Héroes Silenciosos: La Odisea De Los Guerreros Del Deporte

El gimnasio de la escuela Matsumoto seguía lleno de vibraciones tras la intensa victoria del equipo de voleibol, y entre la multitud, Riku, el hermano mayor de Haruka, se encontraba entre los espectadores, orgulloso y emocionado. Había visto cada punto, cada jugada magistral y el despliegue de habilidad de su hermana, y finalmente, cuando el final del partido llegó, no pudo contener su alegría. El ambiente se encendió con aplausos y vítores, y todos celebraban la increíble actuación de Haruka.

Cuando el partido terminó, Riku no se contuvo. A medida que las demás jugadoras se abrazaban y se felicitaban, Riku corrió hacia su hermana. Haruka, tan llena de energía y felicidad, lo vio aproximarse y, sin pensarlo dos veces, soltó una risa y corrió hacia él. En ese momento, se lanzó a sus brazos, y él la estrechó con fuerza, sintiendo la emocionante alegría que emanaba de ella.

—¡Lo hiciste increíble, Haruka! —exclamó Riku, sonriendo mientras la miraba a los ojos—. Estoy tan orgulloso de ti.

—¡Gracias, Riku! No lo podría haber hecho sin mi equipo. ¡Fue tan emocionante! —respondió Haruka, con su voz aún llena de energía.

La hábil joven se despidió de sus compañeras y corrió hacia los vestidores. Después de un intenso partido, quería darse una ducha rápida para quitarse el sudor y cambiarse para la celebración que habían planeado en familia. La idea de la sorpresa la llenaba de emoción, pero primero necesitaba refrescarse.

Una vez en el vestidor, se apresuró a ducharse, sintiendo cómo el agua tibia la revitalizaba tras el ejercicio. La lucidez que experimentaba tras el partido la inspiró a elegir su atuendo especial. Después de la ducha, se secó rápidamente y se vistió con un hermoso vestido de flores en color púrpura. Este vestido no solo era elegante, sino que también estaba adornado con delicados detalles en encaje y una variedad de pequeñas flores que le daban un toque encantador y juvenil.

Se peinó con una diadema de flores que lucía como si hubiera sido recolectada en un jardín en plena primavera, añadiendo un aire fresco y natural a su apariencia. Tomando su perfume de vainilla, se lo roció con cuidado, asegurándose de que el aroma no fuera demasiado abrumador; quería que fuera fresco y relajante. Se puso un collar y una pulsera a juego, ambas hechas de flores que parecían elaboradas a mano, aportando un poco más de aquel toque especial.

Finalmente, en sus pies, se calzó unos zapatos adorables que tenían pequeñas flores dulces y discretas, que complementaban a la perfección su atuendo. Mirándose en el espejo, Haruka sonrió al ver el reflejo de una joven segura de sí misma, lista para disfrutar de la sorpresa que su familia había planeado.

Cuando salió del vestidor, el bullicio del gimnasio había empezado a calmarse. Riku estaba esperando afuera, al lado de la salida. La mirada de orgullo en su rostro se amplió cuando vio a su hermana salir con ese espléndido vestido.

—¡Estás deslumbrante, Haruka! —dijo, con una sonrisa amplia—. Estás lista para la celebración.

—¡Gracias, Riku! ¿Sabes qué es la sorpresa? —preguntó ella, su curiosidad creciendo.

—Como te dije, es una sorpresa. Solo sigue mi lead. —él respondió con picardía, guiándola hacia la salida.

En ese momento, Kaito, el amigo de la infancia de Haruka, estaba en la cercanía, observando el desenlace del torneo. Desde lejos, Kaito había estado disfrutando del juego, admirando el talento de Haruka y la forma en que jugaba. Sin embargo, en ese instante, la vio salir del vestidor, radiante y hermosa. Su pulcro vestido de flores, su diadema y el aroma a vainilla que desprendía la envolvían en un halo especial que hizo que su corazón latiera un poco más rápido.

Kaito pudo ver, mientras Haruka se alejaba junto a un joven, que así como él estaba intrigado, no pudo evitar sentir una punzada de celos. "¿Quién será ese chico?", pensó para sí mientras la observaba con su amiga de la infancia, Aiko, que estaba a su lado.

—¿Ves a esa chica? —preguntó Kaito, señalando la figura de Haruka que se alejaba con su hermano.

Aiko asintió, sus ojos brillando de curiosidad.

—Sí, es Haruka, ¿no? La que acaba de ganar en el torneo.

—Sí, es ella. Pero… —Kaito dudó un momento—. ¿Quién es el chico con ella?

Ambos observaban cómo Haruka se alejaba con Riku, sin que ellos supieran que era su hermano mayor. La distancia entre ellos y la pareja creció, y Kaito intentó despejar la confusión en su mente. Haruka era increíblemente dulce y talentosa; no había forma de ignorarlo.

—No lo sé, pero parece que están muy unidos —comentó Aiko, notando la complicidad entre los dos.

A medida que Haruka se movía hacia la salida, Kaito pudo percibir esa estela de perfume a vainilla que la seguía. Era un olor fresco y acogedor, que contrastaba con el bullicio del gimnasio a sus espaldas. Para Kaito, el aroma servía como un recordatorio de la alegría y la calma que siempre había asociado con la presencia de Haruka.

A medida que Riku y Haruka se alejaban, él seguía comentando sobre la celebración planeada, dejando claro lo mucho que él había estado esperando que llegara ese momento especial. Riku miró a su hermana con un brillo de orgullo y alegría por su victoria reciente, así como por lo que su futuro podría deparar.

—¡Es un día perfecto para celebrar! Vamos a disfrutar de esta sorpresa juntos —anunció, mientras ambos caminaban hacia el coche.

Mientras se alejaban del gimnasio, Kaito solo podía mirar hacia atrás, sintiendo un arco de sensaciones encontradas. La combinación de admiración y un toque de celos le dejaba preguntas en la mente. Tal vez era el momento de acercarse más a Haruka, pero la idea de que pudiera estar interesada en alguien, en este caso alguien que ni siquiera conocía, lo llenó con una ansiedad particular.

A lo lejos, mientras Riku y Haruka se adentraban en el camino hacia su celebración, Haruka sonrió, sintiendo emoción por lo que el futuro le deparaba, dejando un rastro de su exquisito perfume a vainilla en cada paso que daba, un aroma que permanecería en la memoria de todos los que la conocían. El día aún tenía mucho por ofrecer, y así, con el corazón ligero y llena de esperanza, se aventuraron a vivir esta nueva celebración en familia.