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Mrs. Handford

Mrs. Handford

Status: Terminada
Genre:Completas / Casos sin resolver / Secuestro y encarcelamiento / Melodrama
Popularitas:2.5k
Nilai: 5
nombre de autor: B. J. WINTER

Elizabeth Handford vive en la casa del frente, es una mujer amable, elegante, pero sobre todo muy hermosa.

La señora Handford ha estado casada dos veces, pero sus dos esposos ahora están muertos.

Sé que oculta algo, y tengo que descubrir qué es, especialmente ahora que está a punto de casarse de nuevo.

NovelToon tiene autorización de B. J. WINTER para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

20: Perfecto reflejo

Pongo dos dedos en el cuello de Emily, bajo su mandíbula, intentando detectar su pulso. Me alejo nuevamente luego de sentir un par de lentas pulsaciones, verificando que aún se encuentra con vida. No planeo aceptar su oferta, pero tampoco quiero asesinarla. Ni a ella, ni a la señora Handford. Son monstruos, están dementes, y probablemente tienen muchos objetivos peligrosos por cumplir, pero a pesar de todo eso, ellas son mi familia. Son la familia que supliqué cada noche durante mi infancia a cualquier entidad divina que pudiese escucharme. Son la familia que ha removido cada obstáculo en su camino para encontrarme. Son la familia que ha asesinado a personas horribles para vengar lo que nos hicieron, incluso cuando yo aún no sabía nada de la historia que envolvía mi nacimiento. No quiero escapar con ellas, pero tampoco planeo hacerles daño. Creo que, en esta situación, lo mejor para todas es que yo continúe mi camino, y ellas el suyo. Es por eso que debo salir de aquí cuanto antes.

Comienzo a analizar su cuerpo aprovechando la escasa luz de la bombilla del sótano, y busco en ella cualquier detalle que pudiera diferenciarla de mí. Comienzo a recordar la ocasión en la que fingió que era yo para atacar a Henry, logrando que él dudara de mí. Si ella pudo hacerlo, entonces yo también podría intentar algo similar para darle fin a todo esto. 

Emily viste una bonita chaqueta de cuero negra, bajo la cual usa una camiseta con un escandaloso estampado de alguna banda de rock que desconozco totalmente. Tiene puestos unos jeans desgastados, cuyos agujeros parecen ser parte del estilo o simplemente un indicio de que son bastante viejos. Mi mirada cae en sus zapatos marrones y luego regresa a los accesorios que tiene en sus muñecas y cuello. Collares de cadenas, pulseras grandes, anillos extravagantes y unos pendientes con forma de calavera. Siempre me pregunté si era cierto que los hermanos gemelos tenían estilos totalmente opuestos, y ahora mismo creo que lo estoy confirmando. 

Me pongo de cuclillas junto a ella y comienzo a desvestirla tan rápido como puedo, pues debo aprovechar el tiempo que permanezca dormida. Luego de dejar todas sus prendas a un lado, comienzo a quitarme mi vestido negro empapado por la lluvia. Mi cabello mojado será un problema, pues el de Emily está completamente seco. No le doy importancia, y continúo con el trabajo. En cuanto logro deshacerme de mi ropa, comienzo a ponerme la de Emily, verificando que no haga falta ningún detalle. Incluso utilizo sus accesorios, tal y como ella los tenía puestos. Analizo su rostro, notando que no tiene ni una pizca de maquillaje. 

Camino hacia un pequeño charco de agua que se ha formado en un rincón del sótano, y lavo mi rostro para dejarlo totalmente limpio, como el suyo. Agarro un poco de agua en las palmas de mis manos y regreso a ella, humedeciendo su cabello para que se encuentre igual que el mío. Repito la acción un par de veces más hasta estar segura de que somos totalmente idénticas. 

Ponerle el vestido a Emily no fue sencillo, pues a pesar de que es igual de delgada que yo, su cuerpo inconsciente es un poco pesado para mí, y levantarla para hacerla entrar en mi ropa me llevó varios minutos. Luego de lograrlo, me pongo de pie y apago la luz del sótano, para después encender la linterna en el suelo e iluminar su cuerpo inerte, sufriendo una extraña sensación en mi interior al verla allí, usando mi ropa. Es casi como si me viera en un espejo. Como si mi alma hubiese abandonado mi cuerpo para observarme desde el exterior. 

Un fuerte sonido me saca de mis pensamientos, y reconozco el tono de mi celular en un rincón, dentro del bolso de mano que cayó conmigo por las escaleras cuando la señora Handford me arrojó aquí. Por suerte, logro lanzarme sobre el bolso y cubrir el ruido en un segundo. Presionando uno de los botones hago que el aparato se quede en silencio, lo saco rápidamente del bolso y observo la pantalla, notando que es una llamada entrante de Joe. Llamada que contesto de inmediato.

