Dalia es una mujer de carácter fuerte, a sus 23 años ella está dirigiendo la empresa familiar, su abuela que es la persona a la que más respeta le pide que se casé, pues quiere tener nietos. Dalia no está de acuerdo pero para complacerla decide casarse, aunque no será con cualquiera. Debe ser con alguien que ella pueda manejar.
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Capitulo 2
8 años antes.
En el gran salón de la hermosa villa, hoy se va celebrar la boda entre el magnate Eliseo Lazcano, y la señorita Maritza Flores.
Dalia de 15 años y su hermana Elisa de 8, vagan por los pasillos, ambas se escaparon de la boda para ver su serie favorita. Ellas suben a la habitación de Dalila, Elisa le pide a su hermana que vaya por palomitas, Dalia no quiere, bajar implicaría ver a los invitados, y entre esos invitados están sus futuros pretendientes, a los cuales prefiere no tratar.
Elisa no se detiene hasta lograr que su hermana haga lo que pide. Cuándo Dalia sale de su habitación, se encuentra con su hermano y cuñada, discutiendo.
— Desde hace mucho eres de mi propiedad, no puedes ver a ningún hombre. — La pobre chica se queda callada, sólo asiente con su cabeza. — Harás todo lo que yo te ordeno, ¿entiendes? — Maritza nuevamente asiente con lágrimas en sus ojos. Dalia siente una profunda pena por ella. Pues se nota que no quiere a su hermano, e incluso parece tenerle miedo.
Ella prefiere no darle importancia a los asuntos que no le corresponden, baja discretamente y busca a una empleada, le pide que suba las palomitas a su habitación y se retira sin hacer ruido.
... A la mañana siguiente, ella sale de su habitación y busca a Elisa para salir juntas, hoy es domingo y ambas tienen la tradición de ir de compras. Unas horas después, regresan a casa.
— Deja lo que compre en mi habitación y después sirve la comida en el jardín. Mi hermana y yo queremos comer ahí.
— Si señorita. Con su permiso.— La empleada toma las cosas y sube a dejarlas.
— Yo iré por helado.
— Elisa, no puedes comer helado antes de comer.
— Por favor.
— Está bien. Pero no mucho.
— Okay. — Elisa se va a la cocina y Dalia al jardín, dónde se encuentra con su cuñada. Ella no sabe cómo tratar con las personas, pero Maritza es su familia ahora, así que le habla.
— Hola. — Maritza se da la vuelta un poco nerviosa. — Te saludé. ¿No vas a responder? — Dalia se molesta un poco, no está acostumbrada a que alguien le niegue el saludo. Su cuñada nerviosa, le hace una seña que Dalia no entiende. Al notarlo, ella toma su libreta y empieza a escribir.
"Perdón por no saludarte. Soy muda." — Dalia se sorprende.
— ¿Muda? — Maritza asiente. — ¿Por qué mi hermano se casó con una muda?
"No sé" — Escribe ella en su libreta. Dalia se molesta consigo misma por no ser cuidadosa con lo que dice. Su hermano tiene un carácter espantoso, probablemente se casó con una muda para que nunca le responda en una discusión.
— ¿Ya comiste? — La chica niega. — ¿Tienes hambre? — Maritza asiente. — Mi hermana y yo vamos a comer justo ahora, Eliseo nunca viene así que si quieres, puedes comer con nosotras. — Maritza asiente. Elisa llega a los pocos segundos.
— Hola Maritza. — Saluda de inmediato al ver a su cuñada, está permanece en silencio. Elisa muestra una expresión de disgusto, Dalia le explica que Maritza no puede hablar. Elisa comprende y se disculpa. — Lo siento cuñada. No sabía.
"No te preocupes" — Escribe ella. Dos empleadas van junto a ellas y les sirven la comida. Las tres empiezan a comer.
— Cuñada hace calor, ¿por qué no te quitas la bufanda? — Pregunta Elisa ya actuando, ella retira la bufanda de Maritza, quedan a la vista unas marcas moradas. — ¿Qué te pasó ahí? — Pregunta con inocencia. Dalia al ser más grande, imagina lo que ocurrió. Maritza se cubre rápido y se va corriendo. — ¿Dije algo malo?
— No se trata de lo que dijiste. Si no de lo que hizo Eliseo.
— No entiendo. ¿Qué hizo nuestro hermano?
— Olvídalo.
Un mes después, Eliseo sale de viaje, El mismo día que el se va, Maritza intenta escaparse. Dalia la descubre, pero no Interviene, ella le ha tomado aprecio, así que, le pregunta si sabe conducir, luego le da la llave de uno de los autos.
— ¿A dónde vas Maritza? — Elisa también la descubre.
— Va a pasear. — Responde Dalia.
— Pero Eliseo dijo que ella no puede salir de la casa.
— Maritza no está en la prisión. Ella tiene derecho a salir.
— Pero es muy tarde. La calle puede ser peligrosa.
— No te preocupes. Ella está grande, sabe cuidarse. ¿Verdad Maritza? — Ella asiente. Elisa no interviene más. Ambas la dejan irse.
Dos días después, Eliseo recibe noticias de su esposa, Dalia está muy pendiente de eso, y escucha que la tienen en una casa de campo. Ella le pide a Ignacio que siga a su hermano, para evitar una desgracia.
Eliseo llega apresurado a la casa. Maritza está sentada temerosa.
— ¿Creíste que no te encontraría? — Ella sólo agacha la cabeza. — ¿Cómo te atreves a dejarme? ¿Quién te crees?
Maritza toma su libreta y con manos temblorosas escribe.
"No quiero estar contigo"
— No eres nadie para decidir eso. Recuerda que tú padre te vendió.
"Estoy dispuesta a trabajar para pagar esa deuda"
— Ni en un millón de años podrás hacerlo. Resignate a que estarás casada conmigo hasta que yo quiera.
"Pero no te quiero"
Eliseo se molesta con su esposa, el levanta su mano.
— ¡No te atrevas! — Le grita Dalia al ver sus intenciones.
— ¿Qué haces aqui? ¿Quién te crees para meterte?
— Soy tú hermana, la segunda hija de la familia Lazcano. Y vine para evitar que hagas una tontería.
— No te metas Dalia. Podrás llevar el apellido Lazcano, pero no tienes más autoridad que yo.
— Tengo la misma autoridad. Suéltala.
— Te dije que no te metas. — Elíseo se acerca a su hermana, pero ella ni se inmuta.
— Maritza ven aquí. — Su cuñada no se mueve. — Te llevaré a descansar. — Maritza ve a Eliseo, esté sigue viendo a su hermana. Dalia va dónde ella está.
— No te acerques a ella. — Eliseo la agarra con fuerza. Dalia toma el brazo de su hermano y se lo quita de encima.
— Mírala, ¿no te la lastima verla asustada?
— Ella es mi esposa.
— Y es mi cuñada, otra hermana. Quieras o no la voy a ayudar. — Dalia continúa su camino y se agacha a la altura de su cuñada. — Todo estará bien. — Ella toma su mano y se la lleva a una habitación. — Mari, no tengas miedo.
"No debiste hacer eso" — Escribe ella en su libreta.
— No puedo dejar que el te maltrate. ¿Es por eso que te fuiste verdad? — Maritza no responde, tampoco mueve la cabeza.