En está historia veremos a una joven, dispuesta hacer lo que sea para salvar la vida de su mamá, pero, ¿Qué pasará con ella, si en el proceso se enamora? Los invito a leer.
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Cap. 21
— ¡Qué perra! ¡Ay!, como la envidio, ese hombre pareces que es todo un semental. —dijo Luchi
—Cállate Luchi, deja de decir estupideces.—dijo la chica muy molesta y se retiró del lugar.
Después de unos minutos salió Paola arreglando su ropa y el pelo.
— Ay, perdón por el ruido, es que cuando estoy con Eykel no puedo controlar mis emociones.— aclaró la rubia.
Sorimar estaba evidentemente molesta, no dijo nada. Salió Eykel de la oficina.
— Vamos a comenzar con la sesión.
— Claro, ahora está livianito. — susurró Luchi.
Entraron al estudio, todos estaban extraños, el ambiente se sentía raro.
— Podemos comenzar ya, por favor, me quiero ir de este lugar.— dijo Sorimar, sin mirar a Eykel.
Todos la miraron, nunca había actuado de esa forma. Continuaron con la sección, pero la modelo no se podía concentrar, solo se imagina a Eykel teniendo sexo con Paola.
— Sorimar necesita relajarte, en todas las fotos se nota que estás muy tensa.— dijo Edwin.
— Puedo tomar un poco de aire fresco?— pidió la señorita.
— Por supuesto, no pasa nada.— aclaró Edwin. Eykel la observaba de reojo.
Salió del estudio, sentía un nudo en la garganta, pero no quería llorar, se preguntó ¿será que estoy enamorada de Eykel? ¿Por qué me molesta tanto que esté con otra mujer?
Estaba parada en el balcón del edificio, mirando a lo lejos, con los ojos a punto de llorar.
— ¿Qué te sucede?— preguntó Eykel detrás de ella.
— Te crees muy macho, ¿verdad?, eres un imbécil.— expresó dolida.
— Tu actitud es de una mujer celosa, y eso no puede ser posible, entre tú y yo no hay nada y jamás lo habrá, lo único que tenemos pendiente es tu virginidad.
— ¡Celosa yo!, qué patético, amo a Maicol, él es un verdadero hombre, si dejo que me toques, si permito que me beses, solamente lo hago porque pagaste por mi virginidad, no te confundas, tú no me interesa.— trató de no ser tan obvia.
Eykel se quedó pensando, no le gustó lo que ella dijo, la agarró por una mano, ella con discreción le gritó, suéltame, él no hizo caso. Volvieron al estudio.
— No hay sesión de fotos, la señorita Sorimar está indispuesta, la voy a llevar a su casa.— explicó el joven.
— Mi sol, ¿qué tienes? — preguntó su amigo.
— Ella lo único que necesitas es descansar, ¿te puedes ir en uno de los autos de la agencia? — dijo Eykel
— No te pregunté a ti, cretino, no voy a dejar a mi amiga sola contigo.— aclaró Luchi.
— No te preocupes Luchi, voy a estar bien.— confirmó Sorimar.
Salieron de la agencia, él la tomaba de la mano como si de su vida se tratara.
Condujo hasta a un hotel cinco estrellas, al llegar, la recepcionista lo saludó, al parecer el era cliente VIP. En ningún momento soltó su mano de la joven, ella era la presa y él el cazador.
Sorimar permaneció callada, pero sentía una sensación en el corazón.
Entraron a una habitación, con una hermosa vista. Para ella era algo que tenía que pasar hace tiempo, y para él solo era un rato y nada más.
— ¿No piensas decir nada?— preguntó él, mientras se desvestía.
—Sí, está noche voy a cenar con Maicol, ¿podemos terminar rápido?
—¡Siempre Maicol!, tranquila, solo vamos a tener sexo, ¿estás lista?
—Jamás, óyeme bien, jamás voy a estar lista para tener "sexo" de esta manera.
— ¡No te estoy obligando!, ¿oh sí?
—No, pero tampoco lo voy a ser por gusto.
— Maldita sea, eso debiste pensarlo antes de venderte como una prostituta, tampoco estoy aquí por gusto, estoy aquí porque quiero follar a la mujer de Maicol Green, quiero que cuando él te acaricies ahí estén mis huellas.
— ¡Patrañas!, ¿acaso Paola no es suficiente mujer para ti?
— ¿Acaso crees que con un polvo puedo saciar mis deseos sexuales?
Él se terminó de quitar la ropa quedando solamente en bóxer, ella permaneció parada, mirándolo fijamente sin hacer nada. Se acercó a ella, le acarició el rostro, la comenzó a besar, al principio la besaba con rabia, pero después que sintió esos dulces labios lo hizo con ternura. Mientras ambos estaban disfrutando de esos besos, él la comenzó a notar extraña.
— No hagas esto difícil, no quiero que sea a la fuerza.— perdió el chico.
Ella no emitió palabra. Él la comenzó a desvestir con mucha delicadeza, con ternura, realmente deseaba poseerla. Ella, al sentir sus suaves manos, recorrido su cuerpo, se erizó de placer.