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Status: En proceso
Genre:Terror / Aventura / Viaje a un juego / Supersistema / Mitos y leyendas / Juegos y desafíos
Popularitas:518
Nilai: 5
nombre de autor: Ezequiel Gil

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Un juego perdido. Una leyenda urbana.
Pero cuando Franco - o Leo, para los amigos - logra iniciarlo, las reglas cambian.
Cada nivel exige más: micrófono, cámara, control.
Y cuanto más real se vuelve el juego...
más difícil es salir.

NovelToon tiene autorización de Ezequiel Gil para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 2: Parámetros.

—Mirá, Lucas. Presta atención porque esto también es enseñanza para la vida —dije, mientras abría el bloc de notas con los archivos del juego—. Andá buscando hielos para la Coca, que me vas a tener que comprar.

Lucas me miró con cara de “dale, genio, sorprendeme”, mientras se acomodaba en la silla de al lado. El juego todavía estaba ahí, congelado en negro. Pero esta vez yo tenía el control.

—¿Y qué vas a hacer? —preguntó.

—Cambiar los elementos —dije con aires de hacker, aunque por dentro no sabía bien qué estaba haciendo.

Empecé a revisar los archivos internos. No había carpetas con nombres normales, sino cosas como NVL_01, SYS_BG, ACT_MURLO. Nombres raros, medio cortados, como si hubieran sido hechos a las apuradas… o como si hubieran sido escondidos.

Abrí uno que se llamaba NVL_01 y dentro había otra carpeta: ENEMIGOS > MURLO > VIDA. Sonreí. No dije nada, pero Lucas me miró raro.

—¿Encontraste algo?

—No, nada, cosas mías —respondí mientras mantenía la cara neutra.

En la misma carpeta, al lado del archivo de “Murlo”, había otro que decía OBJ_HACHA. Abrí ese también. Era un archivo de texto plano con líneas que cualquiera entendería: durabilidad\=999, peso\=2.5, daño\=12.

Y abajo, algo interesante: tipo\=arma_indestructible.

Sonreí de nuevo. Copié esa línea, la pegué en el archivo del hacha en su lugar puse el de Murlo.

—Listo —dije, cerrando todo con un clic—. Vamos a ver si funciona.

Volvimos al juego. Otra vez el personaje estilo Blanka, otra vez los enemigos torpes de 16 bits. Todo igual. Pero esta vez, cuando agarramos el hacha, la barra de vida no bajó. Y cuando encontramos a Murlo…

—¡Le sacamos vida! —gritó Lucas como si hubiéramos ganado un Mundial.

Después de un par de golpes certeros, Murlo cayó al lago con el típico grito digital de los 90. La pantalla titiló. Un mensaje apareció: FELICIDADES. HA SUPERADO EL PRIMER NIVEL.

—Amigo… —dijo Lucas—. Nos convertimos en hackers.

—No somos hackers —le dije—. Somos artistas del código.

Nos reímos como idiotas durante un minuto entero, mientras el juego nos llevaba automáticamente al segundo nivel.

Al principio parecía igual. Pero había algo… extraño.

Los enemigos ahora gritaban al morir. No como antes. Gritaban… distinto. Como si el sonido estuviera al revés. Era un chillido que se metía bajo la piel. Uno incluso dijo algo, o eso creí escuchar.

—¿Escuchaste eso? —le pregunté a Lucas.

—¿Qué cosa?

—Nada, nada…

Se me erizó la piel.

Seguimos. Aparecieron objetos en el camino: piedras, jarrones, cajas. Podíamos agarrarlos y tirarlos con una nueva tecla: la B. Cuando mantenías apretado, el personaje cargaba fuerza. Si soltabas rápido, tiraba cerca. Si esperabas, tiraba más lejos. En un arco. Como un juego dentro del juego.

Nos pasamos diez minutos tirándole piedras a todo lo que se movía.

—¡Tenés puntería, eh! —dijo Lucas.

—Obvio. En mí otra vida era francotirador.

Pero el humor se fue cuando aparecieron los pájaros.

No se los podía golpear con el hacha. Solo con piedras. Te atacaban de arriba, chillaban feo, y si te agarraban mal parado, te mataban de un golpe. Tuvimos que repetir varias veces.

Hasta que llegamos al jefe del nivel.

Un pájaro enorme. Volaba tan alto que nuestras piedras no llegaban. Ni cargándolas al máximo. Intentamos saltar, buscar plataformas, todo. Nada.

—¿Y si modificás el salto? —preguntó Lucas.

—¿Qué?

—Sí… como hiciste con el hacha.

Me quedé en silencio. Después, me levanté y abrí el archivo. PLR_JMP. Ahí estaba: jump_force\=3. Lo cambié a 5.

Volvimos al juego. El personaje ahora saltaba como si tuviera muelles en las piernas. Saltamos, tiramos, acertamos.

El pájaro se partió al medio con un chillido distorsionado.

Pantalla negra. Nivel superado.

Lucas me miró con una sonrisa enorme.

—Tenés que subir esto a internet. Seguro nadie lo hizo así.

Buscamos en foros. Y no era cierto. No éramos los únicos.

Había miles de personas compartiendo soluciones. Unos modificaban la piedra para que volara más lejos. Otros hacían que el pájaro apareciera más abajo. Había una comunidad entera buscando formas de romper el juego para seguir adelante.

Modificar los parámetros, era lo más básico.

Pero todos decían lo mismo: nadie pudo pasar del nivel 7.

Y abajo de uno de los hilos, alguien comentó algo que nos dejó helados:

"El youtuber AlekzCore lo intentó. Llegó al nivel 7. Subió un video en blanco. Después desapareció. Su cuenta quedó con una sola nota: ‘Lo entendí. Pero no era para mí.’”

Lucas me miró sin decir nada. La pantalla seguía en negro.

Y por primera vez, no parecía tan gracioso eso de ser artista del código.

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