LA FINCA

Martin estaba dispuesto a hacer pagar a esos dos, no por Celia ya no, era por su dignidad y orgullo de hombre.

Vicente y Pancho no esperaban, todo lo que se les vendría encima, Martín tenía preparada una cosa terrible para ellos, una de las torturas más sanguinarias y dolorosas, conocidas por el hombre.

Martin llama a sus dos hombres de confianza.

Martin: Juancho, Beto, vengan aquí, ahora.

Juancho: Díganos patrón, pa qué somos buenos?.

Martin: Quiero que me traigan a Vicente y a Francisco, Pero con mucha cautela y calma, que nadie note que estarán aquí en el sótano.

Beto: Si señor, como usted mandé.

Esa noche Juancho y Beto, llegaron con Pancho y Vicente.

Pancho: Díganos patrón, pa qué somos buenos?

Martin: Para que son buenos?. Para nada, pero quiero preguntar Pancho, qué tratos tenías con mi exmujer?.

Pancho: Ninguno patrón, le juro por mi santa esposa, que nada.

Martin rio con sarcasmo

Martin: jajaja, ahora sí me hiciste reír, tu santa esposa, que ejemplo más pútrido para jurar.

Pancho: De que habla patrón, por qué dice eso?.

Martin: Hablo de la poca lealtad y faltos de moral, no solo tuya Pancho, también de ti Vicente.

Vicente: Pero yo que hice patrón, yo le soy más fiel que un perro.

Martín: Y como perro mordiste la mano de quién te dio de comer, siendo el amante de mi exmujer.

Pancho: Pero yo no fui su amante, yo solo le hacía mandados.

Martín: No, no, no fuiste su amante, pero bien que te diste un gusto con ella.

Pancho: Solo fue una vez patrón y ella fue la que se me insinuó, y pos uno es hombre, usted sabe, quien iba a decir que no.

Martin: Si creo que tienes razón, a quien le dan luego, luego lo toma, verdad? Vicente o tú qué opinas.

Vicente: No pos eso qué ni que, uno hace por aguantar, pero las ganas pueden más.

Martin: Tú qué tanto aguantaste Vicente? ¿La esposa de Pancho también te obligó?

Panchos: De que habla el patrón Vicente, que hiciste con la Joaquina?

Vicente: No se de que hablá

Martin: Te refresco la memoria, tu tuviste tus queveres con la mujer de Pancho, o lo vas a seguir ocultando?

Vicente y Pancho se comenzaron a golpear y Martin los calmo, y de pronto los sentó frente a una mesa y les dijo:

Martin: Pues en vista de sus faltas y poca lealtad, inclusive entre ustedes, les voy a dar oportunidad de enmendar sus faltas, van a firmar estos pequeños contratos, no dicen nada malo, solo es reafirmar su lealtad conmigo.

Ambos hombres firmaron, con su sangre la supuesta lealtad, que contenían ambos documentos.

Martin: Perfecto bienvenidos a su prueba final, aquí se sabrá quién merece vivir y ser mi mano derecha y quién pierde.

Pancho: Pero cómo podremos saber eso?

Martin: Fácil con un combate a muerte, el que gane no solo vive, se convierte en mi mano derecha.

Vicente: Pero patrón cómo que a muerte, eso era parte del trato.

Martin: Tampoco que se acostaran con mi exmujer, y aquí estamos, pero saben lo que me decepciona? Que tienen la lengua muy larga, puedo perdonar lo de Celia, pero no perdono que le contarán de Margarita y mis hijos, si se acuerdan que les dije que si decían algo se morian?

Vicente: Pero yo no dije nada, fue el Pancho.

Pancho: Hay patrón, la señora Celia dijo que usted nunca se iba a enterar, que antes de eso ella se cortaba la lengua.

Martin: Lastima, no pude hacer eso realidad, no tuve el gusto y el regocijo de cortarla personalmente, y verla borbollonear de sangre, incluso ahogarse en ella.

Vicente: No nos castigue patrón, nuestra lealtad está con usted.

Martin: Muy bien demuéstralo y combatan, ya saben que es a muerte, hay dos machetes y algunas dagas, decidan como usar las armas.

Vicente: Pelea como hombre, a puño limpio, o que tienes miedo de perder.

Pancho: Cómo hombre te respondo,y dale que pa luego es tarde.

De pronto Vicente suelta un puñetazo al rostro de Pancho, este por inercia cae al suelo, lo cual Vicente aprovecha y suelta algunos punta pies al estómago de pancho.

Pancho toma el pie de Vicente y de un giro inesperado lo derriba, lo cual aprovecha y se levanta de golpe y ahora comienza a patear a Vicente.

Vicente al verse casi derrotado, toma un machete y comienza a intentar acertar en el cuerpo de pancho.

Pancho: No que muy hombre, recurres a lo sucio, pero vente que no te tengo miedo.

Vicente suelta varios machetazos, pero ninguno asesta a pancho, en cambio, Pancho de un movimiento, le quita el machete, y en otro movimiento lo asesta en la cabeza de Vicente, ganando así el encuentro.

Martin aplaude con sarcasmo, y ríe por lo ya visto.

Martin: Bravo mis felicitaciones, ganaste el premio, que es tu vida, Pero aún no terminamos. Juancho, Beto, traigan a Joaquina.

Los dos rufianes traen a Joaquina, y Martin comienza a hablar con ella.

Martin: Sabes por qué estás aquí?

Joaquina: No Patrón, estos animales, nomás me trajeron a jalones y no dijeron más.

Martin: Caballeros, que falta de cortesía con la dama, disculpa Joaquina, son tan brutos que no saben cómo tratar a una dama como tú.

Joaquina: No se preocupe patrón, usted si es un caballero, deberían aprender a ser como usted.

Martin: Beto, Juancho pueden retirarse. Ven conmigo te tengo una sorpresa.

Martin procede a llevarse a Joaquina al sótano, ahí vio a su esposo amarrado en una silla y ensangrentado por la pelea con Vicente. Joaquina corre a él y le dice:

Joaquina: Viejo, pos que te paso, quien te hizo esto.

Martin: Que bonita escena, casi te creo que te importa tu esposo. Pero da la casualidad que sé por muy buena fuente, que lo engañabas con Vicente.

Joaquina voltea a ver a su patrón con los ojos muy abiertos y sin mucho éxito, trato de defenderse.

Joaquina: No como cree, yo si quiero mucho a mi Pancho, jamás lo engañaría.

Martin: Cómo así Joaquina, tú y yo sabemos lo que hacías con él Vicente, quiero ver si eres tan hembra como él dijo, quítate la ropa, ahora.

Joaquina: Pero patrón, cómo si aquí está mi marido, eso es pecado.

Martin: Por tu marido, no te preocupes, él disfrutó mucho con mi exmujer, ahora tú le enseñaras como es una hembra de verdad.

Joaquina al enterarse de esto, inmediatamente entra en ira y hace caso a lo dicho por Martin.

Ambos se dejan llevar, por una lujuria desenfrenada, ante la mirada perdida y dolida de un Pancho, que sabe que se merece eso y mucho más.

Es así como las escorias fueron fulminadas, y Martin aún no terminaría con Pancho, le guardaba un regalo especial.