Diana es una chica que fue criada en un orfanato, donde al cumplir la mayoría de edad debe emprender su camino. Mientras tanto fue ocultada del sacerdote del orfanato por una monja, ya que aún no era capaz de alzar el vuelo sola. Veremos qué le dejará el futuro a la joven Diana
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Capítulo 20
¿Por qué no respondiste mi mensaje? Dijo Diego antes de entrar.
Diana no supo qué contestar en realidad.
- Supongo que lo olvidé, gracias por el halago. Dijo al final.
Diana abrió la puerta.
- Adelante, le indicó a Diego.
Él fingió no conocer el lugar.
- Muy bello tu apartamento la verdad, dijo.
- Gracias, contestó ella.
Lo invitó a tomar asiento y fue a por un refresco para ofrecerle, al regresar él se encontraba viendo una pequeña fotografía suya de niña.
- Es la única que tengo de pequeña. Explicó ella. Era poco usual que nos retrataran, esa fue el día de la comunión.
A Diego se le estrujó el corazón y se imaginó a una Diana pequeña e indefensa, carente de atención y cariño. Sintió ganas de darle un abrazo, pero se contuvo aún no las tenía del todo bien con ella. No podía seguir metiendo la pata como dirían muchos. Diana le alcanzó el refresco y tomaron asiento.
- Sigues molesta por lo del otro día. Le preguntó él.
- No tengo por qué, le dijo con un tono de los que se nota que sí tiene por qué estarlo.
- Ok. Cambiemos de tema, que te parece si pido comida china para cenar y me invitó. Sonrió.
La verdad que Diego no tenía vergüenza alguna.
- Está bien, dijo ella.
Así lo hicieron, en menos de veinte minutos ya estaban en la puerta con la cena. Diego fue el que atendió mientras ella preparaba la mesa. Antes de cenar Diego bajó rápido a un puesto donde vendían bebidas, ya que estaba más que claro para él que Diana no tendría en casa ni una gota de alcohol.
Diana observó las dos botellas de cerveza que Diego había colocado en la mesa, no dijo ningún comentario negativo al respecto, vertió el líquido en su copa, pero antes de beber el contenido Diego pidió un brindis por el nuevo apartamento y una vida prospera y feliz.
Cenaron y bebieron, luego Diego fue a por más cervezas.
- Un día en un día, le dijo al verle la cara. Si te pasas con la bebida prometo dos cosas.
- ¿Cuáles serían? Preguntó ella.
- Ser un caballero y la otra no menos importante liberarte del trabajo, sonrió con picardía mientras volvió a brindar, está vez con la botella de cerveza.
Diana no se resistió y bebió su segunda cerveza, nunca bebía así que dos eran más que suficientes para que sintiese el efecto del alcohol, este ya hacía efecto en ella y se sentía más desinhibida. Hablaba con más franqueza con Diego y optó por una postura más suelta y relajada.
Ya con la tercera cerveza sus piernas no respondían correctamente, incluso llegó a regañar a Diego por besar a otra chica que no fuese ella, esto le causó mucha gracia a Diego y supo que era el momento de parar con la bebida. Fue a la cocina preparo un café bien fuerte para ella, espero a que lo bebiese, la acomodó en su cama y se marchó a casa.
Eran las once cuando tocaron a la puerta de Diana, ella fue hasta ella a toda prisa, aún estaba bajo los efectos del alcohol, en su subconsciente era Diego el que llamaba, al abrir era el sacerdote que había llegado sin su ropa habitual, vestía como un chico normal.
Al verla en ese estado lo primero que hizo fue llevarla a la cama, ella balbuceó el nombre de Diego y este fingió ser el y la besó, ella no ofreció resistencia y esto le dio fuerza para comenzar a desvestirla, cuando iba a poner sus sucias manos sobre ella sintió una fuerza extrema que lo arrebató de ella, seguido de un duro golpe en la mandíbula.
Era Diego que había regresado por su móvil y sabiendo el estado de ella utilizó la copia de su llave ya que el era el dueño del lugar y sabía que ella no notaría su visita ya que debía dormir hasta el día siguiente.
Que quedarce con el sacerdote siempre algunos siempre les gana la tentación.
esta buena la novela