Rota

Tal como Adolfo le dijo, una empleada de la mansión llego con ropa.

La ayudo de mala gana, pues siempre fue tratada mal por esta.

Brenda se sentía devastada todos sus esfuerzos se fueron al caño.

Se vistió, la empleada la maquillo y cubrió bastante bien el moretón y las marcas en su cuello.

Cuando estuvo lista, Adolfo hizo su entrada con una carpeta en sus manos.

Se la paso junto a una pluma y le dijo firma.

Brenda con dolor abrió la carpeta, aunque sabía que contenía, no pudo evitar sentirse triste al leer acta de divorcio.

Leyó detenidamente todo y firmo.

En la carpeta también estaba un contrato con la cantidad estipulada, esta también lo firmo.

A que país deseas irte le pregunto Adolfo.

No preguntarás por los videos de tu hija, le dijo arqueando una ceja.

Ya tengo tu laptop y mis hackers los borraron, dijo restándole importancia.

Brenda sonrió para sus adentros no era el único lugar donde guardaba los videos.

Ah ya arreglé todo en la universidad, ya tú título está listo no quiero que estés mucho tiempo aquí.

Pero quería ir a la graduación se quejó.

Eso no será posible, no deseo verte y si continúas aquí posiblemente me arrepienta y termine por acabar contigo.

Con pesadez acepto.

Quiero ir a Estados Unidos dijo con una sonrisa de suficiencia.

Hummmmm eso no, aunque pensándolo bien sería ideal para Mackenzie esto último solo lo pensó.

Es ahí donde deseo erradicarme dijo irritada.

Bien, pero te mantendrás lejos de mi familia o te mueres le dijo serio.

Ahora muévete que debemos sacar a mi hijo ya.

Adolfo se a presuró y Brensa lo siguió.

Le entregó la carpeta a un guardaespaldas.

Llévala a la notaría y que la certifiquen ordeno.

El guardaespaldas asintió y se retiró.

Brenda quería pasar por la universidad, pero se le fue negado, la insistencia alerto a Adolfo y le dijo en un mensaje a su chofer que después de dejarlos enviara a dos guardaespaldas a investigar que tenía Brenda en la universidad.

El chofer cerro la ventana divisoria y llamo al jefe de seguridad, este se dirigió con dos hombres a la universidad y efectivamente Brenda tenía un casillero y este encontraron varias memorias USB y pendrive con videos de Cristal.

Adolfo enfureció cuando le fue informado, pero no creía que tuviera en otro lugar.

En la comisaria, Brenda dijo que no levantaría cargo, que todo había sido su culpa y no deseaba crearle un problema a Mariano.

Los policías lo dejaron libre, pero con orden de no salir de la ciudad, por si Brenda cambiaba de opinión.

En una oficina a solas le preguntaron si había ido por su propia voluntad o estaba bajo alguna amenaza, Brenda negó y aseguro que estaba porque no deseaba que Mariano estuviera en esa situación que todo fue su culpa.

Con esto Mariano fue puesto en libertad, Luigi fue el encargado de llevarlo a casa.

Adolfo quería asegurarse de que Brenda se marchara.

Aunque no deseaba enviarla a Estados Unidos, decidió hacerlo y así vigilarla más.

Luigi también creyó conveniente tenía bastante personal y así la controlarían si intentaba hacer algo.

Adolfo ordenó la compra de cuatro boletos en primera clase y se dirigió al aeropuerto.

Se llevaría una grata sorpresa, pues Cristina y Cristal aterrizaban justo cuando Brenda abordaba el avión.

Uno de los guardaespaldas las vio y le informo.

Espero a que salieran y las llevo consigo a la mansión.

Agradecía que Mariano ya estuviera libre, no quería que Cristina se preocupara, por otra parte, se disgustó al saber que Mackenzie quedo sola.

Se lo comunico a Luigi y este reforzó la seguridad de todo el edificio.

Brenda fue escoltada por los guardaespaldas hasta su asiento y cada uno tomo su lugar.

