Olivia Lancaster siempre ha sido la hija perfecta: obediente, refinada y dispuesta a sacrificar su felicidad por el bienestar de su familia. Cuando una crisis financiera amenaza con destruir el imperio empresarial que su padre ha construido, Olivia accede a un matrimonio arreglado con Ethan Montgomery, el frío y misterioso magnate que podría salvarlos de la ruina.
Ethan no está interesado en el amor. Para él, el matrimonio es solo un acuerdo de negocios, una forma de asegurarse el control absoluto sobre la empresa de los Lancaster. Sin embargo, lo que comienza como una relación puramente contractual pronto se convierte en algo mucho más intenso. Olivia despierta en él un deseo que jamás imaginó sentir, un anhelo que desafía todas las reglas que se ha impuesto a sí mismo.
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Capitulo 19
La puerta se cerró de golpe tras Olivia, pero el eco de la discusión aún resonaba en su cabeza, como si cada palabra estuviera marcada a fuego en su piel. Afuera, la noche era fría, pero el calor que sentía en su cuerpo no provenía del clima. Su ira, su frustración, y algo más, algo más profundo y oscuro, la quemaban por dentro. Habían dicho demasiado, y a la vez, no habían dicho nada.
Cada paso que daba la alejaba más de Ethan, pero no podía apartarlo de su mente. Su rostro, endurecido por el orgullo, sus ojos que, incluso en medio de la pelea, la miraban con una intensidad que hacía que su corazón se acelerara. ¿Cómo era posible desear a alguien tanto, incluso cuando lo único que querías hacer era escapar de su control?
Apretó los puños, tratando de calmar la tormenta que se desataba dentro de ella. Lo odiaba. Lo odiaba por cómo la hacía sentir, por cómo su cuerpo reaccionaba ante él incluso cuando su mente le rogaba que se alejara. ¿Qué clase de mujer era, que no podía resistirse a alguien que le mentía, que la manipulaba, que la consumía?
Al otro lado de la ciudad, Ethan observaba las luces de la ciudad desde su ventana, pero su mente estaba lejos de allí, atrapada en el recuerdo de Olivia. No podía olvidar cómo la había dejado ir, cómo su orgullo le había impedido detenerla, acercarse a ella, susurrarle las palabras que sabía que ella necesitaba escuchar. Pero algo dentro de él se rebelaba cada vez que intentaba ceder. El control era su escudo, su manera de mantener a raya todo lo que temía.
Y Olivia... ella lo hacía perder ese control. Era su fuego y su hielo, todo en una sola mujer. La única que lo desafiaba, que lo empujaba hasta el límite. Y él, maldita sea, la deseaba con cada fibra de su ser. Aunque no podía admitirlo. Aunque no debía.
La distancia entre ellos era física ahora, pero él sabía, lo sentía en cada músculo tenso de su cuerpo, que esa distancia no haría más que aumentar la llama que ardía entre ambos. Con ella, siempre era así. Cada discusión, cada palabra cruel lanzada en el calor del momento, solo avivaba lo que estaba latente bajo la superficie: un deseo que ambos trataban de negar, pero que los consumía.
Horas después, Olivia se detuvo frente a la ventana de su apartamento, el viento frío acariciando su piel. Pero no era suficiente para apagar el calor que sentía en su interior. Cerró los ojos, intentando despejar su mente, pero solo podía ver a Ethan. Podía sentir sus manos, su aliento, su cuerpo junto al suyo.
Con un suspiro frustrado, se dejó caer en el sofá, su mente luchando contra la realidad. Se había ido, se había alejado de él, pero todo lo que quería en ese momento era volver. ¿Cómo podía alguien enloquecerla tanto y, al mismo tiempo, hacerla sentir tan viva?
La llamada llegó pasada la medianoche. El nombre de Ethan brillaba en la pantalla de su teléfono, haciéndola dudar por un momento. Su razón le decía que no contestara, que lo dejara esperar, que aprendiera a vivir sin él. Pero su cuerpo... su cuerpo ya había tomado la decisión antes que su mente.
—¿Qué quieres, Ethan? —preguntó, su voz más dura de lo que realmente se sentía.
Hubo un silencio en la línea, uno que se alargó tanto que Olivia pensó que tal vez había colgado.
—Te quiero a ti, Olivia —respondió finalmente, con esa voz profunda y segura que hacía que su piel se erizara.
Un escalofrío recorrió su espalda, mezclado con un calor creciente que la tomó por sorpresa. No quería caer de nuevo en ese ciclo, pero sabía que, con Ethan, siempre sería así. Fuego y hielo. Destrucción y placer. Lo que fuera que había entre ellos, no podía apagarse.
—No debería volver —murmuró, sabiendo que estaba perdiendo la batalla interna.
—Pero lo harás —replicó él, su tono desafiante, pero con un dejo de vulnerabilidad que la desarmó por completo—. Porque lo que sentimos... lo que tenemos... no puede ignorarse.
