Alex Lower no es un héroe. Ni un genio. Ni un elegido. Solo un humano común, arrastrado por accidente a los confines de la galaxia. Ahora, forzado a servir en la organización intergaláctica ARMA, forma parte de un equipo improbable: una androide con emociones reales llamada Heart y un elfo elemental tan poderoso como impredecible, Writz.
Juntos, recorren mundos desconocidos, enfrentan criaturas legendarias y desmantelan complots que amenazan con reescribir el orden galáctico. Pero lo que Alex aún no sabe... es que su historia apenas comienza. Y que dentro de él se esconde un secreto capaz de cambiarlo todo.
Una odisea cósmica repleta de acción, ciencia ficción, humor, lazos inquebrantables y un misterio que podría reescribir las estrellas.
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Capitulo #18: Valentía de Hierro.
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Alex y Beriel corrían a toda velocidad dentro de los muros del laberinto élfico.
La prisa era tal que el cansancio quedaba en segundo plano: tenían que llegar antes que los infectados.
—¡Oye! ¡¿Cómo puede el Xereos infectar al árbol!? —gritó Alex sin dejar de correr.
—¡Todos nacemos con una conexión a una raíz élfica! ¡Si uno de los infectados está vinculado al obelisco Metalan, el árbol también se contaminará! —explicó Beriel.
De golpe, ella se detuvo. Alex chocó contra su espalda y casi la hace caer en un abismo de picos. La sujetó a tiempo, abrazándola con fuerza.
—¡Uy! Lo siento... Eso estuvo demasiado cerca. —Alex la jaló, con culpa en la voz.
Beriel cerró los ojos y le dio un golpe en la cabeza, ocultando la expresión de sus ojos en forma de corazón latente.
—¡Fíjate para la otra, idiota! ¡El laberinto todavía es un campo de pruebas para los elfos!
Ese tono lo transportó a los entrenamientos con Heart.
“¡Idiota, tienes piernas y no sabes usarlas! ¡Eres peor disparando que golpeando!”
“¡Si no te concentras, el enemigo te matará inútil!”
Las frases resonaron en su memoria.
—Ah... Me acaba de dar un déjà vu —murmuró Alex.
—¿Un qué?
—Nada, luego te lo explico. El problema ahora es cómo cruzamos. No tenemos alas...
Beriel miró de reojo. Alex la conocía lo suficiente para sospechar lo que se venía.
—No tendremos alas... —empezó a desajustar su vestido—. ¡Pero tengo armas!
De su espalda brotaron varios brazos mecánicos, armados con pistolas láser. Abrieron un agujero en el muro, dejando ver una tenue luz: la salida del laberinto.
Alex silbó, impresionado.
—Y yo que pensaba que era el único con ideas locas...
Frente a ellos se alzaba el obelisco, rodeado de minerales que brillaban como acero bajo la luna.
—Increíble... —susurró Alex.
—¿Es la primera vez que ves uno? —preguntó Beriel. Él asintió.
—Ya somos dos. Antes soñaba con venir aquí...
Se acercó al pilar y apoyó la mano. Nada ocurrió. Probó de nuevo, una y otra vez, hasta que la frustración le torció el gesto.
—¡¿Por qué no te conectas?! —gritó, golpeando el obelisco con tal fuerza que su mano se agrietó.
—¡Ey, tranquila! —Alex la tomó de los hombros y la apartó. —¿Por qué esa desesperación?
—¿No lo entiendes? Si nadie conecta con el árbol antes de que se infecte, ¡podría desatar un caos global!
—Pero si no tienes afinidad con este obelisco, no hay nada que hacer.
—¡Ya lo sé! ¡Y empiezas a sonar como ella! —Beriel se cruzó de brazos.
—¿Blaz...?
—¿Quién?
Alex dudó, rascándose la cabeza. Ella lo interrumpió, con voz seca.
—No... me refería a otra persona. Alguien con quien trabajé antes.
Iba a insistir, pero rugidos metálicos retumbaron en el pasillo. Se acercaban, muchos y de todas direcciones.
—Esto no me gusta... —Alex apretó los dientes. —Son ellos, ¿verdad?
