Eras Tú.

Los días siguientes eran tal cual los había vaticinado Mabel, ella tenía mucho trabajo entre contratos, firmas, idas y venidas entre sus dos puestos que ni tiempo le daba de tomar sus alimentos o un respiro, aunque uno, solo seria temporal aún asi ella se tenía que hacer a la idea que el caos todavía duraría...

Una nueva semana había iniciado y Mabel recibía la notificación que tendrían que viajar junto a su jefe, a un lugar paradisiaco donde estaba a vísperas de cerrar un jugoso contrato.

Y ese mismo viaje lo intentaría tomar como un desetres ante tanta locura...

Termino un día más sintiéndose agotada, de inmediato apago su computador, ordeno algunas carpetas que aun estaban sobre su escritorio y fue directo a archivos, al regresar colgó su bolsa sobre su hombro, tomó sus llaves y camino hacia el ascesor.

Al salir observó que en el estacionamiento su auto era el único que aun se encontraba en la empresa, camino a paso firme sin prestar atención a su alrededor.

Mientras a lo lejos, escondido entre las penumbras alguien solo la observaba con una mirada penetrante atento a cada movimiento que hacía.

Para esto Mabel ya había percibido esa sensación de asecho y eso comenzaba a aterrarla y llenarla de mucho miedo, subió a su auto activando cada seguro de las puertas, pero al intentar dar marcha simplemente el auto no encendía.

El miedo crecía conforme pasaban los segundos, seguía volteando a todos lados viendo por las ventanillas, todo estaba tan serio y sin una gota de ruido algo que la ponía más alterada.

Hasta que un fuerte golpe provocado por aquel hombre la hizo estremecerse y ese mismo golpe se había escuchado no muy lejos del auto de Mabel.

El miedo cada vez más la dominaba y ese era un gran motivo para ni intentar salir de su auto para regresar a la empresa donde al menos se sentiría más segura al lado del enorme guardia. Mabel al sentirse frustrada y acorralada golpeó varias veces el volante por la desesperación que sentía hasta que sus manos apretaron con fuerza el mismo.

— mamá ayúdame, tengo miedo— en un momento de desesperación y al borde del llanto le pidió a su madre que le enviara ayuda para salir de ese lugar el cual era el escenario perfecto para una película de terror.

Y a un solo paso del colapso emocional un rechinido se escuchó poniendo sus sentidos muy alerta, hasta que una luz ilumino gran parte de su auto, al voltear se dio cuenta que era el auto de su jefe.

De inmediato bajo y fue a su encuentro, cuando aquel hombre bajó, al verla frente a él se sorprendió — ¿aun aquí Mabel? —la cuestionó mientras acortaba más la distancia — ¿necesitas ayuda?.

— si, no sé que pasó, pero mi auto no enciende— él asintió con una pequeña sonrisa en sus labios, porque ese pequeño incidente era el momento perfecto para tener una noche con ella.

— perdón Mabel, pero de mecánica no se nada, mejor acompáñame a recoger algo de la oficina y te llevo a tu casa y yo me encargaré personalmente de que un especialista eche mano a tu auto, ¿qué dices? — Mabel solo asintió dando gracias a su madre por mandarle su salvación, pero sin saber que a la que llamaba salvación en realidad tenía otras intensiones ante el escenario.

— gracias señor Brown.

Nathan soltó una carcajada sonora ante el formalismo de aquella hermosa mujer. Salieron del ascensor mientras se dirigían a la oficia.

— nada de formalismo Mabel, estamos fuera de horario así que solo dime Nathan.

Ella asintió sintiéndose un poco extraña por su pedido y después de recoger unas carpetas de inmediato abordaron el ascensor hasta salir nuevamente al estacionamiento.

Pero al dar unos cuantos pasos esa misma sensación seguía en el lugar, se detuvo y observó con detenimiento su entorno, buscando respuesta las cuales no obtuvo.

— ¿sucede algo?, Mabel —volteo a verlo para atender su llamado y termino negando ante la pregunta.

Subió al auto dándole su ubicación y salieron a alta velocidad, Nathan cada cierto tiempo volteaba a ver con disimulo a Mabel y al detenerse en el crucero y mientras esperaba el cambio de luces.

Sintio la oportunidad perfecta para invitarla a salir—¿tienes hambre? — Mabel volteo al escucharlo y Nathan al no obtener respuesta lanzaría una nueva jugada — tranquila, yo invito.

