Violeta Meil siempre tuvo todo: belleza, dinero y una vida perfecta.
Hija de una de las familias más ricas del país M, jamás imaginó que su destino cambiaría tan rápido.
Recién graduada, consigue un puesto en la poderosa empresa de los Sen, una dinastía de magnates tecnológicos. Allí conoce a Damien Sen, el frío y arrogante heredero que parece disfrutar haciéndole la vida imposible.
Pero cuando la familia Meil enfrenta una crisis económica, su padre decide sellar un compromiso arreglado con Damien.
Ella no lo ama.
Él tiene a otra.
Y sin embargo… el destino no entiende de contratos.
Entre lujo, secretos y corazones rotos, Violeta descubrirá que el verdadero poder no está en el dinero, sino en saber quién controla el juego del amor.
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Primer día, primer enemigo
**Capítulo 5:**Primer día, primer enemigo
(Desde la perspectiva de Violeta Meil)
El cielo del país N estaba cubierto de nubes cuando el avión aterrizó.
Eran casi las nueve de la noche, y mi cuerpo gritaba que necesitaba dormir, pero mi mente estaba demasiado emocionada como para hacerlo.
Olivia y yo salimos del aeropuerto arrastrando nuestras maletas mientras el chofer que enviaron para nosotras sostenía un cartel que decía “Meil – Meg”.
Qué glamuroso, ¿no?
—¿Te das cuenta, Vio? —dijo Olivia mientras subíamos al auto—. ¡Estamos oficialmente en el país N! ¡Donde todo el mundo quiere trabajar, vivir y conseguir marido!
—Yo solo vine a trabajar —le respondí entre risas, aunque mis nervios estaban por las nubes.
El chofer nos llevó directo al departamento que los padres de Olivia le habían regalado.
Y cuando digo departamento, no me refiero a un lugar modesto… era más bien un penthouse moderno, con ventanales enormes y una vista de película.
—¡Por todos los dioses de la moda! —exclamé cuando entramos—. Esto no es un departamento, es una obra de arte.
—Y tiene dos habitaciones gigantes, tres baños, cocina abierta y un balcón con jacuzzi —dijo Olivia con orgullo mientras giraba sobre sí misma—. No puedo creer que viviremos aquí, Vio.
—Ya puedo imaginarlo… café en las mañanas, vino por las noches, y cero hombres tóxicos cerca —respondí sonriendo, aunque ni yo me creía la última parte.
Nos reímos un rato, desempacamos lo esencial y, como ya era tarde, decidimos dormir.
Mañana sería el gran día: mi primer día en Vlader Sen Corporations, una de las empresas más prestigiosas del mundo.
El lugar donde planeaba construir mi futuro… aunque no tenía ni idea de lo que realmente me esperaba.
La alarma sonó a las seis de la mañana.
Me levanté de golpe, aún medio dormida, pero recordando que hoy debía dar mi mejor impresión.
—Levántate, Oli —le grité desde la puerta de su habitación—. ¡Hoy empiezo mi nueva vida!
—Cinco minutos más… —respondió con voz adormilada.
Rodé los ojos, pero la dejé en paz.
Yo, en cambio, me fui directo a la ducha.
Después de arreglarme, elegí un traje negro de dos piezas: chaqueta entallada, pantalones de vestir y… sin camisa.
Solo un top de encaje discreto debajo.
Profesional, elegante, pero con mi toque.
Me miré al espejo y sonreí.
—Perfecta —murmuré, y tomé una selfie frente al espejo del pasillo.
📸 “Primer día en Vlader Sen Corporations. Deséenme suerte 🤍”, escribí en la descripción y la subí a Instagram.
En cuestión de minutos empezaron a llegar likes, comentarios y emojis de fuego.
Bien, al menos la gente aprobaba mi look.
Fui a desayunar con Olivia, quien se sentó frente a mí con una tostada y el cabello hecho un desastre.
—¿Estás segura de que no es un desfile de modas? —dijo bostezando—. Porque pareces más lista para una pasarela que para trabajar.
—La primera impresión cuenta —le respondí con una sonrisa victoriosa—. No quiero que me vean como “la hija de los Meil”, sino como una profesional.
—Sí, claro… la profesional más hermosa del edificio —dijo mientras me guiñaba un ojo.
Terminé mi desayuno, tomé las llaves del auto y respiré profundo.
Era momento de enfrentar al mundo.
El tráfico matutino en el país N era una locura, pero yo solo pensaba en lo que diría, cómo caminaría, qué tono de voz usaría cuando me presentara…
Sí, soy ese tipo de persona que ensaya mentalmente sus diálogos.
Finalmente, el edificio apareció ante mis ojos.
Vlader Sen Corporations.
Majestuoso, con cristales azules y un logo metálico que brillaba con el sol.
Era como el Olimpo de los negocios.
Entré al lobby y me dirigí a recepción con mi carta de aceptación en la mano.
La recepcionista me miró con una sonrisa profesional.
—Buenos días. ¿Nombre, por favor?
—Violeta Meil. Fui contratada para el área de administración de empresas.
