En un imperio dividido por intrigas y traiciones, Euridice, la tercera princesa de Caelum, se ve obligada a huir cuando su medio hermano, Jacob, asesina al emperador y a sus hermanos. Con la ayuda de Arjona, su protector, Euridice emprende una peligrosa búsqueda de los legendarios 5 Ases para detener a Jacob y evitar que desate el caos en el imperio. Mientras lucha por recuperar la paz, Euridice descubre su propia fuerza y determinación en un mundo donde la lealtad y el poder se entrelazan en una danza mortal.
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Capítulo 17
Pasaron las horas, el sol comenzo a esconderse y todos en la aldea comenzaron a moverse. Euridice de encontraba en lo que era la pequeña plaza de la aldea, en donde las mujeres se quedaron a su lado mientras los hombres iban a los límites de la aldea apresurados.
Euridice junto con Undo y Arjona, se quedaron muy confundidos con sus actitudes. Todos los aldeanos fueron hasta los alrededores de la aldea, rápidamente comenzaron a formar con algo similar a cenizas y tierra, un aro que le daba vuelta a toda la aldea.
Apenas acabaron, Exardescere camino hasta el inicio de la aldea, por el mismo lugar por el que había ingresado con Euridice y los suyos. Allí encedio sobre su mano una llama de ese fuego dorado y después de que todos los aldeanos se alejaron del aro, Exar lanzó la llama de su mano hacia aquel aro de cenizas y despues, toda esta comenzo a prenderse formando llamas de casi dos metros de altura que rodeaban toda la aldea.
— ¿Por que... hacen eso?...— Preguntó Euridice.
— Desde hace poco más de 10 días... El abismo comenzo a surgir. El sol es lo unico que evita que los demonios del abismo se propagen, pero al caer la noche o cuando el cielo se nubla estos salen a atacar. Para protegernos, nuestro señor Exardescere enciende esos muros de llamas para que no puedan lastimarnos — Dijo una de las mujeres que se encontraba cerca a Euridice...
...
EN EL PALACIO IMPERIAL...
Cayó la noche y todos se encontraban descansando. Excepto por Jacob, quien se encontraba en el altar del abismo. Justo allí se encontraba derramando unas gotas de sangre de un frasco.
Conforme caían las gotas, el sello se iba regenerando y apagando. Simbolo de que las criaturas estaban volviendo al abismo.
— No entiendo que es lo que haces. — Dijo Vlakyr estando detrás de Jacob.
— Lo que estas viendo.— Dijo Jacob para finalmente cerrar el frasco.
— Sé supone reviviriamos al abismo!. El abismo es lo que nos va a ayudar a gobernar todo!.— Dijo Vlakyr.
— No, el abismo es solo una ayuda extra. Me encargaré de todo por mi propia cuenta, y tu deja de involucrarte en esto.— Le dijo Jacob dandose vuelta hasta verlo.
— ¡Se supone era nuestro plan! Vengaros y revivir al abismo!.— Dijo Vlakyr enfadado.
— Te equivocas. Vengarme era mi plan, revivir al abismo el tuyo. Y yo como tu emperador te ordeno desistas ahora.— Dijo Jacob con la mirada notoriamente enfadada.
— Pff... Eres patético.— Dijo Vlakyr terminando por irse de la sala.
Jacob suspiro y sin más salió también de la sala para ir hasta sus aposentos a descansar.
— Has lo que te pedí.— Le dijo Jacob a Blad; quien venia detrás de el.
— Como ordene.— Dijo Blad retirándose...
Pasaron las horas y en un camino para salir de la capital imperial, Vlakyr iba dentro de su carruaje echo una furia. Todo iba bien hasta que entraron por el sendero boscoso en el cual fueron atacados por soldados imperiales. Vlakyr y su ejército se defendieron pero con el pasar de los minutos finalmente los soldados imperiales ganaron y Vlakyr... pereció.
...
Al dia siguiente, en aquella aldea. Euridice se encontraba buscando a Exardescere, para poder pedirle de manera formal su ayuda en esta misión.
Estaba más que segura de que aceptaría, pues desde el día anterior el no había dejado de seguirla con el pretexto de cuidarla.
Cuando finalmente lo encontro, él de inmediato se acerco a ella.
— Reina mia, ¿sucede algo?.— Preguntó Exar al acercarse.
— Bueno... yo necesitaba hablar seriamente con usted.— Le dijo Euridice un poco apenada.
— ¿Oh?. De que se trata? ¿Le pasa algo?. ¿Le duele algo? ¿Le molesto algo?.— Comenzo a hacer pregunta tras pregunta.
— No no, nada de eso. — Dijo ella con una sonrisa nerviosa para después agachar la cabeza. — yo... Se que no tengo ningún derecho para pedir esto... Se que nisiquiera soy una persona que merezca esto.. Pero. Quiero pedir su ayuda .— Levanto la cabeza y le miro esperando ser entendida. — Quiero pedirle su ayuda para encontrar al resto de los Ases y pedirles su ayuda para... recuperar la paz y tranquilidad del Imperio.—
Con sus palabras Exar mostro una sonrisa, una sincera y con una calma interna tan grande que parecía compartirla con ella.
— He esperado por usted durante miles de años. Usted no necesita pedirme nada, yo la acompañaré a todas partes y la protegeré de todo con mi vida.— Dijo él llevando una mano hacia su pecho para después hacer una reverencia de rodillas. — Para mi será un honor acompañarla.— Dijo levantando la cabeza.
Euridice sonrio, y con su confirmación termino por sentirse aunque sea un poco más aliviada...
...
Finalmente Exardescere termino por reunir a todos en la aldea más tarde. Dio el aviso de su partida, por lo que todos aunque se notaban tristes por que iba a irse, sabían que era lo mejor.
Esa misma noche todos hicieron una fiesta de despedida para que ellos pudieran partir la siguiente mañana...
...
Ya a la mañana siguiente, empacaron todo lo necesario. Desde comida hasta medicina y ropajes para lo que se pueda ofrecer.
Seguirían viajando hacia el sur, pues allí se encontraba el As más cercano del cual también esperaban que acepte apoyar.
A lado de Exardescere el viaje tendría fin en al menos dos días. Nuevamente teniendo que tener mucho cuidado de que nadie los descubra...