Olivia cerró los ojos, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que tenía razón. No importaba cuánto se alejaran, la atracción entre ellos siempre los arrastraría de vuelta, como una fuerza imparable. Y aunque sabía que volver a él significaba enfrentarse a más dolor, más conflicto, también sabía que sin Ethan, algo dentro de ella siempre estaría incompleto.
—Estoy en camino —susurró finalmente, rindiéndose al deseo que la consumía.
Esa noche, no habría más distancia. Solo fuego.
El taxi la dejó frente a la mansión de Ethan, y Olivia se quedó mirando la imponente fachada por un instante, el corazón latiéndole con fuerza. Era como si el edificio mismo la desafiara, como si supiera que estaba a punto de cruzar un umbral del que no habría vuelta atrás. Inhaló profundamente, intentando calmar el torbellino de emociones que la sacudía por dentro. Sabía que lo que la esperaba al otro lado de esa puerta no era solo una reconciliación temporal, sino una entrega total al deseo que había estado evitando.
Con pasos decididos, atravesó la puerta principal. No tuvo que buscarlo, porque ahí estaba él, esperándola en el salón, con los ojos fijos en ella como si ya supiera que volvería. El silencio entre ellos era espeso, cargado de todo lo que aún no se habían dicho, pero también de lo que ambos sabían sin necesidad de palabras.
Ethan no se movió. Permanecía en pie, tenso, sus ojos recorriendo cada detalle de su figura, como si fuera la primera vez que la veía, o quizás, como si fuera la última. Olivia sintió ese peso en el ambiente, ese tira y afloja entre ellos, y algo dentro de ella se rompió.
—¿Por qué me haces esto? —murmuró ella, su voz rota, pero al mismo tiempo llena de rabia contenida—. Sabes que no puedo... no puedo alejarme de ti.
—Porque tampoco yo puedo alejarme de ti —respondió Ethan, su tono bajo, pero con una intensidad que la hizo estremecer—. Lo intenté, Olivia, pero ya no sé cómo.
Las palabras de Ethan la desarmaron por completo. Siempre lo había visto como un hombre frío, calculador, dueño de sí mismo y de todo lo que lo rodeaba. Pero ahí, en ese momento, había algo diferente en él. Vulnerabilidad. La rendija que tanto había esperado.
Dio un paso hacia él, sintiendo cómo su resolución se desmoronaba con cada segundo que pasaba cerca de él. Ethan extendió una mano hacia ella, y Olivia la tomó, sintiendo el calor de su piel, esa conexión innegable que siempre los había unido.
—No se trata solo de lo que siento —dijo Ethan, acercándose más, hasta que apenas había un resquicio de espacio entre ellos—. Se trata de lo que somos juntos. Esto... lo que hay entre nosotros... es más fuerte de lo que puedo controlar.
Olivia tragó saliva, sintiendo que todo a su alrededor se detenía. Las palabras que había estado evitando durante tanto tiempo resonaban con fuerza en su mente. ¿Era esto amor? ¿O solo una pasión tan intensa que los devoraba?
—Ethan... —empezó a decir, pero él la interrumpió, colocando un dedo suavemente sobre sus labios.
—No lo pienses, Olivia. Solo siente.
Y con esas palabras, el espacio entre ellos desapareció. Los labios de Ethan tomaron los suyos con una ferocidad contenida, como si estuviera desahogando semanas, meses, quizás años de deseo acumulado. Olivia sintió cómo todo su cuerpo respondía al contacto, cada fibra de su ser encendiéndose bajo su toque. El control que había tratado de mantener se evaporó por completo, dejándola vulnerable y entregada a ese fuego que tanto la consumía.
Las manos de Ethan recorrieron su cuerpo con una urgencia que ella compartía, una necesidad desesperada de estar más cerca, de sentir más. La tensión que siempre había existido entre ellos estallaba ahora en una mezcla de deseo y necesidad pura. Cada beso, cada caricia era una promesa no verbalizada, una confesión que ni siquiera las palabras podían expresar.
Olivia no recordaba cómo habían llegado al dormitorio, pero cuando sus espaldas chocaron contra las sábanas suaves, no importaba. Todo lo que importaba era Ethan, el calor de su cuerpo contra el suyo, la manera en que su nombre escapaba de sus labios como un suspiro de rendición.
—Eres mía, Olivia —susurró Ethan, su voz ronca mientras sus labios recorrían su piel—. Esta noche y todas las que vengan después.
Ella no pudo responder con palabras, no hacía falta. Su cuerpo, su aliento entrecortado, su corazón latiendo con fuerza contra el suyo eran la única respuesta que Ethan necesitaba.
Porque, en ese momento, el mundo se reducía a ellos dos. No había pasado, no había futuro, solo el presente, donde el fuego y el hielo finalmente se fusionaban, desatando todo lo que habían intentado contener.
Y cuando finalmente se rindieron por completo, juntos en esa pasión desborda, Olivia supo que no había vuelta atrás.
ADEMÁS QUIERO REITERAR, QUE ESTA MUUUUUUY BIEN ESCRITA. GRACIASSSSSSS A LA AUTORA POR ESTA HISTORIA Y FELICITACIONES