Dicen que la historia la escriben los vencedores.
Que los héroes son solo villanos que supieron contar mejor su versión.
Yo no crecí con cuentos de hadas.
Crecí con sus sombras.
Mi nombre es Hope Michelson.
Soy la hija de una loba alfa y del híbrido más temido del mundo.
Llevo en la sangre la magia de los brujos, la furia de los licántropos y la sed eterna de los vampiros.
Mi linaje está marcado por la tragedia, la traición… y el poder.
Durante siglos, mi familia fue temida por todos.
Hasta que fueron malditos, encerrados en un sueño del que solo yo puedo liberarlos.
Pero para hacerlo, debo encontrar al Doppelgänger.
Y tomar su sangre.
Esta es mi historia.
La historia de una heredera sin reino,
de una hija sin padre,
de una bestia con corazón humano.
Mi historia… y la de un linaje maldito.
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capítulo 19
POV Hope
El aire del bosque temblaba.
El cielo había comenzado a teñirse de un rojo profundo, anunciando el inicio del eclipse lunar. Las ramas crujían como si una fuerza invisible las tensara desde lo más profundo de la tierra. Todo estaba en su sitio. El círculo ancestral marcado por la magia, los símbolos escritos con la sangre de los traidores… y en el centro del altar, el cuerpo inerte de Stefan, aún atado, con los ojos bien abiertos y el alma paralizada por el miedo.
Jay sostenía la urna de obsidiana que contenía las cenizas de Agnes, la bruja que había sellado la maldición. Yo me encontraba frente a él, mis manos extendidas sobre la tierra húmeda, entonando las palabras olvidadas en lenguas prohibidas. La energía vibraba en mi pecho con una intensidad que dolía.
— De la tierra que selló su furia...
— De la sangre que los traicionó...
— De la luna que los castigó...
Una ráfaga de viento sacudió el bosque, y la niebla se volvió más espesa, más viva. Apreté los dientes. Estaba por terminar. Estaba tan cerca. Solo faltaba el último paso. Mi sangre.
Pero entonces, la bruma se condensó frente a mí. Una figura comenzó a materializarse en medio del círculo. Su silueta era difusa, pero su voz… su voz me atravesó como un cuchillo caliente.
— Hope…
Mis labios temblaron.
— …mamá…
El espíritu se reveló por completo. Era ella. Su rostro, su cabello, su porte… pero algo en sus ojos no coincidía. Algo me perturbó, como una nota desafinada en una canción que conoces desde siempre.
— Detente —susurró—. No lo hagas. Si los liberas… liberarás la oscuridad con ellos. Liberarás la maldad sobre la humanidad.
Tragué saliva con fuerza.
— No… no puede ser… —mis piernas tambaleaban. El ritual exigía control. Yo me estaba quebrando—. Eres solo un engaño… una ilusión enviada para detenerme.
— No, cariño. Soy real. Soy lo que queda de tu madre… atrapada entre este mundo y el otro.
— ¿Por qué ahora? —dije, con lágrimas cayendo ya sin disimulo—. ¡Doscientos años! ¡Doscientos años sola! ¡Buscando una forma de traerlos de vuelta, de sanar, de sentirme entera otra vez!
— Lo sé… —susurró con una ternura tan genuina que dolía—. Pero ellos… los Michelson… merecen estar donde están. No son salvadores. No son mártires. Son demonios con rostros angelicales. Lobos con piel de oveja.
— ¡No hables así de mi familia! —grité, aunque mi voz se quebró en pedazos.
Ella dio un paso más.
— Si los liberas… la guerra por la supervivencia humana comenzará. No habrá paz. No habrá redención. Solo muerte… y caos.
Mis dedos apretaban con fuerza la daga ceremonial. Estaba al borde. Mi alma se dividía entre lo que anhelaba… y lo que temía.
— Yo solo quería escucharlo… —susurré, derrotada—. Solo una vez más… quería que papá me dijera mi apodo… ¿lo recuerdas? ¿Recuerdas cómo me llamaba?
El espíritu sonrió con melancolía.
— Lobita… así te decía.
Mis labios se curvaron… pero mi mirada no se suavizó.
