Años después de ser vendido a piratas por su mejor amigo, y que el padre este se case con Catalina, su prometida, Raúl regresa al río de la plata en busca de venganza y se reencuentra con su hermana, Esperanza, quien con su adorable carácter tratará por todos los medios que no efectúe su cometido, aunque todo plan de venganza puede caer al reencontrarse con Margarita, la hermana rebelde de su ex prometida.
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capitulo 20: "TREGUA"
Esperanza llamó a la puerta del cuarto de su amiga.
-Soy yo.- le aviso.
Cuando entro vio a su amiga caminando de un lado a otro de la habitación, envuelta en una crisis de nervios.
-¡Juro que lo odio!- exclamó llorando.
-Tranquila, amiga mía.- dijo Esperanza.
-No puedo más...- continuo Magui envuelta en llanto y se dejó caer al piso.
-Amiga, cálmate, nunca te he visto así y me conmueves.- dijo.
En el despacho, Raúl, en un ataque de ira tiro todo lo que había sobre el escritorio, mientras que Henry rápidamente servía tragos en sus copas, dándole una a él, quien la acepto dejándose caer en un sillón.
-¡Esa mujer me vuelve loco! ¡Saca lo peor de mí! ¡LO PEOR!- grito muy enfadado.
-Mm, lo entiendo.- respondió Henry -Pero ¿Qué ha sucedido?... Nos hemos marchado confiados de que todo estaba en paz.-
-Ya ni me acuerdo... Todo lo que haga o diga es excusa para disgustos.- respondió Raúl.
-Está bien...- dijo Henry tratando de ser amable -Yo no quiero ¿Cómo se dice?... Echar más leña al fuego, pero... Es exactamente lo que te dijeron que sucedería.-
Lo sé, lo sé... ¿Por qué no le he hecho caso a Esperanza? ¿Cómo pude equivocarme tanto?- se reprochó claramente arrepentido Raúl.
Esperanza y Margarita estaban aún sentadas en el piso mirando fijo.
-Me ha dicho orgullosa...- comenzó a hablar Margarita -Y caprichosa... yo no soy caprichosa ¡Él lo es!-
-Ah, si, es algo... Orgulloso.- Esperanza no estaba segura de que decir -Pero... Hay que aceptar que tal vez, fue... En una pequeña parte, solo pequeña, quizás... ¿Tu culpa?- continuo -Solo pequeña parte.-
Margarita se la quedó mirando un segundo.
No se la he hecho nada fácil ¿Verdad?- admitió Magui -Pero es que no quiero estar aquí...- continuo llorando.
-No, no.- dijo Esperanza secando las lágrimas de su amiga -Se me ocurre algo, ¿Qué te parece si en la tarde te acompaño hasta casa de vuestro padre, preparas un corcel y recorres las tierras como antes solías hacer.- propuso -Te dejo allí y luego visito a Jane para saber cómo sigue.-
El rostro de Margarita se iluminó. Esperanza sabía que la idea le había agradado.
Raúl estaba callado observando un punto fijo hasta que reaccionó.
-Dime algo, háblame de otra cosa.- le dijo a Henry.
-Oh, sí... Me habéis llegado noticias, el cargamento ya es nuestro.- le informo con una sonrisa.
Raúl lo miro con un gesto de sorpresa.
-Eso es bueno, muy bueno.- dijo Enderezándose en la silla -Envíalo con un telegrama al virrey Avilés, tal vez este acto nos beneficie ante el rey Carlos en un futuro.-
-¿No prefieres que lo consultemos con Del Pino?- opino Henry.
-A pesar de comentarios de que Avilés ha aceptado ser virrey de Perú aún no está confirmado, y ya sabes el aprecio que le profeso.-
-Por supuesto.- respondió su amigo -Pero ¿Qué hay de... Las ideas revolucionarias que sueles mencionar?-
-Creo en la independencia, pero... Esto viene por otro lado, uno nunca sabe...- explico Raúl.
Al fin las aguas corrían a su favor, sabía que algo bueno saldría de todo esto.
Por la tarde, Raúl estaba en las caballerizas preparando un caballo.
