Rein Ji Won, la inalcanzable "Reina de Hielo" del Instituto Tae Son, es la heredera de un imperio empresarial, y por lo mismo un blanco constante. Su vida en la élite de Seúl es una jaula de oro, donde la desconfianza es su única aliada.
Cuando su padre Chae Ji Won regresa de un viaje de negocios que terminó en secuestro, trae consigo un inesperado "protegido": Eujin, un joven de su misma edad con una sonrisa encantadora y un aire misterioso que la intriga de inmediato. Rein cree que su padre solo está cumpliendo una promesa de gratitud. Lo que ella no sabe es que Eujin es un mercenario con habilidades letales y un contrato secreto para ser su guardaespaldas.
La misión de Eujin es clara: usar todo su encanto para acercarse a la indomable heredera, infiltrarse en su círculo y mantenerla a salvo.
En el juego del lujo, las mentiras y el peligro, las reglas se rompen.
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Capítulo 18: El Gran Golpe de Chaewon
...El Plan de Eun Chaewon...
La fría mañana de Seúl encontró a Eun Chaewon en su estudio personal, una fortaleza de cristal y acero con vistas a la ciudad. La pantalla de su tablet proyectaba información sobre sus enemigos: los movimientos políticos de Dae Kim, los negocios emergentes de Rein Ji Won y la enigmática figura de Eujin Min Song. Recibía los informes de sus informantes, cada detalle una pieza en su tablero de ajedrez.
—Así que Dae Kim está buscando financiación en el sur, y la Señorita Ji Won está expandiendo su empresa de seguridad como un cohete. Y el granjero... Min Song... está en el centro de todo —murmuró Chaewon para sí mismo, su rostro impasible.
La alianza entre Dae y el "juguete de campo" de Rein era una espina en su costado.
Necesitaba desestabilizarlos a todos, sembrar la discordia y la desconfianza. Y la mejor forma de hacerlo era a través del gobierno, utilizando su propia influencia.
Una idea, fría y brillante como el acero, tomó forma en su mente. Tenía los contactos, los recursos y la narrativa perfecta para el tipo de escándalo que hundiría a sus oponentes.
—Quiero que el gobierno empiece a investigar a Dae Kim —ordenó Chaewon a uno de sus asistentes por teléfono, su voz era un susurro helado—. Quiero que se le vincule con supuestos negocios de tráfico de armas. Y quiero que, de forma tangencial, la investigación se extienda a la empresa de seguridad de Rein Ji Won y, por supuesto, a Eujin Min Song.
El asistente, acostumbrado a las directrices ambiguas pero letales de su jefe, asintió.
—¿Y qué base de evidencia usaremos, señor?
—Fabriquenla. Infiltren datos ficticios en servidores que puedan ser "descubiertos" por nuestros contactos. Quiero que parezca que están involucrados en una red de tráfico de armas con organizaciones criminales internacionales, utilizando los sistemas de seguridad de Ji Won como tapadera. Y que Eujin Min Song es la pieza clave de la operación. Es una historia creíble, ¿no crees?
Chaewon sonrió, una expresión de autocomplacencia que rara vez mostraba. La red de intriga era su especialidad.
—Solo necesito mover un par de piezas correctamente. Los medios, el poder judicial... Con el miedo adecuado, la gente creerá cualquier cosa. Y la reputación de los Ji Won, y la de Dae Kim, se hundirá en el fango. Y Rein Ji Won vendrá a mí, suplicando.
El plan estaba en marcha. La flecha envenenada había sido lanzada.
...Un Sábado en Familia...
El sábado llegó como un bálsamo en medio de la creciente tensión. Rein había organizado una salida, un intento de inyectar normalidad en sus vidas.
—Vamos a la feria, Eujin —había dicho, con una sonrisa inusual—. Necesito un día libre de contratos y políticos. Y tú necesitas aire.
Así, Eujin, Rein, Yuna Lee, Dae Kim y su actual novia, una modelo llamada Min-Hee, se encontraron en el parque de diversiones. Era una mezcla extraña de la élite de Seúl buscando un momento de esparcimiento.
El parque era una explosión de colores, sonidos y el dulce aroma a algodón de azúcar. Eujin y Rein, de la mano, se sentían extrañamente libres, como dos niños escapados. La química entre ellos era palpable, un aura de felicidad que los envolvía.
