La Otra Cara Del Placer [Duele Amar - II]

...RAHAB...

Hay mucho movimiento en la casa. Vi partir unos camiones que llegaron esta mañana, y puedo intuir lo que transportaban por la sonrisa de oreja a oreja de mi padre, a quien observo desde las escaleras. Acaba de despedirse de alguien y escuché que irá al puerto.

—¿Qué haces ahí parada espiándome? —me pregunta en cuanto nota mi presencia.

—Salí a tomar aire, es todo. ¿Vas a salir?

—Sí, tengo unos asuntos pendientes que ordenar junto a Andrew.

Ese imbécil siempre está metido en todo.

—¿Puedo ir contigo?

Toda su atención se centra en mí en cuanto termino de hablar, su rostro refleja sorpresa y confusión.

—¿Y desde cuándo te interesa a ti mis negocios?

—Me gustaría aprender a manejar este tipo de cosas, digo, no quiero que sigas considerándome una inútil, quiero darte razones para que te sientas orgulloso de mí —bajo las escaleras y ya delante de él, arreglo el cuello de su camisa—. ¿Qué dices, papá? ¿Me llevas?

—Se me hace tarde, no pienso darte ni un minuto para alistarte, apúrate —me aparta, caminando hacia la puerta.

Supongo que ese fue un sí.

Nos subimos a autos separados, claramente no le importa tenerme cerca, pero ya estoy acostumbrada a su actitud. Llegamos al puerto más rápido de lo esperado, lo reconocí al instante; es el mismo puerto en el que me encontré con Travis. Qué coincidencia que todos vayan al mismo lugar ahora. Andrew ya estaba esperando, cuando me vio solo sonrió como un idiota; no puedo soportarlo, lo detesto aún más desde que me dio la fecha de la boda.

—¿Qué tienes para notificarme, Andrew?

—Ayer partió un barco con veinte toneladas de cocaína rumbo a Grecia, Travis está detrás de esto, de hecho, utilizó en esta ocasión una de las embarcaciones de su empresa para el transporte. El viaje será un proceso largo por la notoria distancia entre países, cruzará por el Océano Atlántico y se detendrán en el puerto de Lisboa, en Portugal, donde bajarán la mercancía para transportarla en aviones de carga rumbo a un punto más cercano de Grecia.

Me cuesta entender lo que hablan, pero es evidente que Andrew está como perro siguiendo los pasos de su hermano. Sin embargo, ayer percibí que el traslado de la mercancía era una tarea que Travis discutió con sus hombres de confianza, y solo supe de ello porque, estando yo aquí haciendo tratos con él, se vio arrastrado a contármelo.

—¿Y cómo sabes todo esto? —inquiero, teniendo los ojos de ambos sobre mí—. Digo, ¿hiciste las paces con tu hermano para que te contara algo como tal?

—No seas tonta, cariño, no hay que ser muy inteligente para hacerse la idea de que tengo a mi gente trabajando entre su gente.

Claro, era obvio que esa era la razón.

—En fin, ¿qué piensas hacer con esta información, Dawson?

—Podría iniciar un proceso rápido para robarle la merca otra vez, pero haré algo mejor; me contactaré con un amigo que trabaja en la policía de Portugal y lo pondré al tanto del tema para que decomisen la drogan en cuanto pise suelo portugués.

—Eso le traería problemas judiciales a Travis, ¿no? —vuelvo a hablar.

—Con esto tendrían una razón para mandarlo a prisión, pues la policía desde siempre ha sospechado de él, y si nadie ha actuado hasta ahora es porque Jane Leonardi se encargó de limpiar el nombre de ese imbécil.

—¿Quién ese Jane Leonardi?

—Tu suegra —indica Andrew—, es mi madre. Pero con esto, dudo que logre seguir protegiendo a su amado hijo, pronto se la caerá el reinado a Travis.

—Nunca me habías dicho que tenías madre.

—Nunca me lo preguntaste —se encoge de hombros—. Cada que nos vemos es para oírte decir lo mucho que me detestas, así que no solemos tener un tema de conversación.

—Los dejo, atenderé esta llamada —apenas mi padre se da la media vuelta siento a Andrew sujetando mi mano, apartándome de todos.

—¿Ahora qué te traes, loco? —lo empujo.

—La imprudencia no va conmigo, ¿preferirías que habláramos de Travis delante de Dawson?

—¿Travis? No encuentro razón para que me traigas a hablar de ese hombre.

Con una sonrisa maliciosa, saca su celular para mostrarme una foto en la que aparezco con Travis en este mismo lugar. No tengo ni idea de cómo la consiguió ni quién se la envió, pero esto no me está gustando para nada. ¿Me descubrieron? Fue demasiado rápido, ni siquiera he cerrado el trato con Travis y ya se me cayó la fachada.