Beriel asintió.
—Demasiados. Alex... tenemos que irnos.
El joven se plantó frente al obelisco, aunque sus piernas temblaban.
—Vete tú. Yo me quedo. Proteger este lugar es mi prioridad. —Desenfundó sus armas láser.
—¡Alex, por un demo...!
Un infectado se abalanzó sobre Beriel, pero Alex lo derribó con un disparo directo al núcleo.
—¡Puedo lidiar con esto! Pero necesito que estés a salvo. —Otro robot se lanzó contra él. Lo derribó con esfuerzo, mientras Beriel, desplegando sus armas, lo cubría desde atrás.
—¡Tu mirada... estás muerto de miedo! —reclamó Beriel con voz temblorosa. —¡Tienes que huir!
—Heart y Writz no tardarán. Solo tengo que aguantar un poco más. —Sonrió, desafiante.
Beriel quiso molestarse, pero en vez de eso, se encontró sonriendo también.
—Estás loco... —se posicionó a su lado, apuntando con sus brazos mecánicos. —Más te vale no caer.
El eco de los pasos metálicos llenó la sala. La batalla había comenzado.
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Los robots entraban en grupos de cinco. Alex disparaba sin parar, tratando de dar en los núcleos, pero su puntería aún dejaba mucho que desear.
Beriel cubría sus flancos con precisión quirúrgica: cada disparo suyo impactaba directo en el núcleo de los infectados.
—¡Así no seré útil! —gritó Alex, frustrado. Guardó sus armas y activó sus guantes; un humo a presión salió siseando, como bestias listas para atacar.
Con gran fuerza, atrapó a un robot en pleno salto y lo destrozó. Otros cayeron bajo sus puños reforzados, los núcleos explotando en chispas de biotrilo.
Beriel se movía detrás del humano, disparando ráfagas que mantenían la retaguardia segura.
—¡Son demasiados! —exclamó la robot.
—¡Lánzame! —ordenó de pronto.
Alex no dudó: cargó a Beriel y la lanzó hacia el techo del recinto. En el aire, los múltiples brazos de la robot se desplegaron como un abanico mortal. Una tormenta de láseres cayó sobre los infectados, atravesando los núcleos uno tras otro.
Los enemigos cayeron como moscas. Alex la atrapó al regresar, en brazos como una princesa en apuros.
Beriel reía, sonrojada, mientras sus brazos seguían disparando sin descanso.
Demasiado épico.
Ambos se reposicionaron junto al obelisco. Los infectados restantes se detuvieron, observándolos con odio. Sus ojos celestes brillaban como faros.
—¿Qué pasa? ¿Ya se rinden? —jadeó Alex, alzando una ceja.
Los robots comenzaron a agitarse, emitiendo chirridos metálicos como botellas de refresco a punto de estallar. Alex y Beriel los miraban confundidos… hasta que empezaron a derretirse.
Los cuerpos se fundieron en una masa colosal. Brazos y piernas se deformaron en dientes de acero, el biotrilo fundido transformándose en una mandíbula acorazada.
—¡Cómo odio cuando hacen eso! —gritó Alex.
—¿¡No me digas que ya peleaste con uno de estos en Felfai!? —replicó Beriel.
Un rugido metálico estremeció el aire. El kaiju robótico desplegó tentáculos colosales, listos para devorar.
Un latigazo de acero envolvió a Alex y lo lanzó contra el muro. El golpe fue seco, el dolor insoportable. Sintió cómo una costilla se quebraba.
—¡Alex! —chilló Beriel, disparando contra la bestia.
El monstruo transformó un tentáculo en lanza, que se precipitó hacia ella. Alex, con reflejos desesperados, disparó a un núcleo parpadeante en la lanza, quebrándola en pedazos y salvando a la robot.
—¡Beriel…! ¡Vete! ¡Busca a Heart y Writz! —rugió Alex, aun tambaleante.
El kaiju lo atrapó de la pierna y lo azotó contra el suelo una y otra vez. Cada impacto arrancaba jadeos de dolor, huesos crujientes, sangre escapando de su boca.
