La Otra Cara Del Placer [Duele Amar - II]

...ANDREW...

—¿Cuándo regresaste a México?

—Esta mañana —apoya la cabeza en su mano, y con la restante acaricia mi brazo—. Eres el primero que veo después de tanto tiempo, no sabes las ansias que tenía por estar cerca de ti. Te extrañé.

—A mí me pasó todo lo contrario, tu ausencia me vino de maravilla —aparto mi brazo, el contacto físico con ella me asquea—. No vuelvas a pisar mi casa o te vas a arrepentir, Klara.

—No entiendo por qué estás tan a la defensiva —ríe—. Escuché que te casarás en cinco meses con la bruta de mi prima.

—No te permito que hables así de Rahab. No sé con qué cinismo puedes referirte a ella con esos términos, cuando tú resultaste más bruta, o peor aún, una zorra.

—Aún no superas el pasado, eh. Eso pasó hace cuatro años, Andrew, ¿no crees que ya me has castigado lo suficiente con tu aborrecimiento?

—Te acostaste con Travis, no seas tan descarada.

—Por favor, Andrew, yo no sabía que él era tu hermano, él tampoco estaba al tanto de eso.

No soy de los que recurren a la violencia con las mujeres, de hecho, estoy en contra de eso, pero esta hija de perra está ganándose una bala atravesada en todo el cráneo. Si me contengo es por la simple razón de que es hija de Conrad y sobrina de mi socio, nada más.

—¿Insinúas que hace más de cuatro años te enredaste con Travis porque era un desconocido?

Asiente con la cabeza.

—¿Te follabas a otros aun estando en una relación conmigo? —aprieto el puño—. Eres una zorra en toda la extensión de la palabra, Klara. Eres el cinismo hecho mujer.

—En ese entonces apenas éramos novios, ni siquiera me habías presentado a tu familia, mi temor era que me tomaras de juguete. Ponte en mis zapatos, Andrew, tenía dudas de lo que sentía por ti.

Con una sonrisa, observo las lágrimas desplazándose en sus mejillas. Si sigue actuando así en verdad me lo creeré.

—No te cases con Rahab, por favor —se pone de pie y se hinca delante de mí—. Dame una segunda oportunidad, la última, te juro que no la desperdiciaré.

—Apártate de mí, empiezas a hartarme.

—Te amo, Andrew, no hay día que deje de hacerlo. ¿Tú no sientes algo por mí?

—Claro que sí —me inclino con la vista fija en sus ojos—. Siento lástima y repulsión, ¿te sirven?

—Di lo que quieras, a mí no me engañas, tú no amas a Rahab y de eso estoy totalmente segura.

—Hasta que dices algo coherente —acaricio su cabello hasta sentir como menea su cabeza en mi mano, y solo entonces tiro de él, arrancándole un quejido que me colma de satisfacción—. No estoy enamorado de Rahab, pero sí de Daphne —la empujo—. Cuídate de decirle a Conrad que tengo a Daphne conmigo, porque si lo haces ten la certeza de que iré por ti.

—No te librarás tan fácilmente de mí, Andrew —dolida y en un mar de llanto se levanta del suelo—. Disfruta de esa prostituta por mientras, porque regresaré a luchar por lo que es mío.

—Sí, como digas. Ahora largo, estoy ocupado.

—¡Volveremos a estar juntos, Andrew!

Como alma que lleva el diablo abre la puerta, dejando ver a Daphne que está parada en el umbral, pero sigue su camino ignorándola.

—¿Estabas espiando detrás de la puerta? —le pregunto a la castaña que lo niega tan pronto como termino de hablar.

—Solo venía para asegurarme de que esa mujer no te diera problemas.

—¿Escuchaste algo?

—No.

Es mejor así, aún no estoy listo para confesarle mis sentimientos, por lo menos no hasta sacarle a mi hermano de la cabeza.

...RAHAB...

No sé cómo tuve las fuerzas para salir de esa habitación a pesar de lo que vi, pero lo hice sin que nadie me viera. Para asegurarme de que no estoy loca, tomé unas fotos con las que confrontaré a Travis cuando sea el momento.

Llegué a casa, pensé que mi padre me interrogaría por estar en la calle, pero no fue así, ya que estaba ocupado conversando con unos socios. Simplemente me dirigí a mi habitación y me di una ducha para aliviar el estrés ocasionado esta mañana.

