María Elena Collazo trata de hacer hasta lo imposible por libararse de las garras de su suegra y de su alcohólico esposo. ¿Hasta qué punto podrá soportar ese infierno? Esta historia es totalmente ficticia. Todos los personajes y vivencias fueron creados por la mente de su servidora. Cualquier semejanza con la vida real es mera coincidencia.
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No está muerta
Al día siguiente la policía se enteró de ese robo y acudieron al establecimiento.
Uno de los trabajadores se acercó a ellos para decirles algo.
Yo vi a una mujer y a un hombre entrar, pero yo pensé que eran guardias de seguridad. Soy nuevo en este establecimiento y no conozco bien a todo el personal.
Muy bien, le mostraré unas fotos y usted me dirá si los reconoce.
El policía sacó una carpeta con varias fotos se las mostró una a una.
Esa es la mujer y ese es el hombre, dijo el trabajador muy seguro de sí mismo.
No cabe duda, son Aranza y su hijo no deben de andar muy lejos hay que buscarlos bien. Tienen hambre y sin dinero no pueden andar muy lejos.
Esos dos son unas fichitas, dijo otro policía.
Se hizo una búsqueda incansable. El bosque era muy amplio, pero aun así no paraban de buscarlos.
Moisés presentaba una orden de aprehensión por bígamo y por golpear a Elena. Y Aranza por asesinar a su vecina.
Así estuvieron por varias horas, pero la noche se acercaba a pasos agigantados, ya no podrían seguir buscando. Esperarían hasta el día siguiente.
Mamá, tengo hambre, dijo Moisés que estaba muy debilitado por la falta de comida y su bebida.
No molestes, todo esto es por tu culpa.
¿Ya vas a empezar otra vez?
Nunca me voy a cansar de decirte que eres un mal hijo. Eres lo peor que me ha pasado en la vida.
Bla, bla, bla..., dijo Moisés burlándose de Aranza.
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María Elena había terminado de limpiar la casa ese día cuando Ardan llegó de visita.
Hola, amor, mm qué limpio se ve todo. Tu casa es hermosa. Por eso tu esposo te la quería quitar, vale una verdadera fortuna.
Mi exesposo, aunque ni eso, mi boda con él no procede.
Tienes razón, perdón. ¿Aún no se sabe de él?
No, como si se lo hubiera tragado la tierra.
Ardan iba acompañado de una chica de aproximadamente, 22 años.
Mira, ella es Guadalupe, te va a ayudar con los quehaceres de la casa. No te preocupes por el sueldo, yo le pagaré.
¿Acaso crees que no puedo pagarle?, ¿se te olvida que he recobrado todo mi patrimonio?
Sí, perdón, no quise ofenderte, yo solo quería ayudarte.
Perdóname tú a mí, he sido muy dura contigo. ¿Sabes cocinar?, le preguntó a Guadalupe.
Sí, señora.
Fantástico, entonces prepara la comida, por favor.
Sí, señora.
Gracias, amor, siempre pensando en cómo ayudarme.
Claro, siempre estoy pensando en ti.
Mentiroso, dijo ella sonrojándose.
Entonces, él la tomó del talle y le dio un beso profundo.
Fue tanta la intensidad que los dos cayeron al suelo.
Ay, jajaja.
Perdón, Ardan la ayudó a levantarse.
Vamos a la alcoba.
Ya mero está la comida, Guadalupe se puede enterar.
¿Y qué?, pronto serás mi esposa.
¿Qué dices?
Claro, si tú quieres.
¿Me estás pidiendo matrimonio?, dijo ella con la ilusión reflejada en su rostro.
Claro, y luego sacó un anillo y se lo dio. ¿Quieres casarte conmigo?
Amor, claro que sí. Te amo.
Él se levantó y le puso el anillo al dedo.
Decide tú la fecha, yo acepto todo lo que decidas.
Gracias, amor, en cuanto tenga una fecha te la haré saber.
