Tercer libro de la saga Lobo.
"En el mundo de la mafia italiana, Emiliano y Efraín, primos y futuros líderes, están destinados a heredar el poder. Sin embargo, su vida de lujo y violencia les deja un vacío que no pueden llenar.
Mientras tanto, en Cartagena Colombia, las gemelas Abigail y Ashley, bailarinas de 23 años, sueñan con encontrar su príncipe azul, inspiradas por el ejemplo de su padre, un hombre íntegro y recto.
Cuando Emiliano y Efraín llegan a Cartagena en busca de pistas que relacionan a una de las gemelas, mencionada por la fallecida Madeleine, no esperan quedar cautivados por el baile y la belleza de las gemelas.
Pero a medida que se enamoran, deben enfrentar los secretos y la violencia de su vida u profesión. ¿Podrán dejar atrás su sed de venganza y encontrar el amor verdadero, o estarán condenados a repetir los errores del pasado?
'Prisioneros de las bailarinas'
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Trampa.
Madeleine se detuvo frente al edificio en construcción el cual estaba desolado, miró alrededor con desconfianza. Gia le había dicho que se encontrarían allí que tenía información importante, pero no le había dado más detalles concretos.
Al entrar en el edificio, Madeleine notó que estaba vacío y en silencio. De repente, escuchó un ruido detrás de ella y se dio la vuelta, pero tan solo era el viento, recibió otro mensaje de su hermana indicándole que subiera hasta el octavo piso.
Madeleine subió, sentía algo en su pecho, pero nunca había desconfiado de su hermana ¿Como iba a hacerlo ahora? Si la citó ahí debía ser por algo. Begoña estaba de pie en la sombra, una sonrisa maliciosa en su rostro.
_ Madeleine. _ dijo Begoña, su voz baja y peligrosa. _ Me alegra verte de nuevo.
Madeleine se puso en guardia, puso su mano en la pistola que llevaba en su cinturón.
_ ¿Qué quieres, Begoña? ¿Qué haces? ¿Donde está Gia? preguntó, su voz firme... Sin que Begoña se diera cuenta presionó un botón que le mandaba una clara señal a Emiliano.
Begoña se rió. _ Solo quería charlar un rato. Sobre Gia, sobre Efraín... sobre todo.
Madeleine se dio cuenta de que nada estaba bien. Begoña no era el tipo de persona que se reunía con alguien para charlar y después de lo que ella descubrió estaba segura de que Begoña quería callarla.
_ ¿Qué has hecho con Gia?_ volvió a preguntar Madeleine, su voz aumentando de tono.
Begoña se encogió de hombros. _ Nada... todavía. Pero pronto lo sabrás.
Madeleine se lanzó contra Begoña, comenzaron una lucha cuerpo a cuerpo, Madeleine llevaba la ventaja, Begoña también lanzaba buenos golpes, pero su fuerza y agilidad no se comparaban con los de Madeleine que era un agente entrenado.
De repente, Madeleine escuchó un ruido detrás de ella y se dio la vuelta. Pero era demasiado tarde. Un hombre la golpeó en la cabeza y ella cayó al suelo, inconsciente.
Begoña se rió y rápidamente sacó su cuchillo especial y apuñaló a Madeleine en el costado un par de veces.
_ Adiós, Madeleine. Que tengas un buen viaje al infierno. _ le besó los labios antes de ponerse de pie.
_ Es hora de irnos. _ habló el hombre quitándole el móvil a Madeleine.
Y con eso, Begoña desapareció del lugar, dejando a Madeleine herida y sin conocimiento y sin dejar ninguna huella que indicara que ella había estado ahí.
Emiliano manejaba a toda velocidad junto a sus hombres hacia el lugar en donde la señal que le había enviado Madeleine le indicaba que estaba, no dejaba de sentir que su amiga estaba en peligro, y al ver el camino se cuestionó. ¿Qué buscaba Madeleine en ese lugar tan apartado y solitario?
