La Villana Cambiará Su Destino.

Gracias a la sugerencia de Hugh y a que Emma y Gilbert aceptaron que usará el hechizo, el pequeño Lukas ya dormía bien durante las noches y volvía a ser el mismo niño alegre que disfrutaba salir al jardín a jugar con su madre y las nanas.

Gilbert al ver que el pequeño volvía a tener su tranquilidad sintió alivió, porque sentía cierta impotencia al verlo despertar en la noche mientras gritaba y lloraba. Esa tarde, Gilbert se acerco al jardín para entregarle al pequeño los caramelos que tanto le gustaban, había salido de la mansión y al pasar por la dulceria pensó en el pequeño, así que no pudo evitar traerle algo.

Lukas estaba feliz al recibir el frasco con los caramelos de distintos sabores, además era suaves y su sabor no era empalagoso. Enseguida le entrega uno a Emma.

— pruebalos madre.— menciona el pequeño con una gran sonrisa.

Emma no duda en darle una mordida, era un sabor a uva, así que dijo que sabía bien.

— madre, cuando quieras uno, puedes tomarlo.— le ofrece el niño.

— te lo agradezco, pero son tuyos, además si quiero, el duque traerá para mi, ¿cierto?— pregunta mientras observa a Gilbert.

— por supuesto, la próxima vez que salga los traeré.— pasa a sentarse en el pasto a lado de Emma.

El pequeño al ver que Gilbert se ha sentado, se acerca y sienta a lado de él recargando su pequeño cuerpo contra Gilbert. Ante esto, Gilbert le acaricia la cabeza haciendo que el niño sonría. Todo parecía una tarde tranquila, pero Ralph, el mayordomo, se acercó para informarle a Gilbert que uno de sus hermanos había llegado a la residencia y pedía verlo.

— al parecer el señor George, viene a quedarse en la mansión.— menciona Ralph.

— bien, iré a recibirlo. Emma, te veo en la cena.—

Gilbert le revuelve el cabello al pequeño Lukas y se marcha. En el recibidor, un hombre mayor a Gilbert, le saluda con amabilidad, este era George, uno de los hermanos mayores de Gilbert, aunque a diferencia de Gilbert, no era tan agraciado, pese a que apenas estaba pasando de los 30, se veía un poco mayor que eso.

— Gil, espero no te moleste que quiera quedarme en la mansión por algunos días.— sonríe con emoción.

— por supuesto que no, adelante, puedes usar la habitación que era tuya. Aunque me sorprende que hayas venido al reino.—

— estoy viendo un negocio con dos socios aquí y pensé en venir aquí antes de quedarme en una casa de alquiler.— responde emocionado.

— es la mejor opción. Aunque no creí que pensarás en quedarte después de todo, esta casa no les trae bueno recuerdos.— Gilbert habla con cierta nostalgia.

— cierto, pero llevo años sin verte, mi sobrino ya debe de ser todo un joven duque y tu esposa debe seguir siendo hermosa.—

— si, ¿que te parece si los ves en la cena?, creo que Emma estará bien con saludarte.—

— por supuesto, no la vi mucho antes, así que espero que ella me de la bienvenida.— ríe.

Las doncellas guían a George hasta su habitación ayudándolo a llevar sus cosas, pero antes de llegar se detiene mirando hacía el jardín, donde Emma estaba sentada en el pasto mientras el pequeño Lukas esta jugando con burbujas de jabón que las nanas le ayudan a hacer.

— parece que la duquesa y mi sobrino se divierten.— menciona George.

— la duquesa a cambiado mucho y esta intentando llevarse bien con el niño y su excelencia.— responde una de las doncellas.

—¿por qué?, ¿su matrimonio no iba bien?— pregunta con curiosidad.

— la duquesa era muy fría con ambos, pero ahora se llevan bien. Si quiere saber más, su excelencia puede decirle.— agrega la doncella.

George no indaga más, pero pasa a su habitación y pide que le avisen cuando llegue la hora de la cena.

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Al llegar la hora, George fue guiado al comedor, ahí, Emma y Lukas ya estaban presentes, el pequeño Lukas se baja de su asiento para hacer una reverencia y saludar de manera educada.

— parece que el niño ha tenido buena educación. Hola pequeño Lukas, son George, su tío, tu papá es mi hermano menor.—

— hola, como sabe me llamo Lukas, es un gusto conocerlo.— responde animado.

Ya después del saludo, el pequeño regresa a su asiento.

— Emma supongo que recuerdas a mi hermano, George.— señala el duque.

— mmm...si, claro. Saludos cuñado George.— responde Emma.

— hola, duquesa, es un placer verla de nuevo y sigue tan hermosa como siempre.— muestra una leve sonrisa.

Aunque Emma podía notar que esa sonrisa amable que muestra, era toda una farsa, algo extraño se debe de traer ese hombre, su instinto se lo dice y nunca ha fallado, incluso se sentía incómoda ante la presencia de George.

Gilbert y su hermano charlaban durante la cena, este contaba de los grandes negocios que tenía en la capital y en como aumentarían sus ganancias. Aunque Emma escucha atenta, todo parecía tan irreal con lo que George contaba sobre sus exuberantes ganancias, supone que solo quiere presumir.

— duquesa, dígame, ¿como ha estado todo este tiempo?, se que la paso muy difícil y no fuimos de mucha ayuda.— menciona George.

— estoy bien, pasaron algunas cosas, pero como puede ver, su excelencia y yo, estamos bien, nuestra relación va marchando bien y estamos criando un lindo y alegre niño.— responde con calma.

— Emma también tiene su negocio, ha puesto una boutique a la cual le va bien, deberías pasar por ahí y llevarle algunos vestidos a tu esposa.— le sugiere Gilbert.

— ¿un negocio?, ¿en serios has dejado que tu esposa ponga un negocio?, me imagino que eres quien lo administra.—

Emma frunce el ceño al escuchar ese comentario y Gilbert puede ver una pequeña chispa salir de las manos de Emma, por lo que coloca su mano sobre la de ella.

— no, ella hace todo, Emma es una mujer inteligente y audaz.— expresa Gilbert con orgullo.

— así es, afortunadamente mi esposo no es como su padre y sabe valorar a una mujer.— responde Emma.

— c-cierto, Gil es quien menos se parece a nuestro padre. Tienes mucha suerte, cuñada.— ríe.

— la tengo, tanto que hasta le parí su réplica.— ríe.

— Emma.— le reprende por decir eso.

George observa como la pareja parece llevarse bien, pero se fija en Emma, había algo diferente en ella, incluso parecía ignorar por completo su presencia y ya no actuaba indiferente con todos como lo hacía años atrás.

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