Luego de una decepción amorosa Lila viaja a Londres buscando la contención de su padre pero en el camino encuentra algo más que solo amor y contención familia. Una nueva historia da comienzo en medio de toda su crisis sentimental.
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capítulo 19
El jardín de la casa estaba bañado por la suave luz del atardecer. Lila salió al exterior con un cigarrillo entre los dedos y una copa de vino en la otra mano. El almuerzo había sido una mezcla de recuerdos, silencios cargados y miradas difíciles de ignorar. Se sentó en una de las sillas de hierro forjado, con la vista fija en el horizonte. Encendió el cigarro con calma, inhalando profundamente, como si en ese humo pudiera soltar todo lo que le pesaba.
—Sabía que te encontraría aquí —dijo Dimitri, acercándose sin avisar.
Lila soltó el aire lentamente y giró apenas el rostro.
—Antes de que empieces —dijo, sin mirarlo— déjame decirte que entre Vladímir y yo no hay nada... solo fue un impulso, una tontería del momento.
Dimitri levantó ambas manos, mostrando las palmas en son de paz.
—No vine a hablar de eso ahora —replicó con voz tranquila—. Lo que quiero saber es por qué tu ex está aquí... en tu mismo hotel, como si no fuera la cosa más sospechosa del mundo.
Lila soltó una carcajada breve, seca.
—No lo sé, Dimitri. Como viste y presenciaste, me encontró justo cuando salía del hotel. No tengo ni idea de qué pretende.
—Ese imbécil... —gruñó Dimitri, pasando una mano por su cabello—. Muy bien. Entonces tendré que dejarle claro que se largue.
—Déjalo así —dijo Lila, dando una calada más—. Se cansará y se irá por su cuenta. Yo no voy a volver con él.
—¿No?
—No. No solo tú tienes heridas profundas marcadas por nuestros padres. Yo no quiero repetir su historia… Papá perdonó muchas veces a mamá antes de decidirse a separarse. Una sola traición me basta. Si no puedo confiar en el hombre que está a mi lado, entonces está claro que no es para mí.
Dimitri asintió despacio. Tomó asiento junto a su hermana, aceptando el cigarro que ella le ofreció y encendiéndolo sin decir palabra. El humo ascendió en silencio entre ambos.
—Y… ¿qué hay con Vladímir? —preguntó finalmente.
Lila frunció el ceño.
—¿Qué hay con qué?
Dimitri la miró con esa expresión suya que decía “no me tomes por tonto”. Lila suspiró, girando el rostro hacia él.
—No hay nada. Solo lo besé por rabia… odio que la gente siempre piense lo peor de mí por ser modelo, por ser libre, por no ajustarme a lo que se espera de una mujer "respetable". Si eso es lo que quieren creer, entonces les doy razones. Cuando Vladímir me acusó de ser su amante por una foto insignificante, decidí no sacarlo de su error. Que piense lo que quiera.
—Comprendo... —murmuró Dimitri tras unos segundos de silencio—. Pero aun así, Lila, las personas no son juguetes. No puedes utilizar a los hombres a tu antojo. Vladímir es mi amigo.
Lila alzó una ceja.
—¿Es una advertencia?
—Es una preocupación —respondió él, dándole una calada a su cigarro—. Me preocupa él. Vladímir no es de los que juegan con las mujeres. En los años que lo conozco, solo tuvo una novia y terminó hecho trizas por ella. No quiero que, en medio de tu confusión, lo uses y lo lastimes.
Ella se quedó en silencio, observando las volutas de humo.
—Vaya… pareces más hermano de él que mío.
Dimitri sonrió apenas, con nostalgia.
—Es que lo soy. Puede sonar cruel, pero en estos seis años, él y Leo se convirtieron en mis hermanos, en mi apoyo cuando no tenía a nadie. Solo quiero que estén bien. Y no me corresponde decirlo, pero si en verdad estuvieras interesada en Vladímir, no me molestaría. Es un gran hombre, sé que te cuidaría. Pero si no lo estás… no juegues con él.
Lila bajó la mirada. No respondió, pero asintió despacio. Dimitri entendió el mensaje y no insistió. Permanecieron unos minutos más en silencio, disfrutando del atardecer, y luego regresaron a la casa.
***
Horas más tarde, mientras el sol terminaba de ocultarse, Leo apareció en la sala con una sonrisa traviesa y una copa en la mano.
—¡Chicas! Nos vamos a nuestro bar. Dimitri dice que esta noche hay música en vivo.
—¿Tiene un bar? —preguntó Carla, emocionada.
