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Cómo Ligarte Sin Querer A Un Millonario

Cómo Ligarte Sin Querer A Un Millonario

Status: En proceso
Genre:Romance / Comedia / CEO / Arrogante / Ligador / Apoyo mutuo / Mujeriego enamorado
Popularitas:64.1k
Nilai: 4.7
nombre de autor: SaraWells

«En proceso»Destiny Love llevaba una vida tranquila trabajando como coordinadora de eventos en el club de solteros Lovely, pronta a contraer nupcias con su novio de la infancia hasta que un día se topa con el guapo y descarado James Miller quien llegó a poner su mundo de cabeza con una propuesta que no pudo rechazar.

Dispuesto a conservar su posición como nuevo CEO del negocio familiar, James está obligado a ponerle freno a las aventuras de una noche que lo sostenían medianamente cuerdo ante el dolor de su reciente ruptura. Por lo que decide contratar los servicios de una curiosa y poco atractiva mujer para entretenerse.

Ese trato inusual los embarcará en la dulce historia que cambiará la vida de ambos.

NovelToon tiene autorización de SaraWells para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

18.

Erick se dejó caer en el sofá, moribundo. Las responsabilidades de la oficina estaban matándolo. Tenía suerte que Destiny le hubiese confiado las llaves de su casa mientras ella jugaba a ser la niñera del estúpido de James Miller. No tenía nada personal en contra de él pero estaba cansado que su abuela lo pusiera de ejemplo todo el tiempo sobre la diligencia y tenacidad que deben guardar los herederos de cada familia. Aunque Erick prefería mantener un perfil promedio que entregarse de lleno a la vida ostentosa que acarreaba su apellido.

La relación con su familia había sido sostenible hasta hacía unos meses, cuando comenzaron a presionarlo para que se comprometiera totalmente con las empresas y con cualquier prototipo de esposa aprobada por ellos. Algunos de sus conocidos se acoplaban bien a la vida planificada con la que nacían, sin embargo Erick era la excepción. De no haber sido hijo único, habría renunciado a sus obligaciones hacía años.

Esa era una de las noches en las que solo necesitaba tranquilidad, aunque viéndolo bien, no conseguiría tener nada de eso. La casa de Destiny era un auténtico basurero, se notaba que ella tendría muchos problemas para realizar las tareas domésticas cuando se casara. Si es que lo hacía. Erick estaba convencido que la relación entre Ian y Destiny era cualquier cosa menos amor.

Suspiró, observando con detenimiento las fotografías de la pareja que adornaban la pared de la sala. Ambos lucían felices, pero ninguno quería darse cuenta que lo que existía entre ellos era un inmenso amor fraternal. Ojalá el cielo los hiciera entrar en razón antes de cometer el error más grande de sus vidas.

Sumergido en sus cavilaciones, puso en orden la habitación, luego marchó al refrigerador en busca de alimento y casi al instante, cerró la puerta hecho una furia. La ingrata de Destiny lo había vaciado antes de largarse a su fantástica aventura en la mansión Miller.

Maldición.

Cogió una sudadera del armario y se largó a caminar por la calle para conseguir su propia cena, arrepintiéndose casi en el acto, al escuchar la sirena de una patrulla de policía. Esa era una zona populosa, pero conflictiva, por la cantidad de bares que albergaba.

Justo cuando giraba sobre sus pies decidiendo que lo más prudente era ordenar a domicilio, un bullicioso autobús inició su marcha al otro lado de la calle, dejando al descubierto un gracioso restaurante familiar bastante fuera de lugar en ese sitio. Él había visitado la casa de Destiny decenas de veces pero nunca se percató de la presencia de ese negocio en particular.

Cruzó la calle, dilucidando con decepción la pancarta que anunciaba el cierre del restaurante al público debido a la celebración de un evento privado ese día. Todavía poseído por la frustración de su estómago vacío, Erick se apresuró a auxiliar a una mujer que intentaba abrir la puerta con el hombro, ya que cargaba numerosas cajas en sus brazos.

