Amor Intercultural

El sol se despidió con un tono rojizo que reflejaba la emoción que llevaba dentro. Había sido un día largo en el hospital, y, aunque mi turno estaba por terminar, mi mente no podía dejar de dar vueltas a las últimas noticias que había recibido: después de haber pasado mis prácticas laborales, me habían ofrecido un contrato indefinido en el hospital local de Doha. Me sentía emocionada, pero también un poco nostálgica. Mis padres no podrían estar allí para celebrar conmigo, y mi perrita Shary, que había quedado en Suecia, también me hacía falta.

Aún así, esta oportunidad era una gran bendición, que me llenaba de orgullo. No pude evitar pensar en lo lejos que había llegado. Estaba en Doha, trabajando en lo que siempre quise, pero lejos de mi familia, de mi hogar.

Justo cuando salía del hospital, mi teléfono vibró. Era Un mensaje de Emir.

"Helena, soy Emir. ¿Podemos hablar?"

Mi corazón dio un vuelco. ¿Qué quería decirme ahora?

Le contesté, algo indecisa. —Hola Emir, claro. ¿por qué no me dices dónde te encuentras y paso a verte?

Su respuesta llegó enseguida: —¿Te parece bien si te recojo?

—Perfecto Te envío la ubicación escribí antes de apagar el teléfono. Sabía que, después de tanto tiempo, este encuentro no sería sencillo. Aunque teníamos muchas cosas de qué hablar, el nudo en mi estómago no desaparecía.

Emir llegó puntual. Me miró desde el coche, y sin decir palabra, me abrió la puerta. Su presencia siempre había tenido un efecto en mí, aunque lo mantuviera guardado. Nos miramos brevemente antes de que él arrancara el coche y comenzara a conducir hacia la ciudad.

—¿Cómo te ha ido en el hospital?

—preguntó Emir, rompiendo el silencio.

—Bien, bastante agotada. Pero hoy recibí una gran noticia. —Lo miré de reojo. Estaba tan contenta por mi contrato que no pude evitar sonreír.

—¿Qué noticia? —preguntó él, curioso.

—Me ofrecieron un contrato indefinido. Es un gran paso, es una gran oportunidad.

—Hice una pausa, recordando lo que significaba para mí estar tan lejos de casa. —Me siento feliz, pero... también me duele que mis padres no puedan estar aquí para verlo. Tampoco podrán estar presentes en mi graduación

Emir me miró con ternura y, antes de que pudiera reaccionar, me abrazó. Sentí el calor de su cuerpo a mi lado, y por un momento, todo el dolor y la nostalgia se desvanecieron.

—Me encantaría estar en tu graduación, —Estaré allí, lo prometo.

El resto del viaje transcurrió en silencio, pero mi corazón latía fuerte. Aunque no lo dijéramos en voz alta, sabía que entre nosotros aún había algo más. Un lazo que no se rompía.

Cuando llegamos a su destino, Emir estacionó el coche y me preguntó si tenía hambre. Acepté, y, en cuestión de minutos, nos encontrábamos compartiendo una cena sencilla, pero cálida. Compró algo de comida rápida y nos sentamos en el coche para comer. Fue en ese momento cuando, sin mencionar el beso que casi compartimos la última vez que nos vimos, Emir rompió el silencio:

—He pensado mucho en ti, Helena. —Sus palabras me hicieron mirarlo directamente a los ojos. —A veces me pregunto qué va a pasar entre nosotros.

Mi corazón se aceleró al oírlo. Por un lado, deseaba saber lo que él sentía, pero por otro, me aterraba la incertidumbre del futuro.

—¿Qué va a pasar después? —pregunté, con una mezcla de curiosidad y temor.

Emir suspiró y acarició el volante. —No pensemos tanto en el futuro, Helena. Las cosas se irán dando. Confía en mí, ¿sí?

Lo miré, asintiendo, pero en el fondo sabía que la incertidumbre me rondaba. Después de todo, ¿qué futuro podríamos tener? con tantas barreras entre nosotros?

Esa noche, me despedí de Emir frente a mi departamento, sintiendo una mezcla de emociones. Me abrazó una última vez, y mientras me alejaba, no pude evitar pensar en lo que me había dicho.

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Pasaron varios días, y aunque mi trabajo en el hospital continuó como siempre, algo en mi interior parecía cambiar. El vínculo con Noah, se hizo más fuerte. Un día, mientras me tomaba un descanso, me dio una chocolatina.

—Para ti, Helena. —Dijo con una sonrisa.

Lo miré y acepté el dulce. Algo en él me daba tranquilidad, y comenzamos a compartir más momentos juntos. Hablamos de todo: de Tarek, su evolución con la enfermedad y cómo nos asegurábamos de que recibiera el mejor tratamiento posible.

Aunque Noah era un buen amigo, no pude evitar notar cómo nuestras conversaciones parecían más personales con el tiempo. A veces, cuando compartíamos más tiempo juntos sentía que había algo más.

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Un par de meses después, mi graduación llegó. Estaba nerviosa, pero también emocionada. Aún no sabía si Emir podría estar allí. No contaba con mi familia cerca, y la tristeza me invadía al pensar en lo lejos que estaban.

Cuando llegó el día, me sorprendió encontrarme con Emir. Apareció con un ramo de rosas y un collar de diamantes y oro que no dejaba lugar a dudas: su posición como consejero del jeque le permitía regalarme algo realmente costoso.

—Helena dijo, sonriendo, Te lo mereces todo.