—Me ahorraste el viaje, iba ir a tu casa…

—¿Qué pretendes conseguir con esa foto? —evito los rodeos y las excusas de mi parte.

—Nada que tú no hayas maquinado primero. Un pajarito me contó que Travis te propuso trabajar para él, que fuiste a su casa y que no llegaron a nada serio.

—¿Y?

—Quiero que aceptes lo que te propuso Travis, que vayas a verlo y le platiques del plan de tu padre.

—¿Qué?

Esta es una de las pocas cosas que esperaba escuchar de él. ¿Qué está tramando ahora? Quiero decir, ayudar a su hermano es lo último que haría, se nota claramente su odio hacia él. Entonces, ¿por qué me está pidiendo esto? ¿Cuál es su objetivo?

—Estás en la libertad de negarte, pero en ese caso me obligarás a enseñarle a tu padre esta foto, y no solo eso, también le contaré sobre tu plan de vengarte por la muerte de tu madre, porque puedo jurar que en el fondo eso es lo que buscas.

—Eres un desgraciado.

—De los dos, ¿a quién crees que le creerá tu padre? —regresa el celular a su pantalón—. No me respondas y medita en eso, ¿sí?

...NOLAN...

Desde la cama observo a Odessa dando vueltas de un lado a otro, está como loca, no deja de gritar desde que llegué.

—¡Te advertí que no te metieras con ese infeliz de Andrew, que no era de fiar, que te traicionaría, pero fuiste de cabeza dura a confiar en él! —inquieta, por tercera vez se acerca a inspeccionar mis golpes—. ¡Mira cómo te dejó ese desgraciado!

—No hagas lío por algo que ya pasó.

—Soy tu novia, es normal que me preocupe por todo lo que tenga que ver contigo. Pero esto no se va a quedar así, te lo juro…

—Lo que me hicieron es lo de menos, ahora solo tengo cabeza para pensar en mi hermana. Ella me dijo que permanecería en esa casa, que me largara, pero yo no le creo, sé que está esperando que vaya por ella. No me quedaré cruzado de brazos mientras Andrew está rondándola, esperando a que Daphne le abra las piernas.

—Aconsejarte es como hablarle a la pared—murmura, saliendo de la cama otra vez—. Tu hermana no te necesita, no te quiere, te desprecia, ¿qué tanto te cuesta entenderlo? Abre los ojos, Nolan, Daphne nunca verá todo lo que has hecho por ella.

—Eso es porque aún no le he explicado lo que sucedió.

—Y tampoco lo harás, porque te aparta cada que puede, porque no le interesa escucharte. Ella te considera un ambicioso que la vendió a su padre, ¿lo olvidas? Date un tiempo para pensar las cosas, que tu amor por ella no te ciegue. Si pretendes ayudarla utiliza la cabeza.

—¿Y cómo se supone que haré eso?

—Vengándote de Andrew.

Harto de escucharla decir tonterías que empeoran mi estabilidad emocional, me levanto de la cama, sintiendo cómo el dolor causado por los golpes se intensifica en distintas partes de mi cuerpo.

—No quiero enfrentarme a Andrew.

—Eres un cobarde —ríe detrás de mí—. No me vengas con la ridiculez de que piensas que tu relación con él cambiará y que entregará a Daphne. Esa paliza te afectó el cerebro, eh.

—No esperes que reaccione tan pronto en contra de alguien que me tendió la mano en los peores momentos de mi vida —las malditas lagrimas se deslizan por mis mejillas, no fue intencional—. Conocí a Andrew el mismo día que perdí a mi madre y a Daphne, yo no era más que un bastardo que se ganaba la vida apostando en casinos, y él no dudó ni un segundo en ofrecerme un hogar y un trabajo. Así que no vuelvas a pedirme que me vengue del único amigo que estuvo para mí cuando más lo necesitaba.

—Eso no significa nada —me abraza por detrás—. No te dejes influenciar por el pasado. Andrew no te merece. Considera vengarte de ese tipo y dale donde más le duele.

—¿A dónde quieres llegar?

—Me tomé la molestia de investigar sobre los Petrov-Leonardi, y me encontré con que Andrew tiene dos hermanas; Melody y Jessa. Melody está casada y hasta tiene un hijo, pero Jessa está soltera y es la menor, por ende, debe ser la favorita de sus hermanos. ¿Y si… utilizas a esa chica para vengarte de Andrew?

Me quito sus manos de encima. Oí suficiente y me temo que la preocupación le está haciendo daño. Es la estupidez más grande que ha dicho.

—¿No deberías irte ya? Tu padre debe estar preocupado por ti, regresa a tu casa. Ya me viste, te diste cuenta que no estoy tan mal, ahora déjame descansar.

—No me cambies el tema, Nolan. Hablo en serio. Enamora a esa chica y humíllala, ¿dónde está lo complicado?