—Si me permites, yo podría ayudarte —ofreció Erick, notando el laborioso andar de la chica. Sus zapatos de tacón la hacían tambalearse por el peso que cargaba.

—Por favor no se moleste —exclamó ella—, su gesto de abrirme la puerta ya fue suficiente.

La dulzura implícita en esa voz llamó la atención de Erick, quien más temprano se había prometido no meterse en problemas, pero algo en su interior sabía que todo estaba por irse al demonio. En medio de su necesidad por ver el rostro de esa mujer, saltó sobre ella, arrebatándole las cajas, descubriendo con alegría que sus sospechas eran bien infundadas. Ahí estaba, la hermosa Jennifer, clavando sus aterrorizados ojos grises en él.

Erick esbozó una sonrisa, totalmente avergonzado.

—No te asustes, sé que salí de casa con pinta de maleante, pero no pienso robarte nada —bromeó—. Al menos, nada que tú no quieras.

Jennifer sintió su rostro ruborizarse. A esas alturas hubiese preferido lidiar con un ladrón que encontrarse a solas con el amigo de Destiny. Él era un hombre agradable pero no terminaba de gustarle su forma tan intensa de mirarla. O a lo mejor era su idea descontinuada del coqueteo lo que le hacía tener una percepción equivocada de Erick. Un hombre como él no podía sostener ningún tipo de interés en una mujer casada como ella. Y ese solo pensamiento la relajó.

—Bueno, ya que insistes —murmuró Jennifer, retrocediendo unos pasos—, déjame abrirte el maletero de la camioneta. Todavía quedan algunas cosas en el restaurante, espero que no te moleste ayudarme con eso.

—Por supuesto que no. Es un placer servirte.

Erick fue tras ella con una gratificante satisfacción recorriéndole el cuerpo. Su garganta casi dolía por la urgencia de decirle a Jennifer que se veía más bonita que el día anterior. Sin embargo no quería asustarla y mucho menos quedar como un charlatán frente a ella.

Terminó de acomodar las cajas dentro de la camioneta y un silencio incómodo se hizo entre ellos. Erick sabía que si no se le ocurría algo pronto, ella se despediría sin más, bloqueando toda oportunidad de contacto.

—¿Qué llevas en esas cajas? —preguntó, a su estómago se le ocurrió improvisar primero, gruñendo cual traidor frente a Jennifer, dejándolo en una penosa desventaja.

Jennifer sonrió.

—Perdóname por ser tan descortés contigo —se disculpó, sacando un par de platos de comida sellados con el membrete del restaurante—. Permíteme recompensar tu ayuda con esta cena, ¿qué dices?

—Me parece un trato justo —aceptó esa oportunidad de oro.

—No quiero ser entrometida pero es una verdadera sorpresa encontrarte aquí, ¿ibas en camino a verte con alguien? —preguntó Jennifer, dirigiéndose de vuelta al restaurante—. Destiny no está en casa, así que supongo que no estás aquí por ella. No quiero interrumpir ninguno de tus compromisos con mis tonterías.

—No son tonterías y tampoco interrumpes nada —aclaró Erick, cruzarse con ella fue lo mejor que pudo pasarle esa noche—. Yo solo buscaba un lugar dónde comprar algo de comida.

—Pues estás en el lugar perfecto —anunció Jennifer, abriendo orgullosa las puertas de su restaurante.

A Erick se le cayó el alma a los pies, era como estar dentro de una réplica de la casa de Destiny. Parecía que un torbellino se había desatado dentro del lugar, ocasionando un caos a su paso. Las tiras de confeti tapizaban el piso junto con algunos dulces y restos de pastel debajo de las mesas.

Jennifer le miró de soslayo, azorada.

—No le tomes demasiada importancia a esto —se disculpó, apresurándose a limpiar con servilletas la mesa más cercana—, recién finalizó el evento infantil que organizamos este día y no hemos tenido tiempo de limpiar.

Jennifer despachó a los empleados antes que pudiesen hacerlo. Todos se merecían un descanso con el día de locos que tuvieron. Los niños siempre se salían de control un poco más de lo esperado, y no los culpaba. Cada vez que tenían oportunidad de salir de la casa hogar lo aprovechaban al máximo.

