EL DESTINO LA HACE DE CUPIDO

Antoni, al ver que el hombre sacaba un arma y la puso a la cabeza de Vladímir, salió del carro y con su voz desesperada le gritó. – ¡Basta! ¡Por favor, no lo mates! Vienes por mí, ¿no es así? Vamos, yo iré con ustedes, no hace falta más violencia.

El hombre burlesco le dice. – Eso es lo que dije al principio, pero he cambiado de opinión, será mejor matarlo, me ha hecho perder tiempo y mis hombres han sido humillados.

Antoni le gritaba desesperado que no lo matara, se arrodilló ante él, suplicándole por la vida de Vladímir; el hombre solo se burlaba, la pistola estaba lista para disparar. Miró a Vladímir a los ojos para decirle “adiós” cuando un disparo se escuchó.

Antoni se quedó paralizado, con los ojos cerrados pensando en que su joven trabajador y amigo lo acababan de matar frente a él, sentía ira, dolor, odio; cuando escuchó la voz adolorida de Vladímir que le dice. – Antoni, cálmate, estoy bien, puedes ayudarme, este hombre pesa mucho.

Cuando Antoni abre los ojos, mira el cuerpo del hombre que estaba encima de Vladímir, se acerca rápido para quitar el cuerpo de encima.

Los otros hombres no entendían qué pasaba, trataron de moverse rápido y resguardarse cuando se escucharon varios disparos, que fueron dejándolos sin vida.

Antoni no entendía lo que pasaba, lo único que podía pensar que ellos eran los siguientes, se aventó sobre el cuerpo de Vladímir.

Uno de los hombres que aún seguía parado toma su arma y empieza a ver de dónde venían esos disparos y en ese momento de desesperación escuchó una voz entre los árboles, que decía. – Si sueltas el arma, te dejo vivo.

El hombre soltó el arma y levantó las manos, Antoni estaba cubriendo a Vladímir con su cuerpo, temblando de miedo; Vladímir, que se sentía sofocado con el peso de él, le dice sofocada. – Antoni, puedes quitarte de encima, estás pesado y creo que este maldito me lastimó de más, algo me está doliendo mucho.

Se escucha una voz burlesca de mujer que le dice. – ¡Ay, hermanito! Nunca dejarás de ser un llorón, solo te dio unas cuantas patadas, no es para tanto, deja de quejarte, pareces una mujercita y me dejas en vergüenza.

Antoni se levanta y ayuda a Vladímir a pararse. Carlos se acerca para ayudar a sostenerlo, ver sus heridas.

Vladímir mira a su hermana de pies a cabeza; molesto le dice. – hermana, pero mira, nomás cómo estás vestida, te hace falta moda, te miras horrible.

Sara le sonríe, imponente, le dice. - Te diré, hermanito, tú no puedes criticar mi forma de vestir, cuando tú pareces un muñequito de porcelana.

Carlos, molesto, les dice. – basta los dos, no deben de hablarse así; tienen años sin verse y lo primero que hacen es pelear, siguen igual que cuando eran niños, ustedes dos solo saben pelear, así se la llevaban y siguen igual, pero no se los voy a permitir, su madre, su tío están sufriendo en este momento como para que ustedes dos les lleven problemas.

Sara se acerca a su hermano y toma el lugar de Antoni para sostenerlo, seria y fría le dice. – tú, ¿quién eres?

Carlos lo mira detenidamente, le dice tenso y sorprendido. – Si no me equivoco... perteneces a la familia del superior, ¿verdad?

Antoni, nervioso, le dice. – ¡Sí! Soy su hermano, quiero pedirles una disculpa, si su hermano está así fue por protegerme.

Yo no esperaba que esto pasara y que pusiera su vida en peligro. Si me permiten, en este momento regresaré, me alejaré de su hermano; no volverá a pasar.

Por favor, disculpen mi falta para su familia, no quisiera agregarle más problemas a mi hermano, nunca me imaginé que Vladímir fuera miembro de la familia del amo Bael.

Vladímir, adolorido, le dice. – Antoni, cálmate, tú eres mi amigo e invitado mío, no dejaré que te vayas y poner tu vida en peligro; vendrás conmigo y estando en casa ya veremos qué pasa.

Sara, indiferente, le dice. – Mi hermano tiene razón, si te dejamos ir y algo te pasa, tu familia lo mirará como una ofensa; además, lo que ellos hicieron no solo es una falta para tu familia, sino para nosotros.

Querían matar al tonto de mi hermano y ya sea tu vida o la vida de mi hermano viola las reglas. Esto es un problema más grande de lo que piensas, tendremos que ir a casa y reportárselo a mi tío Bael.

Carlos, serio, le dice. – Disculpe no conocerlo antes, nuestra familia no tiene intención de participar en la guerra entre las dos familias, pero algo que nuestro amo respeta son las leyes y reglas que se tienen. El que lo hayan atacado rompe todo.

