Entre Deber Y Deseo

El aire en la casa de campo era fresco y limpio, impregnado del aroma de pinos y tierra húmeda. Ethan se encontraba en la cocina, preparando café, su mente aún zumbando con la intensidad de la conversación que había tenido con Olivia la noche anterior. Había decidido que necesitaba un respiro de las tensiones que había generado su relación, un fin de semana alejado del bullicio de la ciudad y de las sombras de su pasado. Solo él y Olivia, en un entorno tranquilo donde pudiera controlar la chispa que se encendía entre ellos.

Cuando escuchó el sonido de pasos, su corazón dio un vuelco. Se volvió para encontrar a Olivia de pie en la entrada, su figura elegante iluminada por la luz suave de la mañana. Llevaba una camiseta de algodón que se ajustaba a su cuerpo con una comodidad inquietante, y sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y determinación.

—¿Hueles eso? —preguntó Ethan, sonriendo mientras servía una taza de café—. Es el aroma del bosque, una combinación perfecta de calma y misterio.

—Suena romántico —respondió ella, acercándose con paso decidido—. Pero estoy aquí para saber si realmente lograste dejar de lado todo lo que nos rodea.

Ethan sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había sido un esfuerzo consciente poner su vida en pausa, pero ahora que estaba frente a ella, se dio cuenta de que era mucho más complicado de lo que había imaginado. En su mente, la imagen de una vida juntos se entrelazaba con su deseo de protegerla de sus oscuros secretos.

—Olivia —comenzó, buscando las palabras adecuadas—. Quiero que esto sea un fin de semana sin distracciones. Sin problemas. Solo nosotros.

Sus ojos se iluminaron y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. —Me gusta la idea. Pero, ¿cómo planeas mantener esa promesa?

—Manteniéndome ocupado —dijo Ethan, intentando restarle importancia a la tensión que crecía entre ellos—. Hay senderos, un lago, y puedo mostrarte cómo pescar.

Olivia arqueó una ceja, divertida. —¿Pescar? No sabía que tenías habilidades ocultas.

Ethan se acercó, acortando la distancia entre ellos. —Solo si tú prometes no reírte de mí si no atrapo nada.

Los ojos de Olivia chisporrotearon con una mezcla de diversión y desafío. —Trato hecho. Pero, si no atrapas nada, no me quejaré de quedarme con el mejor pescador.

Su tono ligero hizo que el corazón de Ethan se acelerara, pero sabía que era solo una fachada para ocultar la tensión palpable entre ellos. Mientras ella sonreía, una parte de él luchaba por recordar por qué había decidido no dejarse llevar. Era un cazador, y a pesar de sus esfuerzos, Olivia seguía siendo su presa, cada día más irresistible.

La mañana avanzó con risas y momentos de complicidad, pero la verdadera prueba llegó cuando se dirigieron al lago. La tranquilidad del agua cristalina contrastaba con la tormenta interna que se libraba en su interior. Mientras intentaba concentrarse en la pesca, sus pensamientos se desviaban hacia Olivia, quien lo miraba con una mezcla de admiración y deseo.

—Esto es más difícil de lo que parece —murmuró Ethan, arrojando la línea al agua, sintiendo cómo la tensión se acumulaba a su alrededor.

—Lo sé, pero me gusta verte intentar. —Su voz era suave, casi un susurro, y Ethan se dio cuenta de que su corazón latía con fuerza.

Fue entonces cuando, sin querer, su mano rozó la de Olivia mientras ambos intentaban atrapar un pez al mismo tiempo. La conexión instantánea entre ellos hizo que el aire se volviera pesado. Sus ojos se encontraron, y el mundo alrededor de ellos se desvaneció en un susurro.

—Ethan... —ella comenzó, pero él la interrumpió, sabiendo que si continuaban por ese camino, todo su control se desmoronaría.

—No. —Su voz sonó más firme de lo que se sentía—. Debemos concentrarnos. Solo un fin de semana. Recuerda el trato.

Sin embargo, a medida que el día avanzaba, cada interacción se volvía más cargada de tensión. Olivia se movía con una gracia y sensualidad que le recordaban a un felino cazador, y él, atrapado en su propia trampa, se sentía más vulnerable que nunca.