–Grace –escucho en cuanto pongo el celular a la altura de mi oreja–. Ya estoy llegando al parque. ¿Estás ahí?

–Necesito ayuda –murmuro lo más bajo que puedo, sintiendo cómo mi voz se quiebra en el proceso.

–¿Grace? ¿Pasa algo?

–Me secuestró, Joe. Estoy encerrada.

–¿Qué? ¿Quién? ¿De qué hablas?

–Liz. Me tiene en su sótano. Te necesito.

–Voy para allá. Estaré ahí en dos minutos, no te preocupes.

–No puedes venir en auto. Es peligrosa. Si sabe que estás aquí… Hará una locura.

–Sabré entrar, no te preocupes. Resiste, Grace. 

Termino la llamada y vuelvo a meter el celular en mis pantalones. Ilumino los escalones con la linterna, comenzando a subirlos mientras siento mi pulso acelerarse al mismo tiempo. En cuanto llegue a la puerta tendré que hacer uso de mis escasos talentos como actriz, fingiendo ser una persona que acabo de conocer hace unos cinco minutos. Comienzo a recordar sus palabras, el tono de su voz, y la palabra que usa para referirse a la señora Handford… A nuestra madre. Llego hasta la puerta cerrada y, con mis manos temblorosas, doy un par de suaves golpes en ella.

–Mamá –hablo con total seguridad, intentando no dejar en evidencia el nudo que se ha formado en mi garganta. Cuando escucho sus pasos acercarse por el pasillo, mi respiración se detiene unos segundos–. Hice mi mejor esfuerzo, pero se puso histérica. Tenía razón con mis sospechas, es una chica muy aburrida.

–¿Qué le hiciste? –la escucho preguntar mientras introduce la llave en el cerrojo. Una sonrisa escapa de mis labios inevitablemente.

–Nada grave. 

La puerta finalmente se abre, permitiendo que un poco de luz impacte mi rostro y me haga retroceder. Liz me mira de pies a cabeza, examinando mi cuerpo, y yo hago lo mismo. Veo que tiene un vendaje en su pie lastimado, y pequeñas toallas húmedas en sus fosas nasales, deteniendo el sangrado. 

–Vaya –susurro con una sonrisa divertida, intentando imitar la de la chica inconsciente a pocos metros–. Una noche difícil.

–No estoy para tus bromas –dice con molestia mientras pone los ojos en blanco. Se hace a un lado para que yo salga, y así lo hago, intentando fingir de la mejor manera el modo de caminar de mi hermana. En cuanto salgo del sótano, ella me arrebata la linterna e ilumina las escaleras, observando el cuerpo de Emily al final de éstas, utilizando mi vestido–. Espero que no la hayas lastimado. 

–Eso es debatible. Sólo te puedo decir que despertará pronto. No creas que es un angelito. Me arrastró por el suelo y casi me deja inconsciente a mí. Mira lo que le hizo a mi cabello –digo con fastidio mientras camino a través del pasillo hacia la sala de estar. Escucho a Liz cerrar la puerta detrás de mí, y sonrío con triunfo. 

–¿Qué le dijiste? –pregunta mientras se acerca con pasos lentos. Yo me siento en uno de los sofás con completa confianza, estirando mis manos a través de ellos y poniendo mis pies sobre la mesa en el centro del lugar.

–La verdad.

–¿Y qué verdad es ésa?

–Le dije todo sobre ti. Al menos todo lo que me has contado. Lo de tus esposos, lo de tu pasado… Le propuse unirse a nosotras.

–¿Y qué te dijo?

–Tuve que noquearla, mamá. ¿Qué crees que me dijo?

–Mierda –exclama con frustración, mientras comienza a caminar en círculos–. No quería llevarla a la fuerza. Esto no debía pasar así.

–Fue culpa suya por aparecer de la nada –susurro, mientras intento pensar como ella. Debo saber exactamente qué palabras decir para ganar tiempo antes de que Joe aparezca–. Dijo que alguien vendría por ella, podría ser cierto. Tal vez deberíamos dejar que se vaya.

–Seguramente se refería a un taxi, o algo parecido. Cuando la persona que viene a buscarla note que no hay nadie en su casa se irá de nuevo. Nadie sospechará que está aquí, pero no podemos tenerla por mucho tiempo. Debemos irnos esta misma noche.

–¿Qué? ¿Irnos a dónde?

–Donde sea, Em. Haz tus maletas, nos vamos en treinta minutos. 

Sus palabras comienzan a preocuparme, pues parece completamente decidida a huir, y si Joe llega, ella podría hacer alguna locura sin detenerse a pensarlo. Después de todo, no sería la primera vez que huye de una escena del crimen y sale invicta.

–¿Qué pasará con Joe?

