Dentro De Tus Redes.

Almass Vannecelli

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Al llegar al área donde se encontraban los tigres, ella comenzó a explicarnos lo que debíamos hacer. El olor era insoportable, hasta el punto de provocar náuseas. ¿Qué comían estos animales? Zoe dirigió una mirada de ira hacia Kira y luego hacia mí. Kira se alejó y comenzamos a limpiar el lugar donde dormían esos animales. Zoe profería maldiciones mientras yo permanecía en silencio, limpiando, hasta que ella continuó con sus improperios. No pude evitar reír al ver que había pisado el excremento.

—Eso es suerte, Zoe —comenté, intentando hacer una broma.

—¿Suerte? Eso no es ninguna suerte. Si no te hubieras involucrado en la discusión que tenía con ella, ahora no estaríamos limpiando —me dijo, visiblemente molesta.

—Zoe, ¿acaso querías pelear con ella? Además, no me conviene que mis padres se enteren. Ya casi hemos terminado.

Ella guardó silencio por un momento y luego habló nuevamente.

—Kira parece hacer de la digna, como si hubiera olvidado todo lo que hizo con los demonios, todo el dolor de cabeza que les causó a mis padres. Se comportó como una hipócrita y eso me molesta. ¡Increíble!

—Tienes un punto, pero hay que saber controlar los impulsos y reconocer cuándo es el momento de actuar. No se trata de ser tan obvia —le respondí.

—Tienes un punto—asintió.

Una vez que terminamos, el lugar quedó limpio. Luego llegó el momento de bañar a los tigres. Los observé; eran tan hermosos e imponentes. Mientras zoe y yo intentábamos bañarlos, al final terminamos empapadas. Dos horas después, habíamos terminado y Kira se acercó con una sonrisa burlona.

—Muy buen trabajo, chicas. Ya sé a quién llamaré cuando necesite ayuda para limpiar y bañar a mis tigres.

—¡Que te joda, Kira! Algún día me las pagarás —dijo Zoe, molesta.

Con el cansancio acumulado, deseaba darme un baño y marcharme de allí. A pesar de haber disfrutado bañar a los tigres, lo que realmente me disgustó fue la limpieza. Lo demás no lo sentí como castigo.

Pasadas unas horas, llegamos a Italia. Al llegar a casa, me recibió mi madre. Después de saludarla, subí a mi habitación, donde me acosté a dormir, agotada.

El mes transcurrió rápidamente. Continué mis clases de coreano, un idioma complicado. Al entrar a la universidad, nos reunimos todos en la cafetería. Era una nueva experiencia, aunque sol ya tenía varios semestres adelantados, ahora formábamos parte de nuestro grupo. En las primeras clases, el profesor explicaba cosas tan obvias que solo me concentraba en ver series. Un chico a mi lado me habló.

—Se nota que la serie es interesante, pero la clase es importante.

Al mirar, vi a un chico que me sonreía. Yo respondí sonriendo, sintiendo un poco de vergüenza al notar lo guapo que era. Él se presentó.

—Hola, mi nombre es With.

—Hola, soy Almass Vannecelli —le contesté mientras nos mirábamos y sonreíamos.

—¿Tus ojos son naturales? —me preguntó con curiosidad.

—Sí —respondí.

—Disculpa lo que voy a decir, pero eres muy hermosa —me dijo, algo sonrojado.

—Gracias, me lo dicen a menudo —sonreí.

Miramos hacia la clase. Al terminar, caminé hacia la salida del salón y escuché que me llamaban.

—Almass, me preguntaba si me regalarías tu número. Es para que estemos en contacto, ya sabes, por las clases—dijo, un poco nervioso.

—Entiendo, pero no puedo. Nos vemos mañana, With.

Mientras caminaba, sonreía. La universidad era divertida y permitía conocer a muchas personas. Los días fueron transcurriendo, y With se mostraba cada vez más detallista, siempre pendiente de mí. Lograba hacerme reír. Después de un mes, le di mi número y comenzamos a hablar mucho. Disimulaba con mis padres y mis hermanos mayores que vivían con nosotros. Un año después, empecé a sentir algo por With; era un sentimiento muy bonito, estaba enamorada, pero solo éramos amigos.

Mis primos y yo éramos los más populares de la universidad; siempre hablaban de nuestra belleza y de que pertenecíamos a la familia más importante y poderosa del país. Muchos intentaban unirse a nuestro grupo, pero nunca lo conseguirían. Recibíamos varias invitaciones a fiestas, pero no asistíamos porque éramos menores de edad y mis padres no me dejaban. Sin embargo, Zoe me invitó a una que haría su amigo Flakin. Así, podría ir a una pijamada con Zoe, donde Edmon y Esmeralda me acompañarían. Mis padres aceptarían que fuéramos a esa pijamada, pero en realidad, nos dirigíamos a una fiesta. Al final, siempre había problemas; el caos nos divertía. Desde pequeña, mi madre me enseñó defensa personal, y sigo entrenando. Soy ágil, mis golpes son certeros, aunque prefiero el diálogo. Pero si necesito recurrir a la violencia, lo haré, y en esos momentos, ya nadie puede detenerme.

—Hermosa Almass —me dijo él con voz dulce.

—¿Dime? —mire hacia el que estaba recostado en la mesa, observándome.

—La clase está por terminar. ¿Podrías quedarte conmigo unos minutos para decirte algo importante? —me susurró.

También me recliné en la mesa, cubriéndome con el brazo, y en voz baja pregunté:

—¿Qué es tan importante que quieres decírmelo a solas?

—Siempre tan curiosa, ya lo sabrás cuando te lo diga —dijo tocando mi nariz con ternura.

—Señorita Vannecelli y joven With, aquí no es para dormir. Ya les había dicho que debían estar en sus pupitres. ¡Separen!

Era bastante molesto aquel profesor; no permitía que mi amigo y yo nos sentáramos juntos, al igual que otros docentes, aunque él resultaba ser el más riguroso. Tras unos minutos, me colocó en otro asiento y, al concluir la clase, mis compañeros se retiraron, quedando solo el With y yo. Él comenzó a caminar hacia mí, así que me levanté.

—Bueno, ¿cuál es el misterio? —le pregunté con curiosidad.

Observé cómo sacaba algo de su bolso: una pequeña caja dorada que me entregó en la mano. Sonreí de alegría al abrirla y ver una pulsera muy bonita.

—En una fecha como hoy nos conocimos. Desde ese día he empezado a sentir algo por ti. Sé que somos amigos, pero me gustaría ser algo más. ¿Te gustaría ser mi novia?

Siento un ardor en mi rostro, pero es por la emoción. Nunca imaginé que esto sucedería, que él se atrevería a pedirme que fuera su novia.

—Sí, quiero ser tu novia.

Él sonríe con alegría; sus ojos brillan y noto lo nervioso que está. Me toma de la mejilla mientras se acerca a mi rostro. Cierro los ojos, ansiosa y emocionada por sentir sus labios, cuando de repente escuchamos:

—Jóvenes, aquí no se puede mostrar ese tipo de afecto. Por favor, salgan del aula —grita el profesor.