NovelToon NovelToon
La Nueva Ingresada

La Nueva Ingresada

Status: En proceso
Popularitas:818
Nilai: 5
nombre de autor: Ashly Rijo

Hiroshi es un adolescente solitario y reservado que ha aprendido a soportar las constantes acusaciones y burlas de sus compañeros en la escuela. Nunca se defiende ni se enfrenta a ellos; prefiere pasar desapercibido, convencido de que las cosas nunca cambiarán. Su vida se vuelve extraña cuando llega a la escuela una nueva estudiante, Sayuri, una chica de mirada fría y aspecto aterrador que incomoda a todos con su presencia sombría y extraña actitud. Sayuri parece no temer a nada ni a nadie, y sus intereses peculiares y personalidad intimidante la convierten en el blanco de rumores.

Contra todo pronóstico, Sayuri comienza a acercarse a Hiroshi, lo observa como si supiera más de él que nadie, y sin que él se dé cuenta, empieza hacer justicias.

NovelToon tiene autorización de Ashly Rijo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La nueva ingresada- La tarea

La puerta de mi casa aún estaba entreabierta cuando me armé de valor y salí corriendo tras Sayuri. No sabía qué esperaba lograr, pero algo me decía que tenía que seguirla, aunque la idea de enfrentarme a lo que ella realmente era me hacía temblar.

—¡Espera! —grité mientras la veía caminar por la acera con aquella calma inhumana.

Ella no se giró, ni siquiera disminuyó el paso. Cuando finalmente la alcancé, traté de colocarme a su lado, aunque a cada segundo sentía que mi corazón podía detenerse.

—¿Qué tipo de tareas son estas de las que habló tu jefe? —pregunté nervioso, aunque intenté sonar firme.

Ella finalmente se detuvo, girándose hacia mí con esa expresión impasible que no dejaba entrever ni un atisbo de emoción. Me miró como si estuviera analizando cada una de mis palabras antes de responder.

—Dependerá de ti —dijo simplemente.

Esa respuesta solo aumentó mi ansiedad. Mi mente comenzó a girar en círculos tratando de entender lo que eso significaba. ¿Depender de mí? ¿Cómo podía algo tan vago determinar mi destino? Y justo cuando estaba por seguir preguntando, algo hizo clic en mi cabeza.

—Espera… —murmuré, casi hablando conmigo mismo—. ¿Qué pasa si no quiero ir contigo?

Por un instante, el aire pareció volverse más pesado. Sayuri me miró fijamente, y por primera vez, noté un cambio en su expresión. Sus ojos brillaron con una intensidad que hizo que un escalofrío me recorriera la espalda. Era como si estuviera considerando seriamente la idea de matarme allí mismo, sin importar nada.

Se acercó lentamente, invadiendo mi espacio personal. Aunque sabía que debía retroceder, mis piernas no se movían.

—Escucha, Hiroshi… —susurró, su voz tan fría como el hielo—. Si no vienes conmigo, los dos moriremos.

—¿Qué? —mi voz salió más aguda de lo que pretendía, pero no podía evitarlo.

Ella no apartó la mirada, sus ojos oscuros y penetrantes clavándose en los míos como dagas.

—¿Quieres eso? —continuó con el mismo tono gélido—. ¿Quieres arrastrarnos a ambos hacia el fin solo porque no puedes aceptar las consecuencias de tus acciones?

No supe qué responder. El miedo se mezclaba con la culpa y la confusión. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo podía ser que mi vida —y aparentemente la de ella— dependieran de algo que ni siquiera entendía del todo?

—Pero… —intenté replicar, aunque mis palabras murieron en mi garganta.

—No hay peros —me interrumpió—. No puedes escapar de esto. Si no cumples con las tareas, no solo perderás tu alma; perderás a tu familia. Y si yo fallo… —su voz se tornó más grave—. Bueno, mi existencia también se acaba.

—Entonces… ¿estamos conectados? —pregunté, sintiendo que el pánico volvía a instalarse en mi pecho.

Sayuri se cruzó de brazos y soltó un suspiro, como si estuviera agotada de explicarme cosas que consideraba obvias.

—Es más complicado que eso, pero sí, en esencia estamos atados. Lo quieras o no, Hiroshi, ya no hay vuelta atrás. Tampoco es que me guste la idea.

Me quedé callado, procesando sus palabras. El aire era frío, pero no tanto como la sensación de vacío que se apoderaba de mi interior. Si ella tenía razón —y algo me decía que la tenía—, mi única opción era seguir adelante, aunque no entendiera del todo lo que eso implicaba.

—¿Qué tipo de tareas son? —repetí con voz débil.

Sayuri me miró con algo que parecía una mezcla de resignación y desprecio.

—Te lo contare después. Por ahora, solo asegúrate de no intentar escapar. Porque, si lo haces… —hizo una pausa, acercándose aún más, tanto que podía sentir el frío de su aliento— Yo misma te matare aunque me tenga que morir.

Tragué saliva y asentí lentamente. No había nada más que pudiera hacer. Por mucho que quisiera negar todo esto, no podía escapar. No después de lo que ya había visto y oído.