Si lo recuerdo bien, usted es de los que rechazó cualquier poder, no está en los negocios de las familias, no tiene derecho hablar en nombre del superior, no tiene derecho de presentarlo y se amparó en las leyes de protección, esto quiere decir que las 5 familias no podemos tocarlo, pero sí protegerlo si fuera necesario.

Será mejor que venga con nosotros y se ponga bajo nuestra protección, si no quiere poner en disputa la familia del superior con la del amo.

Antoni, nervioso, le dice. – Está bien, lo entiendo, lo siento mucho, no quise ponerlos en esta situación. La verdad no sabía que Vladímir pertenecía a la familia del amo Bael.

Vladímir, tranquilo, le dice. – Yo no sabía que tú eras de la familia del superior, esto sí que es una broma muy divertida del destino. Antoni, no te sientas mal, esto no cambia nada en nuestra amistad.

Antoni solo agachó la cabeza, se sentía mal y culpable por lo que había pasado, estaban en su plática cuando 7 camionetas cerradas llegaron por ellos.

Sara empezó a ordenarles que recogieran los cuerpos y los llevaran a la casa, los dejaran en el cuarto frío, que también trajeran los carros, que buscaran todo lo que fuera de utilidad, que aumentaran la seguridad en el camino; si miraba algo sospecho tenían que informarle a ella, que no molestaran al amo Bael, ella se encargaría de toda la seguridad y del problema.

Cuando llegaron a la casa, Carlos les ordenó que fueran por la parte de atrás de la casa, no querían que Melinda, ni Bael vieran a Vladímir golpeado, le dijo a Sara, que tenía que suavizar las cosas antes de decirles lo que pasó, también ordenó a uno de los hombres que fuera por el médico, que estaba en la casa dando el pésame.

El médico llegó, atendió a Vladímir, tenía una fractura de costilla, también solicito que lo llevaran al hospital para hacerlo otros estudios, ya que tenía varios golpes, quería descartar algún daño interno.

Vladímir le dijo que sí, en cuanto él regresara, se iría. Antoni no podía con su culpa, no hallaba cómo disculparse, no sabía qué decir.

Vladímir, tranquilo y despreocupado, le dice. – Antoni, ya cálmate, nadie te va a decir nada, ni a hacer nada, y yo me aseguraré de regresarte sano y salvo.

Por cierto, gracias por tratar de salvarme y suplicar en la forma que lo hiciste por mi vida, realmente eres muy valiente, tu familia debería sentirse orgullosa de ti.

Antoni con su voz decaída le dice. – tú sabes que para mi familia soy su desgracia, menos para mi hermano, es el único que me habla y me visita; aparte de él, solo tú me aceptas como tu amigo.

Vladímir le sonríe, con su voz tranquila le dice. – Deja de pensar así, mi madre y mi tío estarán muy agradecidos contigo, por querer cambiar tu vida, por la mía.

Carlos acompañó a Sara con Melinda y Bael. Al llegar, ella abrazó a Melinda; el abrazo que le dio a Bael fue mucho más intenso, como cuando una hija mira a su padre favorito después de mucho tiempo, con dulzura le dice. – Tío, tengo que mostrarte todo lo que aprendí, vas a quedar orgulloso de mí, también aprendí del mejor francotirador, tenemos que ir al campo de tiro para mostrarte y….

Carlos la interrumpe, serio le dice. – Sara, ¿dente o prefieres que sea yo el que se encargue del problema?

Sara lo fulmina con la mirada y de mala gana dice. – Podemos ir a un lugar más tranquilo; creo que tenemos un problema, ¡tío! ¡Madre! Esto los pondrá furiosos.

Bael serio le dice. – Carlos, recibe y atiende a las personas. Vamos al despacho.

Carlos, serio, le dice. – Con todo respeto, pero creo que debo estar en la plática, amo, es muy delicado el asunto.

Bael ordenó que la esposa de Luis y dos de sus guardaespaldas de más confianza se encargaran de atender a todos, se fueron directo al despacho; una vez adentro, serio, dice. – Bien, ya estamos solos, díganme, ¿qué pasa?

Carlos, tenso, le dice. – Sara, sé prudente.

Sara, tranquila, empieza a decir. – Vladímir está arriba, casi lo matan, también está el hermano del superior, que viene con mi tonto hermano, al parecer trabajan juntos y son amigos, algo bastante raro, ¿quién lo iba a pensar?

Pero tranquilos, ya nos encargamos de la amenaza y todos están a salvo. También tenemos uno vivo, que creo que me acompañarás a interrogarlo, ¿verdad, tío?

Carlos cerró los ojos y solo movía la cabeza en forma negativa. Lo primero que le dijo que no hiciera fue lo primero que hizo; dar una noticia tan grave como esta, decirla como si no fuera nada, era algo que no se esperaba de ella.

Pero Bael y Melinda, se quedaron mirándola, sorprendidos por lo que escuchaban, tratando de asimilar toda esa mala información, parecía una muy mala broma.

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