-Hay gente que lo puede hacer por ti.- dijo Henry quien había llegado sin que él lo noté.
-Puedo hacerlo yo.- respondió Raúl sin dejar de hacer sus quehaceres.
-¿A dónde vas?- pregunto el muchacho.
-Amigo, no puedes seguirme cómo a una sombra, estoy bien.- respondió nuevamente -Iré a dar un paseo por nuestras tierras, que sin demasiadas y tal vez sean de utilidad.-
Así, monto su caballo y cabalgo hasta el límite de su territorio. A lo lejos noto que había un caballo, justo en el límite vecino, aunque no distinguía muy bien quien era. A medida que se acercaba descubrió que era su esposa, agachada, al lado de su corcel, levantando tierra con su mano y dejándola caer, cómo distraída, mirando todo.
Decidió ir hacia ella.
-¿Qué hace?- pregunto con curiosidad.
Ella se levantó rápidamente.
-¡Usted! ¿Me está siguiendo?- pregunto enojada.
-Claro que no.- respondió -Estas son mis tierras.-
-¡Por supuesto que no!- exclamó Margarita.
-Si, lo son.- continuo él riendo -De allí hacia allá son de vuestro padre, de esa roca hacía aquí son mías.-
-¡Oh! ¡Es verdad!... Nunca me había dado cuenta de que somos vecinos.- dijo ella más tranquila mientras su esposo bajaba del caballo.
-Pero ahora estás son vuestras tierras también.- observo Raúl amablemente y ella solo lo miro -Ahora si, ¿Que haces?-
-Observaba.- respondió Margarita. Al ver qué Raúl seguía sin entender decidió continuar -Es que por ser una mujer está claro que no puedo, pero si fuese por mí... Ufff, aquí habría una plantación de trigo, estas tierras son muy fértiles.- confesó entusiasmada -Podríamos elaborar nuestra propia harina y por qué no en un futuro para exportar.-
Raúl la miraba con admiración.
-Eso es muy bueno, e interesante.- dijo él.
-¿Se Burla de mí?- pregunto ella incrédula.
-No, de veras, creo que estáis en lo cierto -No entiendo por qué los granos vienen de Europa, teniendo tierras fértiles en este país.- continuo y Margarita lo miro complacida.
Decidieron seguir su paseo caminando, llevando sus caballos de tiro.
-En realidad, lo que más me gustaría elaborar es vino, pero creo que el habiente no es bueno para cultivar uva.- comento ella.
-Más adelante tengo planeado comprar tierras hacia el sur para un futuro negocios de caballos. Allí podrías cultivas, el clima y el suelo son perfectos.-
-Pero serían sus tierras...- objeto Magui.
-Ya suyas, es mí esposa.- respondió Raúl y ella le regaló, por primera vez, una sonrisa.
Así, siguieron caminando y conversando, sin prestar atención a las horas que pasaban. Margarita le hacía preguntas sobre el mar y Raúl le contaba anécdotas sobre sus viajes, sin confesar quien era en realidad. Ella le contó sobre su triste niñez, de cómo su padre la reconoció, recién, al morir su madre adoptiva, la señora Mariquita Ruiz de la Garza, pero que nunca se sintió muy amada por su familia, a pesar de tener educación... y tampoco los esclavos la veían bien, ya que sentían que creció con privilegios que ellos no. La mamá de Catalina la quiso como a una hija, pero murió siendo ella una niña, aun. También, le hablo del gran amor que sentía por Esperanza y de su fuerte admiración hacia Raúl, descansaron bajo la sombra de un árbol.
-Es que casi no recuerdo su rostro, a decir verdad.- le contó ella -Aunque él me enseñó todo lo que sé de espadas y... De valores también.-
A medida que más la escuchaba, Raúl, sentía más atracción por ella. Realmente le gustaba esa joven, ya no la veía como a una niña. Sintió un gran impulso y la beso nuevamente, corriendo el riesgo de que lo volviese a golpear. No sabía que era lo que realmente sentía por Margarita, estaba algo confundido, pero si estaba seguro de que era con su esposa con quién quería estar en ese momento.