—¿Qué es lo que escondes, Petrov? —mis preguntas no tienen respuesta y solo aumentan en cada paso que doy por toda la habitación—. ¿Qué es lo que en realidad pretendes hacer conmigo?

No quiero concluir que ese tipo ha creado una obsesión conmigo, es absurdo, en el fondo sé que me odia por ser hija de Dawson. Pero… ¿y si sí?

—No especules estupideces, Rahab, ni siquiera conoces del todo a ese tipo —susurro.

Seguro hay una explicación detrás de todo esto.

Me recargo en la pared, haciendo caer por accidente uno de los cuadros de mi madre, lo que deja al descubierto una abertura en la pared en la que se aprecia algo escondido y envuelto en un pedazo de tela. Ignorando el cuadro que continúa en el suelo, saco el objeto misterioso y lo coloco sobre la cama para desenvolverlo, distinguiendo que se trata de unas fotografías en las que aparezco yo y… ¿Arlo?

¿Qué significa esto?

¿Por qué tengo fotos de este tipo en mi casa?

Tres años antes…

—¿Segura que quieres hacer esto? —sus suaves manos acarician mi pelo y yo solo me recargo en su pecho. Podría permanecer así toda la eternidad.

—Nunca he estado tan segura como ahora, Ethan. No voy a permitir que mi padre se interponga en nuestra relación.

—¿Y si nos descubren? —percibo el miedo en su voz—. No quiero ponerte en riesgo, Rahab.

—No seas tan negativo, no pasará nada. Mañana a primera hora del día nos largaremos lejos de todos, de mi padre, de las personas que no nos quieren juntos.

Suspira, saliendo de la cama.

Lo conozco como la palma de mi mano, es fácil reconocer cuando está nervioso.

—Venimos hablando del tema hace un mes —digo antes de oír otro comentario negativo—. Ya te arrepentiste, ¿no es así?

—Sabes que no es eso.

—¿Entonces?

—Tu padre vino ayer a verme.

—¿Qué? —me siento en la cama, sosteniéndole la mirada—. ¿Por qué recién me lo dices? ¿Qué fue lo que te dijo?

—Me amenazó con su arma y me advirtió que me mantuviera alejado de ti.

Ni tarda ni perezosa empiezo a vestirme.

¿Cómo ese desgraciado fue capaz de hacerle esto a Ethan a pesar de que le dije que no se metiera con él otra vez? La última vez lo buscó para darle una paliza, pero esta vez ya fue a los extremos.

—Tú no vas a ningún lado —me toma del brazo cuando estaba terminando de ponerme los zapatos—. Estás alterada y conozco cómo te pones de histérica cuando te enojas.

—¡Mi padre no tenía ningún derecho de venir a amedrentarte!

—Por Dios, Rahab, conoces a Dawson, lo que él hace no debería sorprenderte.

—¿Y si lo sabes por qué sigues dudando en escapar conmigo? ¡Respóndeme!

—¡Porque soy humano y es normal tener miedo!, ¿contenta? ¡De saber que eras hija de un narco jamás me hubiera enamorado de ti! ¡Vivo con el terror constante de que en algún momento ese hijo de perra me mate, o de que te mande lejos donde no vuelva a verte!

—¡¿Entonces por qué sigues conmigo?! ¡¿Eh?! —lo empujo—. ¡Dime que me quieres fuera de tu vida y te prometo no traerte más problemas!

Sin esperar su respuesta doy media vuelta para abrir la puerta y siento sus brazos abrazarme por detrás.

—Mañana nos escaparemos, te lo prometo. No quiero sembrarte más dudas sobre lo que siento por ti, Rahab. Pero… —hace una pausa.

—Pero ¿qué, Ethan?

—Si algo sale mal no quiero que me olvides.

Presente…

Tumbada en mi cama siento las lágrimas fundir mi rostro y nublar mis ojos. El corazón me palpita tan rápido que presiento que saldrá de mi pecho.

Hace tres años hui de aquí con mi primer amor.

Hace tres años mi padre lo “mató” frente a mis ojos.

Hace tres años ensucié por primera vez mis manos con sangre para preservar la vida de Ethan.

Hace tres años fui vendida por mi padre en un prostíbulo.

Hace tres años intenté suicidarme.

Hace tres años volví a sufrir los maltratos físicos de mi padre que me llevaron a perder la memoria con ayuda de medicinas ilegales.

Yo… siempre he sido la marioneta de esa escoria que dice ser mi padre.

Yo… recuerdo absolutamente todo.

Ethan no está muerto, Ethan es Arlo.