Un globo que flotaba en el aire explotó atrás de ellos, llamando la atención de Erick, quien reparó por primera vez en el enunciado de la pancarta que colgaba del techo, «Bienvenidos niños del Hogar St.Joseph». En ese instante, todo cobró sentido. Si esos niños eran tan revoltosos como la misma Destiny, no era de extrañarse que el pequeño restaurante estuviera en ruinas.

Erick se acomodó en la mesa y esperó a que Jennifer regresara de la cocina con las bebidas. La mayoría de luces se encontraban apagadas, sin embargo nada podía restarle luminosidad a la presencia de su acompañante. Ella hacía que su corazón se acelerara con tan solo mirarla. No llevaba ninguna clase de accesorio que pudiese impresionarlo más que su reluciente cabello negro y el sencillo vestido blanco de tirantes que vestía. De repente ella carraspeó, sacándolo de su estupor.

—Lamento no poder ofrecerte un menú variado —se excusó ella, abriendo los platos de comida—, pero solo servimos menús infantiles este día.

—Nunca he despreciado una buena hamburguesa —dijo Erick, clavando su mirada en la fina pulsera que adornaba la muñeca de la chica, tenía grabado el nombre de un hombre en ella. Ese ligero ramalazo de realidad le ocasionó un ligero dolor en el pecho—. Dime, ¿no es esa la casa hogar donde creció Destiny?

Jennifer alzó las cejas en un gesto afirmativo mientras daba un mordisco a su hamburguesa.

—Creí que ella vendría a ver a los niños. Estoy casi segura de haberle enviado su invitación a inicios de mes para que acomodara el evento en su agenda.

Erick le dio un sorbo a su bebida.

—Seguramente el bastardo de Miller no le dio permiso de venir.

—¿Crees que ella esté segura con él? —preguntó Jennifer, quien no terminaba de entender porqué Destiny había aceptado un trato tan absurdo de un completo desconocido.

—Deberíamos preocuparnos más por Miller que por ella —admitió Erick—. Destiny es una mujer independiente que sabe muy bien cómo defenderse. Créeme, lo sé de primera mano. La primera vez que la visité en su casa del callejón casi me rompe la cabeza a escobazos porque me confundió con un ladrón.

Jennifer se echó a reír.

—Tienes razón, no hay motivos para preocuparnos.

Terminaron su comida, quedándose en silencio unos momentos. Jennifer apoyó el codo sobre la mesa, recargando el rostro sobre su mano. Y ahí estaba otra vez esa estúpida pulsera con el nombre de Jace, haciéndole mella en la conciencia. Seguramente el esposo de Jennifer enloquecería al saber que él estaba ahí con toda la intención de seducir a su mujer.

—¿Cuál es tu cargo en este lugar? —indagó Erick, curioso, reparando en la ausencia del resto de empleados.

—Soy la dueña absoluta de todo lo que hay en este lugar —declaró orgullosa. Su esposo Kean poseía una fortuna completa, pero nada de eso le pertenecía a ella, a excepción de ese pequeño sitio. La compra de ese restaurante había sido uno de los regalos de Kean por dar a luz a su primer hijo varón.

—¿Así qué el evento lo patrocinaste tú también?

—Oh, no. En esta ocasión fue gracias a las generosas aportaciones de mi esposo —aclaró ella, con un atisbo de tristeza sofocando su voz—. Se puede decir que mi familia y yo compartimos una posición acomodada, pero nada comparable con la fortuna de Kean.

—Si Kean es el nombre de tu esposo, ¿quién es Jace? —estalló Erick. Las dudas sobre la vida de esa mujer lo estaban matando. Al notar la mueca de sorpresa en ella, se enderezó en la silla, recuperando un poco la cordura.

—Es por mi hijo, Jace —aclaró—. Tú ya debes conocer a mi esposo, Kean Pears. Aunque siendo sincera, no recuerdo haberte visto en ningún evento organizado por tu familia, ni tampoco en la beneficencia en los últimos años. Tu apellido sigue siendo Harris, ¿cierto?

