Elysia pensaba que había encontrado el amor verdadero en los brazos de Davian, su esposo, pero la traición y la codicia hicieron añicos sus sueños. En un fatídico encuentro en medio del océano, ella descubre que Davian y su mejor amiga, han conspirado para despojarla de su fortuna y de todo lo que ama.
Destrozada y abatida, Elysia cae víctima de sus maquiavélicos planes. Sin embargo, en las profundidades del océano, una poderosa entidad le da una segunda oportunidad, depositando todo su poder en su cuerpo. Así resurge con un nuevo propósito y una sed insaciable de venganza, Elysia se convierte en la encarnación de la justicia.
¿Qué crees qué pasará ?, ¿Logrará Elysia su objetivo?¿Encontrará él amor en el camino ?
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Capítulo .19.
Elysia empezó a notar cómo los efectos de la bebida comenzaban a manifestarse en su cuerpo, o al menos, eso era lo que deseaba que Rhyse pensara. Una oleada de mareo la invadió, y su visión comenzó a volverse borrosa, pero todo formaba parte de su meticulosa actuación. Concentrándose en mantener su papel al máximo, dirigió su mirada hacia Rhyse, quien la observaba con una sonrisa astuta y calculadora en el rostro.
—¿Te sientes bien? —inquirió él, simulando preocupación en su voz.
—No estoy segura, me siento un poco aturdida. Por favor, llévame a respirar un poco de aire fresco —respondió Elysia, esforzándose por mantener la firmeza en su voz a pesar de la debilidad que la invadía.
Rhyse se levantó al instante, ofreciendo su mano a Elysia con un gesto que parecía desinteresado.
—Creo que lo más sensato sería llevarte a una habitación. Te ves muy fatigada —dijo Rhyse, en un tono suave y gentil que escondía sus verdaderas intenciones, un aire de preocupación que no lograba ocultar sus motivos ocultos.
Elysia asintió, simulando que sus fuerzas la abandonaban mientras Rhyse la asistía para que pudiera avanzar con dificultad.
⦅Eres un imán para los engaños, Elysia. Por más inteligente que seas, jamás me superarás, pensó Rhyse, una sonrisa burlona extendiéndose en sus labios al observar su actuación.
Finalmente, llegaron a una de las habitaciones del restaurante, una suite privada que había sido reservada para ocasiones especiales. Rhyse la ayudó a recostarse en la cama, prestando atención a cómo sus párpados parecían pesar, como si estuvieran a punto de cerrarse por completo.
—Descansa un poco. Te sentirás mejor en un rato —comentó Rhyse, empleando un tono que parecía preocupado, aunque en el fondo experimentaba una satisfacción que le costaba disimular.
A continuación, se inclinó sobre Elysia, asegurándose de que ella no estuviera consciente de su presencia.
—Qué tonta eres, tan fácil de convencer —murmuró para sí, dejando escapar una sonrisa cruel que iluminaba su rostro.
Tras esto, Rhyse se dio la vuelta con calma y sacó su teléfono del bolso. Marcó un número de forma rápida y esperó pacientemente a que alguien al otro lado contestara.
—Habitación 309. Vengan rápido, no tarden —transmitió Rhyse en un susurro, manteniendo su voz baja para que no la escuchara nadie más.
Al finalizar la llamada, Rhyse se volvió nuevamente hacia Elysia, pero en ese preciso instante, un impacto repentino y contundente la sorprendió, haciéndola perder el equilibrio y caer abruptamente contra el frío y duro suelo.
Rhyse yacía inconsciente en el suelo, sin mostrar signos de vida. Elysia, al verla en ese estado, se inclinó hacia ella y, con cuidado, la levantó, trasladándola hasta la cama. Se aseguró de acomodarla de tal manera que no pudiera moverse.
Antes de que esto ocurriera, Elysia había aprovechado un momento en que Rhyse estaba distraída para intercambiar las copas que estaban bebiendo, de forma que el efecto de la droga no le afectara a ella, sino únicamente a la otra. Se había asegurado meticulosamente de que su plan funcionara sin contratiempos.
