Todos amamos de distintas maneras.
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Capítulo 18
Luna entró a su casa, con la sensación de los labios de Christopher aún sobre los de ella. No podía creer todo lo que había pasado, no podía creer que él la hubiese besado y acariciado de esa manera.
—Hola. —Su madre apareció de la nada. —Te estábamos esperando, ven. —Dijo, señalando hacia la sala.
—Creí que ya estarían durmiendo. —Soltó Luna, siguiendo a su madre. Dentro de la sala también se encontraba su padre, bebiendo una taza de café. —¿Sucede algo?
—¿Hay algo que quieras contarnos Luna? —Preguntó su padre, y luego le dió un sorbo a su bebida.
Luna pensó por unos instantes, no estaba entendiendo. —No, realmente no hay nada que quiera contarles. —Dijo, elevando sus hombros.
—¿Quien te trajo a casa? —Preguntó su madre.
—Ah, eso. —Luna rodó los ojos. —Un amigo, solo eso, un amigo.
—Pues viene seguido tu amigo a traerte. —Su madre sonrió. —La vecina ya lo ha visto venir en dos oportunidades más.
—Esa señora. —Soltó molesta. —¿No tiene nada más para hacer? Ahora resulta que nos espía.
—Eso no importa. —La interrumpió su padre. —A mí solo me interesa, que no pierdas de vista tus metas, y que no desórdenes tu vida, por ningún chico.
—Eso no va a pasar. — Luna se sintió un poco ofendida con su comentario. —Se muy bien lo que tengo que hacer.
—Bien, entonces confiamos en ti. —Soltó su madre. —Pero ten cuidado, y siempre cuidate a ti misma primero.
Luna asintió, y se despidió rápidamente, no quería seguir teniendo una conversación tan vergonzosa.
Apenas entró en su habitación, se tiró en la cama, y se permitió caer en un mar de pensamientos que giraban inexorablemente alrededor de Christopher.
La sensación de sus labios sobre los suyos aún persistía, como una huella indeleble que había despertado una tormenta de emociones, su corazón latía acelerado al recordar cómo la había acariciado, cómo la había mirado con una intensidad que la había hecho sentirse única.
Por momentos se sentía abrumada por la intensidad de sus sentimientos, una mezcla de emoción, pasión y vulnerabilidad lograban atormentarla un poco.
Anhelaba que llegaran a ser algo más, que su relación trascendiera de una simple amistad, quería sentirse protegida por sus brazos, quería escuchar su voz susurrándole palabras de amor, quería ser ella la razón por la que él perdiera la cabeza. La idea de estar juntos la llenaba de ilusión y miedo al mismo tiempo.
¿Qué pasaría si sus sentimientos no fueran correspondidos? Pero no podía negar la conexión que sentían, no podían negar que cuando estaban juntos la tensión se sentía en el aire. Estaba dispuesta a arriesgarse, a dejar que su corazón guiara sus pasos.
Christopher había despertado una parte de ella que no conocía y ahora anhelaba explorarla.
El celular de Luna comenzó a sonar en la mesa de noche, y se apresuró a tomarlo. Número desconocido. Dudo por unos instantes en responder, pero al final si lo hizo.
—¿Hola?— Preguntó, casi en un susurro.
—Queria desearte buenas noches. —Era él. —Y decirte que probablemente no pueda dormir esta noche, no logro sacar de mi cabeza la imagen de ti, bajo mi cuerpo.
—Yo...—Ella no sabía que decirle, no estaba preparada para algo así.
—Duerme bien, y agenda mi número. —Antes de que Luna pudiera siquiera reaccionar, Christopher cortó la llamada.
—¿Y cómo se supone que yo duerma después de esto? —Se preguntó Luna a si misma. Estaba perdiendo completamente la cabeza.
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El día siguiente transcurrió con normalidad, o bueno, al menos es lo que Luna había intentado, porque no lograba concentrarse, ni sacar de su mente por un segundo, al chico que la volvía completamente loca.
Esperaba con ansias salir de la universidad para ir a su trabajo, porque sabía que ahí lo vería, y, aunque no iba a pasar tiempo con él, verlo desde lejos le bastaba.
Ya en el café, Luna esperó ansiosa a que él llegara, y cuando Christopher entró sus miradas se encontraron inmediatamente. Él le sonrió, y ella, sintiendo que se moría de amor, le devolvió la sonrisa mientras atendía a los clientes.
Mientras trabajaba, Luna sentía la intensidad de su mirada, como si la estuviera acariciando con ojos ardientes. Su corazón latía acelerado, no estaba acostumbrada a nada de lo que le estaba pasando.
Finalmente, al final del día, Christopher se aproximó a la caja, y Luna lo agradeció, quería tener un poco más de su atención.
—Hoy no podré verte. —Susurró, su voz sonaba baja y sensual.— Tengo un partido, pero si me dices que no vaya, me quedo contigo.
Luna sonrió, juguetona.
—No voy a pedirte eso. —Él pareció sorprenderse. —Espero que ganes.
Christopher sonrió, y su sonrisa iluminó todo el espacio. —Claro que ganaré, aunque, me apetece más estar contigo.
—A mi igual, pero no está bien que dejes tus actividades, que son importantes, por mi. —Luna sonrió dulcemente. —Ya tendremos tiempo de hacer algo juntos.
Luna creía que lo mejor, era dejar las cosas claras desde un principio, porque, aunque se moría de amor por él, no le gustaría tener que dejar de hacer sus cosas, solo porque él lo pidiera.
—Mañana hay una fiesta en casa de un amigo.—Soltó, su mirada era penetrante.— Quiero que estés conmigo ¿Puedes venir?
Luna se sonrojó, sintiendo el calor de su invitación. —Si, está bien.—Su voz era suave.—Pero, que sepas que nunca he ido a fiestas, así que no se muy bien como tengo que actuar en un lugar así.
Christopher se acercó, un poco más hacia ella.
—Tu eres perfecta como eres, no tienes que actuar de ninguna otra manera. —Las mejillas de Luna se encendieron y Christopher pareció notarlo.
Luna asintió, envuelta en su hechizo.
—Está bien... Nos veremos mañana entonces. —Dijo.
Christopher sonrió, triunfante.—Te pasaré a buscar por tu casa cuando estés lista, solo llámame.