Erick maldijo los andrajos que llevaba encima. Seguramente Jennifer pensaba que él era un pobre diablo desheredado por su familia. Y no lo era. Al menos, no todavía.

—No tengo el placer de conocerlo en persona —dijo, haciendo referencia al esposo de Jennifer. No podía creer que una mujer tan sencilla fuese la esposa de ese tipo. A quien en efecto no conocía, pero había escuchado que era un hombre repugnante y de reputación cuestionable para los negocios—. Y en cuanto a los eventos sociales, pues nunca falta la oveja negra en una familia, ¿sabes? De haber sabido que asistían mujeres tan hermosas como tú, no me habría perdido ninguno.

Jennifer se recogió el cabello en una coleta, los comentarios de ese hombre comenzaban a ponerla inquieta. A Kean no le gustaba que ella tuviese amistades masculinas, de ahí que todos sus empleados tanto en casa como en el restaurante eran en su totalidad mujeres. Y quizá eso le había hecho perder sus habilidades sociales con el sexo opuesto.

—Creo que es hora de irnos —espetó ella, incorporándose abruptamente de la mesa—. Tengo que cumplir un compromiso antes de ir a casa.

Erick lanzó una maldición, persiguiendo a Jennifer, quien caminaba apresuradamente a la salida.

—Escucha —llamó, agarrándola del brazo. Jennifer se liberó de su agarre casi al instante, como si su gesto la hubiese lastimado—. Lo siento, no quise ofenderte y mucho menos importunarte con mis comentarios. Solo quiero que tengas en cuenta lo que pienso de ti, que eres hermosa y que me pareces una mujer extraordinaria.

Jennifer se abrazó a sí misma, escandalizada. ¿Qué diablos acaba de decir ese hombre? ¿Y qué hacía ella en ese lugar a solas con él? Kean la mataría si se enteraba de lo que acababa de suceder.

—Tú no me conoces lo suficiente...

—No necesito pasar años a tu lado para descubrir lo valiosa que eres —sonrió Erick—. Seré muy claro contigo, este presentimiento que tengo por ti es algo muy similar al amor a primera vista. Sé que esto puede impresionarte mucho y no quiero asustarte, así que prometo que de ahora en adelante me esforzaré por contener mis impulsos y no volveré a mencionar nada de esto si tú así lo quieres.

—Eso sería lo más prudente para los dos —susurró Jennifer, tomando distancia de él, al borde de las lágrimas. No podía demostrarle a Erick que sus palabras le habían afectado—. Soy una mujer casada y vivo felizmente con mi esposo y mi hijo. No necesito esto en mi vida. No es correcto.

Y a pesar de no serlo, ese hombre hacía reaccionar a su corazón. Una parte de ella se sentía feliz de recibir esa atención y semejantes halagos de un hombre tan atractivo como él. ¿Cuántos años habían transcurrido desde la última vez que se sintió deseada por alguien? En la actualidad ni ella misma se consideraba guapa, después de dar a luz a su hijo no conseguía recuperar su figura juvenil y Kean vivía torturándola por ello. Sin embargo ahí estaba ese completo desconocido esforzándose por convencerla de lo contrario.

¿Diría él la verdad? ¿O solo la consideraba una mujer fácil de ilusionar por estar atrapada en la cotidianidad de un matrimonio? Ella se sentía incapaz de abandonar a Kean pero tampoco estaba segura de querer alejar a Erick. Su corazón revoloteaba emocionado en su pecho con la simple expectativa de sentirse mujer otra vez.

—Era justo lo que esperaba de ti —admitió Erick. No se había equivocado, Jennifer era una mujer por la que valdría la pena esperar—. Prometo portarme bien, pero por favor, acepta que seamos amigos.

Jennifer negó con la cabeza, tal vez él estuviera pidiendo más de lo que se podía permitir entre ellos.

—Déjame pensarlo.

