Sinopsis: Camila es una apasionada estudiante de arte que decide participar en un programa de voluntariado en un hospital, buscando dar un sentido más profundo a su vida y su arte. Allí conoce a Gabriel, un joven carismático que enfrenta una dura batalla contra el cáncer. A pesar de la gravedad de su situación, Gabriel irradia una energía contagiosa que transforma el entorno del hospital.
A medida que Camila y Gabriel pasan tiempo juntos, su amistad florece. Camila descubre que el arte puede ser una poderosa herramienta de sanación, mientras que Gabriel encuentra en ella una fuente de inspiración y alegría. Juntos, crean un mundo de colores y risas en medio de la adversidad, compartiendo sueños, miedos y momentos de vulnerabilidad.
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Confusión en el corazón
Camila suspiró, cerrando su cuaderno con un golpe suave. Mientras sus compañeros se levantaban para salir, ella permaneció sentada, perdida en su mundo. Amanda, su mejor amiga, la observó desde su asiento.
—¿Te encuentras bien, Cami? —preguntó Amanda, acercándose con una expresión de preocupación.
Camila forzó una sonrisa, aunque sus ojos delataban su incertidumbre.
—Sí, solo estoy un poco cansada —respondió, aunque sabía que la verdadera fatiga no era física.
Amanda frunció el ceño, claramente no convencida.
—Vamos al café después de clases. Necesitas despejarte. Además, tengo un par de chismes que contarte —dijo, con un brillo travieso en sus ojos.
Camila asintió, sintiendo que era lo mejor que podía hacer. La idea de hablar con Amanda siempre le traía consuelo. Mientras caminaban juntas hacia la salida, su mente seguía regresando a Gabriel. No podía sacarlo de su cabeza, y eso la perturbaba.
Al llegar al café, el aroma del café recién hecho y las galletas recién horneadas la envolvieron. Se sentaron en una mesa en la esquina, donde podían hablar sin ser interrumpidas. Amanda pidió un café con leche y un trozo de pastel, mientras Camila optó por un té helado.
—¿Qué pasa, Cami? —preguntó Amanda, observando cómo su amiga jugueteaba con la pajilla de su bebida. —No has dicho una palabra desde que llegamos.
Camila inhaló profundamente. Era el momento de ser honesta.
—Es Gabriel —dijo, su voz apenas un susurro.
Amanda levantó una ceja, interesada.
—¿Qué pasa con él? ¿Te dijo algo?
Camila se mordió el labio.
—No exactamente. Es solo que… creo que me gusta. Y eso me asusta.
Amanda se recostó en su silla, sorprendida pero no del todo.
—¿Te gusta Gabriel? ¡Eso es… wow!
—Sí, lo sé. Pero hay un problema. Él ya dijo que solo somos amigos. Y creo que eso me dolió —confesó Camila, sintiendo cómo la tristeza se colaba en su rostro. —Ayer conocimos a Max, es un pasante en el hospital y surgió la conversación de sí Gabriel me ve con otra clase de ojos. Y al escuchar su respuesta… No quiero arriesgar nuestra amistad, pero admito que empieza a gustar.
Amanda la miró con ternura.
—Cami, ¿estás segura de que sientes algo por él? A veces, confundimos la amistad con algo más.
Camila se encogió de hombros.
—No lo sé. A veces siento que hay algo más, como si hubiera una conexión. Pero luego recuerdo cómo se siente al saber que solo soy una amiga para él.
—Es normal tener sentimientos complicados —dijo Amanda, tomando un sorbo de su café. —Pero tienes que hablarlo con él. No puedes seguir guardándote esto.
—¿Y si arruino todo? —preguntó Camila, inquieta.
—La amistad es lo más importante, pero también lo es ser honesta contigo misma. Si realmente sientes algo por él, deberías decírselo.
Camila miró por la ventana, contemplando la lluvia que comenzaba a caer.
—No estoy lista para eso. Me da miedo que me rechace.
—Pero, ¿qué pasaría si no lo hace? ¿Y si él también siente lo mismo? —dijo Amanda, intentando animarla.
Camila sabía que Amanda tenía razón. La incertidumbre la estaba consumiendo.
—Tal vez debería dejar de pensar en él. Tal vez solo necesito distraerme —sugirió, pero en el fondo sabía que eso no era posible.
La mente de Camila seguía atrapada en Gabriel. Recordó la última vez que habían estado juntos, riendo y bromeando. Había algo en su risa que la hacía sentir viva, y cada vez que lo miraba, su corazón se aceleraba. Pero también recordaba su confesión sobre la amistad, y esa realidad la golpeaba con fuerza.
—Cami —dijo Amanda de repente, rompiendo sus pensamientos—, ¿qué es lo que más te gusta de Gabriel?
Camila pensó en la pregunta.
—Es divertido, siempre sabe cómo hacerme reír. Además, es inteligente y tiene esa forma de ver el mundo que me fascina.
—¿Lo ves? Esos son buenos motivos para que te guste alguien. No estás sola en esto. Si sientes algo, no te lo guardes.
—Lo sé, pero… —el nudo en su garganta regresó—. No quiero que se sienta incómodo, ni perder su amistad.
Amanda la miró con comprensión.
—Entiendo, pero a veces, el amor y la amistad pueden coexistir. Solo digo que tal vez deberías darle una oportunidad.
Las palabras de Amanda resonaban en su mente. La idea de hablar con Gabriel parecía cada vez más tentadora, pero también aterradora.
—¿Y si me dice que no? —preguntó con un hilo de voz.
—Entonces, al menos habrás sido honesta contigo misma. No hay nada de malo en eso. Pero si nunca lo intentas, siempre te quedarás con la duda —respondió Amanda, firme pero amable.
Camila se sintió un poco más ligera. La verdad era que siempre había valorado la honestidad, tanto en sí misma como en los demás. Pero abrir su corazón a Gabriel era algo completamente diferente.
—No sé si puedo hacerlo —murmuró, aunque en el fondo sabía que tenía que intentarlo, no estaba segura de cuando solo debía hacerlo.
Al salir del café, la lluvia había cesado, y el aire fresco de la tarde la revitalizó. Sin embargo, su corazón estaba en un torbellino de emociones.
—Cami, ¿cuándo piensas hablar con él? —preguntó Amanda mientras caminaban hacia la escuela.
—No lo sé. Tal vez mañana —respondió, sintiendo que, al menos, había un plan.
La idea de enfrentar a Gabriel la llenaba de nervios, pero también de una extraña emoción. La posibilidad de que él pudiera sentir lo mismo la mantenía despierta por las noches. Sabía que ver a Gabriel con su primera novia fue el punto que despertó y la hizo darse cuenta que aquellas emociones que sentía eran algo más que amistad, se preguntaba en qué punto de su relación con él comenzó a sentir todo aquello. Camila esperaba que todo saliera bien o tener una respuesta positiva al menos.