Al caer la noche, mientras las estrellas comenzaban a titilar en el cielo, se sentaron alrededor de una fogata. Las llamas danzaban, proyectando sombras y luces que iluminaban sus rostros. Ethan sintió que su autocontrol se deslizaba por sus dedos mientras la atracción entre ellos se volvía palpable.

—¿Nunca has deseado dejar todo atrás? —preguntó Olivia de repente, su mirada fija en el fuego.

—¿Te refieres a escapar? —Ethan se encontró intrigado por la vulnerabilidad en su voz.

—Sí. A veces siento que este lugar es una jaula. Y aunque estoy aquí, en esta hermosa casa de campo, mi mente sigue atrapada en la ciudad y en la complejidad de nuestra vida.

La sinceridad en sus palabras lo golpeó. —Entiendo más de lo que crees. Pero no siempre puedes escapar de lo que eres.

Olivia se volvió hacia él, sus ojos llenos de fuego. —Pero, ¿qué pasa cuando lo que eres te duele? Cuando cada decisión que tomas parece ser un paso más hacia un abismo del que no puedes salir?

Ethan sabía que sus palabras eran un eco de su propia lucha. Y mientras la miraba, se dio cuenta de que se estaba enamorando de ella de una manera que nunca había planeado. Pero no podía dejar que eso lo controlara.

—Esto es un juego peligroso, Olivia. No quiero ser el motivo por el que caigas.

—¿Y si yo quiero arriesgarme? —preguntó ella, su voz temblando con una intensidad que le robó el aliento.

Los ojos de Ethan se oscurecieron de deseo y advertencia. La tensión entre ellos era casi eléctrica. Quería abrazarla, devorarla, pero sabía que debía luchar contra ese impulso. Sin embargo, en el fondo de su mente, la lucha entre el cazador y la presa se volvía cada vez más compleja. ¿Podría realmente controlarla, o estaba a punto de perderse en la vorágine de su propia pasión?

A medida que las llamas crepitaban y la noche se cerraba a su alrededor, Ethan comprendió que había creado un juego en el que él mismo se había convertido en el mayor perdedor. Su deseo por Olivia era como una llamarada que ardía en su interior, y cada palabra que intercambiaban, cada roce de sus manos, solo avivaba el fuego.

El fin de semana apenas comenzaba, pero la batalla dentro de él se sentía interminable. Olivia era más que una simple presa; era el anhelo que podría consumirlo por completo. Y en ese instante, supo que la verdadera caza estaba a punto de comenzar.

Las brasas de la fogata crepitaban, lanzando chispas al aire, y la atmósfera se volvió cada vez más cargada con cada instante que pasaba. Olivia se acercó un poco más al fuego, su mirada fija en las llamas, pero Ethan podía sentir cómo la tensión entre ellos se intensificaba. Era un hilo delgado que los unía, y ambos lo sabían.

—Ethan, —dijo finalmente, rompiendo el silencio que se había vuelto casi palpable—, ¿por qué no me hablas de lo que te preocupa? Sé que hay algo más allá de la atracción que sientes hacia mí.

Él desvió la mirada, sintiendo cómo su corazón latía más rápido. Había algo en su voz que lo incitaba a abrirse, pero la vulnerabilidad no era un lujo que podía permitirse. Su pasado era una sombra que lo seguía, y aunque Olivia era la luz que iluminaba su camino, también era el mayor riesgo que había tomado.

—No hay nada de qué hablar, Olivia. Estoy aquí porque creo que un poco de tiempo juntos nos ayudará a entendernos mejor.

Ella lo observó con esos ojos penetrantes que parecían leer su alma. —No me engañes. Sé que tienes tus demonios. Todos los tenemos. Pero eso no significa que debas enfrentarlos solo.

Una parte de él quería ceder, compartir su carga, pero otra parte lo empujaba a cerrarse. Se acomodó en su asiento, tratando de mantener la compostura. —El pasado es algo que arrastro conmigo. Lo que hice, las decisiones que tomé... todo eso me persigue.

