Al morir y regresar, después de saber su destino; decide dejar todo por lo que siempre se esforzó y tratar de sobrevivir, sin importar lo que el resto de la gente a su alrededor, diga.
En su camino encuentra a la persona que la ayudará y será su apoyo en un futuro, al menos eso cree.
Para ello tendrá que casarse con aquel desconocido.
¿Será verdad?
¿Un contrato puede ser cumplido o se tendrá que romper?
¿El amor puede surgir a pesar de no conocerse?
Historia de Johana y Donatello, el principio de su vida...
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Marquesa Vienko
Johana se acercó lentamente y tomó del cuello a Donatello, uniendo sus frentes.
—¿Cómo me veo Ello?, lo escogí pensando en ti— una pequeña caperuza estaba provocando al lobo y no se daba cuenta de eso, ¿o tal vez si?.
El general ya respiraba con algo de agitación. —Johana, ¿por qué me haces esto?— la abrazó contra su pecho.
—¿De qué habla?— se hacía la inocente, pero sabía lo que había provocado, de tan solo ver a Donatello.
El hombre pegó más su cuerpo contra el de la chica y pronto pudo sentir un gran abultamiento en la parte baja de su prometido, haciendo que se exaltara.
—Duque, yo— comenzó a respirar agitada, se había asustado por un momento.
—Creo que está noche no podremos dormir juntos. Era lo que más deseaba, pero justo ahora deseo otra cosa— comenzaba acariciar el cuerpo de Johana y dejar besos en su cuello.
—Duque yo… no estoy segura— quería hacerlo, después de todo, sentía una gran atracción con el duque, pero tenía miedo de terminar contagiada de algo, eso lo pudo escuchar en su cabeza Donatello.
—Perdóname— le dio un beso en la frente.
—Usted disculpe mi atrevimiento, creo que fue demasiado— se volvía a cubrir con la capa y pensaba salir de la habitación.
—Espera— la detuvo. —Acuéstate, me encargaré de mi problema, no quiero dormir solo, ya no más— agachó la cabeza, estaba avergonzado.
Para Donatello, era muy escandaloso que eso le sucediera justo frente a la mujer que le gustaba, pero también lo entendía, pues ella era realmente hermosa y sabía también que lo deseaba como él, pero para su mala fortuna, no quería que ella tuviera dudas al momento de entregarse, así que se aseguraría de darle las pruebas que necesitaba.
Se dirigió al baño y por su parte, Johana se acostó del lado derecho, se cubrió con una manta y se reprendió a si misma, era cruel el como había dejado al pobre de Donatello. —»Al menos sé, que él también me desea«— sonrió. Culpable o no, logró saber algo que quería.
Quedó de lado, para estar frente a Donatello, cerró los ojos y trató de dormir, logrando hacerlo en poco tiempo, mucho menos de lo que le tomó a Donatello, terminar con aquel problema que tenía.
Después de un largo tiempo en el baño, salió aún avergonzado, no podía creer todo lo que una pequeña de tan solo 17 años, estaba causando en él. Pues sus sentimientos no eran para nada malos, solo quería cuidarla y protegerla para siempre, si ella se lo permitía.
—¿Qué haré mi pequeña ninfa?, ¿deberíamos adelantar nuestra boda?— aquellas preguntas se hicieron presentes, mientras la observaba dormir, le parecía una hermosa ninfa, aunque pronto se dio un golpe en la frente, con mano propia, pues no podía creer que fuera tan egoísta. —»Te mereces la mejor boda que se pueda realizar, debes disfrutar cada momento, yo me encargaré de ello«— suspiró y por fin se recostó a lado de la mujer amada.
Una noche más pasó. A la mañana siguiente, Johana despertó y estaba sola en la habitación, pronto alguien tocó la puerta y entraron para preparar su baño, eso era algo que le agradaba de verdad.
Ya limpia y oliendo a rosas, bajó para desayunar y ahí se encontró con Donatello y también estaba presente Stephan, junto a alguien más.
—Buenos días lady Chian— saludó el peli negro. —Me gustaría presentarle a lady Vienko, mi esposa— sonrió, mirando tiernamente a la joven mujer. Una chica de cabellos rojizos, lacio y largo. De piel clara y ojos azul fuerte, claramente se veía que era de otro imperio, pues ahí no había nadie con esas características.
Johana se quedó asombrada por la belleza de la chica que se le olvidó responder el saludo y la presentación.
—Disculpen— se aclaró la garganta, —es un placer conocerla lady Vienko, mi nombre es Johana Chian— hizo una reverencia y la chica correspondió.
—Es del imperio vecino, así como la ves ahora siendo una marquesa, en su lugar de nacimiento, era una princesa— quería poner un poco nervioso a su primo, por eso Donatello, habló.
—Incluso si fuera un barón, yo hubiera aceptado gustosa casarme con él— parecían estar enamorados.
—Me alegro que piense así, marquesa— eso fue algo que le sorprendió a la castaña, pero sabía que al ser familia, ostentaba un título importante, como el del duque.
—No cambiaría nunca lo que ha pasado, aceptar la petición del emperador, fue lo mejor que pude haber hecho— tomó la mano de su esposa.
Es que así fue como pasó. Para llegar a un tratado de paz, el emperador de Sienca, propuso que un noble importante y con la descendencia que tenía Stephan, fuera quien desposara a su segunda hija. La joven pelirroja al ver al pelinegro, investigó sobre sus orígenes y supo que era el único candidato para ser su esposo, así que comenzó a convivir con él, sin levantar sospechas, hasta que llegado el momento, le notificaron a Stephan que debía casarse con la segunda princesa del imperio, no pudo negarse al ser petición directa del emperador, pero agradeció a los cielos, cuando vio en el altar a aquella chica de la cual se había encariñado con el paso de los días, pues le hubiera dolido tener que dejarla, solo para cumplir con su deber como noble.
—Es maravilloso poder ver a una pareja tan enamorada, es grato saber que aún hay personas que se casan por amor o que al menos logran enamorarse en el proceso de matrimonio— sonreía, aunque ella no sabía lo que era eso, pues nunca lo había visto en ninguna persona con la que había convivido.
—Supe que se va a casar lady Chian, espero que usted también pueda enamorarse de su prometido. Usted es hermosa y él será muy afortunado de que sea su esposa— sabía que el prometido era Donatello, pero quería hacerle saber a Johana, que tenía su apoyo.
—Se lo agradezco marquesa, pondré todo de mi parte para que así sea— sonrió, le dio un sorbo a su vaso de jugo y miró al general, dejando salir un suspiro.
En el fondo de su corazón, ya se estaba enamorando, pero al no saber tanto del tema, no podía decirlo con exactitud.
gracias por escribir