Dae Kim, sorprendentemente relajado, intentaba ganar un oso de peluche en un juego de habilidad, mientras Yuna se reía de sus torpes intentos. Min-Hee, la novia modelo, estaba visiblemente incómoda. Su lugar eran los eventos de alta sociedad, no los carruseles y las montañas rusas.
—¿No podemos ir a un lugar más... exclusivo, Dae? Mi cabello se está arruinando con la humedad y los niños son tan ruidosos —se quejó Min-Hee, con un puchero.
Dae, que rara vez perdía su encanto, miró a Min-Hee con una irritación apenas disimulada.
—Es un parque de diversiones, Min-Hee. Se supone que es ruidoso. Y los niños, bueno, son niños. Si quieres irte, el chofer puede llevarte.
Min-Hee, ofendida, resopló.
—Lo haré. No entiendo cómo ustedes pueden divertirse en este... caos. Adiós, Dae.
Se dio la vuelta y se fue, dejando a Dae con una sonrisa de alivio.
—Bueno. Una menos. Ahora podemos divertirnos de verdad. Eujin, Rein, ¡vamos a la montaña rusa!
Pasaron el día en una burbuja de alegría. Comieron tteokbokki picante, compartieron algodón de azúcar y se rieron de sus miedos en la casa embrujada. Eujin ganó un pequeño oso de peluche para Rein en el juego de los dardos, un gesto que ella atesoró más que cualquier joya.
La conversación fluía sin esfuerzo, una mezcla de bromas, recuerdos y sueños.
—Cuando tengamos nuestra casa en Busan —dijo Rein, apoyando la cabeza en el hombro de Eujin mientras observaban el atardecer desde la cima de la noria—, tendremos nuestra propia mini feria. Con luces y fuegos artificiales.
—Y un carrusel de caballos de granja —añadió Eujin, apretando su mano.
Dae Kim y Yuna observaron a la pareja, una pizca de envidia en sus ojos, pero también una genuina alegría por la felicidad que irradiaban.
—Parecen hechos el uno para el otro —susurró Yuna a Dae.
—Lo sé. Me lo restriegan en la cara cada vez que los veo —respondió Dae, con un toque de su humor sarcástico, pero había una verdad en su voz—. Me hace pensar en lo que me falta.
Eujin y Rein se sentían eufóricos. Por un día, habían olvidado la amenaza de Eun Chaewon, la presión de la fusión y la oscuridad que acechaba en Seúl. Por un día, solo eran una pareja feliz.
...La Investigación se Desata...
El idilio terminó abruptamente el lunes.
Rein regresó a la imponente Torre Ji Won Global, el brillo de la felicidad del fin de semana aún en sus ojos. Al entrar en su oficina, su secretaria, con una expresión de nerviosismo poco habitual, la detuvo.
—Señorita Ji Won, ya hay alguien esperándola. Es el Jefe del Servicio de Inteligencia Nacional de Corea del Sur, el General Kang.
El corazón de Rein dio un vuelco. El Jefe de Inteligencia. Eso no era una visita de cortesía.
Rein entró en su despacho. Sentado frente a su escritorio, con una expresión grave, estaba un hombre de unos cincuenta años, impecablemente vestido, con el aura de autoridad que solo la inteligencia estatal puede conferir.
—Señorita Ji Won, gracias por recibirme —dijo el General Kang, su voz era monótona y controlada.
—General Kang. ¿A qué debo el honor de su visita? No estaba en mi agenda.
El Jefe de Inteligencia no se anduvo con rodeos.
—Mi oficina ha recibido información alarmante sobre una supuesta red de tráfico de armas y filtración de información gubernamental. Una operación de gran escala, con conexiones internacionales.
Rein se mantuvo inexpresiva, pero su mente ya estaba trabajando a toda velocidad.
—No entiendo cómo esto me concierne, General Kang.
—La información sugiere que su empresa, Ji Won Global Security, está siendo utilizada como tapadera. Y que usted, el Senador Dae Kim, y particularmente el Señor Eujin Min Song, están implicados en esta red. Queremos saber qué tiene que decir sobre eso.
El mundo de Rein se detuvo por un segundo, su corazón no dejaba de latir a toda velocidad.
La flecha envenenada de Eun Chaewon había impactado. La investigación se había desatado. Rein sintió el escalofrío de la guerra, pero también la furia.
Habia empezado la ofensiva del enemigo.