Una noche ardiente e imprevista. Un matrimonio arreglado. Una promesa entre familias que no se puede romper. Un secreto escondido de la Mafia y de la Ley.
Anne Hill lo único que busca es escapar de su matrimonio con Renzo Mancini, un poderoso CEO y jefe mafioso de Los Ángeles, pero el deseo, el amor y un terrible secreto complicarán su escape.
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#16
Anne no dio crédito a esas palabras. Parecía una broma de muy mal gusto. Hace un tiempo, le habría encantado que Justin le confesara algo así. Ahora, solo le producía dolor e indignación, aunque no pensaba demostrarlo. Fríamente, dijo:
—Estás con mi hermanastra, Justin. Ella ya me contó lo “felices” que son juntos… Además, te vi entrar a su alcoba hoy. Deberías ahorrarte el descaro…
—Anne, puedo explicártelo todo. Esta fue la única manera que encontré para acercarme a ti. Al terminar la escuela, respondí tus mensajes, pero tú jamás contestaste los míos. Y cuando intenté llamarte a tu casa, tu madrastra me dijo que no debería molestarte, pues estabas preparándote para entrar a la universidad.
Oír eso fue como un baldazo de agua fría para Anne. Beth tampoco había podido comunicarse con ella, pues Leticia le había quitado su móvil. Y ahora, por si fuera poco, se enteraba que también le había mentido a Justin por teléfono…
Sin embargo…
—Esas no son excusas como para que te pongas a salir con Charleen…—sentenció — ¿Sabes qué, Justin? Esto ya no es gracioso…
—Perdóname, es que yo…
Antes de que Justin pudiera continuar hablando, Charleen apareció por detrás de ellos, luego de bajar las escaleras. Ella carraspeó y lanzó una mirada furibunda a Anne. Justin miró a su novia y recuperó la compostura armando una sonrisa.
Charleen se dirigió a Justin fingiendo dulzura:
—Amor, ¿podrías esperarme en mi alcoba? Quisiera hablar de unos asuntos con mi hermana mayor…
—Okey… No hay problema, bebé — respondió Justin, metiéndose las manos en los bolsillos y encaminándose hacia las escaleras.
Anne y Charleen se quedaron solas.
—No tienes vergüenza, Anne. Ya supéralo: Justin no te quiere. Está conmigo.
—¿De qué estás hablando? No digas tonterías, Charleen.
Anne no deseaba gastar sus energías en los planteos tontos de su hermanastra. Por eso, se encaminó hacia las escaleras, pretendiendo dejarla con la palabra en la boca.
—Ten cuidado, hermana… — soltó Charleen con lengua venenosa— Que tengas un prometido más rico que el mío no te hace mejor. De todos modos, me compadezco de ti: serás una esposa que no recibirá la atención que necesita — y sonrió con malicia, pensando que un hombre tan hermoso, rico pero gay sería el castigo perfecto para Anne—Pero no por eso deberías sabotear la felicidad de los otros…
La arrogancia de Charleen era insoportable. Anne tenía ganas de soltar todo lo que le había confesado Justin minutos atrás, borrar su sonrisa burlona y estúpida. Pero no podía, no era prudente. En lugar de eso, le advirtió:
—La que debería tener cuidado, eres tú, Charleen. No fui yo quien buscó a Justin: él solo se acercó a saludarme…
Sin decir nada más, Anne siguió camino hasta su alcoba, dejando a Charleen con una sonrisa retorcida de odio.
Anne volvió a encerrarse en su cuarto. No quería salir de ahí; si fuera por ella, no saldría nunca. La situación era tan estresante…
En un momento, miró su celular y buscó el número de Justin. Aun lo conservaba y hacía mucho que no contemplaba su foto de perfil. Más allá de que, en sus épocas de escuela, Anne había empezado a ver a Justin de otra manera, él siempre había sido un buen amigo…
—Me duele haberte perdido — dijo Anne contemplando la imagen sonriente del chico — Aunque no fueras mi novio, eras una buena persona conmigo. Quisiera que hubiéramos seguido siendo amigos…
Anne sintió ganas de llorar, pero se aguantó. Cerró los párpados con fuerza para que no se le escapara ni una lágrima y suspiró largamente.
—Si tan solo mi madrastra no se hubiese metido en medio… Quizás ahora no estarías con Charleen.
De repente, el móvil vibró entre sus manos. Sorprendida, Anne descubrió que tenía un mensaje de Justin.
Sus manos temblaron…¿Qué es lo que querría ahora?
—Quizás deba ignorarlo…
Sin embargo, su curiosidad fue más poderosa. Entonces, abrió el mensaje que decía:
“Anne, créeme: salgo con tu hermana porque pensé que sería la única manera de acercarme a ti sin que me echen de tu casa.”
Anne no sabía qué pensar. Esto era demasiado dramático y la decisión de Justin no le parecía correcta a pesar de sus supuestas intenciones.
Él siguió escribiendo:
“Sé que sientes algo por mi… Déjame ayudarte”
Los labios de Anne temblaron y sus ojos se empañaron.
“Te esperaré en la primera área de descanso de la carretera Puebla, en el segundo estacionamiento. Iré con mi carro azul mañana ¿recuerdas cual es? Te he llevado a jugar bolos en ese mismo carro…Sé que los Mancini tomaran esa ruta para llegar al aeropuerto. Solo pídeles que paren en ese punto para ir al toilette y búscame… Escaparemos, Anne. Y, al fin, podremos tener una nueva oportunidad…”
Luego de eso, Justin no volvió a escribir pero seguía en línea. Quizás, estaba aguardando una respuesta.
—Escapar… —susurró Anne — ¿Está hablando en serio?
Anne dudó. No podía ser real… Sin embargo…
“Okey…”, escribió en su móvil, y luego, presionó “enviar”. Su corazón era un caos.
Más tarde, el ama de llaves le llamó para cenar. Al salir de su alcoba, vio a Justin y Charleen caminando por delante, yendo alegremente de la mano, adelantándose para bajar las escaleras.
Anne se quedó inmóvil, esperando a que ellos bajaran primero. Luego de la confesión de Justin y su propuesta para escapar, verlos así era desconcertante.
Pero necesitaba aferrarse a algo…
“No importa”, pensó Anne, “Pase lo que pasé, esta es la única nueva posibilidad que tengo. Debo aprovecharla…”
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