El pelirrojo bajo de su auto y sus hombres sacaron sus armas y empezaron a inspeccionar todo el lugar, vieron el auto de Madeleine, lo que indicaba que ella aún estaba ahí, además de que su reloj aún marcaba ese punto que ella había indicado minutos antes.
Siguieron buscando, Emiliano comenzó a llamar a Madeleine, pero no recibía respuesta alguna, subieron los escalones revisando todos los pisos hasta llegar al octavo en donde la vio tirada, desangrándose...
La mujer en el piso volvió a abrir los ojos con dificultad cuando escuchó la voz de su jefe.
Emiliano se arrodilló junto a Madeleine, su amiga y jefa de sus escoltas, que yacía en el suelo, herida de gravedad. Su rostro estaba pálido y cubierto de sudor, y sus ojos se estaban cerrando lentamente.
_ Madeleine, no, no puedes irte, ¿Dime qué sucedió? ¿Quién te hizo esto? dijo Emiliano, tomándole la mano y tratando de mantenerla despierta.
Madeleine abrió los ojos y miró a Emiliano con una expresión de desesperación y dolor, quería hablar, decir todo lo que sabía de Begoña, comenzó a balbucear, pero él no le entendía nada.
_ Te llevaré a la mansión, haré que salven tu vida, no te vayas, por favor...
_ Emi... Emiliano... _ en ese instante Madeleine también recordó la situación de su hermano Alfredo. _ Colom... _ murmuró, su voz débil y entrecortada. _ Colombia...
Emiliano se inclinó hacia adelante, tratando de escuchar mejor.
_ ¿Qué pasa en Colombia? _ preguntó, pero Madeleine no respondió.
En su lugar, dijo algo que Emiliano no esperaba:
_ Abi... Abigail... Herma...
Emiliano se sorprendió. ¿Qué tenía que ver la tal Abigail con todo esto? ¿Quién era?
_ ¿Qué pasa con Abigail? _ preguntó, pero Madeleine ya no podía responder. ¿Fue ella? ¿Ella te hizo esto?
Con un último suspiro, cerró los ojos y se quedó inmóvil. Emiliano se quedó allí, sosteniendo su mano, tratando de procesar lo que acababa de escuchar, ya no había nada qué hacer, Madeleine había muerto.
¿Qué había querido decir Madeleine con esas palabras? ¿Y qué relación había entre Colombia y Abigail con lo que había pasado en el lugar?
Emiliano sabía que tenía que descubrir la verdad, no descansaría hasta descubrir quién lastimó a Madeleine y vengar su muerte.
_ ¡Juro que esto no se quedará así! ¡Descubriré quién fue y lo haré pagar con creces!
Los mejores para investigar todo esto eran sus tíos; Horacio y Simón, pero justo ahora no estaban en el país, se encontraban vacacionando en Paraguay y estaban incomunicados para no ser interrumpidos.
Emiliano llamó a Efraín para contarle lo acontecido y al terminar la llamada tomó a Madeleine en sus brazos y la cargó en sus brazos hasta su auto.
_ No encontramos nada, jefe. _ le informó su hombre de confianza.
_ Que sigan buscando, alguna pista deben hallar. _ ordenó antes de subir a su vehículo.
Madeleine y Emiliano se conocían desde lo pequeños, habían sido compañeros de estudios, luego amigos y luego jefe y empleada, él la apreciaba mucho, sabía de sus sentimientos por él, pero nunca sucedió nada entre ellos. El sospechaba que algo pasaba lo vio los ojos de ella el día que hablaron en la academia acerca de su viaje a Colombia y, sospechaba que era algo más grave y profundo de lo que ella me había comentado.
, excelente mi Rosita bella no esperaba menos de ti en este capitulo igual que sea el de los otros dos Julián y Lucas
Seria bueno que ella misma mate a Robert.