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Colores En La Oscuridad.

Colores En La Oscuridad.

Status: En proceso
Genre:Escuela / Romance / Mujer poderosa / Amor a primera vista / Apoyo mutuo / Amor eterno
Popularitas:804
Nilai: 5
nombre de autor: Katerin Salc

Sinopsis: Camila es una apasionada estudiante de arte que decide participar en un programa de voluntariado en un hospital, buscando dar un sentido más profundo a su vida y su arte. Allí conoce a Gabriel, un joven carismático que enfrenta una dura batalla contra el cáncer. A pesar de la gravedad de su situación, Gabriel irradia una energía contagiosa que transforma el entorno del hospital.

A medida que Camila y Gabriel pasan tiempo juntos, su amistad florece. Camila descubre que el arte puede ser una poderosa herramienta de sanación, mientras que Gabriel encuentra en ella una fuente de inspiración y alegría. Juntos, crean un mundo de colores y risas en medio de la adversidad, compartiendo sueños, miedos y momentos de vulnerabilidad.

NovelToon tiene autorización de Katerin Salc para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Reencuentros

Los padres de Camila habían ido a visitarla, luego de su reconciliación y su pequeño viaje, Amanda se encontraba allí con ella. Se veía feliz por la visitas de los padres de Camila, pues desde que se hicieron amigas se volvió como una segunda hija para la familia. Lucky corrió a saludarlos y aunque sus padres nunca lo habían visto, este corrio a sus regazos feliz como si los conociera de años.

La madre de Camila se encontraba en la cocina  organizando la comida que había traído desde casa. Su sonrisa cálida y acogedora la hizo sentir en casa. Camila apareció detrás de su madre, con una sonrisa radiante y comiendo una galleta con chispas de chocolate. —¡Amanda! ¡Tienes que probar esto, está buenísimo!.

Amanda se acercó a esta y le pegó un mordisco a la galleta, su cara era todo un poema al probarla. Mientras la madre de Camila terminaba de acomodar los platos, la conversación dió un giró hacia Gabriel.

Pensé que veríamos nuevamente a Gabriel ¿Puedes llamarlo para que se nos una? —preguntó su madre. 

Su padre asintió, recordando la energía contagiosa de Gabriel. —Sí, un gran chico, sería genial verlo de nuevo.

Camila, con un brillo en los ojos, sugirió: —Podríamos ir a visitarlo al hospital

Las palabras de Camila hicieron que el ambiente se tornara tenso. Los padres de Camila dejaron de moverse, y la madre frunció el ceño con preocupación. —¿Hospital? ¿Qué le pasó a Gabriel? —preguntó, su voz impregnada de alarma.

Camila se tomó un momento antes de responder. —Gabriel tiene cáncer mamá y está internado recibiendo tratamiento —explicó, su voz un susurro. El silencio que siguió fue pesado, y la madre de Camila, visiblemente afectada, comenzó a reprenderla.

—¿Por qué no nos dijiste nada el día de la fiesta? No teníamos idea de que estaba pasando por esto —dijo, su tono mezclando preocupación y decepción por la acción de su hija.

Camila, con la cabeza gacha, tomó aire. —Lo siento, mamá. Quería que Gabriel decidiera si quería contarles o no. No quería presionarlo. Vi que optó por no decirlo, así que pensé que era su decisión.

—Sinceramente no sospeche nada, él se veía muy bien. No podemos ayudar si no sabemos lo que está sucediendo —respondió su padre, con un tono más suave, pero aún preocupado.

—Entiendo, y lamento no habérlo dicho antes. No quería que él se sintiera abrumado —dijo Camila, levantando la mirada hacia sus padres, llena de sinceridad. —Me disculpo por no compartirlo.

Finalmente, los padres de Camila asintieron, y el ambiente comenzó a relajarse un poco. —¿Qué tal si vamos a visitarlo?. No podemos dejar que pase por esto solo —dijo su madre, su voz llena de determinación.

—Sí, claro. Él estaría muy feliz de verlos —respondió Camila, sintiendo que una carga se levantaba de sus hombros.

La madre de Camila, siempre práctica, comenzó a pensar en qué llevarle. —Voy a preparar un pastel de zanahoria para llevarle. No podemos llegar con las manos vacías —dijo, mientras se dirigía a la cocina con una energía renovada.

Amanda y Camila se miraron, sonriendo. —Siempre lista para hacer algo especial —comentó Amanda, sintiendo un profundo aprecio por la madre de su amiga.

Mientras la madre de Camila se ponía manos a la obra, las chicas se unieron para ayudarle a empacar todo lo que llevarían al hospital. Luego se fueron al cuarto de Camila a prepararse para la visita. Al terminar la madre de Camila fue a avisarle que ya estaba lista. 