Lo acompañaba Faisal, quien también sonrió al verme. Durante la graduación, me aseguré de hacer una videollamada con mis padres para que pudieran ver el evento, aunque no estuvieran allí.

Después de la entrega de mi diploma, el bullicio de la graduación me rodea, pero mi mente está en otro lugar. La emoción de este logro tan esperado se mezcla con la tristeza de no tener a mis padres cerca. El salón, lleno de sonrisas y felicitaciones, parece distante, como si estuviera en otro mundo. Pero en ese momento, mi teléfono vibra, y el rostro de mi madre aparece en la pantalla. Mis ojos se llenan de lágrimas al verla, con mi padre a su lado y, por supuesto, mi querida Shary, mi perrita, asomándose curiosa por la cámara.

—¡Hija! —la voz de mi madre resuena llena de orgullo y amor —¡Felicitaciones! Estamos muy orgullosos de ti. Ahora eres una médica, ¡cómo has evolucionado! De enfermera a médica, siempre supimos que lo lograrías. Aunque estemos lejos, estamos contigo en este momento tan especial.

No puedo evitar cubrirme la cara con las manos mientras mis lágrimas caen. Shary mueve su cola con entusiasmo, como si supiera que estoy cerca, y eso me hace sentir un poco más cerca de casa.

—Te extrañamos tanto, hija. Es difícil no poder estar allí contigo —dice mi padre con una sonrisa que siento a través de la pantalla —Pero estamos aquí, contigo en espíritu. Disfruta de este momento, te lo mereces tanto.

Mi corazón se llena de amor y nostalgia. La distancia no se puede eliminar, pero al menos puedo verlos y sentir su presencia.

—Te estamos viendo, hija, y estamos tan felices por ti —añade mi madre, sonriendo aún más —Esperamos verte pronto. Ojalá podamos viajar a catar pronto, pero por ahora, estamos tan felices de verte crecer y hacer realidad tus sueños.

Lágrimas siguen cayendo por mis mejillas, pero ahora son de felicidad. A pesar de todo, ellos están conmigo, en mi corazón. Me siento profundamente agradecida por todo su apoyo, y mi mente se llena de recuerdos de cuando era niña, de todo lo que hemos pasado juntos.

Con una ligera sonrisa tímida, aprovecho el momento para presentar a Emir, a mis padres

Al principio, me apresuro a traducir las palabras de mis padres, ya que no hablan árabe. Emir me miró y, con una sonrisa, sacó su celular y comenzó a traducir en sueco para hablar con mis padres.

—Hola, señora y señor, es un honor conocerlos —dice Emir con una sonrisa, mientras su teléfono convierte sus palabras al sueco —Helena es muy especial para mí, y me siento muy agradecido de poder compartir este momento con ustedes, aunque sea a través de la pantalla.

Mis padres se miran sorprendidos por el gesto de Emir, y mi madre sonríe cálidamente.

—Gracias, Emir —responde mi madre, con una voz llena de gratitud —Cuídala bien. Estamos felices de que haya encontrado a alguien tan especial en su vida.

Mi padre asiente con una sonrisa, y veo cómo Emir los observa atentamente a través de la pantalla. Un silencio amable llena el aire, y en ese momento, siento que una barrera se ha roto entre nosotros, entre mis padres y Emir, a pesar de la distancia. Es como si, de alguna manera, nuestras vidas se entrelazaran más de lo que imaginaba.

—Gracias, —dice mi madre, su voz suave pero firme —hija Nos alegra ver que estás rodeada de personas que te cuidan y te apoyan.

Mi corazón late rápido, y me siento agradecida de que Emir esté allí para ser parte de este momento tan especial, aunque la distancia sea un obstáculo.

—Gracias por todo, mamá, papá. Los quiero mucho —les digo, sintiendo que las palabras salen del fondo de mi corazón.

Y mientras mi padre sonríe, Emir, con una cálida sonrisa, sigue traduciendo, asegurándose de que todo se entienda perfectamente. después de esto nos despedimos todos y me siento feliz De Que emir finalmente haya conocido a mis padres aunque fuera a través de la pantalla.

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La incomodidad llegó cuando Frederik, el hermano de Margot, apareció en la graduación. Había sido él quien me bloqueó después de lo que había sucedido entre nosotros, pero no pensaba contarle a nadie, especialmente a Emir, lo que ocurrió entre él y yo.

Margot me miró con una expresión extraña mientras yo admiraba el collar y las rosas que Emir me había dado. Su mirada se detuvo un momento en el collar antes de desviarla hacia otro lado. No dije nada, pero noté que su sonrisa parecía un poco forzada cuando me felicitó por el regalo

Mientras posábamos para las fotos de graduación, Noah se acercó a mí con una sonrisa y me rodeó con el brazo para tomarnos una foto juntos. Emir, que estaba a mi lado, se puso tenso y me miró con una mirada intensa, como si estuviera evaluando la situación. Luego, su mirada se desvió hacia Noah y los dos se cruzaron en un contacto visual cargado de tensión.

Emir, sin decir una palabra, se acercó a nosotros y quitó la mano de Noah de mi hombro. Noah se sorprendió, pero en lugar de pelear, se retiró molesto, murmurando algo entre dientes. La tensión en el aire se podia percibir, y yo me sentí incómoda por la situación.

Después de la ceremonia, Emir me invitó a cenar para celebrar. Mientras nos dirigíamos al restaurante, no pude evitar pensar en todo lo que habíamos pasado, y en todo lo que el futuro nos deparaba.