Recostada se permitió llorar en silencio había tenido todo y más de lo que alguna vez soñó y lo perdió por su lujuria.

En Estados Unidos Mackenzie quedo sola en ese enorme apartamento y en esa soledad los recuerdos se hicieron presentes, se sentía vulnerable y muy asustada.

Sentía que era observada y cuando volteaba no había nadie, se dijo que era paranoia y salió a la alberca, necesitaba tomar aire pues sentía que se asfixiaba.

En realidad estaba sola, nadie la observaba, todo era producto de sus temores y de los traumas vividos.

El timbre sonó sacándola de sus recuerdos tristes, fue a abrir y se encontró con una joven quien estudiaba con ella.

Esta joven en secreto era una guardaespaldas de Luigi para cuidarla durante las clases, aunque en realidad aprovechaba la oportunidad y tenía uno de los mejores promedios, no tanto como el de Mackenzie, pero era buena.

Beatriz Simons como muchos la llamaban Bea era una chica trigueña de ojos miel, con el cabello corto por encima de los hombros, muy linda y un tanto ruda, siempre vestía ropa deportiva holgada, aunque no practicaba deporte alguno en la universidad.

Se sorprendió al verla.

Hola Bea que haces aquí le preguntó haciéndose a un lado para que entrara.

Hola Mackenzie verás es complicado, pero te lo explico con calma si me invitas un jugo o un café le dedico una cálida sonrisa.

Claro ven conmigo, Bea miraba embelesada todo el departamento, todo gritaba lujo y sofisticación.

Entraron a la cocina y Mackenzie sirvió dos vasos de jugo de fresa y preparó de sándwich; se sentaron en la barra y comieron juntas.

Mackenzie no quiero mentirte, pues en verdad me caes super bien y quiero ser tu amiga.

Te escucho dijo Mackenzie mordiendo el sándwich.

Soy una de tus guardaespaldas, mi misión es mantenerte segura en clase y evitar que alguien se meta contigo.

Mackenzie abrio los ojos, todo espero menos eso.

Osea no estas estudiando preguntó sorprendida.

Si yo aplique para una beca y no lo obtuve, soy entrenadora de defensa personal y trabajo en un gimnasio, el señor Grimaldi me ofreció el empleo con la posibilidad de estudiar, así que acepte gustosa.

En un principio creía que eras de esas chicas fresas que son niñas mimadas y caprichosas, pero cuando te vi y comencé a observarte en clase, me di cuenta que eres diferente.

Rompí las reglas pues no debía decirte que soy tu guardaespaldas, debía ganarme tu amistad sin que lo supieras, pero eso no sería correcto y cuando lo supieras.

Me enojaría y pensaría que me engañaste termine su frase y esta asintió.

Por eso preferí decírtelo desde un principio.

Haces bien me gusta la sinceridad le sonreí.

Ahora estaré aquí por un tiempo mientras tus padres vuelven, claro si no te molesta, me lo dijo un poco avergonzada y solo sonreí.

Claro que no me parece estupendo, me aburro mucho sola, ya estaba paranoica y la señora del aseo viene cada dos días.

Tu compañia me hara bien, nos divertiremos mucho digo emocionada.

Bien siendo así iré por mi mochila la dejé afuera.

Te acompaño y te muestro la habitación donde te quedaras, Bea asintió y entre pláticas ordenaron sus prendas deportivas.

Necesitas un cambio en tu guardarropa le dijo tomando una enorme sudadera.

No tengo dinero para eso ahorita, lo que gano se lo envió a mis padres dijo con tristeza.

Puedo saber por qué te pones triste.

Mi madre tiene cáncer y el tratamiento es costoso, ellos no tienen documentos, yo soy americana, pero mis padres no.

Lo lamento mucho Bea.

Tranquila, me esfuerzo mucho por ellos y gracias a este empleo mi madre recibe su tratamiento y estoy estudiando.

Bueno lo de tu guardarropa lo resolveremos déjalo en mis manos sonreí imaginando lo que haré.