Mabel asintió con una pequeña sonrisa porque en realidad tenía hambre y esa invitación no la desaprovecharia.

De inmediato Nathan cambio de dirección para llevarla al restaurante. Mabel al entrar se sintió deslumbrada por el fino restaurante tanto, que también se sentía incomoda por que su ropa no encajaba en el lugar.

Al sentarse, Nathan pidió la carta y una botella del mejor vino, un mesero trajo el vino las sirvió en las copas y como acto simbólico solo chocaron las copas.

Pero Mabel no podía actuar con naturalidad, ya que la presencia imponente de su jefe la incomodaba a pesar de que ella tiene más de dos años trabajando para él, pero aun así no se acostumbra a su presencia y más al ser tomada en cuenta.

Porque ella sabe que su jefe puede tener de inmediato trabajando a su lado a quien él quisiera en el corporativo...

Sirvieron la cena y comenzaron a comer, pero Mabel al sentir su mirada solo volteaba a otra dirección e intentaba controlar su nerviosismo.

Nathan solo gozaba de ver a Mabel inquieta, sonrió, pero también quería saber que tanto sabía de la relación exprés que tuvo con Hada.

Él quería saber, pero no quería manchar el bello momento con el pasado, suspiro, apretó su mandíbula hasta que le hablo con esa voz sutil, esa misma que utilizaba para seducir a su siguiente presa.

Y esa misma voz obligó a Mabel a verlo y sostenerle la mirada todo lo que duraría la conversación, mientras que Nathan se quedaba perdido en esos bellos ojos claros.

— Mabel, ¿puedo preguntarte algo? — ella asintió aún con incomodidad — ¿Hada y tú eran amigas?.

Al escuchar mencionar a su amiga, logró relajarse un poco y sonrió mientras veía a su jefe— lo corrijo señor Brown, aun somos amigas— Nathan al escucharla se sintió preocupado — ¿por qué su pregunta?.

—solo dime Nathan, por favor, Mabel seré claro, pero quiero que tú también lo seas conmigo— solo se limitó a aceptar y esperar a lo que diría aunque ella sospechaba qué quería saber su jefe.— Hada, ¿te dijo algo sobre mí?.

— señor Bro... Nathan, ¿no entiendo su pregunta?, Hada, ¿qué tendría que decirme sobre usted?.

Mabel al momento de despedirse de su amiga hizo un juramento con ella, que si un día su jefe preguntaba algo relacionado a ella y lo que hubo entre ellos solo negara y se hiciera la que no sabía nada.

— solo olvidé mi pregunta, no tiene relevancia.

Nathan comenzó a comer con tranquilidad, ya que al escucharla decirle eso, él resumió que no había nada por lo que tendría que preocuparse y que quizás pueda estropear su conquista.

Terminaron de cenar, Nathan cancelo la cuenta y salieron, subieron al auto y volvieron a retomar las calles hacia la casa de Mabel.

Al llegar de inmediato se bajó Nathan y abrió la puerta del copiloto, dilatando sus pupilas al ver las hermosas piernas de Mabel recibirlo, se despidieron, pero no podía irse antes de mencionar que él pasaría por ella a la mañana siguiente para el viaje.

Ella entró al edificio, subió las escaleras y al abrir la puerta vio un sobre en el suelo, al levantarlo se dio cuenta de que no traía información de nada, abrió el sobre sacando una hoja blanca, la desdoblo y en ella solo traía su nombre con recortes de periódico o tal vez una revista.

Sintió nuevamente tras su nuca un gélido escalofrío, rompió esa hoja y cerró con llave la puerta principal, mientras ponía un mueble contra ella.

Mabel intentaba pensar y tratar de entender como era que habían entrado, era extraño, ya que para ingresar al edificio necesitaban autorización de algún departamento al que fuese visitado.

Después de que se calmó preparo su maleta mientras que sus sentidos estaban alerta, se sentó en su cama, su mirada se fijó en aquella pequeña valija.

Y de la nada recordó lo que había pasado en el estacionamiento, disipo su mente, no quería pensar y mucho menos buscar culpables a lo que le estaba pasando.

Se recostó en su cama, se cobijó teniendo su vista hacia la puerta de su habitación, y por más que trato de dormir su mente y su miedo no le permitieron hacerlo y solo espero a que amaneciera y poderse ir lejos por una semana...