—¿Estás lista, Camila? —le preguntó su madre, asomándose en la puerta de su habitación. —Ya es hora de irnos.

—Sí, estoy lista —respondió Camila con una sonrisa, mientras aseguraba que todo estaba en su lugar. Había optado ese día por una falda, sus botas favoritas y un suéter color naranja oscuro. Al salir a la cocina cerró la canasta con el pastel, algunas frutas y un par de libros que parecían perfectos para que Gabriel pudiera distraerse más adelante. Optó por llevar a Lucky, pues sabía que Gabriel se alegraría de verlo, desde aquel evento donde lo encontraron el no había sabido nada del peludo.

—Espero se encuentre bien. —dijo Amanda, un poco inquieta. —Ha sido un tiempo difícil para él.

—Claro que lo estará, especialmente si llevamos algo rico —respondió Camila, tratando de aligerar el ambiente. —Además, estará feliz de verlos a ustedes.

Una vez que todo estuvo listo, se dirigieron al auto de los padres de Camila. El viaje al hospital fue un interrogatorio a Camila sobre la vida de Gabriel y todo lo que había pasado desde su enfermedad. Al llegar al hospital, un nudo de nerviosismo se formó en el estómago de Camila. No estaba segura de cómo Gabriel se sentiría al verlos, pero sabía que era lo correcto. Caminaron por los pasillos, el sonido de sus pasos resonando en el ambiente, hasta que finalmente llegaron a la habitación de Gabriel. 

La puerta estaba entreabierta, y Camila respiró hondo antes de entrar. Al abrirla, se encontró con Gabriel recostado en la cama, limpiando su cámara fotografica con una sonrisa que iluminó su rostro al verlos. —¡Hey, que sorpresa! No esperaba visitas —dijo, su voz llena de energía a pesar de su estado.

La madre de Camila se acercó rápidamente, abrazando a Gabriel con ternura. —Estoy tan feliz de verte, Gabriel. Lamento no haber sabido antes lo que te estaba pasando. Debimos venir a visitarte antes.

—No se preocupes, señora. No quería desalentar la fiesta de cumpleaños del padre de Amanda —respondió Gabriel, con un gesto despreocupado. 

El padre de Amanda, que se había acercado al grupo, intervino —Nada de eso, Gabriel. Lo importante es que estás aquí ahora. Esperamos que te recuperes pronto, porque siempre serás bienvenido en nuestra casa.

Amanda, sintiéndose un poco más segura, se sentó junto a Gabriel y le dio un abrazo apretado. —Sabía cuánto me extrañabas —bromeó, riendo mientras lo apretaba.

Gabriel se rió, disfrutando de la calidez del abrazo –-Amanda, siempre sabes cómo hacerme sentir mejor. Y por cierto, me puso al tanto Camila de tu situación con tu novio. Espero que todo esté bien.

—Todo está bien, no te preocupes —respondió Amanda, sintiéndose aliviada. Camila se sintió agradecida por el ambiente positivo que se había creado. 

—Una cosa más mira el regalo que te preparamos. —Lucky dió un salto hacia la cama de Gabriel y comenzó a lamerle la cara, parecía que no podía contener su emocion por tener a Gabriel cerca. —Cuando nos lo llevamos, pasamos de regreso por un veterinario, le dieron sus vacunas y una larga ducha que a el no le agradó.

—Oye amigo, entiendo tu emoción pero arruinaras mi cámara —Lucky continuaba con su especie de baile de la felicidad. Gabriel tomó varias piezas de la camara y las puso en la cómoda a su lado. Y continuo acariciando a Lucky

Bien, mientras ustedes se saludan, yo iré a preguntar en recepción si podemos sacar a Gabriel al lago —dijo, tomando la iniciativa.

Buena idea —dijo su madre, sonriendo. —Un poco de aire fresco le hará bien

Camila salió rápidamente de la habitación, dirigiéndose a la recepción. Al acercarse a una de las enfermeras, le explicó su plan. —¿Podemos llevar a Gabriel al lago? Solo por un rato. Prometo que lo cuidaré.

La enfermera sonrió, pero su expresión se tornó seria. —Pueden, pero deben tener cuidado. Gabriel está más delicado de salud últimamente. Solo asegúrate de que no se fatigue y si sucede, llama a una enfermera.

—Lo prometo —respondió Camila, sintiendo una mezcla de emoción y responsabilidad.

Regresó a la habitación, donde todos estaban conversando animadamente. —¡Tenemos permiso para llevar a Gabriel al lago! —exclamó, y todos se emocionaron al escuchar la noticia.