—¿No se supone que eres mi novia? No deberías aconsejarme a lanzarme a los brazos de otra.

—No me malinterpretes, no te he dicho que te acuestes con ella. El amor no surge a través del sexo, ¿sabías?

—Pues dímelo tú que estuviste detrás de mí un año gracias a que culpa del alcohol tuvimos sexo.

—¿Y eso qué? Yo soy más bonita que ella y toda mi confianza está depositada en ti —rodea mi nuca con sus brazos y deja un beso en mis labios—. Sé que jamás me traicionarías.

En esta situación que estoy atravesando no debería burlarme de los demás, pero no puedo con su seguridad, con su idiotez. Conocí a Odessa hace cinco años, en un bar, con un par de copas encima terminamos en la misma cama, desde entonces la tengo encima de mí hostigándome; la única razón porque la aguanto es por su dinero, pues viene de una familia adinerada y es la mismísima hija del senador, un hombre que no conoce de mí, pero que pronto lo hará. Mi única meta es casarme con ella y vivir cómodamente rodeado de lujos, no es muy difícil entenderlo.

...ANDREW...

No sé qué espera Rahab para poner en marcha lo que le dije esta mañana. La muy tonta regresó a casa con su padre, y según los hombres que tengo dentro de la mansión de Dawson, ella no ha salida para nada. Está atrasándome los planes y eso no es nada bueno.

—¿Dónde está Daphne? —le pregunto a una sirvienta que me crucé en la entrada.

—Hace un rato la vi dirigiéndose a la habitación de usted.

Al menos ahora tengo una excusa para relajarme. Sin perder tiempo con la sirvienta, me dirijo a mi habitación, casi corriendo, estrellándome con la irresistible escena de ver a Daphne sentada en mi cama, usando el conjunto de lencería que dejé en su cuarto.

—Buenas noches. ¿Llevas mucho tiempo esperándome?

—No, acabo de entrar —se pone de pie.

Sus manos juegan entre sí, luce nerviosa.

—¿Qué hago?

—Tú nada, solo acuéstate en la cama y déjame el resto a mí.

Hizo tal como le dije. Agarré un preservativo que encontré entre los cajones y lo dejé sobre la mesa. Antes de entrar a la cama empecé a desabotonar mi camisa, me la quité y la tiré a algún rincón del cuarto.

Hoy no pienso dormir, no me daré el lujo de dejar pasar una oportunidad como esta. Verla tendida en mi cama me tiene mal, parece irreal. Después de todo, no acostarme con ninguna mujer por tres años por esperar a Daphne sí valdrá la pena.

—¿No utilizarás el preservativo? —cuestiona agitada cuando me ve entrar a la cama.

—¿Quieres que te la meta tan pronto?

Un leve sonrojo noto en sus pálidas mejillas.

—No es eso, es que pensé que sería rápido…

Me inclino hasta callarla con un beso que me pone los pelos de punta. Si de algo estoy seguro es que esto es nuevo. Intenta apartarse al segundo, delatando sus nervios, a lo que le respondo situándome encima de ella, acostándola por completo en la cama. Desciendo mi mano de su cuello a sus senos, deteniéndome justo en ese punto sensible en donde su cuerpo reacciona con vibraciones excitantes que la obligan a gemir.

No sé cuándo fue la última vez que lo hizo con alguien, pero prometo hacerla olvidar dando lo mejor de mí.

Mis besos bajan hasta ubicarse en su cuello, mis manos por su parte, continúan estimulando sus senos que se hacen cada vez más sensibles al tacto.

—Travis…

La inspiración y el placentero momento que estaba experimentando se va a la mierda en cuanto la oigo gemir ese maldito nombre.

Me detengo y salgo de la cama. Trato de conservar la calma, pero esta situación me está destrozando por dentro, me está volviendo loco.

—Lo siento…

—Vete.

—Juro que fue sin querer, se me salió, ni siquiera lo pensé. Perdón. No se volverá a repetir…

—¡Lárgate! ¡Vete! ¡Fuera!

Pega un brinco ante mis gritos. Asustada se retira en silencio, dejándome solo. Sin controlar la rabia, me desahogo con todo lo que veo, desde lo que está sobre la cama hasta los objetos de vidrio que mando al suelo y con los que me corto al pasar por encima de ellos. En el espejo veo mi reflejo. Las lágrimas caen de mi rostro, estoy harto de esto.

¿Por qué Travis está en todos lados? ¿Por qué no me deja en paz de una vez por todas? De alguna forma siempre termina ocasionándome daño. No lo aguanto más. Siempre pasa esto, todas se fijan en él. También quiero ser feliz, pero ¿cómo voy a serlo si la mujer que amo tiene en mente a un solo hombre; el maldito de Travis?

Juro deshacerme de él, cueste lo que cueste.