Sacha, buscando una lectura emocionante, se topa con "Emperador, ¿por qué mataste a mi hermano?", una novela BL donde el emperador, obsesionado con Leo, lo mata accidentalmente al proteger a su hermana adoptiva.
Al terminar la novela, Sacha se ve transportada al mundo ficticio, convirtiéndose en la hermana adoptiva de Leo. Ahora, con el conocimiento del futuro, debe proteger a su hermano del emperador, un hombre que, aunque lo amaba, lo mató por un error trágico.
Sacha se enfrenta a un dilema: ¿puede cambiar el destino de Leo sin sacrificar su propia felicidad? ¿O se verá atrapada en un romance peligroso con el emperador, un hombre que, a pesar de su amor, es capaz de cometer actos terribles?
NovelToon tiene autorización de Yulisa Rodriguez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Ecos del Pasado
La mañana siguiente al fatídico baile amaneció con una atmósfera tensa en el campamento. Los murmullos de los nobles se entremezclaban con las órdenes de los guardias. La noticia del ataque había corrido como el fuego, pero las respuestas seguían siendo esquivas.
Sacha despertó con una sensación de inquietud, y sus pensamientos regresaron a los eventos de la noche anterior. ¿Quién estaba detrás del ataque? ¿Qué significaban las palabras de Adrien y Aelira? Sabía que el peligro se cernía sobre ellos, pero aún no podía entender por qué estaban atrapados en este juego mortal.
Leo, sentado cerca de la entrada de la tienda, la observó despertar.
—No dormiste mucho —comentó, sin apartar la vista del exterior.
—¿Y tú? —preguntó Sacha, frotándose los ojos.
—Alguien tiene que estar alerta. Esto no es normal, Sacha.
Ella asintió, consciente de que sus sospechas eran compartidas.
Antes de que pudieran continuar hablando, un mensajero apareció en la entrada de la tienda.
—Lady Sacha, Sir Leo, el emperador los convoca.
Ambos se miraron, sabiendo que no podían rechazar la invitación. Poco después, se encontraban en el pabellón principal, donde el emperador esperaba junto a sus consejeros. A su lado, Cassian y Adrien parecían tranquilos, pero sus miradas eran como dagas, analizando cada movimiento de los presentes.
El emperador alzó una ceja al verlos entrar.
—Finalmente. Me alegra que hayan venido.
—¿Nos llamó para interrogar o para culparnos de lo ocurrido? —preguntó Leo, directo como siempre.
Una sonrisa ladeada apareció en los labios del emperador.
—Para nada. Solo quiero aclarar algunas cosas.
El emperador hizo un gesto, y Cassian tomó la palabra.
—El hombre que fue atacado anoche llevaba consigo un símbolo prohibido —dijo, mostrando un medallón de bronce con grabados extraños—. Esto, mis señores, pertenece a la Orden del Silencio.
Sacha sintió un escalofrío al escuchar el nombre. Había leído sobre esa orden en la novela original: un grupo clandestino que servía a un propósito oscuro, desconocido para la mayoría, pero cuya influencia podía cambiar el destino de imperios.
—¿La Orden del Silencio? —repitió Leo, frunciendo el ceño—. Pensé que eran solo una leyenda.
—Son todo menos eso —respondió Cassian, con seriedad—. Y su presencia aquí no es una coincidencia.
Adrien intervino, cruzándose de brazos.
—Están detrás de algo grande. La pregunta es: ¿qué papel jugamos nosotros en su plan?
El emperador se acercó a una mesa donde había varios documentos dispersos. Tomó uno y lo lanzó hacia Sacha y Leo.
—Esto lo encontramos entre las pertenencias del hombre atacado.
Leo tomó el papel y lo extendió para que ambos pudieran leerlo. Era un mapa, pero no uno cualquiera. Mostraba el bosque donde estaban acampados, marcado con varios símbolos y una gran X roja en el centro.
—¿Por qué este lugar? —preguntó Sacha, tratando de encontrar sentido a todo.
—Es lo que queremos descubrir —respondió el emperador, observándola con intensidad—. Este bosque tiene una historia larga y complicada. En el pasado, fue un lugar de rituales prohibidos. Magia antigua, sacrificios... secretos que deberían haberse perdido en el tiempo.
Sacha sintió un nudo en el estómago. Recordaba vagamente que, en la novela, este bosque había sido mencionado como un lugar maldito, pero los detalles habían sido escasos. Ahora, parecía que esa maldición estaba cobrando vida.
—¿Y por qué nosotros? —preguntó Leo, dejando el mapa sobre la mesa—. ¿Qué tenemos que ver con esto?
El emperador lo miró directamente, y por un instante, el silencio en la sala fue ensordecedor.
—Esa es la verdadera pregunta, ¿no? —respondió, con un tono críptico—. Quizás ustedes son piezas en un tablero que aún no entendemos.
Cuando la reunión terminó, Sacha y Leo regresaron a su tienda con más preguntas que respuestas. Sin embargo, no estaban solos. Aelira los esperaba, apoyada contra un árbol cercano, con una expresión enigmática.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Leo, colocando una mano sobre la empuñadura de su espada.
—Relájate, no vengo a pelear —dijo ella, levantando las manos en señal de paz—. Pero pensé que querrían saber algo más sobre la Orden del Silencio.
Sacha dio un paso adelante, ignorando las advertencias de Leo.
—¿Qué sabes?
Aelira sonrió, como si hubiera estado esperando esa pregunta.
—Mucho más de lo que el emperador o Cassian les dirán. Este bosque no es solo un lugar de rituales antiguos. Es un portal.
—¿Un portal? —repitió Sacha, incrédula.
—Uno que conecta este mundo con... algo más. Algo peligroso —continuó Aelira, su tono volviéndose sombrío—. La Orden del Silencio quiere abrirlo. Y, para hacerlo, necesitan dos cosas: sangre noble y un catalizador.
—¿Catalizador? —preguntó Leo, acercándose lentamente.
Aelira asintió, pero su mirada se fijó en Sacha.
—Tú.
El corazón de Sacha se detuvo por un instante.
—¿Qué estás diciendo?
—No sé por qué, pero ellos creen que eres el catalizador. Quizás es algo que hiciste o algo que eres, pero están convencidos de que tú puedes desatar el portal.
Leo dio un paso adelante, interponiéndose entre Aelira y Sacha.
—Si esto es verdad, ¿por qué nos lo estás diciendo?
—Porque si abren ese portal, nadie estará a salvo. Ni siquiera yo —respondió Aelira, con franqueza—. Y porque... creo que Sacha tiene derecho a saber lo que está enfrentando.
Después de que Aelira se fue, Sacha y Leo permanecieron en silencio por un largo rato. Finalmente, fue Sacha quien rompió el silencio.
—Esto no tiene sentido. Yo no soy nadie importante. ¿Por qué querrían usarme?
—Quizás hay algo que no sabemos. Algo que ni siquiera tú sabes —respondió Leo, su voz cargada de preocupación.
—Sea lo que sea, tenemos que detenerlos.
Leo asintió, pero su expresión mostraba la carga de las decisiones que estaban por venir.
—No voy a dejar que te usen, Sacha. Lo juro.
Mientras tanto, en las sombras del bosque, un grupo de figuras encapuchadas se reunía alrededor de un altar antiguo. Susurros oscuros llenaban el aire, y la X roja en el mapa comenzaba a cobrar un significado mucho más siniestro.