Raquel Castellano es una adolescente de 15 años, muy dulce y noble.
Le encanta montar a caballo y practica equitación en su hacienda.
Vive con su papá, su mamá y su hermana Laila que es 3 años mayor que ella.
Tobias Lombardi es un magnate de la industria alimentaria, le gusta tener el control de todo lo que le rodea.
Es amargado, tiene un corazón frío, manipulador y despiadado.
Es caprichoso y tiene el Ego por las nubes.
Tobias conocerá a Raquel y quedará enamorado a primera vista, al ser Raquel tan joven tendrá que esperar 3 años para poder hacerla su esposa.
Su matrimonio no empezará de la mejor manera y eso dejara cicatrices emocionales en Raquel.
(El contenido de está novela fue editado, las personas que la lean por primera vez pensaran que algunos comentarios no coninciden con lo que dice en el capítulo, eso es porque tuve que editarla para que no la quitaran de la plataforma)
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Haz tú maleta, mañana iremos.
3 meses después.
Era el cumpleaños de mi padre, el hombre más importante de mi vida.
Le pedí a Tobías que me dejara ir pero no quiso. Al menos está vez se negó desde el principio y no me hizo ilusionarme.
2 meses después.
Era mi cumpleaños, pensé que mis padres vendrían a verme pero no lo hicieron, solo me llamaron para felicitarme y colgaron.
Claudia también me llamó.
Sandra no se tomó la molestia.
En la noche ví drones adornando el cielo con la palabra "feliz cumpleaños".
Era mi cumpleaños pero feliz no estaba.
Así que cerré la ventana y me fui a dormir.
Un día antes le pedí a Tobías que me dejara ir a visitar a mi familia y se negó.
Ahora que no venga a tener detalles conmigo.
Siempre dice pide lo que quieras y lo tendrás pero cuando le pido algo me lo niega.
— Bajemos, te prepare algo. — Entró a la habitación y se paro cerca de la cama.
— No quiero nada de tí. — Seguí acostada sin verlo a la cara.
— Esto te gustará, te lo aseguro. — Tomó mi mano y me jaló.
— Te dije que no quiero ir. Déjame en paz por lo menos hoy.
— No llores, te daré lo que me pidas pero no llores. — Me limpiaba las lágrimas.
— Quiero que te cambies de habitación. —Me quité sus manos de encima.
— No puedo, prometo que seguiré sin tocarte pero no me eches de tu lado.
— Entonces déjame dormir sola por lo menos una semana.
— Está bien.
...1 mes después....
...N. Tobías....
Hoy es nuestro primer aniversario. Preparé una cena muy especial para los dos.
No puedo decir que la relación ha mejorado, desde hace 6 meses no la toco y ella está más tranquila pero ya no sale, se la vive encerrada en nuestra habitación.
Llegaron las 8.
Raquel bajó, traía puesto un vestido celeste que le llegaba abajo de las rodillas, estaba hermosa.
Le acomodé la silla y ella se sentó.
Le di mi regalo de aniversario.
Lo abrió pero no cambio la expresión de infelicidad que tenía en el rostro.
— Gracias. Yo no te compré nada. —Dejó mi regalo sobre la mesa.
— Sólo necesitó algo para ser feliz. — Le tomé la mano y me acerqué a ella. Raquel evadió mi beso.
— No puedo darte lo que tú quieres.
— ¿Porqué?, ya pasaron varios meses.
— Lo que me hiciste no se olvida en unos meses.
— No lo olvidas, ¿o no lo quieres olvidar?
— No sabes cómo me gustaría olvídarlo. Me gustaría olvidar que estoy casada contigo. Me gustaría olvidar que hace un año me pasó lo peor que le puede pasar a una mujer.
— Raquel. Lo que y hice esa noche estuvo mal pero...
— No fue sólo lo de esa noche. — Se levantó de la mesa. — ¿Crees que me gustó casarme con un completo extraño?, ¿crees que me gustó entrar en una pelea con mi hermana?, ¿crees que me gustó perder a una amiga y a mi...? — Se quedó callada. Luego trató de irse pero la detuve.
— ¿Al Imbécil de Justin?, ¿eso ibas a decir verdad?. — Le apreté la muñeca.
— Me estás lastimando.
— Tú me has lastimado más con tú indiferencia, con tú rechazó.
— Si tanto te molesta dame el divorcio.
— No te lo voy a dar. Ni ahora ni nunca.
Ella me apartó y subió las escaleras. Yo fuí detrás de ella. Al entrar en la habitación se acostó en la cama y yo me subí encima de ella.
— ¿Qué estás haciendo.?
— Sólo quiero recordarte el día que me convertí en tu primer hombre.
— Estás loco déjame. — Me miró con odio.
No soporté esa mirada. Besé sus labios, y le rompí el vestido.
— Para, te lo ruego.
No le hice caso.
— Dejá de poner resistencia o te dolerá.
— Por favor déjame. — Se movía pero su fuerza no era nada comparada con la mía. La tomé a mi antojo. Necesitaba quitarme las ganas que tenía.
Al día siguiente.
...Raquel....
Ya no soporto mi vida. Cómo me gustaría desaparecer de esté lugar. El sigue abusando de mi y ya no lo toleró.
Extraño a mi familia. Quiero ir con ellos decirles la pesadilla que estoy viviendo y que me ayuden a cambiar todo ésto.
Quería pedirle a Tobias que me dejará ir a visitarlos. Pero ¿para que me molestó en preguntar?
Está era mi vida ahora, estar encerrada sin ver a nadie que no sea Genoveva y el resto de los empleados.
...Días después....
Decidí intentar. En la noche esperé a que el regresará.
— Buenas noches amor. — Me saludó el.
— Buenas noches. — Traté de sonreír pero no soy buena fingiendo.
— ¿Cenamos?
— Claro. — El me hizo señas para ir delante de él.
En el comedor me acomodó el asiento.
— Yo... Yo ...
— ¿Necesitas algo?
— Mmm, yo... Yo quería pedirte que me dejarás...
— ¿Ir con tu familia?
— Si.
— Haz tú maleta, mañana iremos.
— ¿De verdad?. — Está vez sonreí de verdad.
— Si.
— Gracias. Muchas gracias. — Me levanté y fuí corriendo a hacer mis maletas.