—¡Alex! —Beriel disparaba sin parar, lágrimas en los ojos. Varios núcleos del monstruo estallaron, haciéndolo colapsar momentáneamente.
Entre los escombros, Alex apenas respiraba. Tosía sangre, sus ojos vidriosos y perdidos.
—No, no, no… ¡Alex! —Beriel lo cargó desesperada. —¡Quédate conmigo, no cierres los ojos! ¡Yo… yo puedo sanarte!
Hurgó en el compartimento de su espalda, buscando cualquier herramienta, cualquier recurso… nada.
Entonces lo vio: un tentáculo se alzaba silencioso tras ella, listo para atravesarlos.
—¡Beriel…! —Alex se obligó a levantarse. Con las últimas fuerzas, la empujó, recibiendo el impacto de lleno.
El golpe lo lanzó directo contra el obelisco. Su cabeza se estrelló contra la superficie inmortal. Un destello gris atravesó su cuerpo… y la oscuridad lo envolvió.
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El mundo desapareció.
Alex abrió los ojos en un espacio grisáceo, el suelo líquido y ondulante bajo sus pies. La silueta del obelisco Metalan lo observaba en silencio.
—¿Qué… qué es este lugar? —murmuró, avanzando con pasos pesados.
Una punzada le atravesó el cráneo; sus ojos brillaron en celeste.
“Espero que podamos hacer esto funcionar…”
La voz de Heart resonó en su cabeza, distante pero clara.
Alex se sujetó la frente. El Xereos rugía en su interior, implorándole que no se acercara. El dolor era insoportable, como si sus ojos fueran a estallar.
Una visión de la realidad se filtró: Beriel impactaba contra una columna, sus grietas cada vez más profundas. Escupía un líquido oscuro como aceite.
—Maldición… —apretó los dientes, forzándose a avanzar.
El obelisco estaba frente a él. Cada paso hacía que su visión se nublara más, pero no se detuvo.
—Writz… Heart… Beriel… —susurró, extendiendo la mano.
El dolor alcanzó su clímax. Y aun así, tocó el obelisco.
Un resplandor plateado lo envolvió. Sus ojos brillaron como metal fundido.
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De vuelta en la realidad, Beriel yacía en el suelo, jadeante, su mirada apagándose.
—Siempre… me arrebatan todo… —murmuró con un hilo de voz. Cerró los ojos, aceptando su destino.
El monstruo rugió y lanzó su mandíbula sobre ella.
Beriel abrió un ojo, esperando el final… pero la criatura se detuvo. Sus fauces temblaban a centímetros de su cuerpo, incapaz de cerrarse.
—¡Ah…! ¡Muere de una vez! —rugió Alex, extendiendo sus brazos hacia la criatura.
Sus ojos brillaron en un plateado imposible, y una onda metálica salió disparada de sus manos.
La amalgama rugió, su cuerpo vibrando hasta deshacerse en un líquido que gimió de furia. Beriel retrocedió, colocándose junto a Alex, con el rostro desencajado por el terror.
De aquel cuerpo empezaron a brotar los núcleos restantes, temblando, parpadeando como si fueran corazones a punto de estallar.
—¡Déjennos en paz! —gritó Alex. La sangre corrió por sus ojos con el esfuerzo, pero no se detuvo.
Una segunda onda estalló. Todos los núcleos explotaron al mismo tiempo, y el coloso se desplomó, convertido en un lago de biotrilo hirviente.
Alex se dejó caer sentado. El dolor en su pecho era insoportable, su respiración entrecortada.
—Alex… ¿Qué tuercas fue eso? —murmuró Beriel, ayudándolo a incorporarse.
Él solo negó con la cabeza. Su cara era una mezcla de miedo y desconcierto.
—Ni yo sé qué acabo de hacer…
Intentó sonreír.
—Pero creo… que lo vencimos.
El obelisco Metalan respondió con un pulso brillante, como un latido. Beriel abrió los ojos de par en par.
—Tú… tú te conectaste al obelisco…
Alex quiso decir algo, pero sus palabras se ahogaron en jadeos.
De pronto, pasos resonaron en el pasillo. Beriel desvió la mirada, inquieta.
