Isabella, una chica que creció entre la pobreza después de perder a su mamá una noche, viviendo entre las sirvientas conoce a Alessandro un hombre poderoso y peligroso que le enseñará el arte del amor.
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Muerte de Camila.
La mujer me ofreció un baño reparador y, además, me proporcionó algunas prendas que pertenecían a una de sus hijas. A pesar de su amabilidad y de las comodidades que me brindaba, no podía dejar de pensar en mi madre. La preocupación me consumía, y la incertidumbre sobre por qué no había llegado junto a la mujer que me había enviado me mantenía en un estado de inquietud, lo que me impedía tener apetito y aceptarle la comida, Pero la cama donde me dejó era realmente cómoda la habitación era chica Pero cálida, tenía mucho tiempo que no dormía en un lugar caliente así que enseguida me quedé dormida.
Ala mañana siguiente...
Desperté al sonido del canto de un gallo, un sonido claro y penetrante que llenó el aire de la mañana. Sin perder tiempo, me levanté rápidamente, ansiosa por encontrar a mi madre. Al mirar a mi alrededor, esperaba encontrarla en la habitación, pero esta estaba completamente vacía. La sensación de soledad me invadió, así que salí de la habitación de inmediato.
Caminé por los pasillos, sintiendo el eco de mis pasos resonar en el silencio de la casa. Cada paso me acercaba a un jardín que tenia un aire de misterio. Al llegar al jardín, mis ojos se encontraron con la figura de una mujer que me resultaba familiar. Era la mujer que me había llevado a la habitación; la vi a lo lejos, observándome con una mirada atenta.
Fue en ese momento, cuando dirigí mi atención a los alrededores, que vi a Inés, a quien había salido a buscar a mi madre. El corazón me latía con fuerza, y mi instinto me dijo que debía ocultarme. Así que rápidamente me agaché y me escondí detrás de un árbol, asegurándome de que no me viesen, mientras intentaba desentrañar lo que estaba sucediendo a mi alrededor.
Inés se acercó lentamente hacia mí, y en ese momento, una oleada de nerviosismo recorrió mi cuerpo. Sin embargo, al mirar su rostro, sentí algo diferente; sus ojos estaban inundados de lágrimas, lo que despertó en mí una preocupación profunda.
¡Ven aquí, mi niña! dijo Inés con dulzura, mientras se acomodaba en una banca situada al lado de un robusto árbol que nos ofrecía su sombra.
¿Mi mamá...? le pregunté, sin atreverme a moverme de mi lugar, sintiendo una mezcla de inquietud y expectativa por su respuesta.
Ven un momento, te voy a explicar, dijo Inés mientras daba unas palmadas en el asiento, invitándome a que me sentara a su lado.
En realidad, tenía una gran curiosidad por saber cómo se encontraba mi madre, por lo que me acerqué a ella. En cuanto lo hice, Inés me miró a los ojos con intensidad, como si en mi mirada buscara alguna respuesta o indicio.
Fui a buscar a tu madre, pero ya era muy tarde, comentó Inés, con lágrimas en los ojos, lo que me hizo sentir un apretón en el corazón.
Mi mamá dijo que vendría, que vendría para acá, respondí, sintiendo un nudo en el estómago que me oprimía, preocupada por lo que pudiera haber sucedido.
Lamento profundamente lo que estás pasando, pero tu mamá ha fallecido, afirmó Inés, mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos. En ese instante, sentí un dolor inmenso que me atravesó el pecho, como si me faltara el aire. Mi corazón no podía procesar lo que acababa de escuchar. Sin pensar en las consecuencias, salí de la casa corriendo, dirigiéndome con rapidez hacia la casa de mi padre.
Mientras tanto, Inés me llamaba, suplicándome que me detuviera, que no fuera hacia allá.
Al llegar a mi antigua casa, me encontré con una gran cantidad de personas que, en su mayoría, no reconocía. Todas llevaban vestimentas de un tono negro, lo que le daba un ambiente de obscuridad a la situación. Sentí un nudo en el estómago y decidí ocultarme entre los árboles que rodeaban la vivienda, observando en silencio cómo se desarrollaba todo a mi alrededor.
Después de un tiempo, logré encontrar una oportunidad y me deslicé sigilosamente hacia la parte trasera de la casa. Una vez dentro, me escondí debajo de una mesa. Fue en ese momento que, mirando con atención, vi un féretro frente a mí. El corazón me dio un vuelco al darme cuenta de que se trataba de mi madre. Deseé acercarme, pero algo me frenó, una sensación de angustia me invadió, y en ese instante, vi a mi padre acercándose al féretro.
Él sostenía en su mano una botella de vino. Con una furia contenida, comenzó a gritarle a mi madre, en un tono que reverberaba en la sala y resonaba en mi interior. No podía creer lo que estaba presenciando, la tristeza y la angustia se apoderaron de mí, impidiéndome moverme de mi escondite.
Eres una maldita, todo esto te paso por sucia y mal agradecida, lo único que te pedía era una maldita sonrisa.!_ grito mi padre rompiendo la botella de vino contra el féretro de mi madre en ese momento entre en pánico le tenía tanto miedo a mi padre que no me pude acercar a mi madre como pude salir de la casa vuelta en llanto corrí por el bosque tanto tiempo que de repente mis piernas dejaron de responderme y caí en un montón de hojas mientras la lluvia mojaba mi cuerpo.
por otro lado Isabella tienes que ser más fuerte deja de lamentarte de que el este con otra y no te mire a ti que si lo hace pero se hace el pendejo por Dios date tu lugar y que seas la esposa no necesariamente debes estar encerrada comí dices tú te gustaba atender a las personas busca empleo en el hospital no necesariamente debes estar en casa
por que si caía ahorita ante el ya te jodiste
ALEZZANDRO.....🤭