Ella asintió, tecleó algo en su computadora y luego me pidió que esperara unos minutos.
No pasaron ni dos cuando un hombre alto, de cabello castaño y una sonrisa peligrosa apareció frente a mí.
—¿Señorita Meil? —preguntó con voz tranquila—. Soy Caleb Dil, asistente del CEO. Sígame, por favor.
Por dentro: ¿El mismísimo Caleb Dil?
Por fuera: —Un placer conocerlo, señor Dil —dije lo más calmada que pude.
Mientras caminábamos hacia el ascensor, sentí las miradas de varios empleados.
Era raro… ¿Por qué todos nos observaban así?
—¿Todo bien? —pregunté.
—Sí, solo que no todos los nuevos empleados son recibidos personalmente por mí —respondió él con una sonrisa.
Ah, genial.
Ahora todos pensarían que tenía enchufe.
Justo lo que no quería.
El ascensor subió hasta el piso 52.
Mis nervios aumentaban con cada ding.
Cuando se abrieron las puertas, un pasillo elegante con paredes de vidrio nos recibió.
Al fondo, una oficina amplia, con una vista impresionante de la ciudad.
Caleb abrió la puerta.
Y ahí estaba él.
Damien Sen.
El nuevo CEO.
El hijo de Vlader Sen.
El hombre del que Olivia me había hablado en el avión, el “irresistible y misterioso” que todos decían que jamás sonreía.
Y, sinceramente… no estaban tan equivocados.
Traje gris, mirada fría, mandíbula fuerte, y un aire autoritario que llenaba la habitación.
Era el tipo de hombre que podría hacerte temblar… de miedo o de otra cosa.
Pero no vine a admirarlo.
O eso me repetía mentalmente.
—Señorita Meil —dijo él, sin levantar mucho la vista del expediente que sostenía—. Tome asiento.
Su voz era grave, serena… y helada.
Obedecí, cruzando las piernas con cuidado.
De pronto, levantó su mirada y la clavó en mí.
Sentí como si me escaneara de pies a cabeza.
—Así que… Violeta Meil. Hija de los dueños de Meil Group, ¿correcto?
—Sí, señor. Pero vine aquí para ganar experiencia por mi cuenta.
Él soltó una pequeña risa irónica.
—Interesante. ¿Y así es como pretende demostrar su madurez? —preguntó, girando la pantalla de su computadora hacia mí.
Mi corazón se paralizó.
Era un video.
Ese video.
El de la pelea en el antro con la novia de Ramiro.
Yo, gritando.
Ella, empujándome.
Y alguien grabándolo todo.
—Puedo explicarlo… —intenté decir, pero él me interrumpió.
—No necesito explicaciones, señorita Meil. En esta empresa valoramos la disciplina y la imagen. No contratamos a personas que creen que el mundo gira a su alrededor.
Cada palabra era un golpe directo a mi orgullo.
¿Quién se creía este tipo?
—Entiendo, pero yo—
—No. No entiende —dijo él, tajante—. A partir de ahora no trabajará en el departamento administrativo.
Comenzará como mi secretaria personal.
Mis ojos se abrieron como platos.
—¿Su qué?
—Mi secretaria. Si realmente quiere demostrar que vale por sí misma, empiece desde abajo. Si no, la puerta está ahí.
Por un instante, quise lanzarle el café imaginario que tenía en mente.
Pero respiré hondo.
Recordé lo que quería lograr.
Y, aunque por dentro hervía, sonreí falsamente.
—Acepto, señor Sen.
Él asintió sin emoción alguna.
—Bien. Caleb, muéstrale su oficina.
Salí de ahí con la cabeza erguida, aunque por dentro gritaba ¡Qué hombre tan insoportable!.
Caleb me condujo hasta una pequeña oficina cerca del pasillo principal.
Bueno, “oficina” era un halago… porque aquello parecía más un armario con ventana.
—Aquí está su espacio, señorita Meil —dijo él, con una sonrisa apenada—. Sé que es pequeño, pero tiene una buena vista… si se asoma mucho.
—Gracias, Caleb —respondí entre dientes, intentando no sonar molesta.
Cuando él se fue, solté un bufido.
—Perfecto. Mi primer día y ya tengo al jefe más arrogante del planeta.
Me arrebata mi puesto, me humilla con un video y encima me encierra en un cubículo del tamaño de un baño.
¡Maravilloso! —exclamé al aire.
Me dejé caer en la silla, mirando el pequeño escritorio vacío frente a mí.
Tomé una hoja y escribí en letras grandes:
Lista de cosas que haré para sobrevivir a Damien Sen:
1. No gritarle.
2. No lanzarle el café a la cara.
3. No enamorarme de él.
4. Hacerle la vida imposible.
Sonreí, satisfecha con mi lista.
—Prepárate, señor Sen —murmuré con malicia—. Acabas de declararme la guerra, y no tienes idea de con quién te metiste.
Y con eso, el primer día de Violeta Meil en Vlader Sen Corporations oficialmente comenzaba…
aunque, claro, no tenía ni idea de lo mucho que ese arrogante CEO cambiaría su vida.