo profundo?

¿O estaba hablando en serio?

Sentí su respiración cálida chocar contra mi piel. El peso de su cuerpo relajado confiando en mí a pesar de todo… de mis errores, de mis celos, de mis idioteces.

¿Cómo carajos se supone que uno sobrevive a un lobo como este?

No lo sé.

Solo sé que no pensaba soltarlo.

Ni ahora.

Ni nunca.

Los pasos de Lunarik y su doncella se acercaron más. Ella me miró… y yo le respondí con un simple gesto de mi dedo sobre los labios.

—Shhh…

Sus ojos de loba se entrecerraron. Me estudió de arriba abajo.

Vieja astuta.

Sabía que ya estaba mejor.

Pero no dije nada.

Solo le lancé esa mirada de sí, sí… estoy mejor… ¿Y qué? Pero igual me voy a hacer el adolorido porque quiero quedarme aquí… con él.

El pobre se quedó dormido por lo agotado

Porque quiero que se preocupe por mí.

Que me cuide.

Que me toque.

Que me mime.

Que me perdone.

Que me confiese si ese bebé es real o solo lo dijo para traer mi arma devuelta.

Vi cómo mi suegra y su doncella suspiraban pesadamente y negaba con la cabeza. Aún así, se retiraron un poco, respetando mi silencio.

Cuando sentí que estábamos solos otra vez, bajé la mirada a mi pequeño lobo.

Tan bravo.

Tan malcriado.

Tan hermoso.

Tan preocupado de que algo terrible me pasará. Pensó en mi sin importar lo que le sucediera.

Su cabello negro con gris alborotado, sus pestañas largas rozando mis dedos… su boca entreabierta como si aún susurrara cosas que no debía decir tan fácil.

—Tsk… si es verdad que estás esperando a mi cachorro, Louve… —murmuré apenas, acariciando su mejilla con mis dedos ásperos—. No tienes idea de lo que acabas de hacerle a mi alma de dragón.

Porque un dragón con territorio es peligroso.

Un dragón con pareja… aún más.

Pero un dragón que acaba de descubrir que puede tener un heredero…y encima con la persona que ama...

Eso es un maldito monstruo obsesionado.

Conquistador.

Protector.

Celoso hasta los huesos.

Y sí… también un poco dramático.

Por eso cuando sentí que Louve empezaba a moverse, soltando un suspiro lento, me recosté de nuevo y cerré los ojos como el mejor actor de mi raza. Quedé inmóvil en donde me había dejado.

Me hice el dormido.

El herido.

El pobrecito dragón que casi muere por salvar a su lobo testarudo.

Sentí su mirada sobre mí.

Su manito tibia roza mi rostro.

—Estúpido dragón… —susurró Louve con su tono de siempre, entre cariño, rabia y ternura contenida—. No te atrevas a dejarme…

¿Dejarte?

¿A ti?

Ja.

Ni en mil años más de vida.

Ni aunque los dioses vinieran por mí en persona.

No me iré a ningún maldito lado.

No sin ti.

No sin ustedes… si es que es verdad lo que escuché.

Y voy a averiguarlo.

Voy a esperar las señales…

Pero cuando esté seguro… cuando ya no puedas esconderlo de mí…

Prepárate, lobito mío…

Porque este dragón no va a tener piedad contigo.

Ni con tu corazoncito.

Ni con tu cuerpo.

Ni con ese pequeño secreto que late dentro de ti.

Todo mío.

Hasta el último suspiro.

Sentí sus dedos cálidos recorrer mi frente, apartando un mechón rebelde. Un suspiro acarició mi piel… y luego sus labios tocaron los míos. Suave. Honesto. Como quien besa algo que casi pierde.

No abrí los ojos. No todavía. Pero carajos, mi corazón me delata.

Porque lo siguiente fue su voz. Bajita.

—Mi cachorro de dragón está mal herido por mi—Me dice mientras pone mi cabeza en su regazo.

Su voz temblorosa al principio… pero con esa fuerza escondida que solo Louve tiene cuando canta. Una canción que jamás había oído, pero que parecía salida del rincón más antiguo de su alma.

Y me la cantó.

Solo para mí.

Solo para este dragón que fingía dormir.

🌸Canción del Lobo y la Luna🐺🌜

🎶Había una loba en la cima del mundo,

que aullaba en la noche por algo profundo.

Miraba la luna con ojos de fuego,

y le pedía un deseo en su ruego.🎵

🎶"Baja, lunita, juega conmigo,

que sola estoy, sin abrigo."🎶

Pero la luna, tan alta y serena,

le habló con dulzura, rompiendo su pena:

🎵"No puedo bajar, mi luz no camina,

pero no llores, pequeña divina.

Te envío un guardián de escamas doradas,

un dragón de fuego, de alas aladas."🎶

🎶"Él vendrá a ti, rugirá por tu alma,

te cuidará en la noche más calma.

Aunque el mundo se quiebre en pedazos,

te envolverá fuerte en sus cálidos lazos."🎼

🎶Y la loba esperó sin dormir ni soñar,

hasta que un rugido cruzó el lugar.

Y desde entonces, no volvió a aullar sola…

porque el dragón llegó, y todo la nombra.🎵

Su voz tembló al final.

Y entonces sí… abrí los ojos.

Lentamente.

Como si despertara de un sueño suave y no de una guerra brutal.

Sus ojos se llenaron de sorpresa, pero no se apartó. Solo me miró con esa mezcla de susto y ternura.

—¿Desde cuándo estás despierto…? —preguntó en un susurro.

Yo sonreí mientras lo abrazaba por la cintura.

Débil, encantado, rendido.

—Desde que dijiste "mi cachorro" la primera vez.