Renacer Entre Telas

El aire de la oficina estaba cargado de tensión. Camila, sentada frente a su escritorio, tamborileaba los dedos sobre la superficie de madera mientras su mente trabajaba a toda velocidad. Sabía que Víctor Torres estaba a un paso de arrebatarles Valle Textiles. La reunión con los inversionistas había sido un éxito parcial; algunos estaban convencidos, pero otros aún vacilaban. Si Víctor lograba influir en esos indecisos, todo el esfuerzo podría ser en vano.

De repente, la puerta se abrió, y Clara entró con una expresión grave.

—Señora Isabela, acabo de recibir información importante. Víctor está organizando una reunión privada esta misma noche con dos de los inversionistas clave: Alejandro Márquez y Luisa Salcedo. Ellos son quienes aún no han definido su posición. Si logra convencerlos, podría tomar el control de la junta directiva.

Camila apretó los labios, sintiendo cómo la adrenalina recorría su cuerpo. Alejandro y Luisa eran piezas clave en el tablero. Si perdía su apoyo, la empresa caería en manos de Víctor.

—No podemos permitir que eso suceda —respondió Camila, levantándose de su asiento con decisión—. Clara, ¿sabes dónde será esa reunión?

—Sí, en el restaurante La Torre de Cristal, a las ocho en punto. Es un lugar discreto, perfecto para reuniones privadas.

Camila asintió. Tenía menos de cuatro horas para preparar un contraataque. Pero no podía hacerlo sola. Necesitaba un aliado inesperado, alguien que tuviera acceso a esa reunión o pudiera influir desde dentro.

Mientras tanto, Leonardo estaba en su oficina, revisando los últimos informes financieros. Aunque apoyaba a Camila, no podía evitar sentirse preocupado. Sabía que enfrentarse a Víctor no era un juego sencillo. Era un hombre poderoso, con conexiones en los lugares correctos. Sin embargo, cuando recibió una llamada de Camila, supo que algo importante estaba ocurriendo.

—Leonardo, necesito tu ayuda —dijo ella con urgencia.

—¿Qué sucede? —preguntó, dejando de lado los papeles.

—Víctor ha organizado una reunión privada con Alejandro y Luisa esta noche. Si logra convencerlos, todo estará perdido. Necesito que tú también estés ahí.

Leonardo frunció el ceño. No esperaba que las cosas escalaran tan rápido, pero sabía que no podían retroceder.

—Está bien. Me encargaré de llegar antes que Víctor y hablar con ellos. Pero necesitamos algo más que palabras. ¿Tienes algún plan?

Camila sonrió levemente. Siempre tenía un plan.

—Sí. Alejandro es un hombre que valora la innovación y el futuro. Luisa, por otro lado, busca estabilidad y seguridad financiera. Nuestra propuesta debe tocar ambos puntos. He preparado una presentación breve y precisa que resalta el potencial de nuestra nueva línea de telas ecológicas, además de un plan de seguridad para los próximos tres años.

Leonardo asintió, comprendiendo la estrategia. Ambos sabían que estaban jugando con fuego, pero no había otra opción.

—Nos vemos allí —dijo él antes de colgar.

A las ocho en punto, el restaurante La Torre de Cristal brillaba bajo las luces de la ciudad. Alejandro Márquez y Luisa Salcedo estaban sentados en una mesa privada, esperando la llegada de Víctor. Ambos eran inversionistas experimentados, pero no podían negar que la situación en Valle Textiles los tenía en vilo. Sabían que el futuro de la empresa dependía de las decisiones que tomaran esa noche.

Sin embargo, en lugar de Víctor, quien apareció primero fue Leonardo. Vestido con impecable elegancia y con una actitud firme, se acercó a la mesa.

—Buenas noches, Alejandro, Luisa. Espero no interrumpir —dijo, con una sonrisa controlada.

Ambos inversionistas lo miraron con sorpresa.

—Leonardo, no esperábamos verte aquí —dijo Alejandro, arqueando una ceja.

—Lo sé. Pero no podía dejar pasar la oportunidad de hablar con ustedes antes de que tomen una decisión importante para la empresa. Camila y yo hemos trabajado arduamente en un proyecto que creemos puede llevar a Valle Textiles a un nuevo nivel, y quería compartirlo personalmente con ustedes.

Leonardo se sentó y sacó su tablet, mostrando la presentación que Camila había preparado. Mientras hablaba sobre la innovación en telas ecológicas, la expansión a nuevos mercados y la estabilidad financiera, notó cómo las expresiones de Alejandro y Luisa iban cambiando. De la duda pasaron a la curiosidad, y luego al interés genuino.

—Es una propuesta interesante —admitió Luisa, tras escuchar con atención—. Pero, ¿cómo planean manejar los riesgos asociados a esta expansión?

Leonardo estaba preparado para esa pregunta.

—Camila ha diseñado un plan de contingencia que minimiza los riesgos. Además, contamos con un respaldo financiero que asegura que cualquier eventualidad pueda ser cubierta sin afectar a la empresa. Todo está pensado para garantizar la estabilidad que ustedes valoran.

Alejandro asintió, pensativo.

—Esto es lo que buscaba escuchar. No solo promesas, sino un plan sólido.

Justo en ese momento, Víctor Torres llegó al restaurante. Al ver a Leonardo sentado con Alejandro y Luisa, su rostro se endureció. Sabía que estaba perdiendo terreno.

—Buenas noches —dijo, acercándose con una sonrisa falsa—. No esperaba verlos aquí tan temprano.

Leonardo se levantó, mirándolo directamente a los ojos.

—Buenas noches, Víctor. Pensé que sería importante hablar con nuestros socios antes de que tomaras la palabra. Después de todo, la transparencia es fundamental en este tipo de decisiones.

La tensión en el aire era palpable. Víctor entendió que la batalla no sería fácil. Pero no estaba dispuesto a rendirse.

—Por supuesto —respondió, con una sonrisa fría—. Pero aún queda mucho por discutir.

Leonardo se despidió de los inversionistas, dejándolos a solas con Víctor. Pero en su interior, sabía que el mensaje había sido claro: Valle Textiles no sería tan fácil de tomar.

De regreso en casa, Camila recibió una llamada de Leonardo.

—¿Cómo te fue? —preguntó ella, con el corazón acelerado.

—Creo que logramos inclinar la balanza a nuestro favor. Pero aún no podemos bajar la guardia. Víctor no se detendrá.

—Lo sé —respondió Camila, con determinación—. Pero nosotros tampoco.

La guerra apenas comenzaba, y Camila estaba lista para luchar hasta el final.