La Protegida De La Bratva

Volví a visitar a Alina y a Selene al día siguiente, en su rostro se notaba que la tristeza aún estaba ahí, pero hacia todo porque no se viera. Mazze me había pedido quedarse con ella y mi madre, quien se suponía que volvería al lado de mi padre, me sorprendió que también se había quedado.

Las tres pasaban mucho tiempo juntas en la cocina mientras la niña seguía con sus clases, por suerte la maestra estaba conforme como iba avanzando su progreso aun cuando durante 3 años de su vida no había podido escuchar un solo sonido. Seguían enseñándole señas, no porque fuese a necesitarlas siempre, pero el médico dijo que había que estar preparados solo por si la operación no salía como esperaban.

La reunión con Ian se había programado para dentro de unos días, así que quise aprovechar a llevar a Alina a pasear por el centro de Moscú, quería que conociera diversos locales de ropa de los cuales yo era dueño y también que me permitiera pasar tiempo de calidad con ella. No volví a decirle nada del cortejo o del casamiento, la imagen de ella llorando me había dañado más de lo que creía, tampoco quise que se enterara de que en vez de divorciarse iba a pasar a ser viuda por las dudas de que creyera que luego toda la Mafia Griega iría por ella.

Debo admitir que los días antes de la reunión, las salidas tanto con ella a solas como con ella y la pequeña me llenaron de una satisfacción que jamás creí sentir, era como si realmente fuésemos familia disfrutando de un día juntos y aunque ninguna de las dos me pedía nada, yo les compraba todo lo que notaba que a sus ojos les había gustado.

Así fue como hoy nos encontrábamos en una tienda de juguetes, quería que Selene tuviese algunos peluches en su cuarto, pero que a diferencia de los que había mandado a comprar estos los pudiese elegir ella. Al principio Alina se molestó creyendo que no era bueno darle todo, pero no era ese el verdadero motivo de esta salida, se me había hecho costumbre pasear con ellas y lo disfrutaba tanto que llegaba a necesitarlo para desestresarme.

¿Puedo este?- me dijo con sus manitos, hablaba muy bien para su corta edad, pero aún seguía manejándose con señas cuando salíamos.

Asentí sonriendo y vi como ella corría a decirle a su mamá que se llevaría ese peluche en forma de perro san bernardo que había encontrado. Note que la pequeña miraba siempre peluches en forma de perros o gatos, no se desesperaba por los osos o ningún otro, es como si quisiera una mascota con la cual compartir tiempo y eso me dio una excelente idea.

Iremos a cenar a unos de mis restaurantes ¿les gustaría comer pastas?- le dije a ambas cuando termine de pagar todo.

Me encantaría, aunque también disfrutaría mucho si algún día me dejaras cocinar para ti- no pude resistirme a mirarla impresionado -sería lindo una cena familia en tu casa con todos presentes y una buena excusa para usar ese gran comedor que tienes- ese sutil sonrojo que apareció en sus mejillas me hizo asentir como un adolescente enamorado.

Entonces avisaré que cenamos en casa para que todos se preparen ¿deseas comprar algo?- negó con su cabeza y la tomé de la mano para salir de aquel lugar -y no es mi casa, es nuestra casa- le dije suavemente al oído y sentí como suspiro. No necesitaba verla para saber que se había puesto roja como un tomate.

Tomé a Selene en brazos y a ella de la mano para irnos por el auto y volver a casa, la sola idea, no mejor dicho la imagen de ella cocinando me había puesto lo suficientemente caliente como para querer comerla luego de postre, y aunque sabía que debía ser paciente, ella con su inocencia y sus sonrojos no me lo estaba poniendo muy fácil. ¿por qué mierda no la conocí antes? ¿Por qué tuvo que pasar por ese infierno si yo podría haberle dado el cielo? Irónico verdad, ella estaba tan destrozada y yo ahí intentando ser una curita en su alma desquebrajada. Artem tenía razón, a veces la vida era demasiado injusta.

Mientras ella acomodaba a la niña en su sillita en el asiento trasero, aproveche para mandarle un mensaje a un viejo amigo que era criador de perros. Quería que me diera opciones para el regalo que tenía en mente para la pequeña.

Listo ¿nos vamos?- la suave voz de Alina me hizo mirarla. Ella subió al auto y yo la seguí.

A casa- le dije al chófer que se encontraba en silencio esperando instrucciones.

El viaje fue sumamente en silencio, excepto por los momentos en donde la pequeña reía con su nuevo peluche, de reojo las miraba a ambas y más me enamoraba de ellas. la sonrisa de madre embobada que Alina ponía cuando la miraba era algo que debería retratar en una foto, no era necesario que dijera que la amaba o que daba la vida por su hija, ella lo demostraba con palabras y con acciones, estas mismas acciones que yo tanto adoraba.

Debo haber parecido un idiota por mirarlas durante tanto tiempo, que ni siquiera note que habíamos llegado hasta que el chófer lo anunció. Baje del auto y le extendí la mano a ella para que hiciera lo mismo, luego gire hacia la otra puerta para sacar a la pequeña de su silla y la mantuve en brazos hasta que cruzamos la puerta de entrada. La reacción de mi madre al vernos llegar era un poema, su rostro reflejaba una felicidad que no podía ocultar, aunque de haber sabido que mi padre también estaría allí hubiese desistido de ir a cenar a casa, sentí como Alina se escondía detrás de mí por la mirada de desaprobación que él nos daba, en realidad me la daba a mí, pero justo ellas estaban conmigo.

Padre, no sabría que vendrías- le dije en tono amenazante, en mi casa eran mis reglas y él lo comprendía.

Quería saber que era lo que retenía a mi esposa en este lugar y ahora lo he confirmado- dijo mirando como Selene sostenía a su peluche aun en mis brazos.

¿Se quedarán a cenar?- mi madre sonrió complacida con la idea de pasar más tiempo en mi casa, pero mi padre negó rápidamente con la cabeza.

Debemos irnos y tú, no te olvides de tu compromiso- me dijo señalándome con el dedo, cosa que sabía que detestaba.

Alina me quito a Selene de mis brazos y saludo con un asentimiento de cabeza a mi padre, no necesitaba verla para saber que estaba asustada. Paso por el lado de ellos y fue directamente a las escaleras, de seguro subiría a su cuarto hasta que lo que ella consideraba como peligro hubiese pasado y no se equivocaba, la sola mención de mi compromiso había mandado al caño todo el buen humor que había tenido durante el día.