—Lamento no poder ayudarte con los vampiros… pero debo informar a la agencia. —Forzó una sonrisa, aunque sus circuitos aún vibraban.
Alex la abrazó con torpeza, genuino.
—Me alegra haberte visto otra vez…
Los ojos de Beriel se humedecieron. Se apartó con brusquedad, ocultando su emoción mientras abría un portal resplandeciente.
—Espero… volver a verte. —Su voz se perdió en la luz.
Alex quedó allí, tembloroso, con el eco del abrazo aún en el pecho.
—¡Alex! —Heart apareció corriendo, con Writz detrás.
El elfo silbó al ver el desastre metálico alrededor del obelisco.
—Retoño… eso fue todo menos normal.
—E-emm… es una larga historia —balbuceó Alex.
Heart cruzó los brazos, fingiendo dureza.
—Y la chica que estaba contigo… ¿Beriel, no?
—Tuvo que irse… a reportar todo esto —contestó Alex, orgulloso.
—Hmpf… entonces espero que me la presentes algún día —dijo Heart con una media sonrisa.
El trío se abrazó, descargando la tensión.
—No olvides, muchacho —añadió Writz con voz grave—: ser valiente no te hace inmortal.
El respiro apenas duró unos segundos. El cielo del laberinto se iluminó con un rugido de hélices.
Una enorme aeronave surcó los cielos, marcada con el símbolo de una “O” atravesada por rayos.
—¿¡Qué carajos…!? —exclamó Alex.
La voz de Esker estalló en los intercomunicadores:
—¡OMEGA está aquí! ¡Los vampiros se están moviendo hacia el reino sagrado!
El grupo se miró en silencio. En cuanto el portal del mensaje se cortó, los tres corrieron al unísono hacia la salida.
La cosa se había puesto seria.
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-Es como que todo está saliendo súper bien y de repente
-¡¡Kaboom!!
-Pelea con memes de por medio,al estilo comedia deadpool,pero sin apenas insultos,también es una buena forma,de decir que la personalidad de Alex es única,nunca jamás vi a un personaje imitar a varios otros a la vez,es como que mola y se siente súper divertido leerlo e imaginármelo.
*Voz de Fasikos:"Resumiendo le a flipado tu capítulo ostia tío,espero y sigas así todos los días hermano,de nada por el resumen"
-Otra vez,mis aplausos crack,a molado.
-Mi parte favorita,cuando Alex se pone a cantar spiderman jejeje...
*una cachetada, el escritor se queda desmallado, aparece una sombra negra con traje elegante... Azul cían...*
Habla la sombra llamada Fasikos:
"Hablar de esta historia es un gran honor y me encanta, leer y argumentar de vez en cuando, así que por que no hacerlo de vez en cuando.
-(Esto es mi calificación, no me juzguen)
-Ahora que lo veo bien, esta historia va por un buen rumbo, para mis ojos nunca antes visto, para mi gusto está en el top 5 de las 340 historias que leí en diferentes apps y en top 1 de los libros que tengo en casa, que serán unos 30,de novelas ligeras y 5 de manga,pero eso es secundario jejeje...
-Esta historia de merece mucho y lo dice un chaval de cierta edad mayorcito, imagínense que tengo 15,aunque tenga casi el doble jejeje...
-esto es un pasatiempo y con esta historia se convertirá en mi hobby, esperar cada día un capítulo nuevo mientras trabajo desde mi casa en mi trabajo jeje...
*No esperéis mucho de todo lo escrito, pero si de la historia, visitar la historia y os llevará a un mundo maravilloso jejejejeje... *
TU PUEDES CRACK...
A por cierto, cuidado con lo que se hacé, ya que puedes llevar al prota a la desesperación si sigues por un camino de esos de me sacrifico o algo así, pero solo es un aviso, cuidado, porque el prota si está solo contra alguien fuerte contra la princesa vampiro, a no ser que se saque una transformación como Goku o algo así, sería imposible derrotarle, pero todo se puede en esta vida, excepto tener un harem, sin ser guapo o con dinero xddd
Si sigues así llegarás alto, pero no con el público común, si no que con un público que ayuda como yo.