La Amante Del CEO

Me sentía como si el mundo se hubiera desplomado a mis pies. Mientras me encontraba esposada y siendo conducida a la comisaría, no podía evitar que las lágrimas de desesperación rodaran por mis mejillas.

Todo había sucedido tan rápido que aún no lograba procesar lo que estaba pasando. Un momento estaba en la oficina de Jang, escuchando sus acusaciones, y al siguiente me veía rodeada de policías que me arrestaban por supuesta corrupción y lavado de dinero.

¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo era posible que me hubieran tendido una trampa de esta manera?

Miré a mi alrededor, buscando con la mirada a Sol y Chen, pero ellos ya no estaban. Habían sido expulsados de la empresa momentos antes, dejándome sola para enfrentar este infierno.

Una oleada de miedo y angustia me invadió. ¿Qué sería de mí? ¿Terminaría en la cárcel por algo que no había hecho? La sola idea me aterrorizaba.

Traté de mantener la calma, de no dejar que el pánico me dominara, pero era una batalla que parecía perdida de antemano. Me sentía impotente, traicionada por quienes creía mis amigos.

Cuando llegamos a la comisaría, me llevaron a una pequeña sala de interrogatorios. Allí, un oficial me bombardeó con preguntas, exigiendo que confesara mis supuestos delitos.

Pero yo no tenía nada que confesar. Una y otra vez, le repetí que era inocente, que todo era una mentira, que Jang y el director Park me habían tendido una trampa.

Sin embargo, el hombre parecía no creerme. Miraba las supuestas pruebas que le habían entregado con una expresión implacable, ignorando por completo mis ruegos y protestas.

Finalmente, después de horas de interrogatorio, me informaron que quedaría detenida mientras se llevaba a cabo una investigación más exhaustiva.

Sentí que las fuerzas me abandonaban. Iba a ser encerrada, alejada de todo lo que conocía, solo por culpa de una trama macabra urdida por esos hombres.

Mientras me llevaban a la celda, no pude evitar pensar en Sol y Chen. ¿Cómo estarían? ¿Habrían logrado escapar de este infierno? Un nudo se formó en mi garganta al imaginar su sufrimiento.

Una vez encerrada, me acurruqué en la incómoda cama, abrazando mis rodillas. Las lágrimas brotaban sin control, y un profundo sentimiento de derrota se apoderaba de mí.

¿Cómo iba a salir de esta? ¿Habría alguien que pudiera ayudarme a probar mi inocencia? La incertidumbre me aterrorizaba, y el miedo a un futuro incierto me consumía por dentro.

Cerré los ojos con fuerza, tratando de calmar los violentos latidos de mi corazón. Tenía que mantener la esperanza, aferrarme a la idea de que todo se aclararía.

Pero en el fondo, una voz susurraba que tal vez esta sería la batalla más difícil que tendría que enfrentar en mi vida.

Acurrucada en la incómoda cama de la celda, me abracé las rodillas con fuerza, sintiendo cómo las lágrimas seguían brotando sin control. El miedo y la desesperación me consumían por dentro, mientras trataba en vano de procesar todo lo que había sucedido.

¿Cómo había llegado a esta situación? ¿Cómo era posible que Jang y el director Park me hubieran tendido una trampa tan elaborada? Recordaba con claridad las falsas acusaciones que me habían lanzado, las supuestas pruebas que parecían evidenciar mi supuesta participación en actos de corrupción y lavado de dinero.

Sacudí la cabeza, negándome a aceptar esa realidad. Yo sabía que era inocente, que todo había sido una mentira urdida para destruirme. Pero, ¿cómo iba a poder demostrarlo ahora que me encontraba encerrada en esta celda?

Un nudo se formó en mi garganta al pensar en Sol y Chen. ¿Cómo estarían ellos? ¿Habrían logrado escapar de esta pesadilla, o también estarían sufriendo las consecuencias de las maquinaciones de esos hombres?

La idea de que mis mejores amigos también estuvieran pasando por un infierno similar al mío me partía el corazón. Habían luchado tanto por mantener su relación a flote, y ahora parecía que todo se les había derrumbado.

Mientras me sumía en un abismo de desesperación, un súbito destello de esperanza cruzó por mi mente. ¿Y si aún había una oportunidad de salir de esto? ¿Y si lograba encontrar a alguien que pudiera ayudarme a probar mi inocencia?

Con renovada determinación, me puse de pie, secando mis lágrimas con el dorso de la mano. No podía darme por vencida, no cuando la libertad y el futuro de mis seres queridos estaban en juego.

Miré a mi alrededor, buscando alguna forma de comunicarme con el exterior. Tenía que encontrar la manera de enviar un mensaje, de pedir ayuda desesperadamente.

En ese momento, la puerta de la celda se abrió, y un oficial apareció.

- Señorita Ahn, tiene una visita - anunció, con un tono severo.

Mi corazón latió con fuerza, ¿sería acaso Sol o Chen? Con cautela, seguí al oficial hasta una sala de visitas.

Al entrar, mi mirada se encontró con la de una mujer mayor, de rostro amable y ojos compasivos. Era la abogada de la empresa, la señora Park.

- Señorita Ahn - dijo, acercándose a mí con una expresión de preocupación - He venido en cuanto me he enterado de lo sucedido.

Sentí que un rayo de esperanza se encendía en mi interior.

- Señora Park... - musité, con la voz temblorosa - ¿Usted cree que pueda ayudarme?

Ella asintió con firmeza, tomando mis manos entre las suyas.

- Haré todo lo que esté en mis manos para probar su inocencia, Mina - respondió, con determinación - No los dejaré solos a ti, a Sol y a Chen.

Abrumada por la emoción, asentí en silencio, sintiendo que por primera vez en días, un atisbo de esperanza nacía en mi corazón.

Tal vez, solo tal vez, aún había una oportunidad de salir de este infierno.