—Sí… —respondió Leo con una sonrisa pícara— entre otros negocios. Vamos, ¿qué dicen?
Carla miró a Lila con ojos brillantes.
—¿Vamos? ¡Por favor! Me muero por ver eso.
Lila alzó una ceja, y al mirar a Dimitri, él asintió en silencio. Finalmente, Lila se encogió de hombros.
—Está bien. Vamos.
Tras despedirse de sus padres, los cinco subieron al auto y se dirigieron al club. El lugar era una joya escondida en el corazón de la ciudad: un edificio de estilo industrial con luces tenues, un escenario en el centro y un ambiente bohemio, elegante y vibrante. El DJ comenzaba a mezclar música suave cuando llegaron, y poco a poco la pista fue llenándose.
Dimitri no quitó los ojos de Carla en toda la noche. La forma en que se reía, cómo se movía al ritmo de la música… todo en ella lo atrapaba. La invitó a bailar y ella aceptó encantada. La pista los recibió con luces danzantes y un ritmo envolvente. Bailaron pegados, en perfecta sincronía, como si sus cuerpos se conocieran desde antes.
Lo que Dimitri no notó —absorto como estaba— fue que, a pocos metros, Vladímir y Lila también bailaban. Y lo hacían aún más cerca. Sus cuerpos apenas dejaban espacio entre ellos. Lila tenía los brazos alrededor del cuello de Vladímir, y él la sujetaba por la cintura como si no quisiera soltarla. La música hacía vibrar el aire, pero ellos parecían moverse a un ritmo propio, ajeno al resto del mundo.
Leo, al ver a los cuatro perdidos en sus burbujas privadas, decidió no quedarse atrás. Se acercó a la barra, cruzó un par de palabras con una mujer misteriosa de vestido rojo, y poco después ya estaban bailando juntos con una química palpable.
La noche transcurrió entre risas, tragos y miradas que hablaban más que cualquier palabra. Cuando el reloj marcó las tres de la madrugada, decidieron regresar. Salieron del club con los rostros encendidos por el alcohol y la euforia.
Al llegar al hotel, Leo se despidió con su acompañante y se perdió en la oscuridad con ella. Dimitri, caballeroso, acompañó a Carla hasta su habitación en el sexto piso.
—Gracias por esta noche —dijo ella al llegar a la puerta.
—Gracias a ti… por ser tan auténtica —respondió él, rozando su mejilla con los labios antes de despedirse. Pero antes de que el contacto se rompiera Carla lo tomó del cuello y lo besó para luego ingresar con él a la habitación...
***
Mientras tanto, Lila y Vladímir quedaron solos en el pasillo.
—¿Quieres subir? —preguntó ella con una sonrisa ambigua.
Vladímir la miró a los ojos. No respondió enseguida.
—Solo si no haces propuestas que luego no puedas cumplir.
Lila arqueó una ceja, divertida.
—De acuerdo… vamos.
Él asintió, y sin más palabras caminaron juntos hacia el ascensor. Cuando las puertas se cerraron tras ellos, el silencio se cargó de tensión. Lila lo miró de reojo. Vladímir metió las manos en los bolsillos, pero no dejó de observarla.
—¿No vas a arrepentirte? —preguntó.
—No —respondió ella sin vacilar.
—Entonces no me detendré.
Y no lo hizo.
El ascensor subió en silencio. Al llegar a la planta, Lila caminó delante, con las llaves en la mano. Abrió la puerta de su habitación y lo miró por encima del hombro.
—¿Vienes?
Vladímir entró sin dudar.
Esa noche no hubo espacio para los fantasmas del pasado, ni para los miedos. No sabía si era producto del alcohol o solo del deseo que le provocaba ese hombre cada vez que la miraba, pero era la segunda vez que sentía la necesidad de sentir más que sus labios y luego de la charla que había tenido con Carla decidió dejar sus propios prejuicios de lado y dar ese salto al vacío...
dañó a su familia por un desliz que ni siquiera fue seguro.
Su madre se merecía eso por dañar todo.
Pero Lila no
Básicamente ellos dañaron la relación de sus hijos.
TODO.
Ella traicionó a su familia, y luego hizo escoger a sus hijos, más que nada el hecho de que el otro se enteró de la peor forma, no fue capaz de nada.
le segunda el padre al no ser fuerte y dejarla a tiempo, que dañó a sus hijos.
y para colmo ella se descarga con su hermano que no tiene culpa, no es obligación querer hablar con su madre
Que fastidio cuando dices algo y no cumplen, yo me largaba de ahí 🙄🙄
dos hermanos y ahora con quién. dioooooos que dilema