Olivia se inclinó hacia él, su voz más suave, casi un susurro. —¿Y si te dijera que yo también tengo mis propios fantasmas?

Ethan se detuvo. Había algo en su tono que resonaba dentro de él. —¿De verdad?

Ella asintió, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y fortaleza. —He tenido que luchar con muchas cosas, decisiones difíciles que han definido quién soy. A veces siento que el peso es demasiado, que no puedo seguir. Pero cuando estoy contigo, siento que puedo enfrentar cualquier cosa.

Ethan sintió una punzada en el corazón. Las palabras de Olivia lo tocaban de una manera que no esperaba. —No deberías sentirte así. Deberías ser libre, sin cargas.

—Esa es la ironía, Ethan. Estoy aquí tratando de encontrar mi libertad, pero te necesito a mi lado. —Su voz temblaba, y Ethan sintió que un abismo se abría entre ellos, uno que era tanto una oportunidad como un peligro.

—¿Y si te decepciono? —preguntó, el miedo asomándose en su voz.

—No me decepcionarás —aseguró ella, acercándose aún más—. Pero necesito que seas sincero conmigo. Si estamos haciendo esto, si estamos arriesgándonos, necesito saber en qué me estoy metiendo.

La declaración de Olivia hizo que la tensión entre ellos alcanzara un nuevo nivel. Ethan podía ver el deseo brillar en sus ojos, pero también podía sentir el peso de la incertidumbre que cargaban.

—¿Realmente quieres saber? —su voz salió más dura de lo que había pretendido. —Porque esto no es solo un juego. Mi vida está llena de sombras, y esas sombras pueden tragarte si no tienes cuidado.

Olivia lo observó en silencio, su mirada fija en él. —Entonces, explícame esas sombras.

El tiempo pareció detenerse mientras Ethan luchaba con la decisión de abrirse. Finalmente, su voz se rompió. —He estado involucrado en cosas que no puedo cambiar. Negocios oscuros, decisiones equivocadas. La gente que me rodea no siempre tiene buenas intenciones, y no quiero arrastrarte a eso.

—¿Te refieres a los negocios que llevas? —Ella lo miró fijamente, su interés creciendo. —Ethan, tienes que confiar en mí. No soy frágil.

—Eso no es lo que me preocupa, Olivia —dijo, su voz tensa—. Lo que me preocupa es que este mundo pueda consumirnos. No puedo permitir que eso te pase.

Ella dio un paso más cerca, y él pudo sentir su energía, casi palpable entre ellos. —Pero si no me dejas entrar, nunca sabrás lo que podríamos tener.

Fue un golpe directo a su núcleo. Ethan luchó por mantener el control mientras su deseo por ella ardía más que nunca. La proximidad de Olivia, la forma en que sus miradas se entrelazaban, lo hizo querer romper todas las barreras que había construido.

—Lo que podríamos tener —repitió, su voz apenas un susurro—. ¿Y si eso significa arriesgar todo?

—A veces, los mayores riesgos traen las mayores recompensas —contestó Olivia, su mirada desafiándolo.

Y en ese instante, la barrera que había levantado alrededor de su corazón comenzó a desmoronarse. Se acercó, su respiración entrecortada, y sintió cómo el aire se volvía denso con la promesa de lo que podría ser.

—Olivia —murmuró, atrapado entre el deseo y la razón—.

Ella levantó la mano y, con un suave toque, acarició su mejilla. La conexión entre ellos se volvió eléctrica, y todo su ser anhelaba lo que él había tratado de contener. Fue un momento decisivo, uno que haría que todo lo que conocía se transformara.

Ethan cerró los ojos, sintiendo cómo se rendía ante el deseo que lo envolvía. Y mientras sus labios se encontraban en un beso ardiente, supo que había cruzado la línea. El cazador se había convertido en la presa, atrapado en el fuego que habían avivado juntos.

La noche avanzaba, y con cada roce, con cada susurro, se acercaban más a una verdad que ninguno de los dos podía ignorar. Las sombras del pasado podrían ser aterradoras, pero la pasión que compartían era un fuego que los iluminaba en la oscuridad.