—Es casi enternecedor observarte presumir con esa fachada de seguridad que te has construido, convencida de que posees una gran astucia. Sin embargo, la cruda realidad es que no eres más que un sencillo peón en el tablero, donde los verdaderamente inteligentes mueven las piezas. Tu ingenuidad resulta lamentable, y siempre habrá alguien que esté dispuesto a aprovecharse de tu falta de perspicacia. Felicitaciones, has logrado alcanzar un nuevo grado de irrelevancia.
Elysia se encontraba sentada con calma al borde de la cama en su suite privada, sosteniendo su teléfono móvil con una mano. Después de pensarlo un momento, decidió que era prudente enviar un mensaje a Grace, con el fin de confirmar que todo estaba en orden en la mansión.
En ese instante, se oyó un suave toque en la puerta. Elysia, sintiéndose algo intrigada, dejó su teléfono a un lado sobre la cama y dirigió su mirada hacia la entrada.
—Pueden pasar —dijo, alzando la voz con un tono amable.
La puerta se abrió con un chirrido sutil y dos hombres cruzaron el umbral, adentrándose en la habitación. Elysia, que estaba sentada, se levantó con una postura firme y decidida, avanzando hacia ellos con una confianza palpable. La atmósfera en el espacio era densa, mientras que la luz tenue proveniente de una lámpara en la esquina lograba iluminar los rostros de los tres. Un ligero aroma a perfume se mezclaba con el aire fresco que emanaba del sistema de aire acondicionado, creando un ambiente tanto atractivo como incómodo.
Con una expresión intrigante en su rostro, Elysia miró a los hombres y formuló una pregunta que resonó en el aire:
—Cambio de planes, chicos. ¿Qué estarían dispuestos a hacer por un millón?
La sonrisa que acompañó sus palabras dejó entrever un toque de misterio y desafío, incitándolos a considerar las implicaciones de su propuesta.
Ambos hombres, astutos y con una sonrisa que reflejaba complicidad, intercambiaron miradas mientras observaban a Elysia sacar una tarjeta de color negro.
El hombre mayor contempló la tarjeta y no pudo evitar pensar.⦅Un millón... esto es más de lo que esperaba. ⦆
—Usted solo tiene que decirlo y nosotros estaremos a su entera disposición, señorita —respondió el hombre con un tono servicial.
Elysia, con un gesto decidido, les indicó hacia la cama en la que Rhyse yacía, inconsciente.
—¿Pueden ver a mi amiga? —preguntó, mientras les entregaba una tarjeta. —Digamos que está buscando un poco de diversión.
El más joven tomó la tarjeta entre sus manos, mostrando una amplia sonrisa, como si le hubieran ofrecido un gran regalo.
⦅Esto es demasiado sencillo. Un millón por algo tan simple, y además, una mujer hermosa... no puedo creer nuestra suerte⦆ pensó.
—A sus servicios. Después de todo, ¿quiénes somos nosotros para negarnos a ayudar a una dama?
Elysia sonrió, complacida con la respuesta.
—Perfecto —exclamó, apartándose un poco para permitir que los hombres se acercaran a la cama.
De forma repentina, Rhyse comenzó a despertar. Sus movimientos eran erráticos y llenos de desesperación, como si estuviera aquejada de inquietud. Empezó a explorar su propio cuerpo con frenesí, tratando de comprender lo que le estaba ocurriendo. La droga la había dejado en un estado de exaltación y confusión, sin claridad sobre lo que sucedía a su alrededor.
—Me siento... muy... muy caliente —murmuró, visiblemente excitada—. Ayuda...
Elysia observó con una fría sonrisa mientras Rhyse se movía de forma frenética en la cama.
—Lo siento, amiga, no me culpes, pero debes saber que en la guerra, quien está dispuesta a atacar debe estar preparada para recibir el golpe de vuelta. Así es como se juega esta disputa.
Los hombres se acercaron a la cama, sus pasos resonando suavemente en la habitación. Uno a uno, comenzaron a despojarse de su ropa, mostrando cuerpos tensos y expectantes.
Elysia, con una expresión serena, se giró, lista para abandonar el cuarto. Sus ojos brillaban de satisfacción mientras pronunció sus últimas palabras.
—Espero que lo disfrutes... enormemente.
Con un último vistazo, cerró la puerta detrás de ella, dejando a los hombres inmersos en su diversión, que apenas comenzaban. En la cama, la amiga traidora yacía inconsciente, atrapada por su propia trampa.