Trata de una chica universitaria que trabaja para solventar los gastos de su hogar, sus padres se enfermaron pero se enamora de un chico rico ¿Que pasará?
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Capitulo N°12
El primer día de Evangelina en Devereux Corporation había sido un torbellino de emociones. Desde el momento en que cruzó las imponentes puertas del edificio, sintió cómo la adrenalina recorría su cuerpo. Era un mundo nuevo, un desafío que esperaba con ansias.
Había conocido a su equipo de trabajo, explorado las instalaciones y recibido una carga de información abrumadora sobre los proyectos de investigación en curso. Sin embargo, lo que más la había impactado fue la reunión con el CEO.
Leonardo Devereux.
El hombre que, con solo una mirada, la había dejado sin aliento. Había algo en su presencia que le imponía, pero al mismo tiempo, despertaba una extraña sensación en su interior. Durante la reunión, él no habló mucho directamente con ella, pero Evangelina sintió su mirada sobre ella más de una vez.
Al finalizar el día, Evangelina se recostó en su cama, repasando cada detalle. Sonrió con satisfacción. A pesar de los nervios iniciales, había logrado desenvolverse bien. Sabía que tenía mucho que aprender, pero estaba decidida a dar lo mejor de sí.
Mientras tanto, en otro lugar del edificio, la secretaria personal de Leonardo se encontraba en su oficina, hablando por teléfono en voz baja.
—Es extraño —dijo, con un tono de curiosidad—. El CEO siempre ha sido meticuloso con los nuevos empleados, pero jamás se había interesado en una becaria en específico. Hoy, sin embargo, estuvo más atento de lo usual.
Al otro lado de la línea, una voz masculina respondió con interés.
—¿A qué te refieres?
—No es solo que asistió a la reunión de bienvenida del equipo de investigación, cosa que casi nunca hace. También estuvo revisando personalmente su expediente.
Hubo un silencio en la línea antes de que la otra persona hablara de nuevo.
—Eso es inusual en él. ¿Cómo es la becaria?
La secretaria frunció el ceño, recordando a Evangelina.
—Es joven, muy talentosa. Parece decidida y trabajadora. Pero hay algo más… No sé cómo explicarlo, pero cuando entró a la reunión, noté una expresión diferente en el rostro del CEO.
—¿Diferente?
—Sí, como si la reconociera.
La conversación terminó poco después, pero la sensación de intriga se quedó en el aire.
Leonardo Devereux no era un hombre que se fijara en cualquiera. Si había mostrado interés en Evangelina Ríos, debía haber una razón.
Una razón que quizás ni él mismo comprendía del todo todavía.
Leonardo Devereux nunca había sido un hombre que buscara consejos sobre relaciones, y mucho menos de su hermano menor, Sebastián. Sin embargo, ahí estaba, sentado en uno de los lujosos sofás de la residencia Devereux, con una copa de vino en la mano y una expresión tensa en el rostro.
Sebastián, en cambio, se veía relajado, con una sonrisa divertida mientras removía el hielo en su vaso de whisky.
—Déjame ver si entiendo bien… —Sebastián apoyó un codo en el brazo del sofá y lo miró con burla—. ¿El implacable CEO, el hombre que todos temen en la empresa, el que nunca ha mostrado interés en una mujer, ahora quiere acercarse a una chica?
Leonardo desvió la mirada con incomodidad, sintiendo que toda esta conversación era una mala idea. Pero si alguien podía ayudarlo, era Sebastián.
—No es… simplemente acercarme. Es… complicado.
Sebastián soltó una carcajada.
—Siempre lo es. Pero dime, ¿quién es la afortunada?
Leonardo apretó la mandíbula y tardó en responder.
—Evangelina Ríos. Es una de las becarias en el departamento de investigación.
—Oh… ya veo —Sebastián levantó una ceja, ahora más interesado—. ¿Es hermosa?
Leonardo la imaginó en su mente y su pecho se apretó. Su cabello cayendo en ondas sobre sus hombros, sus ojos brillantes llenos de determinación, la forma en que se mordía el labio cuando pensaba.
—Sí —admitió con voz seria—. Y también es inteligente. Muy inteligente.
—Uf, qué problema —bromeó Sebastián, bebiendo un sorbo de whisky—. Una mujer hermosa e inteligente. Te tiene en la palma de su mano sin siquiera saberlo.
Leonardo lo fulminó con la mirada.
—No seas ridículo.
—Entonces, ¿cuál es el problema? Solo acércate y háblale.
—No es tan fácil —Leonardo suspiró, pasándose una mano por el cabello—. No soy como tú. No tengo tu facilidad para conversar con las mujeres. Además, ella… ella no me ha notado. Ni siquiera se dio cuenta cuando la vi en la casa de la abuela.
Sebastián se rió aún más.
—Entonces tienes un problema más grande de lo que pensaba. Una chica que no se derrite por el gran Leonardo Devereux. Eso es nuevo.
Leonardo ignoró el comentario.
—Y estoy seguro de que tendrá pretendientes. No puedo ser el único que se ha dado cuenta de lo especial que es.
Sebastián lo miró con atención por unos segundos, como si lo analizara.
—¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? Hablas de ella como si ya estuvieras…
—No lo digas —lo interrumpió Leonardo, mirándolo con advertencia.
Sebastián alzó las manos con diversión.
—Está bien, está bien. No lo diré… todavía.
El CEO se hundió en el sofá, exhalando pesadamente.
—Solo dime qué hacer. ¿Cómo me acerco sin parecer un idiota?
Sebastián sonrió como si hubiera estado esperando esa pregunta.
—Fácil. Encuentra una excusa para interactuar con ella. Algo profesional, algo que la haga verte como alguien más que el CEO inalcanzable. Gánate su confianza, hazla reír si puedes. Y lo más importante… —su hermano se inclinó un poco más hacia él—, no seas el hombre intimidante que todos creen que eres.
Leonardo lo miró fijamente.
—¿Y si no funciona?
Sebastián se encogió de hombros.
—Entonces, hermano, tendrás que aprender a pelear por lo que quieres. Porque si esa chica es tan especial como dices, no estarás solo en la competencia.
Leonardo apretó los labios. No le gustaba la idea de tener que competir por la atención de alguien, pero por primera vez en su vida, sintió que estaba dispuesto a hacerlo.
Evangelina Ríos había logrado lo imposible: hacer que el CEO más reservado de la ciudad buscara la manera de acercarse a una mujer.