Divorcio

Emily suspiró mientras salía del avión. Ella había regresado, a pesar de su renuencia a hacerlo, al final tuvo que cumplir la promesa que le había hecho a su hermano.

Mientras se colocaba un mechón de cabello detrás de la oreja, ella no pudo evitar mirar con curiosidad hacia cierto lugar del aeropuerto que se encontraba concurrido.

Ahí, bajando por las escaleras eléctricas, se encontraba un joven alto, debido a las gafas que tenía sobre sus ojos, no podía decir con exactitud qué apariencia tenía, sin embargo, el aura que lo rodeaba era demasiado atrayente debido a que había varias personas que lo miraban como si fuese alguna superestrella e incluso Emily pudo ver como algunas jóvenes sacaban sus celulares y empezaban a tomarle foto.

Ella negó con la cabeza mientras se dirigía a recoger su equipaje.

Sin embargo, ella no se dio cuenta de que así como aquel hombre había atraído miradas de otras personas, ella también lo había hecho, solo que estás eran más discretas, en algunos casos fue de admiración y en otros de envidia.

— ¿Cómo alguien puede tener ese tipo de cintura? — se cuestionó una mujer mientras se palpaba la suya — De seguro se ha de haber quitado alguna costilla.

Luego miró como los ojos de su acompañante seguían mirando hacia la castaña, por lo cual soltó un bufido antes de aplastarle el pie con saña, antes de alejarse dejándolo atrás.

— ¡Espérame, mi vida! — exclamó aquel hombre mientras la seguía cojeando.

Aquella mujer ante aquel apelativo colocó los ojos en blanco.

— ¡Bueno, parece que no te importa tanto tu vida!

Emily, que no había visto aquel intercambio, siguió recogiendo su equipaje, sin embargo, justo cuando estaba por tomar la última valija, recibió una llamada. Pero, como había sucedido en el pasado, su celular se le cayó al suelo, y así mismo cuando estaba a punto de recogerlo, un par de manos atractivas lo habían recogido.

— Tenga cuidado, señorita — comentó aquel hombre que había sido admirado mientras le entregaba el celular.

No sabía por qué, pero Emily sintió un ligero déjà vu con esta escena.

— Gracias — comentó para luego recoger la llamada.

Aquel hombre sonrió de manera discreta antes de seguir caminando, también sintiendo como si esta escena ya la hubiera vivido en el pasado.

Emily revisó quien era la persona que la estaba llamando debido a que como no le había dicho a nadie que día exacto regresaba se le hizo un poco raro, esta llamada, sin embargo, el número era de alguien desconocido. Al notar aquello no sabía por qué, pero su corazón se sentía tenso.

Así que con algo de dudas contestó, sin embargo, deseó no haberlo hecho.

— ¿Necesitas internet? No te preocupes ahora con la nueva promoción de…

Emily colgó la llamada antes de que esta incluso se desarrollará, sintiéndose un poco divertida consigo misma.

Al final, cuando salió del aeropuerto, tomó un taxi para dirigirse hacia donde se encontraba la abuela, aunque ella antes de venir había arrendado un departamento, aún debía decorarlo, por lo que decidió quedarse donde la abuela por unos días.

Cuando llegó a aquella casa que estaba alejada del bullicio de la ciudad ya eran casi las cuatro de la tarde.

Emily suspiró mientras se disponía a tocar el timbre, sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, la puerta se abrió mostrando la apariencia agitada de cierta dama de edad avanzada.

— ¡Emily! — exclamó encantada la abuela, mientras una sonrisa gigante se había dibujado en sus labios.

La abuela desde que supo que Emily iba a regresar se mantuvo en vigilia, esperando por ella.

Ante el entusiasmo de la abuela, Emily optó por abrazarla dejando caer su equipaje, ella estaba tan feliz de ver de nuevo a uno de sus seres queridos.

Pronto, entre risas, lágrimas y abrazos, las dos personas se dirigieron hacia la casa.

— ¡Te ves tan hermosa! Hasta siento que se me para lo que no tengo — comentó la abuela con picardía haciendo que Emily se sonroje.

— No digas eso abuela — señaló risueña la castaña antes de estampar un beso en su mejilla.

Ella había extrañado mucho a la abuela, sus bromas de camionero e incluso ese calor maternal que hacía que se sienta dulce por dentro, por lo que ahora, mientras veía a aquella mujer, no podía controlar la sonrisa que tenía en su rostro.

— Pero, cuéntame qué cariño, ¿qué tal estuvo el viaje?…

De un momento a otro, Emily se vio inundada por un aluvión de preguntas por parte de la abuela, a las que contestó poco a poco.

La abuela guardó un suspiro en su corazón al notar los cambios que había tenido Emily. Ella pudo ver qué la muchacha enfrente de ella, ya no era la misma chica ingenua del pasado que solo tenía el amor en su mente, parecía más segura de sí misma e incluso su forma de hablar era diferente.

Ella no pudo evitar sentirse feliz al notar el encanto que desprendía Emily, no solo se había convertido en una mujer hermosa, sino que su interior se había vuelto más brillante, en alguien que estaba viviendo sin ningún arrepentimiento.

— Abuela te traje bastantes obsequios, incluso encontré una botella de tu vino favorito de ese que es escaso — comentó.

— ¿En serio? ¿Cómo lo encontraste? He sabido que para obtener una de esas hay que hacer pedidos durante cinco años de antelación y solo para obtener una sola botella, ya llevo más de siete años y aún sigo en la lista de espera.

Emily soltó una risita ante el dramatismo de la abuela.

— Una amiga me la obsequió — le dijo mientras se ponía de pie con la intención de buscar aquella botella.

Sin embargo, cuando busco la valija en la que la había guardado, se dio cuenta de que había un problema debido a que ella no le había puesto ningún candado a su equipaje, buscó la etiqueta dándose cuenta de que quizás las maletas se habían intercambiado.

— Liam H.

Miró el nombre de aquella maleta con algo de duda debido a que no tenía ni una dirección o incluso un número de celular para poder contactarlo.

Un poco frustrada consigo misma, trató de llamar a la aerolínea, sin embargo, cuando lo iba a hacer recibió una llamada, era de un número privado.

Con algo de diversión contesto pensando que era algún vendedor a ofrecerle seguros o internet.

— Hola — dijo preparada para colgar.

Sin embargo, la voz de la persona que se encontraba detrás de la llamada la tomó con la guardia baja debido a que era ronca con un aire magnético que casi la hizo quedar fascinada.

— Hola, Emily, soy Liam, no sé si te has dado cuenta, pero al parecer nuestras maletas fueron intercambiadas.