— Tendrías que haberte esforzado más si querías convencerme —musité con frialdad—. Porque no me decía lobita…
Y sin más, corté mi palma. Tres gotas gruesas de sangre cayeron sobre el símbolo central del círculo.
La tierra tembló.
— ¡Nooooo! —gritó el espíritu, su forma distorsionándose, desvaneciéndose en un remolino de sombras.
Una grieta se abrió bajo mis pies. Un rugido ancestral emergió de lo profundo, un clamor de cientos de voces atrapadas en silencio durante siglos. Las raíces de los árboles crujieron, el suelo se partió, y de las entrañas de la tierra, cinco esferas de energía se elevaron, como almas ardiendo en fuego blanco.
La niebla se volvió densa como alquitrán.
— Ya están despiertos… —alcancé a decir, con una sonrisa apenas visible antes de caer inconsciente.
***
POV Jay
— ¡Hope! —grité, corriendo hacia ella.
La atrapé justo antes de que su cabeza golpeara el suelo. Su cuerpo estaba frío, su magia drenada por completo. La había dado toda por este momento.
Y lo había logrado.
A nuestro alrededor, el aire se tornó imposible de respirar. Las esferas comenzaron a tomar forma. Figuras humanas, imponentes. El primero en emerger fue Él. Nicolai.
El Original.
Su cabello oscuro ondeaba en el aire como si la brisa lo reconociera. Sus ojos, un abismo dorado. A su lado, sus hermanos y hermanas aparecieron uno a uno. Elijah, con su porte de noble eterno; Rebekah, bella y letal; Kol, con su sonrisa cruel; y Finn, el más silencioso de todos… pero con la mirada más oscura.
Stefan, aún atado al poste, presenció todo. Su rostro era puro terror.
Nicolai miró hacia mí, y al ver a Hope en mis brazos, frunció el ceño.
— ¿Qué sucedió? —preguntó con una voz que no era humana, ni del todo viva.
— Su magia se drenó, señor… solo necesita descanso.
El rostro de Nicolai se suavizó por un instante. Se arrodilló junto a mí, acariciando la mejilla de su hija. Por un segundo, su expresión fue de puro amor… hasta que escuchó mis palabras siguientes.
— Doscientos años, mi señor… dormían desde hace dos siglos.
Él se detuvo. Miró a sus hermanos. Luego, sus ojos se clavaron en Stefan.
— Vaya… —musitó con una sonrisa que helaba la sangre—. Sé que están hambrientos… pero regresen pronto. Esto… no se quedará así.
Kol rió como un depredador liberado.
— ¿Y este es el Doppelgänger? —preguntó mientras se acercaba a Stefan—. ¿Con este se suponía que iban a detenernos?
— No lo subestimen —dijo Elijah, con la voz serena—. Él nos trajo de vuelta… aunque no fuera su intención.
Stefan no podía hablar. Temblaba. Estaba quebrado.
— ¿Qué hacemos con él? —preguntó Rebekah, cruzando los brazos—. ¿Lo matamos?
Nicolai se puso de pie lentamente. Sostuvo a Hope en sus brazos y habló sin girarse.
— No ahora. Aún le queda un propósito. Y su castigo... será mucho más lento.
Luego de esas palabras, comenzó a caminar entre los árboles. Sus hermanos lo siguieron. La niebla se apartaba a su paso. La tierra parecía inclinarse.
****
POV Hope
Horas después…
Abrí los ojos lentamente.
El techo de mi habitación. La luz tenue de los candelabros. El aroma a madera y magia antigua.
Me incorporé con dificultad.
— Ya despertaste… —dijo Jay desde un sillón cercano.
— ¿Ellos…?
— Están aquí. Se han ido a “cazar”, como dijeron. Pero volverán. Nicolai no se separó de ti hasta que confirmé que estabas estable.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla. Después de siglos... ya no estaba sola.
— Jay… se acerca una guerra.
— Lo sé —dijo, levantándose—. Pero ahora... tienes a tu familia. Y a mí.
Lo miré con una sonrisa débil.
— Entonces vamos a ganar.
Fuera, la luna terminaba su eclipse.
Y la noche... solo estaba comenzando.