Daiana Anderson Greco es hija mayor de Alejandro Anderson y Sara Greco Alvarez , conoce a Dante Wesley en la mansión de su abuela como el hijo del jardinero .
En el primer momento en que se vieron se enamoraron tuvieron una relación pero la envidia y las mentiras de los demás .
Lograron que ellos se separaran , pero después de seis años por cosas de la vida se vuelven a encontrar el como un gran ceo y ella como la poderosa ejecutiva .
Dónde el amor está ahí vivo en cada uno de ellos , ¿ que sucederá cuando se vuelvan a ver ?...
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CAPITULO 9
Llegué a casa y le pedí el favor a Darla de que me trajera a los niños, no quería que me vieran llorar como lo hice. Tengo una rabia en mi corazón al enterarme de que Dante desapareció, me dejó por dudar de mi amor, por creer que lo engañaba.
Eso rompió mi corazón en mil pedazos. Sé que lo amo con todo mi ser, pero tengo tanto mal genio que no le dije que Alejo y Valeri son sus hijos. Pero primero quiero que me pague por dudar de mi amor, por dejarme y no estar en mi embarazo. Todo se lo voy a cobrar, espero que mi amiga del medio de mis piernas aguante.
Solo escuchar de sus labios que me ama y que lo perdone, estaba a punto de lanzarme en sus brazos, pero no, no es justo que lo perdone a la primera, primero mi dignidad. Abro la puerta y veo a Darla con los niños en la sala. Hasta ahora llego para estar un rato con los niños.
—¡Mami! ¡Mami! —gritan mis niños. "Llegaste", me dicen mientras corren hacia mí.
¡Mis amores! Abro mis brazos para recibirlos y les doy muchos besos como puedo. ¿Cómo se comportaron?.
—Bien —dice Alejo—, "hicimos una torta para ti, mami", me dice Valeri con una sonrisa.
¿Seguro la hicieron o la compraron? —les pregunto con una sonrisa.
—La hicimos, mami. La tía Darla nos ayudó diciendo que debíamos hacerla —responde Alejo, como siempre defendiendo sus actos.
—Bien, bien, dejen a su mamá quieta. Vamos a servir la cena para comer pastel después.
—¿Qué cena, tía Darla? —pregunta Valeri cruzada de brazos. Miro a Darla porque sé que no le gusta cocinar.
—¿Por qué me miras así?
—¿Qué vamos a comer, Darla, darlita amiga mía? Creo que la salvó el timbre de la puerta. No huya, cobarde.
—Llegó la cena, niños.
—¡Pizza, siiiiiii! —gritan los niños de la felicidad.
—Miro a Darla con la caja de pizza en sus manos. Ella me mira y se ríe.
—¿Pizza, Darla? ¿Es en serio? —le digo detrás de ella.
—Soy culpable, Daiana. En mi defensa, tengo hambre igual que ese par que ya están sentados en el comedor esperando por su comida y aunque me digas que cocinas, no me puedo esperar. "El problema es el hambre".
No discutas, vamos a comer y después acostamos a los niños.
—Darius viene un rato, así que creo que hay que guardarle una rebanada de pizza.
—¡Mami! Está muy sabrosa la pizza, gracias tía Darla, te queremos mucho —le dice mi pequeña Valeri.
—¡Mami! ¿Estuviste llorando?
—No he llorado, campeón, se me entró una mugre en el ojo y me tiene irritado.
—Pero los dos ojos, mamita —me dice Valeri cruzada de brazos.
—No tienes por qué mentir nos a nosotros, mami. ¿Lloraste por culpa de papá, cierto?
—¿De dónde sacas esa idea, Alejo?
—Papi estuvo en la empresa hoy y ustedes discutieron, saliste con él a tomar algo en la cafetería de la esquina de la empresa.
—Alejo, hijo, ustedes no conocen a su papá.
—Claro que sí, mami, mi papá es el señor Wesley.
—Valeri, ¿cómo sabes eso, si nunca les he dicho cómo se llama su papá y mucho menos su nombre y apellido?
—Mami, fue fácil, ya lo habíamos visto en una foto que tienes en un libro tuyo. Él se ve joven, pero es...
—Entonces no les puedo mentir, pero no quiero que le digan nada todavía.
—No se preocupe, mami, sabemos que tenemos un papi de mentiras al tío Darius.
—¡Santo cielo! Estos niños no pierden nada —dice Darla con cara de asombro.
—Como ya terminaron de comer, pueden ir a bañarse los dientes y a dormir.
—Hasta mañana, mami, se despiden mis dos terremotos con un beso. Hasta mañana, tía Darla.
Un rato después, Ven —me abraza, no sé cómo discutir con ella.
Me da una copa de vino.
—Brindemos por nuestro nuevo socio y por ser la poderosa ejecutiva. Te quiero mucho.
—¡Salud! —El timbre de la puerta interrumpe nuestro brindis. Yo abro, le digo a Darla.
—¿Por qué has llorado, Darius?
—Daiana, dame un abrazo, lo necesito mucho.
—Lo abrazo y le doy un beso en la mejilla. Entra y me cuentas qué te pasó.
—¿Y los niños? —pregunto al no verlos pegados al televisor o a Alejo en un libro.
—Se les acabó la energía —dice Darla y yo me río.
—Sí, ya están dormidos y llenos. Cada uno se comió dos rebanadas de pizza.
—No sé de dónde sacan tanta energía esos dos, pero fuera de eso, no se pierden de nada.
—Son niños, Darla. Si no tuvieran esa energía y la curiosidad que tienen, me preocuparía. —Me siento y Darla me pasa otra copa de vino y una a Darius.
—Bien, cuéntanos qué te pasó, Darius. Sé muy bien que no pasó nada en la obra del nuevo centro comercial, así que suelta la sopa.
—¿Recuerdan cuando me preguntaron por qué me hice pasar por gay?.
—Sí, lo recuerdo. Dijiste que te habían roto el corazón, que esa mujer desapareció y tu mamá ayudó a investigar. Resulta que se fue con otro hombre que solo estaba contigo por tu dinero, una interesada, tu ex.
—Ya no sé qué pensar. Lo único cierto es que mamá nunca la encontró y eso es raro.
La vi hoy y mi corazón volvió a latir como loco, pero recordar que nunca me amó, eso me duele. Pero mi hermana me dijo que no confiara en mamá y que esta vez investigará, pero que no le dijera a mamá que Janeth está aquí, porque cuando volviera a saber de ella sería porque estaba muerta.
—Darius estás hablando de la secretaria de Dante.
—Sí, les estoy hablando de ella.
—Ahora entiendo por qué no dejaba de mirarte, estaba nerviosa la condenada —dice Darla, tomando un sorbo de vino.
—Te digo algo, Darius, tu mamá oculta algo y no sé qué es, pero creo que Andreina sabe más de lo que muestra. Un consejo: esta vez hazle caso a tu hermana...
Continuara...
En qué mundo de crío esa mujer 😡😡😡😳😳😳⭐