Recuperando La Felicidad

Dos semanas después

Esta semana he estado muy ocupada, no he tenido tiempo de verme con Amelia ni con Mateo. Bueno, y con Alex, no volví a saber nada de él desde el día en la playa. Y a Alex, pues, no quiero encontrarme con él porque me siento muy débil. No me agrada el hecho de que haya llorado y le pidiera que se quedara a dormir conmigo. Desde hace años no lloraba frente a nadie que no fuera necesario. No sé qué me pasa, pero no me gustó.

En este momento estoy hablando con Alma, en su casa, y la verdad me pone feliz estar aquí.

—Ada, mira, estos son los requisitos para la beca. Lee muy bien y no pierdas esta oportunidad. Confío en ti, tú puedes hacerlo —me dice Alma mientras me pasa los documentos. Los leo y, luego, ella vuelve a hablar.

—Ada, quiero preguntarte algo. ¿Tu madre te volvió a maltratar? —levanto la mirada y veo los ojos de Alma. Esos ojos parecen llenos de angustia.

~ No puedes mentirle, ella te ha cuidado como su hija ~ me digo a mí misma.

—Eh... bueno... sí... pero solo fue una cachetada... nada más —veo cómo se levanta y empieza a caminar de un lado a otro. Puedo ver en sus ojos rabia. Intento hablar para tranquilizarla, pero ella empieza a hablar.

—Mi niña, ya te he dicho muchas veces que vengas a vivir conmigo. Te lo pido por favor, ven a mi casa, no quiero seguir viéndote sufrir —se acerca a mí y me da un abrazo.

~ Ada, creo que es hora, ya deberías alejarte de ese sufrimiento ~ me dice mi conciencia.

—Alma, yo te prometí que lo pensaría y lo estoy haciendo, solo dame unos días para poder hablar con mi madre —ella asiente con la cabeza y cambia de tema.

—Mi niña, ya tienes pensado qué quieres estudiar. —Me mira y me regala una sonrisa.

—Sí, Alma, ya lo pensé y quiero ser médica. Quiero ayudar a las personas. Todavía no sé qué especialidad quiero, pero sé que quiero estudiar medicina. —Ella me mira y noto que le brillan los ojos.

—Mi niña, estoy muy orgullosa de ti. En un mes son las pruebas para las becas, y en unos meses te gradúas. Sé que lo lograrás, tú puedes hacerlo —me da mucha emoción escucharla hablar, tanta que me le tiro encima y la abrazo.

Salgo de la casa de Alma directamente hacia el supermercado. Cuando llego, noto a Laurel un poco angustiada. Me acerco a ella y le pongo mi mano en los hombros. Ella se voltea y me mira, y empieza a hablar.

—Ada, necesito que me ayudes, por favor —la miro y noto que tiene los ojos rojos y la voz quebrada.

—¿Qué pasó, Laurel? —Ella me mira, y noto que duda, pero al final me habla.

—Necesito que vayas a una farmacia y compres gas, alcohol y todo lo necesario para una herida de bala. Por favor, ve rápido. —La miro y noto que no juega. Salgo corriendo hacia la farmacia y compro lo que puedo para tratar una herida. Regreso al supermercado y noto que ya está cerrado todo. Toqué la puerta y Laurel sale con las manos ensangrentadas. Me pide que la siga. Cierro la puerta del supermercado y la sigo hasta llegar a la bodega. Entra, y miro a un chico en el piso. Me acerco y... no puede ser. ¿Qué hace Alex ahí...?