Erick se contuvo para no celebrar su pequeña victoria frente a ella, que Jennifer no lo hubiera mandado al demonio significaba un gran progreso.

Ella terminó de cerrar su restaurante bajo el escrutinio de Erick, no podía dejar de reprocharse el haber aceptado seguir tratando a ese hombre y a la vez se sentía complacida de resultarle atractiva. Erick la acompañó hasta su camioneta con una sonrisa boba que le era imposible ocultar.

—¿Qué harás con toda esa comida? —preguntó Erick, curioso. Esas cajas contenían al menos cincuenta platos.

—La donaré al dormitorio público que está a unas calles de aquí.

—¿Quieres que te acompañe?

Ella se sonrojó. Definitivamente no. Había tenido suficiente de él esa noche.

—Creo que lo mejor es despedirnos aquí —murmuró, nerviosa.

Erick suspiró, extasiado por la inocencia de ella. Por lo que se animó para hacer su última jugada de la noche.

—¿Qué te parece si intercambiamos números telefónicos?

Jennifer se tomó su tiempo para pensarlo, mordiéndose el labio inferior. No creía que Erick fuese un hombre imprudente y además Kean estaba de viaje, ¿qué daño podría ocasionarle un gesto tan inocuo como ese?

—Está bien.

Erick sonrió. Ella era un ángel

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Doglis Seijas
noooooooo, las vas a terminar /Cry//Sleep/ se terminara mi entretenimiento..../Sob//Sob/ bueno tomate todoooo el tiempo posibleeee, para q la termines/Grin/
Clemen Franco Arevalos
Me encanta la abuelita, muy liberada! 😊😉👌👌
Doglis Seijas
dios¡¡¡ cuerda de hienas, debe llegar el león a poner orden /Casual/ellos son invencible juntos fuertes y no van a derrotar ese amor bonito q se tienen...
Yesica Sosa
amo a jamesss
Clemen Franco Arevalos
Cómo no 😀 😀 😀 muy graciosa 😀
Doglis Seijas
estoy esperando con ansias la investigación de Oliver, esa va terminar el reinado de Taylor, tan maluca con un par de seres q son parte de ella, los mellizos no tienen la culpa de su elección de pareja...
Clemen Franco Arevalos
Autora, también me encanta tu historia, sobretodo divertida! 👍👍👌👌💖💐🇵🇾🌹
SaraWells: mil gracias 😊 por la lectura 🧸
total 1 replies
Yesica Sosa
amo tu novela...pero creo que ya es tiempo de poner todo en su lugar...y darle un lindo final...ya tus actualizaciones son más esporadicas....
SaraWells: Todo va cayendo en su lugar, el final está cerca 🙂‍↕️ gracias por la lectura y la paciencia ✨
total 1 replies
Marisabel Flores
excelente
Yesica Sosa
linda historia...no los hagas sufrir
Doglis Seijas
me encantó que Erick y James, hayan hechos las pases y se vuelvan grandes amigos y cómplices por sus chicas....eso estuvo bonito....te felicito por tu musa y gracias por compartirlo con nosotros....
Doglis Seijas
ojalá que destiny, le comente a Erick lo de Ian, esa absurda cita, para que la suegra embalsamada no tenga chance de fastidiar a ambos....
Doglis Seijas
dios¡¡¡ se armo el desmadre/Facepalm//Joyful//Grin/
Doglis Seijas
/Grin/lo que hace el alcohol /Facepalm//Grin//Joyful/
Doglis Seijas
gracias sara, por los capítulos estupendos reí hasta el alma, mega divertidos, lo del club nudista fue lo máximo /Facepalm//Facepalm//Grin//Grin/
Estefy Pizarro
Gracias autora si que espere por los capítulos nuevos
Erika Valdivia
Me gusta mucho la historia.
Mariana Hernandez
son hermanos 👍🏻
Derlys Rodriguez
estoy tan emocionada que ni te comento pero ya que voy a dormir te escribo autora es super genial me gusta
es muy fresca espero siga así de buena
Choa
Que giro a dado la historia
Esa Taylor es muy mala
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