–Nos ocuparemos de él luego. Le pagaré a alguien para que haga el resto del trabajo y lo saque del camino, de cualquier manera no es tan importante. En este momento la prioridad es irnos antes de que alguien note la ausencia de Grace.

Saber que ve a Joe como alguien sin importancia, cuya vida es insignificante, me hace comprender que debo salir de esta casa cuanto antes, y alejarlo a él de la persona que desea hacerle daño. Me pongo de pie, obteniendo una mirada confusa por parte de Liz.

–Muy bien –digo con una sonrisa cerrada–. Comenzaré a empacar todo. 

Camino hacia la puerta principal y pongo la mano sobre la manija. Cuando intento girarla, recuerdo que Liz la aseguró con llave para que yo no pudiera salir minutos antes. 

–¿A dónde vas? –pregunta ella, mientras yo continúo observando la puerta.

–Al auto. Lo abriré para comenzar a guardar todo.

–Pues dilo primero.

Liz camina hasta la puerta y utiliza su llave para quitarle el cerrojo. Gira la manija y la puerta se abre, permitiendo que una refrescante corriente de viento me haga soltar un suspiro de emoción, que intento camuflar de la mejor manera. Veo cómo la mayor saca otras llaves de su bolso. Seguramente las del auto. 

–Mierda –dice antes de dejar caer la llave en mis manos. La puerta está abierta, a pocos centímetros de mí, pero la señora Handford aún permanece a mi lado, y podría evitar que escape en cualquier momento–. Al auto le queda poco combustible. Tendré que ir a la gasolinera y…

–Yo puedo llevar el auto a la gasolinera, si quieres. No tardaré –ofrezco con una sonrisa, y es entonces cuando la expresión de la señora Handford cambia completamente, mientras observa fijamente mis ojos como si pudiera leer las mentiras a través de ellos. Su simple expresión es suficiente para provocar que mi corazón se paralice, y actuando como consecuencia del miedo y la adrenalina, comienzo a correr hacia el frente, saltando sobre los escalones del umbral para después correr hacia la acera. La lluvia me indica que finalmente estoy fuera de peligro, y cuando llego a la puerta de mi hogar, me giro para ver la casa del frente.

–Bien jugado –grita ella, aún de pie en la entrada de su propia casa, mientras me dirige una sonrisa cuya intención no logro descifrar. Parece una sonrisa de orgullo, y al mismo tiempo, de tristeza–. Emily no sabe conducir. 

Y sin decir más, veo cómo cierra la puerta, para después apagar las luces de toda su casa. Me mantengo paralizada, sintiendo la lluvia caer sobre mí. No sé qué es lo que debería hacer ahora. Joe viene en camino, y la señora Handford está a punto de escapar con su hija. ¿Debería entregarlas a la policía? ¿Debería encontrar a Joe y continuar con nuestro plan de irnos del pueblo y olvidarnos de todo? Ya tengo las respuestas que estaba buscando, y no hay nada más que necesite de este lugar. Lo único que quiero ahora mismo, es dejar este pueblo atrás para siempre.

Las llaves de mi casa se encontraban en el bolso de mano que se quedó dentro del sótano de la señora Handford, tanto las originales como las copias. Joe dijo que enviaría personal a recoger mis pertenencias en unos días, por lo que decido dejar de preocuparme por mi maleta, y comenzar a correr a través de la calle, en medio de la tormenta, dirigiéndome a la carretera que conduce al parque central del pueblo. Debo impedir que Joe llegue a esa casa. Debo impedir una catástrofe. 

Continúo corriendo a toda prisa hasta que llego al final de la calle, girando hacia la derecha en la cima de la colina. Al dar la vuelta, mi cuerpo choca con el de alguien que caminaba en dirección opuesta, y al levantar la mirada y ver la expresión preocupada de Joe, siento mis piernas debilitarse y mis brazos envolverlo con fuerza. Cuando él corresponde al abrazo, noto que todo mi cuerpo está temblando. 

–¿Qué fue lo que te hizo? –pregunta, con evidente furia en su voz. Yo niego con la cabeza y me alejo lentamente.

–Nada. No me hizo nada. Tenemos que irnos.

–No me iré hasta decirle que…

–No, Joe, por favor. Vámonos –comienzo a caminar y sujeto su brazo, intentando arrastrarlo conmigo, lo que es inútil considerando las evidentes diferencias físicas entre nosotros.

–Mira como te dejó, Grace. Parece que estás al borde de un colapso. No sé lo que te hizo pero lo va a pagar. 

–¡Es peligrosa! No puedes ir. No puedes…

–No me importa.

–¡Mató a tu hija! –grito como último recurso, creyendo erróneamente que eso lo hará comprender la gravedad de la situación y el motivo de mi miedo. Su cuerpo se pone tenso, y su mirada me observa entre lágrimas, esperando que le diga que es mentira.