Con la ayuda de su padre, lograron colocar a Gabriel en una silla de ruedas. Camila empujó la silla mientras Amanda y sus padres los seguían. Salieron del hospital y se dirigieron al lago, donde el aire fresco y el sonido del agua les dieron una bienvenida reconfortante.

Al llegar, encontraron unos bancos desocupados y se sentaron, disfrutando del paisaje. La madre de Camila comenzó a partir el pastel, sonriendo mientras decía —Este será el mejor pastel que probarán en sus vidas. ¡Confíen en mí!.

Gabriel miró el pastel con curiosidad. —¿Pastel de zanahoria? Es mi favorito —dijo, sus ojos brillando con entusiasmo. La madre de Camila le sirvió un trozo generoso, y todos comenzaron a disfrutar de la deliciosa merienda.

Mientras comían, Gabriel aprovechó que Camila estaba a su lado. —Hablé con Max el otro día. Me dijo que te dio un aventón a la universidad —comentó con interés.

—Sí, así es —respondió Camila, probando otro trozo de pastel. —Es un buen chico.

—¿Y qué piensas de él? —preguntó Gabriel, su mirada curiosa fija en ella.

Camila dudó por un momento. —Creo que es genial. Me alegra haberlo conocido —dijo, intentando ser honesta.

Gabriel se quedó pensativo, como si estuviera procesando su respuesta. —Bueno, Max me dijo que quería invitarte a salir —comentó, su tono ligeramente más serio.

La sorpresa llenó el rostro de Camila. —¿Qué? ¿De verdad? —preguntó, sintiéndose un poco abrumada. —No sabía que estaba pensando en eso.

—Que te sorprende era muy obvio que le gustas. —Gabriel comenzó a jugar con su trozo de pastel removiendolo de un lado a otro con la mirada fija en este.

—Bueno… el día del aventón su hermana me dijo lo mismo. Pero crei que lo decía para molestarlo.

La madre de Camila, al escuchar la conversación, interrumpió con una sonrisa. “¿De qué están hablando, chicos?”

—Nada importante mamá, solo nos poníamos al día.

Camila notó un cambio en el ambiente. A pesar de que estaba intentando mantener la conversación ligera, podía sentir una sombra de tristeza asomando en el rostro de Gabriel, se lo atribuyó al cansancio. Últimamente cualquier esfuerzo era demasiado para el. Camila se preocupó, sintiendo que la visita debía ser un momento de alegría y no de tristeza.

Cuando el sol comenzó a descender, todos sabían que era hora de regresar. Recogieron todo y llevaron a Gabriel de vuelta a su habitación. Camila sintió un nudo en el estómago al pensar en despedirse de el. —Nos tenemos que ir, pero prometo que volvere pronto —dijo, mientras se acercaba para abrazarlo nuevamente.

—Claro, estaré aquí —respondió Gabriel, su voz suave pero llena de determinación. —Gracias por el pastel y por la compañía.

Amanda también se acercó y le dio un abrazo. —Recuperate pronto, o te voy a obligar a hacerme compañía en la universidad —bromeó. Gabriel sonrió, agradecido por la calidez de los abrazos de ella.

Los padres de Camila también se despidieron, expresándole a Gabriel que siempre sería bienvenido en su casa. —Cuídate, Gabriel. Estamos para cualquier cosa que necesites —dijo el padre de Camila, mientras le daba un apretón en el hombro.

Mientras salian de la habitación, Camila miró hacia atrás y vio a Gabriel sonriendo, aunque sus ojos estaban llenos de una tristeza que no podía ocultar. Lucky por otro lado se negaba a moverse, así que Amanda optó mejor por cargarlo. En ese momento, se prometió a sí misma que haría todo lo posible para estar a su lado, no solo en los buenos momentos, sino también en los difíciles.

El camino de regreso al auto estuvo lleno de pensamientos y preguntas. Amanda y Camila intercambiaron miradas, sabiendo que ambas sentían la carga de la situación. —¿Crees que estará bien? De repente su humor cambio, ¿Le dijiste algo que lo afecto? —preguntó Amanda, rompiendo el silencio.

—No. Sólo tuvimos una de nuestras conversaciones habituales —respondió Camila, repasando en su cabeza la conversación. Luego de eso no se hablo de nada más, pero Camila no dejaba de pensar en Gabriel y ese pequeño cambio de humor.

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Leblanc🌶️
Después de un día agotador, encontré en tu novela un refugio perfecto para desconectar y relajarme. 🙏
Lah_
No puedo concentrarme en nada más, solo en la continuación de tu historia. 😢
Victor
No puedo esperar por el próximo, darnos más, gracias
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