Sayuri se dio la vuelta y comenzó a caminar de nuevo. Me quedé quieto por unos segundos antes de obligarme a seguirla. No sabía a dónde me estaba llevando, pero lo único claro era que no podía volver atrás.

"¿Cómo terminé en esto?" pensé mientras caminaba detrás de ella, con el corazón latiendo desbocado y la cabeza llena de preguntas sin respuesta.

Seguí a Sayuri en completo silencio mientras avanzábamos por calles desiertas. No tenía idea de a dónde íbamos ni qué tipo de tarea me esperaba, pero había algo en su forma de caminar, en su postura rígida y determinada, que hacía imposible cuestionarla.

Finalmente, nos detuvimos frente a un callejón oscuro entre dos edificios abandonados. Las paredes estaban cubiertas de grafitis, el suelo lleno de basura, y una puerta metálica oxidada se erguía al fondo, como una entrada a otro mundo.

—Ahí dentro está nuestra primera tarea —dijo Sayuri, su voz tan fría como siempre.

—¿Qué clase de tarea? —pregunté, sintiendo cómo mi garganta se secaba.

Ella se cruzó de brazos y me miró, exasperada.

—Escucha, Hiroshi, no es tan complicado. Hay un hombre ahí dentro que desea la muerte de otra persona. Mi trabajo es leer su mente y matarlo, y tu averiguar por qué lo quiere muerto y darme la aceptación para matarlo. Tu trabajo es decidir si se cumple su deseo o no. Lo importante es no cometer el supuesto error que yo hice, darle un deseo a alguien para que después ande retractandose.

—¿Qué? —mi voz tembló, y retrocedí un paso—. Yo no puedo decidir algo así.

—Claro que puedes —replicó ella con un encogimiento de hombros—. ¿O prefieres que lo decida alguien más?

—¡Esto está mal! —exclamé, sintiendo que el pánico me invadía—. No quiero matar a nadie más. ¡No otra vez!

Sayuri me fulminó con la mirada, pero había algo diferente en su expresión: una pizca de comprensión.

—Por eso estamos aquí, Hiroshi. No se trata solo de lo que quieres. Esto es parte de tu deuda. Pero… —hizo una pausa, como si eligiera cuidadosamente sus palabras—, si realmente no quieres equivocarte de nuevo, podemos investigar más.

—¿Investigar más? —pregunté, confundido.

—Si dudas, podemos averiguar si la persona que él quiere matar merece vivir o no. Pero será tu decisión final, no la mía.

—¿Y si no quiero decidir?

Sayuri suspiró profundamente, como si hablara con un niño pequeño.

—Entonces mi jefe te matara hoy mismo.

Giré mi mirada hacia la puerta metálica. Mi corazón latía con fuerza, y las palabras de Sayuri resonaban en mi cabeza. No podía permitir que otra vida inocente se perdiera por mi culpa, pero tampoco podía ignorar la posibilidad de que el hombre en cuestión tuviera motivos válidos.

—Está bien —dije al fin, sintiendo el peso de mis palabras—. Pero primero quiero saber por qué.

Sayuri asintió y abrió la puerta.

Adentro, la habitación era oscura, iluminada por una sola lámpara colgante. En el centro, un hombre de mediana edad estaba sentado en una silla, las manos temblorosas y la mirada perdida. Parecía un desastre: su ropa estaba sucia, y el sudor le corría por la frente.

Sayuri avanzó lentamente y se colocó frente a él. Cerró los ojos por un momento, y un leve resplandor negro pareció envolverla.

—Ya veo… —murmuró, abriendo los ojos y girándose hacia mí—. Este hombre desea la muerte de su vecino. Cree que ese hombre ha estado envenenando a su perro.

—¿Qué? —pregunté, incrédulo—. ¿Eso es todo?

—No lo es —continuó Sayuri, su tono más grave—. También cree que su vecino es el responsable de la desaparición de su hija. Lo ha visto merodeando cerca de su casa en las noches, y encontró algo en su patio trasero: el zapato de su hija.

La sangre se me heló.

—¿Y qué tan cierto es eso?

—No lo sé aún. Solo puedo leer su mente, no la verdad.

Respiré hondo, tratando de asimilar la situación. ¿Y si estaba equivocado? ¿Y si el hombre solo estaba paranoico?

—¿Podemos comprobarlo? —pregunté finalmente—. No quiero decidir nada hasta saber si su vecino realmente es culpable.

Sayuri me observó por un largo momento antes de asentir.

—Eso será más trabajo, pero si quieres investigar, entonces así será. Solo recuerda algo, Hiroshi: no siempre tendrás tiempo de hacerlo.

Sin decir más, salimos del callejón. La sensación de alivio era efímera, y la incertidumbre seguía pesando sobre mí. ¿Estaba tomando la decisión correcta? ¿O solo estaba retrasando lo inevitable?

Sabía que, a partir de ahora, mis elecciones no solo decidirían mi destino, sino también el de muchas otras vidas. Y ese pensamiento me aterrorizaba.

1
Mckasse Escritora
me gusto mucho. Gracias
Mckasse Escritora
me gusta
Estrella Liriano castro
Yá lo estoy esperandoo🙈
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play