Ya está, ahora vamos a la alcoba.
Los dos se fueron abrazados.
Rato después, ya estaban en el comedor.
Gracias, Guadalupe, ¿te puedo decir Lupita?
Claro que sí, señora Elena.
Siéntate con nosotros, Lupita.
No puedo hacer eso, señora, yo soy del servicio.
No digas eso, todos somos iguales y nada más somos nosotros tres. Así es que, por favor, siéntate con nosotros.
Guadalupe obedeció y fue por otro cubierto y se sentó con ellos a la mesa.
¿En dónde vives, Lupita?, ¿te quedarás aquí o vendrás de diario?
Aún no me ha dicho el señor si voy a venir diario, pero yo haré lo que ustedes dispongan.
Si te pido que te quedes ¿no tendrás problemas?
No se preocupe, doña Elena, solo vivo con una amiga, no tengo familia.
Dime simplemente, Elena.
De acuerdo, Elena.
Bueno, yo las dejo para que se pongan de acuerdo, lo que decida mi prometida está bien. Mañana paso por ti para irnos al trabajo, mi vida.
¿Cómo?, ¿se te olvida que ya recobré mi empresa y ya estoy trabajando en ella?
Oh, sí, lo había olvidado. Bueno, corrección; mañana pasaré por ti para llevarte a tu trabajo y luego me iré al mío.
Ándale, pues, así ya cambia la cosa.
Oye, ¿dónde andará Moisés y su madre?, esta tranquilidad no me gusta nada.
Ni a mí, pero mejor no los invoques, ellos no son buenos, Aranza maltrata mucho a Moisés que es un alcohólico.
Bueno, amor, lo importante es que ya no estás con ellos, espero que la policía los encuentre pronto.
Ardan se fue, dejando a Elena con la incertidumbre de no saber dónde podría estar Moisés.
"¿Me habrán dado por muerta?, ¿que estarán haciendo?", se preguntó a si misma, quedando sus preguntas en el vacío.
A lo lejos, en el bosque unos ojos observaban la casa.
Moisés no podía creer lo que veía, Elena camimaba directo al cuarto. Iba acompañada de Lupita.
"No está muerta", dijo.
Luego, fue corriendo a donde su madre y casi grita: ¡No está muerta!, madre, ¡no está muerta!
¡Cállate!, ¿quieres que nos descubra la policía?, ¿quién está viva según tú?
Elena, la acabo de ver, está viva, es muy hermosa.
Moisés sintió un alivio en su alma al saber que Elena no estaba muerta.
En cambio, Aranza se puso pálida, ella era capaz de denunciarla.
Pues hay que matarla de nuevo, esa mujer es un peligro.
Estás loca, señora, no te lo voy a permitir antes te...
¿Me vas a matar?, lo interrumpió.
Claro que no, señora. Le debo algun respeto.
Jajajaj, ¿cuándo me has respetado, imbécil?, eres un idiota que no sirve para nada.
De seguro la imaginaste, no puede estar viva. Eres un alcohólico, ya no sabes lo que dices.
No soy un alcohólico, yo sé lo que vi. Elena está viva.
Está bien, ya cállate, vamos a ver si podemos entrar a esa choza que vi por allá. Parece que está abandonada.
Madre e hijo se adentraron más en el bosque. La choza no estaba muy lejos. Desde allí podía verse la casa de Elena.
Vigilaremos bien, y si como dices, Elena está viva, le haremos una visita. Va a saber lo que es amar a Dios en tierra ajena.
Déjala en paz, madre.
Claro que no, ella está muy a gusto con su vida, mientras que nosotros estamos padeciendo de todo. Y tú tienes mucha parte de culpa.
La culpa es tuya, madre; tú siempre me has manipulado, pero ya basta.
Jajajaj, ni para eso sirves, no tienes los tamaños para amenazarme. Eres una piltrafa humana, un paria.