Entre Las Garras De La Villana

Almudena estaba en la habitación de las criadas, preparándose en silencio. Se guardo sigilosamente una daga y algunos venenos consigo. Lo primero era dormir a aquella pequeña zorra y llevarla a un lugar apartado. La chica ya lista salió del lugar recorriendo el palacio hasta estar frente a la habitación de Nerys, la criada llevaba en sus manos una bandeja con comida que Nerys había pedido. Al ingresar dejo la bandeja frente a una mesilla, mientras Nerys se levantaba como si fuera la dueña de todo el lugar, la chica bebió de la copa, luego miro a la criada con desdén.

—Tu eres la criada de Aery ¿no es así?—

Almudena se inclino asintiendo. Nerys se tapo la boca con un pañuelo mientras soltaba una risita arrogante..

—Es un lastima, que desperdiciaras tu tiempo con esa princesita— la chica hizo un movimiento con su mano restándole importancia a lo que acababa de decir —por suerte para ti, soy muy bondadosa, te dejare servirme.

Almudena continuaba en silencio, la verdad era que ni siquiera estaba poniéndole cuidado a lo que esa repugnante mujer decía, a ella eso no le interesaba nada, pues solo estaba esperando pacientemente a que el sedante hiciera efecto y así fue, pocos minutos después Nerys empezó a marearse.

—¿Qué me esta pasando? ¿Qué le echaste a mi comida maldita criada?— Nerys callo al suelo desmayada.

Almudena dejo pasar a el hombre que contrato para ayudarla a sacar a la mujer, y así lo hicieron, fue complicado pero lo lograron. amarrada en una cabaña del bosque, Nerys despertaba con el olor de unas hiervas, al aclararse su vista, pudo ver frente a ella a esa criada.

—Tu... libérame de inmediato, si no lo haces juro que te matare igual que a tu ama—

—Mejor ya deje de hablar estupideces, usted no va a salir de este lugar— le dijo Almudena con tranquilidad, mientras organizaba sus dagas y sus venenos.

—¡El príncipe Kaelion vendrá a buscarme! ¿acaso no sabes que soy el amor de el príncipe?— Almudena solo se rio —Kaelion apenas se entere ira con su padre y hará lo que el le pida con tal de venir a rescatarme, si no llega a tiempo te aseguro que te matara de la peor manera.

—Mire, para su información... en estos momento no estoy siguiendo ordenes de mi señora, si no del príncipe Kaelion— Dijo Almudena con una gran sonrisa en el rostro, mientras paseaba la daga por sus manos.

Nerys la miraba con horror, mientras se movía tratando de liberarse de las cuerdas que la amarraban a la silla, necesitaba salir de allí ya mismo. La mirada de almudena era la de una desquiciada, si no lograba escapar sin duda esa mujer la mataría lentamente.

—¡Eso es mentira! ¡Kaelion me ama!— Dijo con la voz temblorosa

—Quizás antes —replicó Almudena con una sonrisa gélida—. Pero desde que se enteró que usted no es más que la amante que su padre usó como una herramienta... se decepcionó de usted.

Nerys abrió sus ojos sorprendida, ella no podía creer lo que esa criada estaba diciendo, su Kaelion no podía haberse enterado. Almudena guardó los frascos de veneno en una pequeña bolsa de cuero y se acercó con paso firme hacia Nerys, quien no dejaba de forcejear en vano. La silla crujía bajo su peso, pero las cuerdas no cedían. La criada no dijo una sola palabra más, ya no era necesario. Las charlas habían terminado.

—No... no, espera —suplicó Nerys al ver el brillo de la daga en manos de Almudena—. Podemos llegar a un acuerdo, yo puedo darte lo que quieras...

Pero Almudena solo ladeó la cabeza, con una sonrisa que parecía más una mueca.

—Mi señora te quería ver sufrir —dijo finalmente—, y yo cumplo las órdenes al pie de la letra.

Sin previo aviso, hundió la hoja de la daga en el muslo izquierdo de Nerys. La chica gritó con fuerza, su cuerpo se arqueó del dolor. Almudena la observó en silencio, impasible, mientras la sangre empezaba a empapar la tela de su vestido.

—Eso fue por llamarla “princesita fracasada” —susurró.

Nerys intentaba contener las lágrimas, pero era inútil. Estaba completamente a merced de aquella mujer que no parecía tener alma. La siguiente herida vino en el brazo, un corte profundo, preciso, como si lo hubiera ensayado mil veces. Cada movimiento era metódico.

—Y esto —continuó Almudena, mientras limpiaba lentamente la hoja en el vestido de su víctima— es por decir que te dejaría servirte. Yo no sirvo a perras.

Nerys gritaba, se retorcía, suplicaba, lloraba, pero a Almudena no le temblaba el pulso. Tomó uno de los frascos y lo abrió, dejando caer unas gotas del líquido sobre la herida del muslo. El ardor fue inmediato, Nerys chilló como un animal herido.

—Ese es solo uno de los venenos lentos. No te matará aún, pero hará que sientas cada segundo.

Almudena se alejó por un momento, dándole la espalda. Buscó una cuerda más delgada y un pequeño hierro que calentó al fuego de la chimenea improvisada. El silbido del metal al tocar la llama llenó el ambiente. Nerys se quedó en silencio, con los ojos abiertos por el terror. Sus labios murmuraban plegarias desesperadas que a nadie le importaban.

—¿Sabes qué es lo mejor de esto? —dijo Almudena sin mirarla— Que nadie vendrá a ayudarte. Ni Kaelion, ni tu adorado emperador. Nadie. Estás sola, tal como dejaste sola a Aery cuando mentiste para traicionarla.

Volvió con el hierro candente. Y con una frialdad monstruosa, lo acercó a la piel de Nerys, quien gritó desgarradoramente cuando el metal ardiente marcó su clavícula con un chirrido espantoso. Almudena respiró hondo y se inclinó a su oído.

—Este es tu castigo. No por amor. No por política. Solo por ser una traidora miserable.

Y sin esperar más, Almudena enterró la daga en el abdomen de Nerys. Una, dos, tres veces. La sangre brotaba con fuerza, manchando el suelo de madera, empapando el vestido de Almudena, que no mostraba ningún remordimiento. Con el rostro manchado de rojo, respiró hondo.

—Aery estará complacida.

Y cuando la vida abandonó el cuerpo de Nerys, Almudena simplemente se giró, limpió su daga, y se marchó sin mirar atrás. Kaelion en su habitación esperaba a recibir noticias, Almudena llego horas después con una bandeja en mano, los guardias la dejaron pasar.

—El trabajo esta hecho— Le comunico a el joven.

—Bien hecho, ahora entiendo por que mi hermana te tomo como criada, eres eficiente— Dijo Kaelion mientras tomaba la tasa de te en sus manos.

L joven inclino la cabeza y luego se marcho, dejando a Kaelion satisfecho con el trabajo realizado, al salir de su habitación ya no tendría que lidiar con aquella zorra que se atrevió a engañarlo, ahora debía idear un plan para sacar a Aery de ese lugar, antes de que su padre la mate.