–¿Qué…?

–Esa noche, en la cena. Compró ese pastel sabiendo que eras alérgico y que no lo comerías. Lo envenenó.

–No…

–Ella no comió. ¿Verdad?

–Dijo que no se sentía bien del estómago esa noche…

–Ella lo hizo, Joe. Es una lunática. Ha asesinado a cada hombre que se casa con ella, para después quitarles su dinero. No sólo acaba con ellos, sino con sus familias. Elimina a cualquier posible heredero que se interponga entre ella y su fortuna. Tú acabas de romper ese ciclo, Joe. Eres el único que se ha casado con ella y que sigue vivo. Por favor, no hagas una locura. Ella ha salido libre de cualquier cargo múltiples veces. Vámonos, y olvidemos esto. Por favor. 

Veo cómo su cuerpo se mantiene firme en su lugar, observando hacia el final de la calle donde alcanza a verse la sombra de la casa de la señora Handford. Sus manos se cierran formando un par de puños temblorosos, mientras yo continúo con mis manos sobre su pecho para evitar que se acerque a ese lugar donde le espera una muerte segura. 

Tomándome por sorpresa, Joe sujeta mi brazo izquierdo y comienza a caminar de regreso por el camino que lo había llevado hasta allí, haciendo que sienta un inmenso alivio al saber que todo está por terminarse. Veo su auto estacionado a un par de metros. Seguramente su plan era irrumpir dentro de la casa en completo silencio, para que nadie notara su presencia. Al llegar al vehículo, abre la portezuela del asiento del copiloto, y suelta mi brazo. Ingreso y él cierra la puerta, para después caminar hasta su propio asiento. 

–Gracias –digo cuando él finalmente se encuentra a mi lado. Pone el auto en marcha, y después comienza a conducir en reversa–. Ésta es la decisión correcta.

–Lo sé –contesta con seriedad, sin dirigirme ninguna mirada. Su actitud comienza a provocarme cierta angustia–. Abre la guantera.

Su mirada se mantiene en los espejos retrovisores mientras el vehículo continúa moviéndose hacia atrás. Yo obedezco su orden, poniendo mi mano en el compartimiento para después abrirlo y examinar su interior. Entre una pequeña pila de papeles y documentos, veo un oscuro objeto que me trae destellos de recuerdos de un momento que quisiera olvidar. Recuerdo perfectamente cómo se sentía aquel objeto en mis manos, mientras lo accionaba contra las dos personas que quisieron hacerme daño semanas atrás. Dentro de la guantera del auto de Joe, una enorme pistola aparece ante mí.

–¿Qué…? –antes de que pueda terminar la pregunta, Joe estira su mano y toma el arma. El auto deja de retroceder, y Joe guarda la pistola entre sus pantalones, mientras yo lo observo atónita. 

–¿Qué harías si supieras que la mujer que fue tu esposa asesinó a la persona más importante para ti?

El auto se pone nuevamente en marcha, esta vez hacia el frente, y es cuando me doy cuenta de que está entrando en la calle donde vivo; la calle donde vive la señora Handford. Mis manos sujetan uno de los brazos con los que él sostiene el volante.

–No –susurro, sin saber qué otra cosa decir–. No hagas esto, por favor.

–Quédate en el auto, volveré pronto.

–Irás a la cárcel. 

–Huiremos juntos.

–Si haces esto, no. Si haces esto lo nuestro se termina.

El auto frena en seco cuando finalmente nos encontramos frente a la casa de mi madre. Los rayos de la tormenta la hacen ver mucho más espeluznante de lo que alguna vez fue, y lo que está a punto de pasar sólo logra provocarme una sensación en el pecho que me hace temblar de pies a cabeza.

–Voy a matarla, Grace –dice mientras sujeta mis brazos con su mano libre y me obliga a soltarlo–. Si eso significa que voy a perderte… Es un riesgo que debo correr.

Sin darme la oportunidad de decir algo más, Joe sale del auto, y veo cómo empieza a caminar hacia la casa de la señora Handford, sosteniendo con ambas manos el arma que podría causar su muerte.

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Paula Merdech
excelente novela increíble la narración y objetividad te transporta a momentos impensados es increíble como uno se adentra en la lectura hasta sentir el olor a sangre y sin pensar en lo que seguirá! gracias autora por esta novela parece un Best sellar....increíblemente buena!la mejor
B. J. Winter: Muchas gracias! Aprecio bastante tu comentario 🫶🏻
total 1 replies
Lia_Vicuña
Hola, para cuando el prox cap, es que me quedé picada con la historia y me gustó
not
¡Me encantó tu novela! Gracias por hacer mi día mejor 😊📖
Kumo
Bravo, me gusto la idea
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